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    Gustavo Salle, el hombre del megáfono y la retórica antisistema que aterrizó en el Parlamento

    Enfrentado al “Fraude Amplio” y a los “multicolores”, este abogado asumió su banca cuestionando la Agenda 2030, el Foro de Davos y la “cleptocorporatocracia”

    Fue el martes 26 de agosto de 2014. El programa Esta boca es mía, de Canal 12, transmitido en vivo, tenía entonces, además de panelistas, tribuna. La conductora, Victoria Rodríguez, le preguntó a uno de sus invitados del día, Gustavo Salle, por unas declaraciones del presidente José Mujica. El tema: abogados que se involucran en juicios contra el Estado. Como él. Eran las 15.40.

    “Picapleitos que viven escudriñando los intestinos al Estado y terminan robándoles suculentas sumas”, fue la cita de Mujica a la que apeló la conductora. Luego se dirigió a Salle: “Frente a esto, ¿qué tiene para decir, doctor?”.

    Salle estaba sentado y se paró. “¿Se va?”, le preguntó Rodríguez sorprendida. Pero no, Salle avanzó hacia la cámara, blandiendo el índice de su mano derecha, derecho a cortar grueso durante 38 segundos: “¿Cómo les llama el presidente de la República a los estudios Guyer & Regules, Posadas, Posadas & Vecino y Ferrere, que colaboraron con usted para la estafa de la regasificadora? ¿Cómo les llama usted a esos estudios? ¿O cómo le llama usted al estudio de Ricardo Olivera García por el tema de la estafa de Pluna, señor presidente? ¡Póngale nombre usted! Yo defiendo a gente que sufre la inoperancia de gobiernos como los suyos (…). No soy carroñero, no soy picapleitos, al contrario, me la juego por el pueblo uruguayo. ¡Y lo estoy acusando de estafa!”. Desde la tribuna, unas 10 personas, partieron algunos aplausos. La conductora, visiblemente incómoda, subrayó que esos términos corrían por cuenta del invitado, que pidió disculpas a la producción del programa.

    Poco más de una década después, el 15 de febrero de 2025, el abogado Gustavo Salle asumía su banca como diputado por el partido Identidad Soberana. En su primera intervención debía votar la presidencia de la cámara, a cargo del frenteamplista Sebastián Valdomir. Lo hizo, pero también aprovechó para hacer “algunas consideraciones”. Como aquella vez, como otras tantas, hizo una estudiada enumeración: Standart & Poor’s, Fitch y Moody’s, “esas agencias calificadoras de riesgo que se encargan de extorsionar a los sistemas políticos a nivel internacional, también a Uruguay”. También aludió a la Usaid, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, “que está bajo investigación criminal de la propia administración de (el presidente) Donald Trump”, quien la sindicó como “una organización criminal” que “está detrás de la Agenda 2030” y que “estuvo detrás del terrorismo sanitario” que representaron “las inoculaciones ilegales” durante la pandemia del Covid-19, que “costaron 15.248 uruguayos muertos”. El Parlamento que integra, culminó, deberá tener “el deber jurídico, moral, ético y científico” de investigar “ese procedimiento plutocrático que emergió del Foro de Davos”. Siguió. Para cuando habló de la “extorsión de la cleptocorporatocracia” internacional, el timbre le recordó, en su debut como legislador, que se había extendido en el tiempo.

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    Para entonces, ya era sabida la aversión de Salle a la Agenda 2030, como se conocen a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. También lo fue su postura respecto a la vacunación durante la pandemia, una de las bases en las que mantuvo y aumentó su popularidad. La mención para nada crítica al actual presidente de Estados Unidos es más que una alusión a los tiempos de hoy.

    De regreso a aquella intervención televisiva, Salle por entonces todavía no estaba asociado al megáfono ni había popularizado términos como cleptocorporatocracia u homolesbocomunismo. Pero estaba tan lejos del Parlamento como de ser un desconocido, sobre todo para los medios, que daban eco a muchas de sus acciones legales, incluso a las más insólitas, como pedirle en 2007 a la Suprema Corte de Justicia (SCJ) la extradición de Henry Kissinger, el influyente exsecretario de Estado de los Estados Unidos durante los gobiernos de Richard Nixon y Gerald Ford, clave para los procesos militares del Cono Sur en la década de 1970, quizá el hombre más poderoso de Estados Unidos sin ser presidente. El pedido fue archivado al año siguiente a solicitud de la fiscal Mirtha Guianze.

    Hoy el primer discurso parlamentario de Salle no sorprende. Quizá algún televidente se haya sorprendido con el exabrupto de aquel día en Esta boca es mía. Pero seguramente no lo hizo nadie que lo conociera.

    “Gustavo siempre fue así, siempre, ¡si lo conoceré!”, dice a Búsqueda quien fuera director de Aduanas durante el gobierno de Jorge Batlle, Víctor Lissidini. Estudiaron juntos en la Facultad de Derecho, juraron juntos como procuradores, se recibieron juntos. En 2003 Salle fue su abogado cuando un juez lo procesó con prisión por “abuso de funciones”, cargo por el que fue absuelto en 2009. Radicado en el exterior, no llegó a tratarlo durante la última etapa, la de los constantes ataques a la “agenda globalista” y a la actuación del gobierno de Luis Lacalle Pou durante la “plandemia”. Igual, su recuerdo personal es excelente.

    “A mí no me asombra nada su presente, siempre fue así, o lo amaban o lo odiaban. Durante la dictadura casi nos echan a los dos de facultad, en la clase de Ciencia Política. Él empezó a discutirle al profesor —un tipo complicado, un fiscal de la época, que incluso fue candidato por la lista de (Jorge) Pacheco en el año 84— que tenía que incluir a la izquierda en sus análisis. No reculaba, yo lo apoyé y casi marchamos. ¡Siempre fue igual! Quizá ahora tuvo más visibilidad”, agrega el exdirector de Aduanas.

    Contra el Estado

    El líder, fundador y excandidato a la presidencia por el partido Identidad Soberana, debutante en la elección de 2024, nació el 19 de marzo de 1958. Casado, padre de dos hijos y también abuelo, es abogado penalista desde 1982. Mucho antes del eslogan “Que Salle no se calle”, comenzó a trabajar en Fiscalía, aún en dictadura, apadrinado por el exministro de Justicia del régimen Fernando Bayardo Bengoa. Ese incómodo antecedente convive con haber cofundado en Sayago, su barrio de niño, un comité de base del Frente Amplio, en 1971, partido al que abandonó cuando este llegó al poder en 2005. Tan lejos se fue que en 2011 afirmaría que el primer presidente frentista, Tabaré Vázquez, era un agente de la CIA, por pertenecer a la Fundación Woodrow Wilson.

    “Él era un poco mayor que yo”, recuerda el juez Ricardo Míguez, ministro del Tribunal de Apelaciones en lo Penal de 2º turno, vecino de Sayago. “Lo recuerdo leyendo en voz alta los textos de Bayardo Bengoa en el porche de la casa de sus padres, en Vedia casi Tacuabé”. Lo ve en la adolescencia armando “chatas con rulemanes” para correr, jugando al cordón o al fútbol en la calle. También era buen jugador de vóley en la playa. “Siempre tuvo facilidad de expresión, aunque todavía no escucháramos nada sobre cleptocorporatocracia”, añade a Búsqueda. Alguna vez fue con él a la casa que los Salle —el padre, Ariel, la madre, Nené, y Carlos, su hermano, todos ya fallecidos— tenían en Parque del Plata. Recuerda las charlas con él como “amenas” y en las que no faltaba el humor. Cursaron la misma carrera pero los destinos de uno y otro los fueron separando. “Cuando regresé a Montevideo nos volvimos a ver, pero por una cuestión laboral y de tiempo era menor el tiempo compartido. Gustavo aún no había decidido lanzarse a la política”. De esto último no desarrolla.

    Tras patrocinar a su excompañero Víctor Lissidini, en 2006 Gustavo Salle fue el representante de dos de los hijos de Elbio Recoba. Este comisario retirado fue una de las ocho personas que murieron aplastadas intentando cinchar una locomotora en Young durante una grabación para el programa Desafío al corazón, de Canal 10, el 17 de marzo de ese año. Si eso se lograba, el hospital local obtenía calefacción. Fue la primera demanda civil por esa tragedia, por US$ 400.000. “Es evidente que la convocatoria se hizo para un fin que, en definitiva, es un fin esencial del Estado, que no cumple”, dijo a El País el 5 de mayo. “Si en este caso la fiscal o el juez no encuentran responsables penales, debe borrarse del Código Penal la figura de homicidio culposo. Porque si hay un caso paradigmático de homicidio culposo con pluralidad de víctimas, es este. Yo no estoy pidiendo cárcel para la gente, solo estoy dando un enfoque jurídico”, agregó. Fue uno de sus primeros casos de notoriedad donde aparecía apuntando contra el Estado.

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    Un artículo publicado en 2014 por la revista Anfibia, escrito por César Bianchi, describía a Salle como un “conocido defensor de humildes, carenciados y militantes de izquierda iracundos contra el establishment”. Lissidini, quizá por la amistad existente, fue una excepción. Y mucho antes de plegarse a posturas que en el mundo han estado vinculadas a la extrema derecha, como el rechazo a la vacunación contra el Covid-19 y a los postulados de la Agenda 2030, parecía cercano al otro extremo político.

    En una entrevista en La República, el 4 de julio de 2007, decía que el Frente Amplio fue “coptado por fuerzas conspirativas, que vinieron con el deliberado propósito de transformarlo”, y afirmaba sentirse más cómodo con organizaciones y personas de extrema izquierda, como Plenaria Memoria y Justicia, Irma Leites (de quien fue abogado), Jorge Zabalza y Mario Rossi Garretano.

    Como abogado, Salle ha recibido elogios. En un perfil publicado por Búsqueda el 25 de mayo de 2017, un fiscal que pidió no ser identificado ha dicho que técnicamente es “bueno”, “muy laburador”, y que “siempre está presente en las audiencias”. Su elocuencia y su capacidad oratoria, tan públicas hoy en día, ya eran bien conocidas en los juzgados. Claro que para entonces ya era conocido por otra de sus características: acumular denuncias tras denuncias sin más documentación que recortes de prensa de temas de conocimiento público.

    La extrema izquierda

    El 4 de noviembre de 2005 el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, visitaba Mar del Plata, en Argentina, para participar de la IV Cumbre de las Américas. Su llegada causó movilizaciones en todo el continente, que en Uruguay terminó con la detención de 22 personas y el procesamiento de cuatro activistas por “sedición”. A criterio de Irma Leites, integrante de Plenaria Memoria y Justicia, ellos fueron “los primeros presos políticos de un gobierno progresista”. Salle los defendió. Ella recordó el trabajo “solidario” del abogado con sus compañeros, atacando la “criminalización de la protesta”. También fue abogado suyo por unas pintadas en la fachada del Tribunal de Apelaciones luego del archivo del llamado “caso Gelman”, también en 2005, y por incidentes por el traslado a la órbita civil de la jueza Mariana Mota, que tenía a estudio varios casos de violaciones de los derechos humanos durante la dictadura, en 2013.

    “Yo tengo solo agradecimiento hacia él. En este país es imposible para un trabajador costearse un abogado penalista y él estuvo humanamente comprometido con las personas perseguidas, siempre del lado del derecho a la protesta”, cuenta Leites a Búsqueda. De los últimos tiempos, el Salle político y no abogado, no ha estado tan cerca, aunque está totalmente de acuerdo con su accionar público contra la “plandemia”, un “negociado de la industria del medicamento” donde “se estigmatizó a quien pensaba distinto”. Recuerda sí que él siempre quiso meterse en política, mientras defendía “causas polémicas” y hacía “fuertes denuncias” respecto a Pluna, Ancap, el puerto o UPM. “Yo siempre lo vi igual, quizá ahora tiene una organización atrás, ¿no será que en algún momento la prensa empezó a difundir más lo que hace?”, se pregunta.

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    La llegada al poder del Frente Amplio, al que muy pronto comenzó a llamar “Fraude Amplio”, elevó su perfil. Enseguida comenzó a emprender acciones contra el gobierno con la fe de los conversos. Denunció a los ministros de Economía y Transporte, Danilo Astori y Víctor Rossi, respectivamente, por abuso de funciones por la asociación Pluna-Leadgate. Lo mismo hizo por conjunción de intereses con el secretario de Presidencia, Gonzalo Fernández, a raíz de la indemnización a Cerro Free Port por un fracasado proyecto portuario en Puntas de Sayago. Todo eso también fue en 2007.

    Las denuncias penales sobre supuestas acciones delictivas del Estado o sus protagonistas no terminaron ahí: Alur, la regasificadora, la expesquera Fripur y el título de Raúl Sendic son parte de ese listado. Se ubicó en la vereda de enfrente de los fiscales de Corte Oscar Peri Valdez y Jorge Díaz. Al respecto, reclamó a la SCJ que la Fiscalía es inconstitucional. También se manifestó en contra de la agenda de derechos impulsada por los gobiernos del Frente Amplio, acuñando el concepto homolesbocomunismo.

    En la ya citada nota de La República también aseguraba, en 2007, que iba a ser candidato a presidente. “El único problema es que capaz que me vota mi señora, mi papá, mi mamá y las dos perritas que tengo, para las cuales voy a tener que sacar la credencial”, dijo.

    A la presidencia

    Cumplió: fue dos veces candidato a la presidencia. La primera vez fue en 2019, por el Partido Verde Animalista (PVA). En ese mismo año dijo en el ciclo De cerca conducido por Facundo Ponce de León, por TV Ciudad, que la muerte de su madre lo terminó de decidir. “Muere con 91 años y cuando la estamos sepultando en (el cementerio) Mater Terra ahí te pasa rápidamente toda tu existencia y tomás conciencia de lo efímero, de lo circunstancial. Y digo ‘yo estoy en esta lucha y no estoy haciendo todo lo que puedo hacer, tengo que hacer más, necesito una caja de resonancia mayor para llevar mi discurso, me voy a tirar a la presidencia de la República’”. Los 19.392 votos que obtuvo lo dejaron a las puertas del Parlamento.

    El PVA fue fundado en 2018. Uno de sus impulsores, Leonel García, fue quien acercó a Salle —todavía sin megáfono— y al exfiscal Enrique Viana, su socio en un estudio jurídico y en varias cruzadas judiciales y mediáticas, al flamante partido. “Lo veíamos en prensa denunciando cosas con las que estábamos de acuerdo, como las relacionadas a UPM sobre el daño ambiental. Con él estaba Viana, que le decían el ‘fiscal verde’. También estábamos de acuerdo en su postura contra la bancarización obligatoria. Él nos aportaba visibilidad y nosotros le dábamos una estructura”, recuerda a Búsqueda. Era un win-win.

    Claro que esa aparcería tenía bases muy endebles. “Una cosa era conversar personalmente con él y otra cosa era el personaje que había creado. Con uno se podía dialogar, con el otro…”, cuenta la escribana Ana Cordano a Búsqueda. Ella, que fue su compañera de fórmula en el PVA, dice que Salle tenía a su propia gente “que lo seguía ciegamente” en la lista 8010, cuando la hoja “oficial” del partido era la 409. La presencia de “la gente de Salle” en el PVA era tan notoria que todavía hoy se recuerda erróneamente que la fórmula en 2019 era Salle-Viana. En ese año electoral, el flamante presidenciable se encadenó a unas sillas en la plaza Independencia en protestas por las obras de la segunda planta de UPM. Junto a él estaba el militante Marcelo Hospitale, un exestudiante universitario de sinuoso recorrido político conocido como el “tupita con iPhone”. Para Cordano, eso fue “demasiado”. Las desavenencias entre las partes hicieron que los caminos se bifurcaran en 2020.

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    A Diputados

    El nuevo gobierno trajo nuevos ataques. Calificó de “gran mentiroso” al presidente Luis Lacalle Pou (a quien anunció que lo denunciaría penalmente por “envenenamiento” por el aumento de la salinidad del agua durante la sequía de 2023), de “nazis” a los dirigentes de la Federación Rural y de la Asociación Rural y de “alcahuetes” a los del Partido Comunista y del PIT-CNT, como para dejar claro que sus mandobles van a diestra y siniestra.

    Con el megáfono como extensión de su brazo, se convirtió en el más enconado militante antivacunas durante la pandemia. El 20 de marzo de 2021 encabezó un acto negacionista en la rambla de Pocitos: “No es una pandemia, es una guerra liberticida”, afirmó. “Nos quieren esclavos” y “entregados a las corporaciones farmacéuticas”, añadió, en momentos en que estaba por iniciarse la vacunación. El senador nacionalista Sebastián da Silva dijo a Radio Montecarlo que Salle pasó de ser “un viejo ocurrente y divertido a una amenaza”. En julio de ese año también lideró una manifestación antivacunas en las afueras del Auditorio del Sodre, donde se homenajeaba a los integrantes del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH).

    No estaba solo en su prédica. Gente que lo recuerda con aprecio, como Irma Leites, otra, con quien el vínculo terminó mal, como Leonel García, comparte su misma postura referente a la pandemia.

    Con un nuevo partido, Identidad Soberana, y sin Viana (fallecido en 2021), Salle fue el cuarto candidato más votado en las elecciones del 27 de octubre 2024. Las 65.796 adhesiones que consiguió, un 2,69% del total del electorado, lo depositaron a él y a su hija Nicolle en la Cámara de Diputados. El día de la votación concurrió desde su casa en Carrasco a su circuito en Punta Gorda —nunca abjuró de sus gustos “burgueses” y su amor por la buena vida— vestido con una remera hecha en España que decía “Meteos vuestra Agenda 2030 por el culo”. Salle y sus ideas están muy lejos de estar solos en este mundo.

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    El “Sallazo” no le dio para una banca en el Senado, pero sí para que varios dirigentes políticos, molestos con su discurso antisistema, teman por sus eventuales inconductas en el Palacio Legislativo.

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    El voto “sallista” caló más hondo en la zona costera, sobre todo en la atlántica, con especial énfasis en zonas de pescadores y artesanos. Así lo refleja un procesamiento del escrutinio realizado para Búsqueda por el analista de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) Esteban Cardoso. En Rocha, por caso, logró un 10,34% de los votos válidos en Valizas, un 6,72% en Punta del Diablo y superó largamente su promedio nacional en seis circuitos de La Paloma (7,49%, 6,4%, 5,68%, 4,49% y 3,66%). En Maldonado lo mismo pasó en La Barra (7,89%, 5,5% y 4,42%), Estación Las Flores (7,14% y 5,98%) e incluso en seis circuitos de la conurbación Maldonado-Punta del Este. Buena votación también registró en Parque del Plata, Canelones. En Montevideo, rondó el 6% de los votos válidos en Manga, Peñarol, Villa García y la Curva de Maroñas, zonas norteñas, periféricas y populares, pero también tuvo comportamientos así en algunos circuitos de barrios tan disímiles como La Teja, Parque Rodó, Malvín y La Comercial. En referencia a la edad, una radiografía realizada por El Observador y publicada el 2 de noviembre indicó que el electorado de Salle se reduce a partir de los 60 años.

    Semanas antes, el 8 de octubre, Salle era de nuevo invitado en Esta boca es mía, siempre en Canal 12, siempre con Victoria Rodríguez como conductora. Ese día dijo que llevaba 19 años denunciando “la corrupción de la partidocracia”, fustigó a la “elite económica internacional”, aseguró que “el narcotráfico financia a las dos coaliciones”, en referencia al Frente Amplio “y a los multicolores”, entre otros dardos varios. En un momento, el panelista Alfredo García, director del semanario Voces, se refirió inocultablemente a él como un “bufón con megáfono”. El momento se puso tenso. “Si me trata de bufón, no se lo voy a permitir”, le gritó Salle, levantándose de su silla. “Usted trata de ladrones al sistema político, no tiene autoridad moral”, retrucó el periodista. De inmediato, Salle lo tildó de “gran alcahuete de los vendepatria”. Rodríguez pidió calma, sin éxito, y mandó a una pausa, superada por la situación. Al regreso al aire, el hoy diputado ya se había ido.