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    Incertidumbre de época y dos paradojas que la alimentan

    No es, entonces, el año de la política comercial; es el año de los macroeconomistas; ellos ocupan hoy el centro del análisis y los canales de influencia tradicionales, que son la tasa de interés internacional, el valor del dólar y la inflación en Estados Unidos

    Columnista de Búsqueda

    Decir que vivimos en una época de incertidumbre ya no dice mucho. A ese diagnóstico general quiero sumarle cuál es mi incertidumbre personal. Se alimenta de dos paradojas que tienen que ver, precisamente, con el campo al que me he dedicado durante décadas: la política comercial.

    Este podría considerarse, en teoría, “el año de la política comercial”. La administración Trump 2.0 ha implementado más de medio centenar de medidas, todas orientadas al proteccionismo. Seguirlas una a una se ha vuelto un campo de especialidad en sí mismo, un verdadero galimatías. ¿Cuáles medidas están vigentes y por cuánto tiempo? ¿Cuáles están a punto de iniciarse? ¿Qué represalias han provocado? ¿Qué negociaciones están en curso? Son preguntas clave cuyas respuestas se encuentra hoy en el trabajo meticuloso de Chad Bown del Peterson Institute for International Economics1.

    El problema está en otro lado

    El problema, sin embargo, no está en la política comercial. Lo racional de estas medidas, bajo los marcos analíticos convencionales, resulta difícil de comprender. Por ejemplo, el déficit de cuenta corriente de Estados Unidos (EE.UU.), señalado como un problema a resolver, poco tiene que ver con la política comercial o con los déficits bilaterales que mantiene con sus socios. Esta es una afirmación sostenida por los macroeconomistas más reconocidos, repetida una y otra vez2.

    El argumento es simple: basta con entender cómo funciona una restricción presupuestaria. EE.UU. ahorra poco o consume mucho —como se prefiera expresar—. La reciente ley presupuestaria —“hermosa”, según Donald Trump; “abominable”, según Elon Musk— proyecta un aumento significativo del déficit fiscal, lo que profundiza el desbalance entre producción y gasto, que está en la base del desequilibrio externo3. El corazón del problema está allí, y los precios de los bonos del Tesoro a más de 10 años ya lo reflejan.

    No es, entonces, el año de la política comercial. Es el año de los macroeconomistas. Ellos ocupan hoy el centro del análisis y los canales de influencia tradicionales, que son la tasa de interés internacional, el valor del dólar y la inflación en EE.UU.

    Cambio de lenguaje: de la política comercial a la geopolítica

    La primera paradoja es que la política comercial, su lenguaje y su propósito tradicional, parece hoy inadecuada. Requiere ser enmarcada en una perspectiva mucho más amplia, hasta el punto de volverse secundaria, incluso irrelevante.

    El dato fundamental de este cambio es el repudio explícito de EE.UU. a las reglas del comercio internacional construidas desde la posguerra. La orientación actual no es hacia la liberalización, sino hacia el comercio administrado, subordinado a objetivos estratégicos no económicos: geopolítica, seguridad, liderazgo tecnológico, afinidades ideológicas o culturales.

    Aclaro: no sostengo que estos factores hayan sido irrelevantes en el pasado. Siempre influyeron. Pero las reglas del comercio, tal como fueron diseñadas, imponían restricciones a su accionar. Aceptar las reglas era aceptar esos límites. El objetivo era claro: que el comercio basado en normas fomentara una integración económica global cada vez mayor —algo que efectivamente ocurrió—. Esto es lo que Trump 2.0 está desmantelando.

    El lenguaje tradicional de la política comercial es claramente reduccionista. Se enfoca en los costos del comercio y en cómo reducirlos con el objetivo de integrar mercados y capturar beneficios estáticos y dinámicos de la especialización. El recorrido va desde la liberalización arancelaria, pasando por la eliminación de barreras no arancelarias y la facilitación del comercio, hasta la convergencia regulatoria. Todo ello se hace a través de vías unilaterales, multilaterales o preferenciales bajo principios básicos como la nación más favorecida y el trato nacional.

    Todo el mainstream de la economía internacional comparte esta perspectiva. También la comparten los organismos multilaterales: la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), los bancos regionales. Han producido montañas de informes, guías y manuales con este enfoque. Incluso, publicaciones de 2024 o de este mismo año claramente redactadas antes del actual shock político en EE.UU. Mi desactualización en el lenguaje no es solitaria: arrastra consigo a todo un entramado institucional y doctrinario. Todos, fuera de escuadra.

    Se volvió a hablar de aranceles… para luego dejar de hablar de ellos. La política comercial tuvo apenas 15 minutos de fama para describir lo que está pasando, antes de que el lenguaje cambiara por completo. La reciente reunión de la OTAN lo ilustra: se habla de aumentar el gasto en defensa… y, si no estás de acuerdo, aranceles4.

    Segunda paradoja: entre la digitalización y los aranceles al acero

    La segunda paradoja tiene que ver con la aceleración del cambio tecnológico, que sigue reduciendo los costos del comercio no por obra de regulaciones, sino por la transformación digital del intercambio de bienes y servicios. Este proceso avanza con más fuerza que nunca y choca frontalmente con el lenguaje de Trump 2.0, que gira en torno a aranceles al acero y a reindustrialización por sustitución de importaciones.

    Mientras se implementan medidas proteccionistas en el acceso a bienes, resulta revelador observar el memorándum estadounidense sobre la economía digital5. Allí, desde una postura ofensiva y netamente exportadora, se busca consolidar la inserción internacional de las empresas digitales estadounidenses exigiendo que no se les apliquen impuestos domésticos en los principales mercados de destino. Es decir, también aquí se tensionan las reglas del comercio, pero en la dirección opuesta a la adoptada en bienes.

    Un reciente informe conjunto de organismos especializados define el comercio digital como “todo el comercio que se ordena y/o se entrega por vía digital”6. Sin embargo, las estadísticas del comercio digital son todavía aproximadas. Algunas estimaciones sugieren que ya representa más de una cuarta parte del comercio mundial de bienes y servicios7.

    La geografía de ese comercio también está cambiando. Los países de la OCDE han pasado de representar el 82% en los años 90 al 73% a fines de la década pasada, y siguen en descenso. En cambio, China e India —antes actores marginales— comienzan a consolidarse como protagonistas nacionales relevantes.

    Impulsados por el cambio técnico y la necesidad de renovar la cooperación global en materia comercial, estos temas seguirán en la agenda durante la próxima década. En una serie de artículos, me propongo poner el foco en estas transformaciones y, finalmente, aterrizar en el siempre desafiante tema de la inserción internacional del Uruguay.

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    1Ver https://www.piie.com/blogs/realtime-economics/2025/trumps-trade-war-timeline-20-date-guide.

    2Para este punto entre otras contribuciones ver de Maurice Obstfeld (2025) https://www.piie.com/blogs/realtime-economics/2025/lets-stop-trade-deficit-blame-game.

    3Ver en el sitio de la Congressional Budget Office los cuadros de expansión fiscal prevista en la nueva ley https://www.cbo.gov/publication/61486, en donde se proyectan US$ 2,4 billones y US$ 2,8 billones si se considera el incremento previsto en el pago de la deuda incrementada. El déficit público para el año fiscal 2025 será de 6,5%, la nueva ley lo llevará a más de 7%. Esto implicará una nueva expansión de la deuda de EE.UU. y ya se conjetura que la Reserva Federal deberá salir a asistir al Tesoro de EE.UU. comprando deuda.

    4Ver https://www.france24.com/es/programas/econom%C3%ADa/20250626-pedro-s%C3%A1nchez-desaf%C3%ADa-a-donald-trump-espa%C3%B1a-no-aumentar%C3%A1-el-gasto-militar-al-5-del-pib.

    5Ver del 21/02/2025 el memorándum del gobierno de EE.UU.: https://www.whitehouse.gov/presidential-actions/2025/02/defending-american-companies-and-innovators-from-overseas-extortion-and-unfair-fines-and-penalties/.

    6Ver OECD, WTO, IMF (2020), Handbook on Measuring Digital Trade, OECD Publishing.

    7Ver Javier López González, Silvia Sorescu y Pinar Kaynak, 2023, “Of Bytes and Trade: Quantifying the Impact of Digitalisation on Trade”, OECD Trade Policy Paper, (273).