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    Montevideo es una mugre

    Las excusas sobre la basura en la ciudad se han sucedido administración tras administración; mil y una excusas, muchas más que autocríticas

    Columnista de Búsqueda

    No hay cómo no verlo. Es salir a la calle a la hora que sea y empieza el conteo: un contenedor desbordado ahí, otro vacío, pero con toda la basura alrededor por allá, papeles, bolsas, ropa, un zapato sin pareja, caca de perro. Mucha caca de perro.

    Cualquiera dirá que la caca de perro no es culpa de la gestión municipal. Es cierto, no es culpa de la intendencia que tantos montevideanos sean sucios y les importe poco y nada la convivencia con los vecinos. Pero hay algo de responsabilidad ahí también. ¿Por qué? Porque durante la gestión del exintendente Daniel Martínez se anunció una batería de medidas con sanciones económicas para quienes no recogieran las heces de sus mascotas. Y también hubo una campaña en este sentido en la gestión de Carolina Cosse. Pero la caca sigue ahí.

    De todas formas, esta columna no iba a hablar de los perros y sus necesidades básicas. La suciedad en Montevideo excede ampliamente ese problema. Y las excusas se han sucedido administración tras administración. Mil y una excusas. Muchas más que autocríticas.

    Todos lo sabemos, el Frente Amplio lleva 35 años administrando la Intendencia de Montevideo. Cuando asumió Tabaré Vázquez en 1990 su gran promesa fue erradicar los basurales. Basta con ir atrás en el tiempo para ver que este problema, en distintas formas, existía hacía rato. Fue una herencia. Pero 35 años es mucho tiempo para que persista e incluso se agrave.

    Para empezar por la gestión actual, veamos qué dicen sobre el tema las autoridades. “Venimos desarrollando estrategias distintas en limpieza. Es cierto que es un área compleja y tiene sus complejidades. En las áreas centrales tenemos muchísima población en situación de calle a la que este gobierno nacional no ha dado respuesta. Sigue siendo cada vez mayor, basta que cualquiera de nosotros camine por 18 de Julio, San José, Soriano, para ver la cantidad de población que hay en situación de calle y también cómo eso afecta parte de la situación de limpieza de la ciudad”, declaró el intendente Mauricio Zunino cuando asumió en lugar de Cosse, quien dejó su puesto para ocupar la candidatura a la vicepresidencia.

    Es cierto. La cantidad de personas que viven en la calle es desesperante. Inhumano. El gobierno que culmina no pudo mejorar esa situación e incluso empeoró notoriamente. Está a la vista. La administración anterior ya tenía este problema, pero, lejos de solucionarse, se agravó. Sin embargo, si bien esta situación desesperante e inhumana influye en especial en el vaciamiento de contenedores, la responsabilidad de la limpieza sigue siendo de las autoridades. No de los que tienen que revolver la basura para encontrar un poco de comida o algo para vender. Seguramente muchos de los que se quejan de los hurgadores jamás van a estar en ese lugar. Pero no viene mal cada tanto ponerse en otros zapatos. ¿Se pensó realmente cómo dar una oportunidad al que tiene que dormir en la calle porque tiene una adicción, porque salió de la cárcel y no tiene absolutamente nada, mucho menos oportunidades? Ni hablar de las personas que tienen que vivir entre la basura. No con la del contenedor cercano. Entre la basura en serio. Estamos llenos de diagnósticos, pero el abordaje tiene nota bajísima. Es responsabilidad de los gobiernos solucionar la situación de las personas que viven en la calle y devolverles la dignidad. Pero sigue siendo responsabilidad de la intendencia que la ciudad esté limpia.

    Hay más intentos de justificación. “Las bolsas de basura que Delgado ve fuera del contenedor responden a las 3000 personas en situación de calle que hay gracias a que su gobierno solo piensa en los malla oro. La basura se arregla mandando una foto al 092.250.260, lo otro se cambia votando al Frente Amplio”, escribió la exintendenta Cosse después de haber sido criticada por el excandidato presidencial blanco Álvaro Delgado.

    Mismo diagnóstico sobre las personas en la calle y un agregado. El teléfono para enviar fotos de contenedores desbordados o con basura alrededor. Es verdad que el sistema ha funcionado para algunas situaciones. He visto vecinos sacar la foto y al rato el contenedor está limpio. Pero ¿podemos decir que “la basura se arregla mandando una foto” a un número de teléfono? Pobre argumento. Muy pobre. Puede ayudar, claro. De hecho, lo hace. Pero ¿“se arregla”? No, de ninguna manera se arregla. Es cuestión de salir a la calle y comprobarlo.

    Y las justificaciones a la ciudad sucia siguen hacia atrás en el tiempo. En 2017, el entonces intendente Martínez dijo, después de una Navidad en la que fue imposible controlar la cantidad de basura que poblaba las calles, una frase que permanece en el recuerdo: “La capacidad de consumo de los uruguayos está creciendo en todos los barrios y nadie puede dudarlo”. Una justificación distinta esta vez. Y una imprevisión evidente que fue enfrentada por los trabajadores municipales que acusaron la promesa incumplida de compra de más camiones de recolección. No era la primera Navidad que pasaba esto. Y no pasaba solo en Navidad.

    También es cierto que en administraciones anteriores los enfrentamientos entre los jerarcas municipales y Adeom generaban situaciones de desborde. Durante la gestión de Ana Olivera, en diciembre de 2010, el gobierno de José Mujica en conjunto con la intendencia resolvieron pedir a un grupo de militares que se encargaran de la recolección ante la huelga del sindicato bajo medidas de esencialidad. En aquellas épocas, incluso en la gestión anterior, de Ricardo Ehrlich, los problemas con la basura se vinculaban más a diferencias entre las jerarquías y el sindicato municipal. Pero los problemas estaban.

    Y la mugre tapa todo. Porque la verdad también es que se han hecho cosas. Se implementaron cambios, se buscaron soluciones, se cambiaron y aumentaron los contenedores, se colocaron los “antivandálicos” que se vandalizaron en dos minutos, se impulsó aquella bolsa naranja para reciclar que finalmente no funcionó, se compraron más camiones (después supimos que algunos no servían), mejoraron las relaciones con Adeom. Se hicieron cosas. Pero la mugre en Montevideo sigue ahí.

    Y como la mugre tapa todo, tapa y hace olvidar algunos logros que las gestiones del Frente Amplio tuvieron en la ciudad, como todo el impulso que dio Mariano Arana a los espacios públicos, a la búsqueda de la belleza y el disfrute para todos, la iluminación en algunas zonas donde era impensado ver una luz, centros culturales, policlínicas, mejoras en las calles (no olvidemos el Montevideo de los baches). Y el gran trabajo en la Comedia Nacional. Porque la cultura sí importa.

    Pero la mugre tapa todo. Y la basura es botín electoral indiscutido. En los discursos de los candidatos de los distintos partidos a la elección municipal de mayo estamos viendo un relato que se repite. No se puede usar el mismo modelo para todos los barrios, hay que explorar distintas soluciones para cada necesidad, el ejemplo de Canelones es aplicable en algunas zonas, en otras se utilizarán otros métodos. Sea el Frente Amplio nuevamente o sea la Coalición Republicana, la urgencia de la ciudad es evidente. Y mientras unos dan palo y otros justifican, al resto nos tapa la mugre.