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    Los cinco sí de Lacalle Pou

    Con su estrategia política está logrando dos aspectos fundamentales para cualquier líder político con ambiciones futuras: generar altas expectativas y que hablen de él sin que siquiera tenga que mostrarse

    Director Periodístico de Búsqueda

    No terminó ni el primer año del nuevo gobierno y gran parte de la coalición republicana, a cargo de la oposición, ya está pensando en el horizonte electoral de 2029. También desde el gobernante Frente Amplio hay unos cuantos que están calculadora en mano, sacando cuentas de votos futuros. No es buena cosa adelantar tanto los tiempos. No contribuye a abordar de la mejor manera los temas más acuciantes y crea un distanciamiento con una parte importante de los uruguayos que todavía se siente muy alejada de las urnas. Pero así es Uruguay, ese es uno de sus principales defectos.

    Dicho esto, hay un factor diferente en esta oportunidad con respecto a lo que venía ocurriendo hasta ahora. Lo nuevo es que la figura central opositora, la persona en la que la mayoría de la coalición republicana deposita sus esperanzas para volver a ganar en 2029, está afuera del escenario público. Su nombre es Luis Lacalle Pou, presidente hasta el 1 de marzo de este año, y la duda instalada es si volverá para competir por el premio mayor en las próximas elecciones.

    Es más, hay como una dependencia excesiva de una mitad del país con Lacalle Pou. Y de la otra también. En el Parlamento, al finalizar la semana pasada la interpelación a la ministra de Defensa, Sandra Lazo, por el caso Cardama, una de las principales reflexiones de senadores opositores fue que lo que hay atrás de las medidas del gobierno contra la empresa española es una “movida política”, que tiene como objetivo debilitar al expresidente blanco.

    Su nombre aparece en muchos debates, pero él se ha mantenido casi en silencio. Se muestra muy esporádicamente, cuando lo evalúa necesario. Lo hizo, por ejemplo, para defender la adjudicación a Cardama de la construcción de las patrullas oceánicas y para confrontar al respecto con el actual presidente, Yamandú Orsi, pero, fuera de eso, son contadas las veces que hizo declaraciones. Sí ha mantenido algunas reuniones en privado y viajado bastante al exterior a participar en conferencias y charlas más informales.

    Hay varios, que lo han escuchado en esas instancias, que dicen que ya decidió ser candidato presidencial en 2029 y que comenzó a transmitirlo, en especial en el exterior. Otros aseguran que tiene serias dudas al respecto y que una de las preguntas que suele hacer a su círculo más cercano es para qué. Cuentan que todavía siente frustración por lo poco que a su entender se puede avanzar desde la cúspide del poder. En cualquier caso, con su estrategia política está logrando dos aspectos fundamentales para cualquier líder político con ambiciones futuras: generar altas expectativas y que hablen de él sin que siquiera tenga que mostrarse.

    Por eso, a esta altura parece bastante evidente que Lacalle Pou será candidato presidencial en 2029 y que, en su fuero más íntimo, esa decisión ya está tomada desde hace tiempo. Hay al menos cinco razones para realizar esa afirmación tan tajante, cinco motivos que llevan a que el riesgo de equivocación al respecto sea muy bajo.

    El primero es la clase de político que es. Los que ejercen el liderazgo de la forma que lo hace él nunca se retiran. Una anécdota al respecto. Cuando a mediados de 2018 Lacalle Pou estaba preparando su campaña, que lo terminó llevando a la Presidencia de la República, una de sus preocupaciones era si el expresidente José Mujica competiría o no por ese cargo. Una cosa era Mujica como rival y otra muy distinta el entonces intendente de Montevideo, Daniel Martínez. Entonces, ocurrió una casualidad que fue aprovechada por el líder blanco. Tanto Lacalle Pou como Mujica eran senadores y una tarde se cruzaron en el baño del Palacio Legislativo. “¿Va a ser candidato o no?”, le preguntó, sin vueltas, Lacalle Pou. “Yo conozco a los políticos como usted, no se retiran nunca”, agregó. Mujica respondió que ya había resuelto no postularse y le dio varios argumentos de peso para esa decisión. Cumplió con su palabra, no fue candidato, pero no se retiró, siguió activo en política hasta el último día de su vida y fue fundamental para el posterior triunfo del actual presidente Orsi. Pues Lacalle Pou los conoce bien porque también es un político de esos, de los que “no se retiran nunca”.

    La segunda razón es porque no hay nadie en este momento capaz de disputarle el liderazgo en la coalición republicana. Ni ahora ni por un tiempo largo. Así lo muestran todas las encuestas de opinión y también el sentido común. Lacalle Pou logró ubicarse por encima de su partido y de su sector, para transformarse en el líder y referente natural de todo el bloque opositor al actual gobierno.

    En los hechos, el único que está adoptando un camino distinto dentro de la oposición, aunque muy lejano en cuanto a votos, es el senador colorado Pedro Bordaberry. Es más, dadas las actuales circunstancias, hasta sería esperable que la coalición republicana comparezca junta en 2029 y que la interna fuera entre Lacalle Pou y Bordaberry. No va a ocurrir porque los políticos todavía están muy lejos de decidir con pragmatismo, siguen pensando demasiado en las tradiciones y las viejas separaciones partidarias, pero esa parece ser la interna actual y está muy inclinada a favor de Lacalle Pou.

    La tercera razón es porque puede ganar, y lo sabe. Esa es una de sus principales motivaciones, de él y de cualquier político de raza: ganar. No solo eso. Si gana, sería el primer blanco de la historia en ser electo dos veces como presidente de la República, una tentación demasiado grande como para no intentarlo. Por más que los principales líderes políticos vivan en el presente, las cuestiones históricas siempre pesan en sus pensamientos. Más en alguien que es hijo y bisnieto de presidentes. Difícil negarse a quedar en la historia de esa manera.

    La cuarta es que todos los pasos que viene dando Lacalle Pou desde que le pasó la banda presidencial a Orsi son confirmatorios de que tiene 2029 como horizonte. Parece contradictoria esta reflexión porque, en los hechos, es muy poco lo que aparece y renunció a la posibilidad de ser senador o presidente del Directorio del Partido Nacional. Pero esas son justamente las pruebas: cuidar su capital político y no entrar en discusiones menores. Hablar cada vez que lo evalúe necesario pero solo sobre los grandes temas o si es atacado en forma directa. El resto ya está hecho y tiene que cuidarlo.

    Y la quinta razón es porque tiene las fuerzas, la edad y las ganas. Además, seguramente no pueda ni quiera hacer otra cosa, aunque tuviera un riesgo alto de perder. Venga lo que venga, va a dar la pelea, porque está en su naturaleza, la política es su vida.

    Hecha la apuesta: se viene Lacalle Pou 2029. Y, pierda o gane, ese será solo un nuevo capítulo de un libro que está muy lejos de terminarse.