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El Herrerismo se reconfigura entre tensiones e incertidumbre sobre nuevos liderazgos
El histórico sector del Partido Nacional discute el armado de las listas mientras hace reporte de daños, explora nuevas alianzas y aleja fantasmas: “No tenemos el certificado de defunción”
Rodrigo Blás, Laura Raffo y Luis Alberto Heber en un congreso del Herrerismo
Los blancos suelen lanzar muchas frases hechas que luego giran alrededor de eso que se conoce por Herrerismo: que es su maquinaria electoral más potente, que cada vez que el Partido Nacional llegó al poder fue porque el sector estaba fuerte, que sin un Herrerismo sólido no hay gobierno blanco posible. Que es la base ideológica, el núcleo duro de sus votantes. Que es nacional y es popular, que se embarra. Que es liberal y conservador. Que es pragmático. Que siempre que se cayó, se levantó. Que cuando hay crisis termina lamiéndose las heridas de la derrota. Y que vuelve a empezar.
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En eso está ahora el Herrerismo más tradicional. Entre la épica de la derrota, su reconfiguración para encarar la campaña rumbo a las elecciones de octubre y los malabares de la negociación política para el armado de las listas al Parlamento. Todo esto mientras sus dirigentes hacen el reporte de daños tras las internas partidarias y manejan tensiones, reproches, enojos y partidas.
El día después del último domingo de junio, cuando los herreristas vieron esfumarse las chances de llegar al menos, aunque sea, a un 25% del electorado blanco y quedaron excluidos de la fórmula presidencial, hubo que mirar hacia adentro a ver qué quedaba en pie. Y ya no estaban los dirigentes wilsonistas de Alianza Nacional, que habían sumado fuerzas con el Herrerismo para competirle al precandidato de la gran estructura oficialista, Álvaro Delgado. Y estaba tambaleando la permanencia de la agrupación de Canelones del diputado Sebastián Andújar, de los más votados, uno de los ganadores en la derrota, y en definitiva otro de los que eligió partir, abandonar el histórico sector. Andújar se sumó, junto con Alianza Nacional, a un acuerdo con el Espacio 40, del senador Javier García.
Y entonces más crisis a la crisis del Herrerismo.
“Hay que distinguir dos vertientes. La corriente de ideas que es absolutamente predominante en el Partido Nacional, y con fuerte incidencia también fuera de sus fronteras, y la expresión electoral del sector”, explicó a Búsqueda un dirigente herrerista que pidió no ser citado debido a la tensión en la interna del sector. El dirigente dijo que el Herrerismo es de “gran resiliencia” y que a lo largo de la historia “ha tenido momentos buenos y mejores”. “Nunca hay que mirar al Herrerismo solo con la perspectiva de la coyuntura. Hay que mirarlo con perspectiva histórica. En tanto es un sector de naturaleza sobreviviente como todos los grandes movimientos de ideas, no hay que evaluar su desempeño solo por objetivos electorales, sino por su trascendencia”.
Hay dos grandes identidades dentro del Partido Nacional, y el Herrerismo es la que se constituye como “estable y duradera”, dicen Nicolás Schmidt, Diego Luján y Antonio Cardarello en el libro Partidos y movimientos políticos en Uruguay.
Desde la salida de la dictadura, con la muerte del caudillo Wilson Ferreira Aldunate, el Herrerismo ha tenido un piso de 18% y un máximo de 22% del total del electorado. Este piso solo fue perforado en 2004, tras las denuncias de corrupción contra el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera —la “embestida baguala”— y el ascenso del wilsonista Jorge Larrañaga que llevó al Partido Nacional al 34%, su mejor desempeño electoral hasta ahora. Pero desde entonces el wilsonismo se transformó en todo “lo otro” que no es Herrerismo, porque anclado más en el carisma de Wilson no tuvo ese sustento ideológico del que se jactan los dirigentes del sector de Herrera.
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Luis Alberto Lacalle Herrera durante el Congreso Nacional del Herrerismo, diciembre 2023.
Javier Calvelo / adhocFOTOS
Hoy el wilsonismo está diluido en varias agrupaciones —de hecho, la gran mayoría de ellas pertenecen a esa especie de neoherrerismo encarnado en la figura del presidente de la República, Luis Lacalle Pou— y el herrerismo tradicional, liderado históricamente por su padre, Lacalle Herrera, atraviesa por esta tormenta. ¿Una más?
Una fuente del Partido Nacional dijo a Búsqueda que hoy el futuro del sector se vuelve “difuso” porque se “alejó de su base ideológico electoral, que es conservadora en lo social y en los valores y liberal en lo económico y político”.
Agregó que el senador Luis Alberto Heber “no logró encarnar un liderazgo típico que tiene que tener el sector” y la precandidata Laura Raffo, a la que fueron a buscar como novedad política para estas elecciones, “no tiene ninguna señal de herrerista clásica”.
Hoy, dada la situación actual del sector, hay cierta tensión con Raffo. Heber, sin embargo, le sigue dando su respaldo y le asegura que accederá a lo prometido: encabezar la lista al Senado, aun cuando hay otros dirigentes, con más peso histórico, que reclaman ese lugar. “No es pacífica la postulación de Raffo al Senado. No genera unanimidades, no es Pedro Bordaberry, no es que vamos todos detrás de ella sin chistar”, señaló otra de las fuentes, que admitió que la “mala votación pegó” y por eso florecen los “malos humores” en este armado de las listas. Un informante del Herrerismo lamentó el “desgaste” y el “tiempo perdido” para presentar a los candidatos al Senado mientras miran por televisión cómo el Espacio 609 presenta en prime timea la experiodista Blanca Rodríguez.
“El Herrerismo tiene una sombra mayor a preocuparse, que es que no se ven los nuevos brotes que puedan ocupar ese espacio de liderazgo”, dijo a Búsqueda un dirigente del sector. Y proyectó que, quizás, hoy lo más parecido a una figura emergente con perfil de líder es el diputado por Maldonado Rodrigo Blás. “Y si llegase a ser intendente, ahí sí puede tener alguna proyección”.
Los dirigentes herreristas negocian hoy una posible alianza con la agrupación del senador Juan Sartori y el Futuro es D Centro, liderado por la vicepresidenta Beatriz Argimón, como informó esta semana la diaria, para generar un sublema que permita aumentar las chances de acceder a más bancas en el Senado. También exploran un acuerdo con el diputado por Canelones Javier Radiccioni para recuperar terreno en ese departamento.
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Rodrigo Blás y Laura Raffo.
Javier Calvelo / adhocFOTOS
“La hermana pobre” que “no tiene certificado de defunción”
Y entre los mandos medios del Herrerismo, los que no están en las cúpulas de decisión, campea cierta desesperanza mezclada con arrebatos de resentimiento. “Nosotros somos la hermana pobre, a la que llaman cuando hay que atender problemas familiares pero después nunca nos invitan a la fiesta”, graficó a Búsqueda una fuente del sector. “Hasta lo dijo Delgado cuando vino a una convención del sector: ‘Cuando las papas queman, miro a los costados y siempre está el Herrerismo. Mirá vos’”, ironizó la fuente. Y resaltó el trabajo de Heber. No solo porque se “sacrificó” y “agarró el fierro caliente” del Ministerio del Interior cuando estaba “cómodo” en el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, sino porque ahora está en plena etapa de zurcidos y negociación para mantener la representación del sector en el Parlamento. “A Luis Alberto hay que dejarlo trabajar”, dijo. “Es sobrehumano el esfuerzo que está haciendo para mantener en alto las banderas”, señaló otra fuente. Y una tercera afirmó: “El Herrerismo no tiene certificado de defunción”.
Son curiosas las vueltas de la política. En diciembre de 2023, durante un congreso del sector, Lacalle Herrera dijo que con este gobierno Uruguay había entrado en una “tercera etapa herrerista”. “Recordaré como el más grande honor de mi vida haber revivido al Herrerismo, haber soplado sobre esas brasas para que renaciera una llama que es de honor a la patria”. Y cerró su discurso: “Nosotros no somos anécdota, somos historia”.