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A un año de la prisión de Gustavo Penadés: entre la huerta, las visitas de su círculo íntimo y el "nulo" contacto con sus excompañeros
El exsenador del Partido Nacional, acusado de múltiples delitos sexuales, dice estar convencido de su “inocencia” y asume que su carrera política está “terminada”, mientras su familia dice que "vive un calvario"
La imagen es potente. Gustavo Penadés, uno de los principales senadores del Partido Nacional, espada parlamentaria del Poder Ejecutivo, líder de la histórica lista 71 del Herrerismo, sale del juzgado de la ciudad de Florida acompañado por dos agentes policiales. Está esposado, con los brazos adelante pegados a su cuerpo. Agacha la cabeza y sube con mucha dificultad, como puede, hincado, de rodillas, a la parte trasera de la camioneta que lo llevará hasta la Unidad 19 del Instituto Nacional de Rehabilitación. A la cárcel.
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El próximo jueves 10 de octubre se cumplirá un año de la reclusión de Penadés, en prisión preventiva por 22 delitos sexuales —11 de ellos contra menores de edad— y recientemente formalizado por dos delitos de corrupción: cohecho calificado y asociación para delinquir. Esto último fue por su vinculación con la “trama” ideada con ayuda policial para identificar a sus víctimas, amedrentarlas y librarse de la causa en su contra. Hubo un pedido de su defensa para que fuera enviado a prisión domiciliaria con tobillera electrónica o custodia policial. Fue rechazado. Y Penadés seguirá entonces en la cárcel de Florida, al menos hasta el 6 de febrero de 2025, fecha fijada por la Justicia como extensión de su prisión preventiva a la espera del comienzo del juicio.
El primer aniversario tras las rejas encuentra al exsenador “tranquilo” por “saberse inocente”, dijeron a Búsqueda fuentes de su entorno familiar. Penadés duerme en un pabellón con camas cucheta junto a ocho reclusos más en donde la única privacidad posible la encuentra en los servicios higiénicos. Dice que no tiene quejas sobre el trato que le dan las autoridades carcelarias ni sus compañeros de celda. Resalta que la unidad penitenciaria de Florida es como una “cárcel modelo” y asegura que es tratado como “cualquier” persona privada de libertad.
Se levanta temprano en la mañana a trabajar en una chacra de hortalizas que tiene el establecimiento. Allí hace pozos, planta semillas, carga con carretillas y hace tareas de riego. Por las tardes le dedica su tiempo a un curso sobre quintas y plantación que está a cargo del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop). El resto del día, según su estado de ánimo, lee libros de historia y alguna novela de ficción. Y mira televisión. Está al tanto de la coyuntura política, bien informado de lo que ocurre en la escena que lo tuvo como uno de sus protagonistas durante los últimos períodos de gobierno. Y a propósito de eso les ha afirmado a sus familiares que su imagen y carrera de 30 años como legislador y dirigente político “han sido terminadas” y que de ahora en más se dedicará “a limpiar su apellido”.
Penadés insiste en su “inocencia”. Y así lo entiende también su núcleo más cercano. Integrantes de su familia directa aseguran a Búsqueda que están viviendo un “calvario” desde hace más de un año, cuando se conocieron las primeras denuncias de abuso y explotación sexual en contra del entonces senador. Sus familiares cierran filas en su defensa. Lo blindan. Y son casi el único contacto con el exterior, además del que tiene con sus abogados. Los días de visita son los miércoles. Hay un elenco estable de cinco personas —hermanos, hermanas, sobrinas y un amigo de la familia— que se rotan para ir a verlo y almorzar con él en un salón comunitario con mesas de madera sobre caballetes. En esos encuentros les ha comentado sobre sus “preocupaciones”, “reflexiones” y “aprendizajes” en estos 12 meses de aislamiento. Dice que lo tienen “impresionado” los “estragos” que hacen las drogas en la población juvenil, un tema del que se empapó con la convivencia con otros reclusos. Les ha hablado sobre los “cambios culturales profundos” que tienen que operar en la sociedad para encarar el problema. De eso habla Penadés con los suyos.
En la foto: Gustavo Penadés tras la audiencia de formalización en el juzgado de Juan Carlos Gómez, en Montevideo. Foto: Mauricio Zina, adhocFOTOS
Gustavo Penadés tras la audiencia de formalización en el juzgado de Juan Carlos Gómez, en Montevideo.
Mauricio Zina / adhocFOTOS
“Ningún poder”
Sus familiares sostienen que Penadés no ha recibido visitas ni mensajes de ninguno de sus excompañeros de la dirigencia política. Sí resaltan algunas muestras de interés en su situación de militantes blancos de la “vieja guardia”, de los que lo vieron crecer políticamente. Pero insisten, con un dejo de resentimiento, que tiene “nulo contacto” con los dirigentes más notorios del Partido Nacional. El senador y exministro del Interior, Luis Alberto Heber, ha dicho públicamente que ya no habla con Penadés, pero sí con una de sus hermanas, que lo pone al corriente de su estadía en la cárcel. Hace unos días, luego de ver la última audiencia judicial transmitida por YouTube, se quejó del “escarnio público” al que fue sometido su excompañero de partido. Le llamaron la atención los juicios televisados. “Nunca vi esto, espero verlo en otros casos. La familia sufre mucho esta situación. Y no soy de las personas que se borran. Gustavo no me dijo toda la verdad y por lo tanto no merece que yo en esta instancia esté cerca de él”, dijo Heber en entrevista con el programa Se arregla el mundo (FM Hit).
Durante esa audiencia televisada, el abogado de Penadés, Homero Guerrero, le planteó a la jueza Maria Noel Odriozola que su defendido “tuvo poder porque era un notorio senador de la República del partido de gobierno”, pero que “obviamente ya no lo tiene”. “No se comunica con él ninguna persona de poder, ni lo van a visitar, así que no tiene ningún poder”, dijo para justificar el pedido de prisión domiciliaria que no prosperó.
En plena campaña electoral y con un Herrerismo que atraviesa una fuerte turbulencia interna, la sola mención a Penadés logra instalar un rictus de seriedad y hasta espanto en sus excompañeros de sector. La mayoría de ellos jura y perjura que han esquivado en todo este tiempo cualquier tipo de contacto con el hombre que hoy está tras las rejas. Valentina Arlegui, actual presidenta de la emblemática lista 71, de la que Penadés supo ser su máximo referente, habló con su mentor político por última vez en 2023, el día del cumpleaños de ambos, que es el 7 de octubre. Había un ritual que se repetía, en esa jornada se intercambiaban saludos y felicitaciones. Ese día la llamó una hermana de Penadés y antes de cortar le pasó el teléfono para que el exsenador le deseara un feliz cumpleaños que sonaba a despedida. Su suerte ya estaba echada. Tres días más tarde ingresó a prisión.