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    El PPS de Vázquez y Orsi

    El gran desafío que tiene por delante es cómo administrar los silencios; porque hay momentos para permanecer callado, pero en otros es necesario que el presidente hable fuerte y también laude

    El expresidente francés François Mitterrand tenía una frase de cabecera que despertó la atención de un exmandatario uruguayo y de esa forma se instaló en la política local. “Cuando habla el presidente, habla Francia”, decía en la década de los ochenta Mitterrand, para explicar por qué daba tan pocas entrevistas y conferencias de prensa. Fue presidente desde 1981 a 1995, el período más largo de un presidente en la historia de su país, y se mantuvo siempre fiel a su estrategia.

    A mediados de la década de los ochenta, el líder frenteamplista Tabaré Vázquez estudió por unos meses una especialización médica en París y escuchó a Mitterrand desarrollar su teoría. Casi dos décadas después, fue él quien quedó al frente de Uruguay como presidente y adoptó el mismo camino. Habló poco y cada vez que lo hizo fue porque quería comunicar algo importante. Siempre citaba a Mitterrand para justificarse.

    Fue el encargado de conducir el primer gobierno del Frente Amplio, calificado por el entonces senador comunista Eduardo Lorier como “en disputa”, porque los distintos sectores frenteamplistas se peleaban por tener un mayor protagonismo e incidencia en las decisiones del Poder Ejecutivo. Vázquez permanecía la mayoría del tiempo como espectador y solo laudaba cuando era necesario.

    A mitad de ese período, cuando un grupo de ministros comenzó a promover su reelección, Vázquez dijo que iba a adoptar un PPS. Cuando le preguntaron a qué se refería con esa sigla, respondió que a un profundo y prolongado silencio (PPS). Luego habló solo una vez al respecto, para descartar cualquier posibilidad reeleccionista. La estrategia de hablar poco le dio resultado, su fuerza política retuvo el gobierno en las siguientes elecciones y él volvió a ser electo presidente cinco años después.

    Su segunda administración fue muy distinta. Siguió hablando muy poco y mostrándose solo lo estrictamente necesario, pero el humor de la opinión pública ya no era el mismo. El Frente Amplio sumaba su tercer período consecutivo en el gobierno y una parte importante de la ciudadanía estaba cansada, reclamaba respuestas o al menos explicaciones, que nunca llegaron. Quizá ese fue uno de los factores por los cuales perdió las siguientes elecciones con el Partido Nacional.

    Yamandú Orsi, recién asumido como presidente de la República, viene adoptando un camino parecido al de Vázquez. Durante toda la campaña electoral, desarrollada el último año, Orsi eligió dar solo algunas entrevistas y conferencias de prensa, aunque en el tramo final aumentó sus participaciones en los medios. Fue acusado de no decir públicamente lo que piensa, pero él seleccionó muy cuidadosamente qué decía, dónde lo decía y cuándo. La estrategia le dio resultado y, hoy, a menos de dos semanas de haber asumido en su cargo, parece que seguirá por el mismo camino.

    Tiene su lógica. Si mira un poco para atrás, puede encontrarse en el espejo que le ofrece la primera gestión de Vázquez. Como aquella vez, además, Orsi asume el poder luego de un gobierno de otro signo político y con una interna de su fuerza política, el Frente Amplio, con claras diferencias de enfoque.

    El gran desafío que tiene por delante es cómo administrar los silencios; porque hay momentos para permanecer callado, pero en otros es necesario que el presidente hable fuerte y también laude. Aquí, en los tiempos actuales, no parece ser válido el PPS. Eso sirvió para disipar los impulsos relacionistas de algunos enamorados del liderazgo de Vázquez, pero es inútil para direccionar el barco de la presidencia de un país hacia buen puerto.

    Está claro que Orsi es un dirigente político que prefiere no hablar de todos los temas que surjan a cada momento. Eso no es malo. Al contrario, puede ser visto como una virtud. De esa forma desarrolló toda su campaña electoral y el tiempo le terminó dando la razón. Tampoco tuvo un perfil excesivamente alto cuando se desempeñó durante una década como intendente de Canelones.

    Pero este es un tiempo distinto. Como decía Mitterrand, cuando habla un presidente, habla un país. El país no puede exponerse continuamente, pero sí debe mostrar determinadas certezas.

    La administración de Orsi recién comienza y en estos tiempos cada cual se va acomodando en su lugar. Los nuevos jerarcas del Poder Ejecutivo, los nuevos legisladores, el oficialismo, la oposición, todos. Lo mismo está haciendo el presidente y está bien que así sea. Por eso parece justificado que elija no adoptar, por ahora, definiciones de fondo. Eso no quiere decir que se transforme en costumbre porque su voz es fundamental. Fuerte y clara, aunque sea muy esporádica. Eso es lo que la ciudadanía espera.