Además, en el Frente Amplio tenemos una base más grande de la que extraer votantes para que fueran a votar. La intención de voto del Frente Amplio hoy está 10 puntos arriba de lo que estaba en 2019. Y, por otro lado, una interna competitiva.
—El oficialismo dice que votaron más que el Frente Amplio, aun con su baja adhesión y los 400.000 votos de la izquierda.
—Sí, pero ahí hay que hacer la comparativa oficialismo contra el Frente en 2019 o antes, los partidos fundacionales contra el Frente. El Frente Amplio siempre votaba mucho menos que sus competidores sumados. Y es evidente que hay que tener muchísimo cuidado con la proyección. El problema es el ratio. Es decir, qué porcentaje de los que te van a votar en octubre te fueron a votar en internas. Y puede ser muy variable. En el Partido Nacional es donde más estable había sido. Pero ahora tuvo una serie de condiciones que llevan a que quizás tenga el ratio más bajo, es decir, que vote mejor en octubre en función a lo que votó en las internas. De hecho, la intención de voto del Partido Nacional no está por debajo de la de los últimos tiempos, anda por el 30%. Lo que pasa es que no presentó condiciones demasiado atractivas en estas internas.
—En octubre del año pasado, en un desayuno organizado por Búsqueda, dijo que las encuestas en ese momento ubicaban al Frente Amplio en una situación parecida a la de 2013, cuando la coalición de izquierda obtuvo mayoría parlamentaria con poco más del 47%. Ahora el Frente Amplio votó en la interna una cifra parecida a 2014. ¿Son pistas?
—Lo que tenemos claro es que, salvo elementos extraordinarios, el Frente Amplio no va a bajar, o más bien debería mejorar su votación respecto a la primera vuelta de 2019, cuando obtuvo el 39%. Y, además, en el balotaje crece porque siempre capta algo del votante de la coalición. Entonces, en un eventual balotaje es muy probable que pueda estar en una cifra que sea de ese tipo (47%) o superior. En primera vuelta es donde está la disputa. Son pocos puntos, pero ahí está la disputa. Este es un escenario complejo para estimar. En 2018, dije en una entrevista con Búsqueda que veíamos la ola regional de cambio y el fin de la ola progresista. Y Uruguay generalmente seguía las olas y la siguió. Pero además se veía venir porque todos los indicadores apuntaban a un contexto de cambio. Se confirmó con mucha fuerza en primera vuelta, con 15 puntos de ventaja del bloque de la coalición sobre el Frente. Las internas de 2019 dieron alguna pista también. Y el balotaje fue quizás lo más sorpresivo de todo, donde el Frente votó muy bien. Esa fue la sorpresa de la elección. Pero de todas formas el clima de cambio estaba instalado: aprobación de gobierno en niveles bajos, un descontento ciudadano generalizado, un humor político.
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Veronica Piñeiro, Carolina Cosse, Yamandu Orsi y Fernando Pereira durante la primera reunión de la fórmula presidencial del Frente Amplio en la Huella de Seregni en Montevideo.
Mauricio Zina / adhocFOTOS
—¿Hoy eso no está?
—En el contexto actual no es tan claro. Los indicadores son mixtos. El Frente Amplio está mucho mejor que en 2019, ya tiene una base firme, procesó bien la elección de la fórmula. Hay un elemento importante, la coalición no se presenta con su líder más popular, Luis Lacalle Pou no puede correr. Es una desventaja de partida para la coalición. Yamandú Orsi es el líder hoy con menos antipatía de todos los candidatos presidenciales, incluyendo al presidente. Simpatía no necesariamente se traduce en voto, pero es una precondición, estás un paso más cerca.
Un elemento que puede ayudar a la continuidad es la imagen de gobierno. La aprobación de gobierno está alta, cerca de la mitad de la población. El Partido Nacional presenta un candidato que también tiene una baja resistencia por parte del electorado. Y lo otro es un tema que es una fortaleza de octubre, pero una debilidad en noviembre. La fortaleza de octubre es que la coalición va a presentar un menú para gustos diferentes, lo que tiene el poder de captar votantes de diferente talante. E inclusive indecisos, que puedan ser más de centro o indecisos más desafiliados de la política. Eso es una desventaja en noviembre, porque hay que fidelizar el voto de los que no entraron al balotaje. Si llegás al balotaje con mayoría parlamentaria, es un elemento que juega a favor de la continuidad.
Entonces, con toda franqueza, por los pocos puntos que cambiarían el escenario, no podemos descartar nada: ni un triunfo del Frente Amplio en primera vuelta, ni la mayoría parlamentaria para la coalición en lugar de para el Frente Amplio, ni el Frente Amplio teniendo la mayoría parlamentaria pero debiendo ir un balotaje como en 2014 y 2019; ni el Frente Amplio llegando al balotaje sin mayoría parlamentaria, pero ganando en noviembre. Hay muchos escenarios abiertos, algunos más probables, otros menos probables. Por el momento, las encuestas de intención de voto preinternas no marcan que el escenario más probable sea que el Frente Amplio gane en primera vuelta. Pero no se puede descartar. Lo que sí se puede seguir descartando es, por el momento, un triunfo del Partido Nacional en primera vuelta. Tendría que haber realmente una transferencia enorme de votos de los otros partidos de la coalición, quedar casi en cero. Y eso no va a ocurrir.
—Al terminar la jornada electoral el entusiasmo en el Frente Amplio era grande, con expectativas de ganar en primera vuelta.
—Hubo un efecto simbólico ese día. Es la primera vez que el Frente Amplio está prácticamente apenas por debajo de los partidos de la coalición en una interna. Si sumabas, siempre estuvieron ampliamente por encima. Entonces, el efecto emocional es importante. Ahora, ese efecto emocional después se puede compensar. El Frente Amplio tuvo una mala votación en la interna de 2019, con 270.000 votos, pero después cuadriplicó prácticamente su votación en octubre. Entonces, hay que tener cuidado con los cálculos lineales. Lo mismo hay que decir ahora con el Partido Nacional. No hay evidencia de que vaya a caer en intención de voto, por lo menos en octubre.
—El Partido Nacional intentó convocar a sus votantes para que fueran a las urnas como señal de respaldo al gobierno. ¿No funcionó?
—Creo que el mensaje de ir a votar para apoyar al partido fue más fuerte en el Frente Amplio que en el Partido Nacional. Fue más tardío en el Partido Nacional y fue más genérico en el Frente Amplio. Recuerdo particularmente un spot que yo creo que está muy bien logrado, que evocaba a Seregni.
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Álvaro Delgado y Valeria Ripoll en la sede del Partido Nacional en Montevideo.
Javier Calvelo / adhocFOTOS
—¿Qué opina de la elección de Valeria Ripoll como compañera de fórmula de Álvaro Delgado?
—La jugada de Ripoll es audaz, disruptiva y de riesgo. Las tres cosas juntas. Por varias razones. Uno, porque en este rol no se la conoce. Sí, está habituada a la militancia política sindical, pero no a la político-partidaria en una competencia electoral nacional. Segundo, hay que ver cómo digiere este tema la opinión pública, el electorado de coalición o electorado que pueda ser captable por el Partido Nacional. Ahí hay una pregunta abierta, porque realmente empieza una historia acá. Y de nuevo hay que ver cómo cae en la opinión pública esta designación, especialmente en el electorado objetivo del Partido Nacional. Tercero, el tema de la dirigencia, porque cuanto más ruido interno, más dificultades para competir, para posicionarse sólidamente. Por ahora el ruido fue grande. Hasta el día de hoy (martes) sigo leyendo declaraciones de dirigentes importantes del Partido Nacional con miradas críticas, sea a la decisión o a la forma de comunicar la decisión. Por lo tanto, deben zurcir estas heridas generadas. Son muchas interrogantes.
—¿Qué espera usted que pase?
—Hay una interrogante más a tener en cuenta. Fue un pasaje rápido desde que abandonó Adeom hasta integrar la fórmula presidencial blanca. En 2023, en una entrevista en Voces, Ripoll decía “soy una persona de izquierda”. Hay que ver cómo se internaliza eso en el Partido Nacional. Y qué Valeria Ripoll veremos. Hoy tenemos una Ripoll que dice “me equivoqué al estar en contra de la LUC”. ¿Veremos una Ripoll ideológicamente transformada en una cosa mucho más alineada del Partido Nacional o veremos un Partido Nacional un poco más ripollizado? Por ejemplo, de la Graciela Bianchi de izquierda hoy ya no queda nada, es una de las líderes más duras en contra del Frente Amplio. ¿Qué Valeria Ripoll veremos?
—Delgado habló en su discurso de un “cambio de paradigma” del Partido Nacional. También hizo énfasis en el perfil de militancia social de Ripoll.
—Es muy interesante eso. Estuve recordando estos días una columna publicada en Búsqueda por Facundo Ponce de León llamada "La caída del relato", porque de algún modo hay un tema que la dirigencia nacionalista y la coalición tienen siempre en mente. El Frente Amplio tiene un relato potente en cuanto a la representatividad de los sectores más populares, sobre todo a nivel urbano, montevideano, metropolitano. En el interior eso es un poco más complicado. La idea de poner a Ripoll es para disputar ese relato y con ello ganar votos, que sea electoralmente rendidor. Pero está, seguramente como trasfondo, la intención de disputar esta idea de que el partido de la sensibilidad social o de la representación más popular es el Frente. Creo que ahí hay un elemento estratégico claro de no encorsetar al Partido Nacional en una lógica que sea de interior puro, o que se la visualice como una fórmula de algún modo menos popular que la fórmula del Frente.
—Si el Partido Nacional puede hacer ese movimiento es porque sabe que el flanco derecho de su electorado está protegido. Es decir, los votantes que pueda perder “por derecha” lo apoyarán en el balotaje, ¿no?
—Claro. De algún modo es el mismo dilema que tiene el Frente, ¿no? ¿Por dónde puede perder más votos? El Frente por izquierda no puede perder mucho. Unidad Popular, que intentó en varias elecciones quitarle al Frente por izquierda, no lo logró. Hacia donde ha tenido la migración de votos es a la derecha. Va a tener ese tipo de dilemas también con la nominación del probable ministro de Economía, con los discursos, puede ser en torno a política internacional, con la tranquilización de los mercados, porque esas cosas pueden generar ruido en los segmentos que quieren que el Frente se vaya más a la izquierda. La pregunta es por dónde se escapa eso. El Frente la ventaja que tiene es que eso no solo no se escapa del bloque, no se escapa del partido, porque es un bloque-partido. La coalición es un conjunto de partidos. Claro, cualquier opción electoral de la coalición que se fuera muy a la izquierda, naturalmente va a tener un contrapunto partidario, una oferta alternativa partidaria que surja por derecha. Muchos colorados están diciendo “ahora tenemos una opción, ahora tenemos una oportunidad aquí con la nominación de esta fórmula”. Aunque, repito, hay que ver qué Ripoll tenemos. Creo que nos falta conocer a la Valeria Ripoll de 2024.
—¿Qué posibilidades de crecimiento tienen el Partido Colorado y Cabildo Abierto?
—Una parte de la elección va a estar decidida por la capacidad de recuperación del Partido Colorado y Cabildo Abierto, dos partidos sistemáticamente en marca partidaria, pero también en escenarios de intención de voto con los nombres de los candidatos sobre la mesa, marcan significativamente por debajo de 2019. Está claro que van a hacer campañas diferentes. Ojeda postuló una frase muy fuerte, que en Cabildo no creo que la repitan: que la elección de octubre va a ser “una interna más”, la interna de la coalición. Comparen esa frase con la frase que dijo Guido Manini Ríos: que en este país hay dos bloques pero tres proyectos. Es diferente. Cabildo va a seguir marcando su perfil como un actor diferenciado dentro de la coalición, que para noviembre está dentro del barco coalicionista, pero que es claramente distinguible de los demás socios. Y eso le da un piso, pero también le da un techo mucho más bajo. Es un techo que inclusive se achicó después de la renuncia de Irene Moreira y los fuertes diferendos que tuvieron las figuras más populares de la coalición, que son el presidente de la República y el líder de Cabildo. El tema es si ese nicho lo va a poder llevar a su nivel de votación de 2019, que para Cabildo sería un buen resultado. Por las rispideces que han surgido y porque ya no es la novedad.
—¿No puede resultarle contraproducente a Cabildo un ataque tan frontal a sus socios de la coalición, a quienes ha acusado de ser el Frente Amplio pero “de traje y corbata”?
—Depende de cuántos de esos electores hoy se sientan insatisfechos con esos partidos a los que Cabildo critica. Por ejemplo, en el tema seguridad. El electorado en general está insatisfecho con la gestión del gobierno y ahí Cabildo tiene una oportunidad, donde además Manini es bien visualizado. Ahora, creo que sí, que para cierto segmento que podría atraer Cabildo, criticar a la coalición todo el tiempo por todas las cosas, puede ser una estrategia inconveniente. Pero no lo ha hecho, en varias cosas Cabildo se ha alineado, como en la gestión de la pandemia, la gestión educativa, la reforma de la seguridad social, la LUC.
Presentación de la fórmula Ojeda-Silva en el Partido Colorado
La fórmula Ojeda-Silva al centro, flanqueada por el resto de los exprecandidatos, el lunes 1 en la Casa del Partido Colorado
Javier Calvelo / adhocFotos
—¿Qué puede significar para un Partido Colorado sin un liderazgo claro y con una baja votación que arrastra desde varias elecciones el triunfo de Andrés Ojeda, quien muestra cercanía con el Partido Nacional y es cuestionado por dirigentes colorados?
—Es difícil de saber. Puede plantear la elección como una interna, pero como una interna de guante blanco; por otro lado, como una inyección de frescura. Esa puede ser la apuesta. Estableciendo seguramente algunos matices: habrá que ver cómo los hace y de qué lado se posiciona Ojeda, porque son diferentes los matices que pueda tener Robert Silva con el Partido Nacional que los que pueda tener Gustavo Zubía, que es su principal apoyo dirigencial en la interna. Recuerden que Zubía dijo que apoyaría a Ojeda para evitar el triunfo de Silva. Ojeda va a tener que articular todo eso y decidir qué puede ofrecer él, dónde poner los acentos para no ser una copia del original, es decir, para no ser una misma versión del Partido Nacional. Parte con un desafío por delante. Además, todavía tiene niveles de desconocimiento muy importantes entre la ciudadanía: es el único partido que no mejoraba su intención de voto cuando en las encuestas se incluía un líder respecto a cuando se preguntaba por partido. Seguramente haya un sueño de poder llegar a disputar el balotaje —es un sueño lejano por el momento—, pero ya votar como 2019 para este Partido Colorado no es un mal objetivo a alcanzar.
—¿Tiene chance Ojeda de disputarles votos a los blancos?
—Chance siempre hay. No quiero que suene a frase hecha, pero no me canso de decir: tenemos una frontera sin aduanas entre el Partido Nacional y el Partido Colorado. Muy porosa. Les doy un dato: 15% de los votos de la interna colorada fueron votantes del Partido Nacional. En ninguna otra interna hubo un porcentaje tan grande de un elector externo. O sea que puede haber idas y venidas entre el Partido Colorado y el Nacional. También lo opuesto puede pasar, ¿no?