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Casi todos tienen sus teorías, sus favoritos o al menos sus intuiciones sobre lo que puede llegar a pasar en las elecciones nacionales; en el acierto o en el error, a los uruguayos siempre nos gusta especular y la política se presta mucho para eso
Ahora sí. Antes de que termine este mes, el último domingo, se darán vuelta las más de 7.000 urnas sobre sus respectivas mesas y de ellas caerán alrededor de dos millones y medio de sobres amarillos conteniendo los votos que determinarán el veredicto popular. Son menos de 15 días, casi que pasado mañana.
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Ahora sí que es más difícil no contagiarse, aunque sea un poco, del clima electoral. Todas las estructuras partidarias tienen a sus maquinarias funcionando a su mayor potencia y los principales postulantes presidenciales sacan a relucir lo que les queda para intentar convencer a los que todavía no definieron su voto. El elefante proselitista ya se instaló en el horizonte cercano, ante la vista de todos. Imposible no verlo, aunque sea de reojo.
Por eso empezaron las especulaciones, pronósticos y pencas de los más legos y también los análisis políticos minuciosos y la presentación de los diferentes escenarios posibles por parte de los especialistas. Casi todos tienen sus teorías, sus favoritos o al menos sus intuiciones sobre lo que puede llegar a pasar. En el acierto o en el error, a los uruguayos siempre nos gusta especular y la política se presta mucho para eso. En especial en este octubre, que fluye como un río que terminará desembocando en la ranura de una urna.
Los periodistas, en especial los que hemos dedicado gran parte de nuestra carrera a la cobertura política, nos sentimos de zafra. Por más que esta campaña ha sido un tanto chata, sin la efervescencia que suele caracterizar a los meses previos a una elección nacional, su trascendencia está fuera de la discusión y cuanto más se acerca la zona de definiciones, más aumentan la ansiedad, la adrenalina y los pronósticos.
Sobre esa base es que quiero plantear tres posibles sorpresas y una certeza de lo que puede llegar a pasar el domingo 27 de octubre en las elecciones nacionales. Los primeros tres son escenarios especulativos y no necesariamente ligados entre sí o complementarios. Puede ocurrir uno, dos, los tres o ninguno de ellos. Pero con solo describirlos es suficiente como para trazar unas pinceladas sobre lo que está ocurriendo.
Voy de menor a mayor.
La primera sorpresa, aunque teniendo en cuenta los datos de las últimas encuestas no lo sería tanto, es que el candidato presidencial de Identidad Ciudadana, Gustavo Salle, llegue al Parlamento. Ya en las últimas elecciones Salle estuvo muy cerca de ser electo diputado por Montevideo. Obtuvo 19.392 votos, apenas 4.188 menos que el Partido Independiente, liderado por Pablo Mieres, que logró una banca para su colectividad política y terminó siendo el ministro de Trabajo del actual gobierno.
Pues da la sensación de que en esta oportunidad Salle seguirá creciendo electoralmente y lo más probable es que al menos llegue a la Cámara de Diputados. Es más, ya que es de eventuales sorpresas que se trata todo esto, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿y si logra un lugar en el Senado, además de más de un diputado?
No es alocado. Salle ocupa un espacio de mucha visibilidad pública y su discurso en contra de la “casta política” y de la “cleptocorporatocracia”, como él denomina a los que ostentan el poder en los distintos partidos, va sumando día tras día más adeptos. Se está quedando con el voto de protesta más radical, que al descontento suma el odio y una importante dosis de teorías conspiranoicas. ¿Hay más de 60.000 uruguayos en ese espacio tan delimitado y radicalizado? Podría haberlos, y ese ya es todo un dato.
La segunda sorpresa puede venir por el lado del candidato presidencial del Partido Colorado, Andrés Ojeda. En los hechos, Ojeda ya es una de las principales sorpresas de la actual campaña electoral. Empezó el año con un margen muy pequeño de intención de voto en todas las encuestas y en poco tiempo logró ganar la interna partidaria y transformarse en el centro de atención durante gran parte de la actual campaña. Todo un acontecimiento, de los principales de los últimos meses.
Pero además, su discurso basado en “lo nuevo”, mostrándose como el distinto de todos los postulantes por alejarse del camino más trillado, está teniendo llegada. Eso es un hecho. Prácticamente, ha duplicado la intención de voto del Partido Colorado en poco tiempo. Salvando las enormes distancias ideológicas, comunicacionales y políticas, está ocupando el lugar que tuvo el líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, en las últimas elecciones: ser lo distinto y lo nuevo, lo que se suele facturar con votos.
Es el único de los principales candidatos que decidió centrar su campaña en cuestiones totalmente por fuera de la agenda política actual. Su estado físico, su signo zodiacal, las mascotas, todo eso es lo que usa Ojeda para pescar en otra pecera y atraer a los más desencantados. Y está subiendo en las encuestas. ¿Le dará para pasar al postulante blanco Álvaro Delgado y ser el representante de la coalición republicana en la segunda vuelta? Esa sería la segunda gran sorpresa.
La tercera puede estar relacionada con la votación que obtenga el Frente Amplio en la primera vuelta electoral. Todas las encuestas coinciden en que será superior a la de las últimas elecciones de 2019, cuando logró un poco más del 39%. Es más, la mayoría de ellas le dan un piso de 42%, que todavía está muy lejos de ser el porcentaje necesario para que obtenga la mayoría parlamentaria y más lejano todavía de una victoria sin necesidad de balotaje, pero no está claro cuántos de los indecisos se terminarán sumando al bloque opositor.
Todos los especialistas son conservadores con los pronósticos, aunque no descartan los distintos escenarios. La estrategia electoral del Frente Amplio, con un perfil bastante bajo, y en especial de su candidato Yamandú Orsi, que ha optado por no dar muchas entrevistas, está a prueba y eso aumenta la incertidumbre. ¿Le servirá para lograr su objetivo? ¿Podrá aumentar los porcentajes que le otorgan los sondeos o no le será favorable esa actitud y terminará disminuyéndolos? ¿Mayoría parlamentaria? ¿Triunfo en primera vuelta? ¿Igual o similar votación a la de 2019? Ahí también puede llegar a haber otra sorpresa, para un lado o para el otro.
La certeza final es que por más que se concreten una, dos o hasta las tres sorpresas, ninguna implicará un cambio brusco o una implosión en todo lo hecho en las últimas décadas en materia política y gubernativa en Uruguay. El país seguirá dividido en aproximadamente dos mitades y eso es lo que viene ocurriendo desde que se inició el siglo XX. El problema más grande para el ADN uruguayo puede venir por una aprobación del plebiscito previsional, pero no por el próximo presidente. Eso tiene una faceta positiva, la de las certezas, pero también una negativa, la tendencia al inmovilismo. Poder cambiar lo segundo también sería una gran sorpresa. Muy bienvenida, por cierto.