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    La importancia de saber quién manda

    Director Periodístico de Búsqueda

    Fue un punto de quiebre. Imposible calcular su impacto electoral, pero el simbólico fue muy importante, tanto que es una de las imágenes que todavía perdura de aquella campaña: el entonces candidato presidencial del Frente Amplio, Tabaré Vázquez, y quien era uno de los principales senadores de su colectividad política, Danilo Astori, de pie con las manos en la espalda frente a la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington, vestidos de traje oscuro y corbata, y sonriendo como con alivio. Años de diferencias y enfrentamiento habían quedado atrás por un objetivo común: obtener por primera vez el gobierno nacional.

    Ocurrió el 13 de julio de 2004. El día anterior, durante una cena privada que ambos habían mantenido con autoridades del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Vázquez había adelantado por primera vez que, si ganaba las elecciones nacionales de fines de ese año, su ministro de Economía iba a ser Astori. Era un anuncio largamente esperado, pero que demoraba en concretarse y del que muchos habían empezado a dudar.

    Vázquez le había hecho mano a mano el ofrecimiento a Astori horas antes, mientras atravesaban juntos el océano Atlántico en un vuelo desde Alemania a Estados Unidos. El entonces líder de Asamblea Uruguay aceptó de inmediato y ambos acordaron comunicarlo en conjunto, como forma de trasmitir tranquilidad a los mercados y a los organismos internacionales de crédito ante un inminente primer triunfo de la izquierda en Uruguay. Luego de la cena en el BID, la noticia se filtró a los medios y entonces apuraron un poco los planes y se sacaron esa foto conjunta en las puertas del FMI.

    La historia posterior es conocida. Vázquez ganó las elecciones de 2004 en la primera vuelta y Astori se transformó en el jefe de su equipo económico y logró despejar muchas incertidumbres que los votantes más temerosos habían tenido con el Frente Amplio. Su nombramiento adelantado terminó siendo un paso necesario que dieron dos personas que en los años anteriores habían estado en veredas opuestas en temas tan trascendentes como una reforma constitucional o qué hacer con la deuda externa y con los bancos fundidos en plena crisis económica de 2002. Iniciaron así un camino como socios que los mantuvo en el poder durante quince años.

    El actual candidato frenteamplista Yamandú Orsi no ha dado un paso de ese tipo. Estamos ya en agosto y hay algunos indicios, pero todavía son muy tímidos. Como bien escribió la semana pasada en su columna en Búsqueda el politólogo Adolfo Garcé, está haciendo falta que sacuda “la estantería” y actúe para “mostrar que puede decidir”. Ya “arriesgó”, recuerda Garcé, cuando antes de las elecciones internas mencionó al economista Gabriel Oddone como uno de los integrantes de su “menú de posibles candidatos a liderar el Ministerio de Economía” y no le fue nada mal. Arriesgó y después ganó la contienda dentro del Frente Amplio por una muy amplia diferencia.

    Pues, entonces, quizás ese es el camino que le falta terminar de abordar a Orsi. Es previsible el perfil bajo que ha asumido la fórmula presidencial del Frente Amplio luego del resultado de las últimas encuestas. Los números les son favorables en el arranque y por eso han optado por tratar de dejar todo como está. De todas formas, para hacerlo tomaron algunas decisiones polémicas.

    Una de ellas, la principal, es no participar en ningún evento conjunto con los demás candidatos presidenciales de los partidos con representación parlamentaria juntos, partiendo de la base de que Orsi quedaría en minoría porque los otros cuatro postulantes integran la Coalición Republicana. El problema para el Frente Amplio de esa medida (cuya intención es clarísima: no exponer demasiado a su candidato) es que genera incertidumbre a los votantes indecisos, esos que no están a la sombra de ninguna bandera y que terminan definiendo las elecciones. Si no habla, no se sabe lo que piensa o, peor todavía, queda la idea de que quieren ocultar lo que piensa.

    Ahí es que adquiere importancia la formación de un equipo sólido, que pueda responder por el candidato en temas más técnicos, aunque de una importancia central para el desarrollo de Uruguay. La economía es uno de ellos, y el de Vázquez es un antecedente que no quedó tan lejos. Porque Vázquez también generaba dudas, aparecía poco, casi no concedía entrevistas y leía muchos de los discursos más trascendentes. Pero en julio de 2004, a meses de tener la posibilidad real de ganar las elecciones, se blindó con la figura de Astori.

    Pues Oddone puede llegar a ser para Orsi lo que fue Astori para Vázquez. Cumple con el requisito de generar cierta tranquilidad en los lugares en los que Orsi todavía sigue provocando un poco de incertidumbre o desconfianza y corre, además, con la ventaja de que viene de fuera del sistema político y sin ninguna trayectoria electoral, en un momento en el cual la política partidaria ha perdido popularidad. Delgado, principal rival de Orsi, ya designó a quien sería su ministro de Economía. Eligió a Diego Labat, presidente del Banco Central en este período de gobierno y una figura clave en la disminución de la inflación. Ese, su principal logro, está arriba de la mesa, es palpable, y, además, el mensaje es muy claro: no va a haber cambios en la política económica actual si gana el oficialismo.

    ¿Y del otro lado? ¿La línea es la de Oddone o la del Partido Comunista? ¿Manda el legado de Astori o se inicia una nueva etapa en la que se impone aquel equipo económico “paralelo” que intentó ocupar un espacio central durante el gobierno de José Mujica? ¿A quién dará la derecha Orsi si se transforma en presidente?

    Contestando esas preguntas se contesta mucho del futuro del Frente Amplio si logra volver al poder. Es Orsi el que tiene que mover porque tiene los votos. Se los dieron las elecciones internas en gran cantidad, muy por encima, incluso, de lo esperado. Unos cuantos de sus allegados dicen que seguramente su jugada sea Oddone, aunque ya estamos en agosto y no la concreta.

    De todas formas, hay señales para ese lado. Algunas que se hicieron públicas y otras todavía no. Días atrás, Oddone fue a visitar a Mujica a su chacra de Rincón del Cerro para tener un diálogo informal sobre distintos asuntos de política económica. Iba con la idea de conversar por una hora y se quedó más de seis. Hay sintonía por ese lado, lo que es fundamental. También tiene resistencias importantes, especialmente entre los comunistas, pero no solo.

    Para Orsi parece haber llegado el momento de decidir qué camino adopta de los dos que se le abren adelante. El de Oddone y después aguantar la tormenta interna que pueda surgir o el sin Oddone e ingresar en otra tormenta con final incierto. Está por verse.