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    Los ‘haters’ de la menstruación

    Horroriza e indigna que se ayude a las mujeres pobres a costearse productos para atravesar sus períodos, pero no molesta para nada que cada mes tengan que ponerse medias, trapos o pedazos de polifón, que pasen vergüenza en sus centros de estudio o trabajos por mancharse la ropa, o que estén expuestas a infecciones; que se arreglen, ¿no?

    Columnista de Búsqueda

    Yo quiero que me paguen algo, no sé, maquinita de afeitar, condones y viagra. Buenísima la gestión, así la Yenny y la Yolanda tienen para los tatuajes y de paso las mujeres de bien que trabajan les subsidian la canasta, políticos simios. Las personas defecantes que nos limpiamos la cola desde que nacemos, incluso más de una vez por día, exigimos canasta higiénica defecal. Ridícula no, lo que sigue, dejen de inventar derechos con el dinero ajeno, sos patética. Si no tienen para toallitas que usen trapos y los laven. Mugrienta, para esto cobrás 300 palos al mes. Zurda. Es una medida populista para captar votos femeninos, una reverenda estupidez. Zurda hija de puta. Qué tipa desastrosa, ¿por qué le tengo que pagar yo eso? Qué imbecilidad estas comunistas multicolores nefastas. Necesitamos un Milei urgente. Si hablan de equidad, supongo que también les darán algo a los hombres. Otro curro. Payasos populistas. Sos kuka oriental en los temas importantes. Basura feminista para gente sin cerebro. Dan asco. “Personas menstruantes”, se dice “mujeres”, pelotudos de mierda.

    Puedo seguir, ¿eh? Odio, odio y más odio. Dejando de lado que las personas menstruantes no son solo mujeres y el desconocimiento que esto implica —existen las personas trans, por ejemplo—, esto es un porcentaje ínfimo de la cantidad de insultos e ironías supuestamente graciosas que recibe la diputada suplente del Partido Colorado María Eugenia Roselló cada vez que publica alguna noticia vinculada al proyecto de ley de canasta higiénica menstrual.

    Quizás sea necesario aclarar que el objetivo de esta columna no es replicar insultos porque sí, sino mostrar lo que generan algunas decisiones políticas en las que no hay lugar a debate o análisis y se opta por el insulto fácil y denigrante. Para quienes la impulsan y para quienes recibirán esta prestación. Quizás, y muy probablemente, quienes le dicen mugrienta, ridícula o nefasta a Roselló y denigran a las mujeres que no pueden costear los productos para atravesar su menstruación no han tenido necesidades de este tipo ni de ningún otro y, en lugar de analizar por qué el Parlamento vota por unanimidad en ambas cámaras esta iniciativa, no controlan los deditos y sacan la ira a través del celular. Ah, ya tuiteé, ya soy inteligente y muy gracioso, sobre todo, qué capo. Madre mía.

    Pero más allá de los insultos y la violencia, hay algo que me cuesta entender y que, más que bronca, me da tristeza. A estos hombres y mujeres —sí, no son solo hombres los que se quejan de esto— les horroriza y les indigna que se ayude a las mujeres a costearse estos productos, pero no les molesta para nada que cada mes tengan que ponerse medias, trapos o pedazos de polifón, que pasen vergüenza en sus centros de estudio o trabajos por mancharse la ropa, o que estén expuestas a infecciones. No, eso no indigna. Que se arreglen. ¿No?

    Y después tenemos el otro tema. La plata. “Con la nuestra”, dicen, en un concepto copiado del otro lado del charco que ya hizo carne en nuestro país. ¿Alguno de los que no pueden controlar el impulso odiador leyó la ley? ¿Saben cuánto dinero se destina a ayudar a estas mujeres “con la nuestra”? Bueno, les cuento.

    La partida estimada, según aseguró la legisladora a partir de lo que propone el proyecto de Presupuesto quinquenal, es de 1.300 pesos anuales por cada integrante de la familia en edad de menstruar. El cálculo se hace tomando en cuenta los costos de los comercios de barrio y la cantidad de productos que se utilizan mensualmente. Hablamos exclusivamente de toallas higiénicas, y la estimación es que llegue a unas 80.000 mujeres de bajos recursos. Mujeres y niñas que, con esta prestación, puedan vivir cada mes un proceso natural e incontrolable con dignidad y salud. Que puedan ir tranquilas a trabajar o a estudiar, que no tengan que faltar por no tener cómo atravesar esos días inevitables. Nada más ni nada menos. Porque, además, no todas las menstruaciones son iguales. Hay días de hemorragias fuertes y difíciles de contener con el trapito que algunos proponen. Hay días en los que es más fácil, días en que son unas gotas y listo, y días en los que en general quienes menstruamos decimos que somos “una canilla”. Puedo ser todo lo gráfica que quieran para que se entienda que la menstruación no es changa y que los productos para atravesarla con tranquilidad son carísimos. Carísimos. Ni siquiera esta asignación presupuestal va a lograr cubrir lo necesario.

    La ley establece que se faculta al Poder Ejecutivo a crear la Canasta Higiénica Menstrual como una prestación a cargo del Ministerio de Desarrollo Social cuyas destinatarias serán todas las personas menstruantes cuyos hogares sean beneficiarios de la Tarjeta Uruguay Social. Sí, no sufran, dice “personas menstruantes”. No es tan grave. No solo las mujeres biológicas menstruamos.

    En declaraciones a los medios públicos, Roselló aseguró que “esto le va a cambiar la vida a muchas mujeres, niñas y adolescentes de contextos vulnerables de todo el país que reciban la Tarjeta Uruguay Social. Van a poder adquirir estos productos de gestión menstrual que hoy en día no tienen cómo adquirirlos o deben elegir si compran comida o adquieren estos productos, porque realmente son muy caros en Uruguay. No olvidemos que, además, tienen IVA, como si fueran productos de perfumería, por lo tanto, eso también los encarece”, dijo.

    La ley se había presentado en 2020 y recién se aprobó a fines del año pasado, por lo que no tenía presupuesto hasta ahora. “Este gobierno cumplió con asignar este presupuesto que es tan importante para que miles de mujeres, niñas y adolescentes puedan adquirir estos productos y puedan atravesar la menstruación de forma digna”, dijo la diputada, y el concepto de dignidad que a tantas personas parece ofender no es más que ayudar a sortear cada mes una situación que, en criollo, si no tenés plata, estás en el horno. Como tantas otras cosas. Me quedo pensando si me indigna más que tanta gente se indigne con esto o que tantas mujeres en este país tienen que atravesar este proceso mensual eligiendo si se compran unas toallitas o un paquete de fideos. Uruguay nomá.