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    ‘Rouba mas faz’

    Salvando las enormes y obvias distancias, en las elecciones departamentales que se celebraron el domingo 11, parte del espíritu de ese concepto arrastrado por décadas emergió de las urnas en al menos cuatro departamentos

    Director Periodístico de Búsqueda

    Rouba mas faz”. Una frase que pasó a la historia. Su origen es brasileño, más precisamente de la ciudad de San Pablo a mediados del siglo XX, aunque sigue siendo utilizada hasta el día de hoy. Su traducción al español: “Roba pero hace”. Su valor reside en definir un perfil de político que por más que comete irregularidades que son conocidas por la población, gracias a su gestión sigue teniendo apoyo y hasta ganando elecciones.

    Originalmente fue para describir la forma de trabajar del exgobernador de San Pablo Ademar de Barros, que fue reelecto por más de una vez, pese a que estaba acusado de varias denuncias de corrupción. La usaron sus oponentes, pero él la dejó correr y algunos de sus allegados hasta la transformaron en un eslogan exitoso de campaña. Tiempo después perdió el poder, aunque el concepto permaneció inmortalizado.

    Fue usado en distintas partes del mundo para referirse a varios políticos. Hay ejemplos en Portugal, en el Brasil contemporáneo y también en otros países de América Latina. Todos para casos diferentes, pero con el factor común de gobernantes a los que se les había comprobado actos ilegales e igual seguían manteniendo altos índices de popularidad y logrando permanecer en el poder.

    Salvando las enormes y obvias distancias, en las elecciones departamentales que se celebraron el domingo 11, parte del espíritu de ese concepto arrastrado por décadas emergió de las urnas en al menos cuatro departamentos. Esto no quiere decir que los ganadores sean corruptos o roben, como sostiene el viejo eslogan brasileño. El vínculo pasa por otro lado. Refiere a triunfadores que previamente cargaban sobre sus espaldas con episodios que los habían dejado mal parados ante la opinión pública o que representaban un oficialismo con una mala evaluación ciudadana. Era de suponer, a priori, que esas cuestiones pasadas les iban a jugar en contra pero no ocurrió. Al contrario. Ganaron y en muchos casos con una holgada diferencia. Rouba mas faz, pero a la uruguaya.

    ¿Qué fue lo que pasó si no en Artigas? Tanto el exintendente blanco Pablo Caram como su sobrina y exdiputada, Valentina Dos Santos, fueron condenados por el pago irregular de horas extras a funcionarios municipales. Se creó un gran revuelo a nivel nacional. El Directorio del Partido Nacional los sancionó y la inmensa mayoría de los dirigentes políticos criticaron con dureza su accionar y prácticas. Fueron puestos una y mil veces como ejemplo de lo que está mal, lo que no se debe hacer desde la gestión pública. Y apenas meses después, el candidato a intendente que impulsaron, Emiliano Soravilla, ganó las elecciones.

    En realidad, los que ganaron fueron ellos dos. Su pueblo les respondió votando al candidato a intendente que impulsaron. La mayoría de los artiguenses les mostraron a través del sufragio que no importa si alguna de sus acciones fue ilegal, porque vale más lo que hicieron. Aquello del alcalde de San Pablo pero a otra escala.

    ¿Y en Soriano? Ese departamento fue noticia durante semanas por la imputación del exintendente Guillermo Besozzi por varios delitos, todos relacionados con la gestión pública. La fiscal Stella Alciaturi pidió la formalización del proceso contra Besozzi por peculado, tráfico de influencias, concusión, cohecho, omisión de denunciar delitos, abuso de funciones y cohecho calificado, y el 13 de marzo fue imputado por la jueza Ximena Menchaca, quien dispuso como medida cautelar la prisión domiciliaria por 180 días.

    De todo se dijo y se escribió. Igual, a diferencia de lo que ocurrió en Artigas, los principales dirigentes del Partido Nacional respaldaron a Besozzi y acusaron a la fiscal de no ser imparcial, por supuestamente haber hecho publicaciones criticando al Partido Nacional en sus redes sociales. Muchos otros lo criticaron y lo responsabilizaron de gobernar a partir de las viejas prácticas políticas, centradas en el clientelismo y en las “gauchadas”.

    Pero el veredicto popular fue claro y a favor del exintendente. Poco importó la larga lista de delitos por la que fue imputado. Tampoco los días que debió permanecer con prisión domiciliaria y hasta con una tobillera. Con muy pocas jornadas de campaña logró revertir esa nube negra que se había posado sobre su cabeza y se terminó imponiendo como el postulante ganador una vez más, siendo reelecto por una mayoría importante de votos. Cuando hubo que poner todo en la balanza, evidentemente pesó mucho más para la mayoría de sus conciudadanos lo que hizo y no cómo lo hizo.

    Lo de Salto es distinto, aunque tiene algunos puntos de contacto. Allí no hubo ilegalidades ni imputados ni investigaciones o expedientes judiciales. Pero el nacionalista Carlos Albisu, electo intendente, fue obligado a renunciar a su cargo de presidente de la Comisión Técnica Mixta (CTM) de Salto Grande a mitad del anterior período de gobierno por haber colocado a varios de sus correligionarios a trabajar en ese organismo. Él lo justificó diciendo que su intención era abrir e integrar la CTM a la sociedad salteña. A todos los que ingresaron durante su administración, además, les dio tareas y sus contrataciones fueron dentro del marco legal. Pero recibió la condena de muchos de sus colegas, incluidos varios correligionarios, y no tuvo otra alternativa que renunciar.

    No estuvo bien lo que hizo, llegaron a decir hasta el entonces presidente de la República, Luis Lacalle Pou, y su secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado. Él lo asumió, dio un paso al costado, pero con el objetivo de tomar impulso para la carrera municipal con un claro apoyo de sus correligionarios. Y lo logró, lo que mucho habla de la opinión que de él tiene su pueblo.

    En Montevideo también se puede hablar de algunas de esas cuestiones contradictorias, aunque también lejos de lo delictivo. Porque es muy significativo que la gestión de la Intendencia de Montevideo, a cargo del Frente Amplio durante los últimos 35 años, tenga una evaluación negativa, pero igual casi la mitad de los capitalinos voten a los candidatos oficialistas. Por más que se presenten como muy diferentes a lo que se hizo hasta ahora, forman parte del mismo partido que durante más de tres décadas ha generado lo que es hoy la ciudad. Y hay muchos enojados con lo hecho, según las encuestas, pero igual votan al Frente Amplio. Es por eso que Mario Bergara es el próximo intendente de Montevideo.

    Enoja pero hace. Acomoda pero hace. Coloca a dedo pero hace. Viola le ley pero hace. Reparte a discreción el dinero público pero hace. ¿Estamos lejos de aquella famosa frase brasileña? Quizás sí, pero es probable que nos hayamos acercado unos pasos.