Mueven las blancas

A medida que se acercan las elecciones, los periodistas especializados en las cuestiones políticas solemos transformarnos en centro de consultas en reuniones sociales, almuerzos, cumpleaños, fiestas y eventos de cualquier tipo. “¿Quién gana?”, es la pregunta que más se repite. Son momentos de zafra, porque la curiosidad va en aumento con el pasar de los días. Aunque en esta oportunidad tampoco ocurre demasiado.

Pues de a poco se va develando el misterio. La opción de Blanca Rodríguez parece ser la política. Pero no desde un espacio tangencial, como las personas que llegan a esa tarea para ocupar algún cargo importante como ministros o directores de alguna institución pública. Ella parece haber elegido el camino de los votos, el de someterse al veredicto popular a través de las urnas. Además, su lugar sería en la lista al Senado del Movimiento de Participación Popular (MPP), principal sector del Frente Amplio.

Esa sí que es una sorpresa. Tanto sus más fieles seguidores como sus principales detractores tenían dentro de las posibilidades a Blanca Rodríguez ingresando a la política, pero casi ninguno la había asociado con el MPP. No parece tener ese perfil. O al menos no cumple con las características que el promedio de los dirigentes de ese sector tienen.

Aunque, en realidad, la pregunta a hacerse debería ser qué es el MPP. Y el MPP es, esencialmente, José Mujica. Por supuesto que es muchísimo más que su líder, pero es él quien logra agrupar a perfiles muy distintos dentro de un mismo grupo. Su figura es la que marca la impronta del sector y es a través de él que llegan la inmensa mayoría de los votos. Tanto es así que el candidato presidencial actual del Frente Amplio, Yamandú Orsi, pertenece a ese mismo sector y, sin embargo, un porcentaje importante de los votantes ni siquiera lo asocia con el MPP, según revelan algunas encuestas.

Por eso, para analizar el paso que parece que dará en breve Blanca Rodríguez, hay que mirar también a Mujica y sus jugadas políticas. Él dijo que tenía un “as en la manga” guardado para las elecciones nacionales luego de que Orsi ganara las internas, y ahora se empezó a ver una parte de esa carta. Siempre ha dicho además que un buen líder es aquel que deja unos cuantos más que sean capaces de reemplazarlo y esa puede llegar a ser otra pista de lo que está pasando.

Porque Mujica sabe que su final está más cerca y que una cosa muy distinta va a ser el MPP sin su presencia. Quizás por eso necesita dejar figuras de peso, herederos y herederas que sean capaces de ocupar al menos en parte el espacio que quedará vacío con su ausencia. Y quizás Blanca Rodríguez sea parte de esa apuesta. No la única, pero sí una de ellas.

Queda por delante lo más difícil para ella, si es que finalmente da el paso y asume un rol protagónico en la política y en el MPP. Tiene que primero ingresar y después convivir con un mundo que le es ajeno y tratar de lidiar de la mejor manera con dirigentes que han trabajado décadas en política para estar donde están. No le será nada fácil.

Tampoco le será fácil mantener el nivel de aceptación con el que cuenta ahora. Por más que haya muchos que no la quieren y otros tantos que siempre le hayan endilgado su afinidad con la izquierda, la mayoría de los uruguayos la valora, como quedó demostrado cuando anunció su retiro de los medios. Pero ahora ingresará en otro terreno. Será parte, y fundamental por lo que parece, de uno de los dos bandos ideológicos en los que se divide Uruguay. Eso cambia las reglas.

Y será además, si se sube al escenario de la política, una figura con proyección nacional y con posibilidades ciertas de posicionarse en un buen lugar para las elecciones de 2029. Esa es una lectura que muchos de los aliados y los enemigos del MPP ya deben estar haciendo. Seguramente también Mujica, que suele pensar sus jugadas a largo plazo. Como en el ajedrez, está moviendo sus piezas y ahora parece que juegan las blancas.

Puede llegar a no ser la única que se incorpore a las filas del MPP en breve porque parece claro que la opción de Mujica es abrir la puerta a nuevos jugadores y a nuevas jugadoras en su sector político. Está por verse cuál será el resultado en este caso, si se concreta, y en otros que vendrán. El tiempo tiene que hacer su trabajo. Y también puede llegar a hacerlo —o no— la ley de Peter, esa que dice que todo el mundo llega al máximo de sus posibilidades y, cuando sube un escalón más arriba, cae inevitablemente. El final es incierto.