El triunfo de Trump fue celebrado por Milei y su equipo económico ni bien se conoció el dato oficial. La apuesta personal del argentino salió bien porque había apoyado públicamente al líder republicano
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl desempeño de la economía argentina depende en gran medida del contexto internacional. Por lo tanto, aquello que acontezca con la principal potencia global resultará crucial para conocer las perspectivas de la Argentina de Javier Milei.
El triunfo de Donald Trump y su asunción en la Casa Blanca se encontrarán en la Casa Rosada con el líder argentino, quien, con más de un año en el cargo, ya tendrá claro qué prioridades enfrenta y podrá plantear una agenda de trabajo con el estadounidense basada en los primeros 12 meses de gestión (Milei podría viajar a Washington antes de enero a verse con el presidente electo).
El triunfo de Trump fue celebrado por Milei y su equipo económico ni bien se conoció el dato oficial. La apuesta personal del argentino salió bien porque había apoyado públicamente al líder republicano temprano este año y espera ahora el retorno de esa inversión.
Los beneficios podrían venir en dos cuotas.
En el corto plazo, una primera de índole financiera. La Argentina sería testigo de una suba en los precios de acciones de sus empresas y bonos. El rumbo del plan Milei —estabilizar la economía argentina equilibrando las cuentas fiscales, básicamente—, tendría ahora el reconocimiento del presidente de Estados Unidos.
El gobierno agitó el contagio diciéndole al mercado que este es el momento de invertir porque el precio de los activos ya ha subido y si no lo hacen pronto la Argentina se volverá más cara.
“¿Quieren comprar barato? Es ahora”, dijo en X el miércoles temprano por la mañana el jefe de Asesores Económicos, Demian Reidel. “ALERTA A INVERSORES! PELIGRO!! Queda menos de un año! ¿Para qué? Para invertir a precios bajos en Argentina”, publicó en su cuenta de X.
Además, la administración argentina está en contacto con Elon Musk, CEO de Tesla, Space X y X, y su sueño es que, más temprano que tarde, alguna de esas empresas invierta en Argentina.
En el mediano plazo, Milei apostará a obtener otro tipo de retorno de su relación con Trump, uno, si se quiere, de orden más sistémico: que Estados Unidos ayude a destrabar una negociación entre Argentina y el FMI. ¿El motivo? Firmar un acuerdo con fondos frescos y que Argentina no tenga que llevar adelante una devaluación del peso como el staff del Fondo planteó en junio en reuniones con funcionarios.
Acá se juega un partido más bravo.
El año próximo será crucial para Milei porque enfrenta elecciones de mitad de término, en octubre, y una marcha atrás en la desinflación pondría en riesgo su plan de reunir más poder frente al peronismo. Milei está en minoría en ambas cámaras.
Un triunfo de Trump y una negociación exitosa con el FMI blindarían a Milei de algún ruido cambiario hasta las elecciones, incluso, la posibilidad de remover controles cambiarios (cepo) buscando dinamizar la economía que este año sufrió un duro traspié (3,4% de caída en el PBI).
El 31 de diciembre finaliza el Acuerdo de Facilidades Extendidas que había firmado Martín Guzmán en marzo de 2022 con el Fondo Monetario. Actualmente, el programa se encuentra en una suerte de pausa, ya que quedan por completar las últimas dos revisiones (el cumplimiento de las metas del segundo y tercer trimestre), y, si bien la Argentina habría incumplido los objetivos de acumulación de reservas, las diferencias entre el gobierno argentino y el staff sobre la necesidad de subir el precio del dólar como mecanismo de incentivo a la compra de dólares por parte del Banco Central es lo que demora el entendimiento.
Por ahí pasa un cable de alto voltaje que electrocutó a Mauricio Macri en 2018 —y que sufrió Luis Caputo, primero como ministro de Finanzas y luego como presidente del Banco Central en esos años—, y es lo que ahora Milei no está dispuesto a convalidar: una suba del dólar para conformar al FMI. Sabe perfectamente que significaría el fin de las chances de su gobierno en octubre y, probablemente, del mandato. Caputo también lo sabe.
Milei explicará toda esta situación a Trump. El estadounidense ya intercedió una vez a favor de la Argentina en 2018, cuando ayudó a su amigo Mauricio Macri. Milei apuesta a que haga algo similar ahora con la jefa del Fondo, la búlgara Kristalina Georgieva.
También hay motivos para moderar el entusiasmo del gobierno argentino con Trump.
Primero, Argentina y América Latina no ocupan un lugar prioritario dentro de la agenda de política exterior de Trump. Es cierto que no hay temas de agenda negativa entre Argentina y los Estados Unidos. Incluso, quizá Milei sea un referente para Trump en la región y otros pares de ellos vean en el argentino una oportunidad para acercarse al estadounidense. Semanas atrás un importante líder europeo solicitó al mismísimo Milei servir de interlocutor con Trump en caso de ganar las elecciones. Ese dirigente europeo ya está buscando a Milei.
En segundo lugar, habrá que ver el impacto de las políticas de Trump sobre la economía argentina. El flamante mandatario prometió subir los aranceles que cobra Estados Unidos a las importaciones (60% a China y 10-20% sobre otros países) y bajar impuestos a empresas para alentar sus inversiones.
El consenso de los economistas señala que la suba de tarifas significará más inflación (según Morgan Stanley, un punto porcentual más) y la reducción de la carga tributaria aumentará el déficit fiscal de Estados Unidos, hoy ya en niveles récord (7% sobre el PBI).
Quizá por todo esto el rendimiento de los bonos del Tesoro norteamericano subió en las últimas semanas (y horas): los inversores creen que las políticas de Trump aumentarán más el déficit fiscal (hoy casi 8% del PBI, el más alto desde el Covid-19, la crisis de 2008 y de los treinta) y entonces baje el precio de los bonos.
Si Trump sube las tarifas encareciendo los productos importados, las chances de que otros países devalúen sus monedas (como China) aumentarán y la demanda global de la economía se resentirá. Los países emergentes tendrán también incentivo a devaluar. El peso argentino sentirá la presión.
Los aranceles comerciales que propone podrían pesar mucho en la economía europea, pero también global, dijo el miércoles por la mañana el banco ING.
El dólar a nivel mundial empezó a apreciarse desde la noche del martes tras los primeros resultados electorales a favor de Trump.
Raramente lo que los presidentes fijan como objetivos de política económica explican el desempeño de su gestión. Son casi siempre eventos y accidentes no esperados los que determinan la suerte de sus presidencias. Y mucho más para una economía como la argentina.
La suba de las tasas de interés en la década de los ochenta con Paul Volcker, el crecimiento de la economía de Estados Unidos en la década de los noventa tras la caída del Muro, el blindaje del FMI al gobierno de Fernando De la Rúa, la decisión del mismo Fondo, un año después, de no enviar más plata, cuando Domingo Cavallo era ministro de Economía y luego tuviera que poner el corralito, el ciclo de súper-materias primas en los 2000 y la crisis de Lehman Brothers en 2008 constituyen una lista de (algunos) eventos/protagonistas de la economía mundial que son los que verdaderamente importan para Argentina.
Como dice la frase: “Todo el mundo tiene un plan hasta que te rompen la cara” (Mike Tyson).
No será la excepción con Donald Trump esta vez en la presidencia de Estados Unidos. Sus decisiones importarán y habrá que ver si la Argentina recibe de Trump una caricia o una piña de frente.