• Cotizaciones
    lunes 20 de enero de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    Otra vez sopa o más de lo mismo

    Un mundo que va tan rápido en busca de lo siempre nuevo para anestesiar el tiempo perdido es un mundo que se toma demasiado en serio, que olvidó el poder de la fragilidad que nos hace humanos hasta la risa

    Universidad de California, Los Ángeles. Año 1983. Richard Feynman, premio Nobel por Física en 1965. Especialidad: electrodinámica cuántica. En su charla introductoria al curso abierto (dirigido no solo a estudiantes de física) sobre electrodinámica cuántica, decía: “El público siempre tiene curiosidad de saber qué hay de nuevo en la unificación de diversas teorías. Quiere siempre saber lo que no sabemos, y no nos da jamás la oportunidad de hablar sobre teorías que conocemos muy bien. De esta manera, en lugar de confundirlos con una cantidad de teorías parcialmente elaboradas, de teorías medio crudas, elegí un argumento que ya fue analizado a fondo y que pertenece a un área de la física que me resulta maravillosa: la electrodinámica cuántica o, para abreviar, QED”.

    Además de haber sido uno de los físicos más importantes del siglo XX, Feynman era un apasionado de la música brasileña, al punto de formar parte de una escuela de samba como percusionista en el Carnaval carioca, y pasaba muchas horas de sus noches en bares nudistas, dibujando a las bailarinas, así como Dios las trajo al mundo, y vendiendo los dibujos, algo que lo hacía muy feliz. Fue un genio alegre, simple, que de tan en serio que se tomaba consideró siempre que el premio Nobel lo único que le traería sería llamados y entrevistas de desconocidos, y horas robadas a una buena vida, que era la que él quería tener.

    Cuando Federico Fellini filmó el Satyricon en 1969, seis años después de haber cambiado para siempre el cine con su excepcional y muy controvertida película La dolce vita (¡qué lío se armó con la Iglesia católica! ¡Casi que fue la envidia de Passolini!), el ambiente y sus seguidores lo tomaron como un cambio de rumbo e intereses en lo que habían sido hasta entonces sus obras: un viraje hacia otras épocas, lejos de la historias pequeñas, de la Italia que se rehacía con arte y belleza (en 1976 filmó Casanova). Lejos de pensarlo así, el gran Federico consideró que a lo largo de su vida como director siempre filmó la misma película, solo que desde puntos de vista distintos, pero cada una de ellas no era más que una repetición de su propia y única búsqueda, más cercana a una obsesión. No había diferencia entre La dolce vita y el Satyricon, salvo la ambientación.

    Dos genios y una constante: su desinterés por el efecto deslumbrante de lo original o lo siempre nuevo o, por la positiva, su amor por la vida, que los hacía vivirla capa por capa, algo así como la pensó Proust en su monumental En busca del tiempo perdido.

    Pero desde que se rompió Bretton Woods durante la guerra de Vietnam (forcemos un inicio) el tiempo dejó de ser algo de la cotidianidad, y pasó al mundo de las versiones abstractas y por ende caprichosas, esas que van mutando por la necesidad de un resultado y no por la experiencia pausada del día a día. La vida dejó de ser de entre casa, perdió su encanto, el ocio se transformó en aburrimiento y comenzó una caza de brujas contra cada sensación de angustia, que si bien en la esfera de lo privado un ansiolítico puede solucionar, en la esfera pública solo la adrenalina de lo siempre distinto, cada vez nuevo, puede sostenerle el ritmo a esa nueva, desencantada y desencadenada versión financiera de la existencia. Una vida sin espacios, en la que la duda ya no tiene tiempo casi de formularse, porque respuestas instantáneas la abruman, generando más necesidad de respuestas, desprestigiando la belleza de lo incierto y la seguridad de lo probado.

    No es difícil encontrar las correlaciones entre este fervor fanatizado por lo nuevo y la ansiedad verborrágica del mundo virtual. Ya nada sorprende cuando se vive atrapado en la obviedad. El mundo se llena de premios, de incentivos, de experiencias únicas, pero casi nadie puede explicar, entender y mucho menos apreciar la belleza de esas intuiciones que hicieron posible la vida online que tanto nos fascina hoy. La elegancia y la simpleza de la fórmula que cambió para siempre la forma de entender el universo, la bellísima E=mc2 de Einstein, la brutal intuición atrás del gato de Schrödinger o la contundencia de los mandamientos políticos en El príncipe, de Niccolò Machiavelli, quizás merezcan un tiempito en medio de este despilfarro de novedades. Con solemne escritura, el enorme Machiavelli sentenciaba: “En cada ciudad existen dos humores diversos; y de esto nace que el pueblo desee no ser dirigido, controlado, ni oprimido por los grandes, y los grandes deseen comandar y oprimir al pueblo; y de estos dos aspectos nace en las ciudades uno de los tres efectos: o principado, o libertad o licencia. (…) El principado es causado por el pueblo o por los grandes, según que una o la otra parte tengan la ocasión”. (Suena muy siglo XXI).

    ¿Otra vez sopa sería? ¿Más de lo mismo? O simples antídotos para una siglo un poco neurótico. No se olviden de Fellini, y si pueden y tienen tiempo, redundando, ya que estamos escribiendo esta apología de la redundancia, unos minutos de Monty Python y del irrepetible dúo cómico italiano que formaron Roberto Benigni y Massimo Troisi. Un mundo que va tan rápido en busca de lo siempre nuevo para anestesiar el tiempo perdido es un mundo que se toma demasiado en serio, que olvidó el poder de la fragilidad que nos hace humanos hasta la risa.