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    Think tanks y democracia

    En Uruguay, los intentos de construir conocimiento descontaminado de las identidades y estrategias de los partidos enfrentan obstáculos muy severos

    Columnista de Búsqueda

    El CED fue creado en 2016 a instancias del economista Hernán Bonilla, exasesor de Azucena Arbeleche en el Ministerio de Economía y Finanzas, autor de una excelente biografía de Ramón Díaz, y columnista del diario El País. Aunque todavía no se conocen detalles acerca de sus planes de trabajo, no es muy difícil suponer que, radicándose en el CED, Lacalle Pou podrá participar en el debate público eligiendo momentos y temas. Todo esto luce, en principio, muy razonable para un dirigente llamado a intentar ser reelecto presidente en 2029.

    En todo caso, el anuncio brinda una excelente oportunidad para repasar el estado del arte sobre think tanks en la ciencia política. ¿Qué es exactamente un think tank? Es una institución orientada a influir en las políticas públicas a través de la producción de información y de propuestas concretas. La expresión surgió a fines de la década de los cuarenta del siglo pasado asociada al trabajo de la corporación RAND en los EE. UU. que buscó auxiliar al gobierno norteamericano en temas de defensa. Con el paso del tiempo, y a medida que el papel del conocimiento fue aumentando en las sociedades, estas organizaciones proliferaron en todo el mundo adquiriendo formatos distintos: a) centros privados de investigación financiados por empresas privadas que siguen la tradición anglosajona; b) núcleos académicos dependientes de universidades (muy frecuentes en nuestra región); c) instituciones estatales (propias de la tradición de Europa continental); d) grupos de investigación vinculados a organizaciones sociales y redes de activistas, y e) centros de estudio vinculados a partidos políticos (los primeros aparecieron en Alemania hace casi un siglo).

    Con mi colega Camilo López Burian, en una investigación reciente, propusimos que en América Latina pueden distinguirse tres grandes olas de formación de think tanks.1 La primera está asociada al movimiento de reforma universitaria de Córdoba (1918). A medida que las universidades de la región fueron incorporando los principios reformistas (en particular, el de la extensión) fueron creando núcleos académicos que buscaron influir en las políticas públicas de sus respectivos países (el Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración es un buen ejemplo). El segundo proceso de creación de think tanks ocurrió en tiempos de apogeo del desarrollismo cepalino (décadas de los cincuenta y sesenta). En ese momento se instalaron oficinas de planificación centrales vinculadas a la presidencia (como nuestra Oficina de Planeamiento y Presupuesto) o a ministerios sectoriales (como la Oficina de Programación y Política Agropecuaria). La tercera ola está vinculada a la crisis del estado desarrollista y a las reformas promercado de los años noventa. Estos centros, nacidos en tiempo de liberalización política (la expansión de la democracia) promovieron la liberación económica (CERES, creado en 1985, es un caso típico).

    Otra de las conclusiones de nuestro trabajo es que la influencia real de los think tanks depende del régimen político de conocimiento de cada país, es decir, de la forma concreta que asumen tanto la oferta de investigación social disponible como la demanda desde las elites gobernantes. En algunos países el ecosistema de think tanks es potente y las elites delegan decisiones fundamentales sobre prioridades de política pública e instrumentos en ellos. El caso chileno, con su sesgo tecnocrático, ilustra muy bien este régimen. En otros países, como Uruguay, la oferta de investigación es más débil y la demanda menos intensa. La política manda y la técnica obedece. Los intentos de construir conocimiento descontaminado de las identidades y estrategias de los partidos enfrentan obstáculos muy severos.

    Este apunte conduce directamente a otro tema clave: el vínculo entre think tanks y partidos políticos. Ambos tipos de instituciones juegan un papel muy importante en las democracias contemporáneas instalando rumbos y propuestas concretas en la agenda pública. Pero, al de decir de Gerald Baier y Herman Bakvis, pueden colaborar o competir entre sí.2 De hecho, en muchos países de América Latina se ha generado una dinámica altamente disfuncional. Como los partidos son débiles y están desprestigiados se crean think tanks. Como los think tanks prosperan, los partidos no se recuperan. Y de este modo, el déficit de representación que caracteriza a las democracias de la región se termina agudizando. En Uruguay, al menos por ahora, este riesgo no existe. Los partidos son más potentes que el ecosistema de think tanks.

    Este breve resumen de algunos aspectos de la literatura debería haber dejado claro que entre la actividad de los think tanks y el contexto político e ideológico existe un vínculo estrecho. De esto deriva que una de las líneas de investigación más interesantes sobre este tema sea en qué medida la creciente comprensión acerca de la importancia de las instituciones y prácticas políticas en la prosperidad de las naciones está influyendo en el tipo de think tanks y sus agendas de investigación. Cada vez hay más think tanks orientados a investigar sobre temas estrictamente políticos (como IDEA, una institución muy potente con sede en Suecia). Cada vez es más frecuente, también, que los think tanks creados en otros momentos y contextos y, por ende, especializados en problemas económicos o sociales, incorporen la producción de conocimiento sobre problemas políticos en el sentido estricto (relación entre poderes, reglas electorales, financiamiento de la política, etcétera). De hecho, me pregunto si no habrá llegado la hora de crear, en América Latina, think thanks alojados en el Estado para promover la mejora continua de instituciones y prácticas democráticas.

    1. Garcé, Adolfo y Camilo López, “Thinks Tanks and Political-Knowledge Regimes in the Southern Cone”. En Abelson, Donald y Chris Rastrick (editors), Handbook on Policy Thinks Tanks, informó que Luis Lacalle Pou ha descartado asumir como senador y también presidir el Directorio del Partido Nacional. , 2021.

    2. El texto de Baier y Bakvis puede leerse en Adolfo Garcé y Gerardo Uña (coords.), Think tanks y políticas públicas: dinámicas globales y realidades regionales, Prometeo, 2006.