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    Mantener los impuestos no alcanza

    El gobierno entrante tendría que proponerse abatir la presión fiscal, aunque sea de manera gradual a lo largo del período

    La campaña electoral que acaba de terminar tuvo poca profundidad en la discusión de algunos asuntos fundamentales para Uruguay, no solo para los próximos cinco años, sino con una perspectiva más larga. En materia económica, se señaló, sobre todo desde la coalición republicana, que había dos modelos en pugna. Pero, más allá de las diferencias, también hubo consenso en cuanto a la importancia de mantener ciertos equilibrios macroeconómicos y el respeto de las reglas de juego, lo que incluye la ratificación de determinadas políticas —como los regímenes de incentivos a la inversión o las zonas francas— que han perdurado a lo largo de las décadas y los distintos gobiernos. Eso es importante, aunque habrá que ver cómo evolucionan los acontecimientos, entre otras cosas porque los cambios en la tributación global obligarán al país a repensar algunos de estos esquemas. Además, con Donald Trump otra vez en la presidencia de Estados Unidos, nos enfrentaremos a un mundo más cerrado al comercio y en el cual puede haber una relocalización de algunas inversiones.

    En principio, por lo declarado por los candidatos, otro punto de consenso entre los dos bloques es que los uruguayos, tanto las empresas como las personas, ya soportan una carga impositiva elevada y que no resiste un incremento.

    La presión fiscal, calculada como los ingresos tributarios con relación al Producto Interno Bruto, fueron 26,6% en 2022, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Ese guarismo es de los más altos de la región y está por encima del promedio de América Latina y el Caribe (21,5%).

    La promesa de campaña, tanto del candidato vencedor como de su rival en el balotaje del domingo 24, fue que no habrá aumentos en la carga impositiva. Dado ese punto de partida, que el compromiso sea no incrementar la carga no es menor. Pero tampoco debería dar lugar a conformarse: el gobierno entrante tendría que proponerse abatir la presión fiscal, aunque sea de manera gradual a lo largo del período, y para poder hacerlo debe atacar las ineficiencias en el funcionamiento del sector público y eliminar estructuras en el Estado, ya sea inútiles o duplicadas, que sostenemos todos mediante los tributos.

    Estas son reformas que todo o gran parte del sistema político tiene claro que es necesario encarar si se aspira a que Uruguay sea más productivo, que escale en su nivel de desarrollo, que mejoren las condiciones de vida de la población y que se pueda sostener cierto “Estado de bienestar” social sin tensionar las finanzas públicas. Sin embargo, ha faltado audacia política para pasar a la acción. En este sentido, el gobierno con liderazgos nuevos que emergió del balotaje y que, además, actuará junto con un Parlamento fragmentado, no permite ilusionarse demasiado. Parece que habrá que conformarse con que no nos suban los impuestos, o cuanto mucho, que los retoquen un poco, aunque no lo suficiente para aliviarles la mochila a los contribuyentes. Desde esta tribuna editorial felicitamos a la administración electa, encabezada por Yamandú Orsi, y la alentamos a que ponga el tema impositivo en un lugar principal en su agenda, un clamor de las empresas de todos los tamaños y sectores de actividad productivas.