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    Una vez más: dos bloques políticos

    La mayoría absoluta de los votantes del bloque de centroderecha (54%) opina que en Uruguay hay pobreza porque los pobres “son haraganes y no tienen voluntad de progresar”, mientras que en el bloque de centroizquierda los que opinan de esa manera son el 24%

    Columnista de Búsqueda

    Los resultados de la elección del pasado domingo 27 de octubre no tuvieron mucha novedad. Desde 1999, en Uruguay se han ido consolidando dos bloques políticos que reciben casi la mitad de los votos cada uno. Luis Eduardo González fue quien primero analizó de esta manera el sistema político uruguayo y los denominó: el bloque de los partidos “tradicionales” o “establecidos” (Partido Colorado y Partido Nacional) y el bloque de los “desafiantes” (Frente Amplio y, en aquel momento, Nuevo Espacio), ya que nunca habían llegado al gobierno (González, 1999). Por la vía de los hechos, el bloque desafiante fue el primero en consolidarse electoralmente. En 2004, con la llegada al gobierno del Frente Amplio, el término “desafiantes” dejó de tener sentido. Entonces pasamos a definir a los dos bloques como “centro derecha” (CD), integrado por partidos que integran la actual coalición de gobierno, y “centro izquierda" (CI) compuesto por el Frente Amplio. Los nombres de los bloques cambiaron, pero los bloques se mantuvieron, y también la paridad entre ellos. En 1999, el bloque de CD obtuvo el 55% de los votos y el de CI el 45%; en 2004 se invirtieron los resultados, el CI obtuvo el 54% y el CD el 46%; en 2009 el CI obtuvo el 52% y el CD el 48%; en 2014 CI el 52,5% y CD el 45%; en 2019 se vuelven a invertir los resultados, el bloque de CD obtiene 56% y el CI 41%, y en la pasada elección 47% y 44%, respectivamente.

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    Un país dividido en dos mitades podría tener una alta polarización afectiva, como, por ejemplo, el caso en Estados Unidos. En los estudios sobre “polarización afectiva”, en los cuales se miden los sentimientos positivos de los votantes hacia su propio partido, y se los compara con los sentimientos negativos hacia los votantes de los partidos de oposición, Estados Unidos es el único país en el que la polarización afectiva de los líderes (PAL) es más alta que la polarización afectiva partidaria (PAP). La explicación es fácil de encontrar si se tiene en cuenta la alta personalización de la política en ese país. En el resto de los países relevados, incluido Uruguay, la polarización afectiva partidaria es mayor que la generada por los líderes (Reiljan, 2024). En otras palabras, en Uruguay, el electorado siente menos agrado-desagrado por los/las líderes políticos que no votaron, que por los partidos políticos que no votaron. Aunque los sentimientos hacia los líderes y los partidos están fuertemente correlacionados entre sí, la polarización es significativamente más intensa con respecto a los partidos políticos. De todas formas, la polarización sigue siendo política, no afectiva. Y esto es esperable en una democracia competitiva siempre que esta polarización política se mantenga en niveles razonables.

    ¿Qué nos dice esto de las posibilidades electorales de cada bloque en el balotaje? Primero, que es importante conocer cuál de los dos candidatos recoge más simpatías y menos rechazos dentro del electorado, ya que esto podría ser un proxy de voto por ese candidato, especialmente para los indecisos y quienes no declaran su preferencia de voto. Si la polarización afectiva hacia los líderes es menor, es más probable que haya votantes que en la primera vuelta votaron a un bloque que se puedan pasar al otro en la segunda vuelta. Segundo, la coalición de gobierno no es nueva, llegó al final del gobierno junta, y se presenta al balotaje unida, lo cual claramente promueve la generación de una identidad de pertenencia a la coalición, y, por lo tanto, facilitaría que aquellos que votaron a los “socios” del Partido Nacional en la coalición, voten a Delgado. A diferencia de 2019, el voto en primera vuelta se hace conociendo que hay cuatro partidos que gobernarán en coalición en caso de ser electos, y que sus líderes se encolumnarán detrás de aquel de ellos que logre pasar a balotaje.

    ¿Son estos dos bloques distintos en cuanto a sus preferencias por políticas públicas? El bloque de centroderecha es más diverso que el de centroizquierda porque está compuesto por varios partidos políticos, pero las diferencias entre los bloques existen. Por ejemplo, la mayoría absoluta de los votantes del bloque de centroderecha (54%) opina que en Uruguay hay pobreza porque los pobres “son haraganes y no tienen voluntad de progresar”, mientras que en el bloque de centroizquierda los que opinan de esa manera son el 24% (Encuesta de Cifra, setiembre 2024). La campaña política no ha estado centrada en la discusión sobre políticas públicas, por lo tanto, no apeló a las preferencias de los ciudadanos en estos temas, pero estos dos bloques electorales se corresponden con distintas preferencias por políticas públicas. Ojalá que en las próximas semanas escuchemos más sobre las diferentes políticas que proponen Orsi y Delgado, para que las y los uruguayos puedan tomar su decisión de voto con más información que la presunción de cuál candidato será un mejor negociador.

    Referencias

    González, Luis E. (1999). “Los partidos establecidos y sus desafiantes”. En Los partidos políticos uruguayos en tiempos de cambio, Luis E. González, Felipe Monetier, Rosario Queirolo y Mariana Sotelo. Montevideo: Universidad Católica del Uruguay y Fundación BankBoston.

    Reiljan, A., Garzia, D., Da Silva, F. F., & Trechsel, A. H. (2024). Patterns of affective polarization toward parties and leaders across the democratic world. American Political Science Review, 118(2), 654-670.