Las mujeres se ocupan de la mayor parte de las tareas de cuidados —de los hijos, de los ancianos, de las personas con discapacidad— y también del mantenimiento del hogar. A la mayor carga del trabajo no remunerado se suma que ganan menos que los hombres, tienen menos acceso al mercado laboral, sus empleos son más precarios y están mayoritariamente al frente de hogares monoparentales.
Estas inequidades se traducen en que el Estado uruguayo tiene una “deuda” con las mujeres, sostiene un grupo de activistas y académicas que se propuso calcular el costo que tiene la desigualdad. Para hacerlo, decidieron poner el foco en el período de la pandemia de Covid-19, que agudizó las desigualdades entre hombres y mujeres.
Así, especialistas del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República diseñaron un modelo para medir y cuantificar la deuda que el Estado contrajo con las mujeres uruguayas durante la pandemia. Según el estudio, elaborado por las economistas Verónica Amarante, Paola Azar, Jéssica Schertz y Andrea Vigorito en el marco de un acuerdo de cooperación entre la facultad y la organización feminista Cotidiano Mujer, con apoyo de ONU Mujeres, la deuda asciende a unos US$ 2.000 millones.
Con ese número sobre la mesa este grupo de militantes feministas busca dar un debate público para que los candidatos presidenciales del oficialismo y de la oposición se comprometan a “devolver” ese dinero a las mujeres, invirtiendo en políticas que disminuyan las inequidades de género.
“Las mujeres uruguayas somos acreedoras de ese dinero y queremos que nos lo paguen. Pero no pretendemos un cheque; queremos plata para el Sistema de Cuidados, para los juzgados de Género, para reducir la brecha salarial”, dijo a Búsqueda Lucy Garrido, de Cotidiano Mujer.
El estudio, titulado La pandemia en Uruguay: ¿cuál ha sido el costo para las mujeres?, hizo una valorización económica de las pérdidas sufridas en el acceso al mercado de trabajo (y la correspondiente remuneración) y la carga adicional de trabajo no remunerado. Además, las economistas estimaron el monto de las transferencias monetarias que hubieran percibido los hogares si se hubiera ampliado la población objetivo debido al deterioro económico durante la pandemia.
De acuerdo con esos cálculos, el monto de la deuda del Estado con las mujeres por la pérdida de puestos de trabajo, las horas no remuneradas dedicadas al cuidado de niños y a tareas domésticas y las transferencias que deberían haber recibido ascendió a 1,9% del PIB (Producto Interno Bruto) en 2020 y a 1,4% en 2021.
En dólares, la deuda equivale a unos 1.996 millones. Mientras, las transferencias no realizadas se cuantificaron en US$ 152 millones.
“Si esto no lo expresamos en valor monetario, no se reconoce”, afirmó la economista Alma Espino. “El trabajo que hacemos las mujeres para la reproducción de las personas y de la vida tiene un valor económico. No es solo un problema cultural, de puntos de vista, se puede monetizar; cuantificarlo nos permite discutir el tema en esos términos”, señaló.
A dos meses de las elecciones nacionales es el momento de poner la discusión en la agenda, dijeron las entrevistadas a Búsqueda. “Pretendemos interpelar a todos y a todas las candidatas para ver qué respuesta dan a esto”, dijo Espino, presidenta del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo. “Si los políticos van a hablar de bienestar y de desarrollo, tienen que pensar en políticas de cuidados y en la corresponsabilidad de los cuidados”, afirmó.
Cuantificar la deuda con las mujeres persigue también el objetivo de visibilizar el aporte que estas realizan. En especial porque entienden que no hubo un reconocimiento del papel que jugaron durante la pandemia: “Pensamos que la emergencia iba a dejar lecciones sobre la importancia de los cuidados, pero la pandemia pasó y no hubo muchos gestos de reconocimiento desde el poder político y del Estado”, evaluó Espino.
“Pobres los hoteleros, los que organizan fiestas, los ganaderos... Todos recuerdan a los sectores damnificados por la pandemia. ¿Recordás a alguien —de izquierda o de derecha— que hablara de cómo impactó en las mujeres?”, cuestionó Garrido.
“Las mujeres estuvieron en la primera línea durante la pandemia, en la educación, en la salud, en la casa con las tareas de cuidado. Queremos que se visibilice y contabilice ese esfuerzo. Así, cuando los economistas nos digan que no hay plata para esto o lo otro, diremos que echen mano a esta deuda muy grande que tienen con nosotras”, señaló Margarita Percovich, exdiputada frenteamplista e integrante de la Red pro Cuidados. “Es una tarea de sensibilización de la existencia de este problema y de esta deuda”, sintetizó.
El modelo diseñado por las economistas uruguayas —cuyo proceso de elaboración incluyó la organización de un taller de discusión con más de una decena de especialistas— interesó a organizaciones de la región, que ya hicieron consultas para replicarlo en sus países, contó Garrido.
El grupo de activistas pedirá reuniones a la fórmula presidencial del Frente Amplio y a la del Partido Nacional, que lidera la coalición de gobierno, para hacerles llegar el estudio y reclamarles la devolución de la deuda.
El impacto sobre las mujeres “ni siquiera ha sido visibilizado”
Para calcular el valor de la deuda acumulada en el mercado de trabajo, las economistas cuantificaron la diferencia entre los ingresos laborales que percibieron las personas en 2020 y 2021 y los que hubieran recibido si no hubiera existido la pandemia. En el caso del trabajo no remunerado, se asignó un valor monetario al incremento de las horas de trabajo no remunerado de varones y mujeres durante los años de pandemia.
El aumento de la demanda de cuidados durante la emergencia sanitaria impactó especialmente en las mujeres porque son tareas que ellas asumen en mayor medida. De acuerdo con un relevamiento de ONU Mujeres y Unicef, que recoge el estudio, en 2020 el promedio diario de trabajo no remunerado de las mujeres pasó de 6,9 a 8,1 horas. En los varones, el cambio fue de 3,9 a 4,6 horas diarias. En 2021, las mujeres dedicaron 7,4 horas y los varones 4,6 a tareas no pagas.
El estudio también utilizó como complemento las preguntas del Latinobarómetro de 2020 sobre percepciones respecto a la suficiencia de ingresos y las dificultades para solventar el gasto en alimentos.
Por otra parte, las autoras consideraron las transferencias monetarias. Durante la pandemia, el gobierno reforzó los montos para los beneficiarios de Asignaciones Familiares-Plan de Equidad y de la Tarjeta Uruguay Social. No obstante, señala el estudio, el gobierno no expandió la cobertura de estos planes. Por lo tanto, estimaron el gasto adicional que el gobierno debería haber realizado para expandir su alcance, dado que “el deterioro de los ingresos y el empleo de los hogares generó un número mayor de potenciales beneficiarios”.
Más allá de la deuda global, los resultados muestran asimetrías en la distribución de los costos entre las mujeres según el nivel educativo y de ingresos de los hogares, subraya el estudio. Según indica, “las mujeres de los estratos más vulnerables de la sociedad fueron las que sufrieron las mayores pérdidas”.
En las conclusiones, las autoras destacan que “el nivel de la deuda en términos del PIB es comparable a la estimación del perjuicio ocasionado por la sequía que afectó a Uruguay en 2022”. Pero, a diferencia de lo que sucedió con adversidades como la sequía, “este impacto ni siquiera ha sido visibilizado ni problematizado en la agenda pública”.