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    Valeria Ripoll, el mano a mano con comerciantes del Centro y las quejas por la inseguridad

    La candidata a vicepresidenta del Partido Nacional recorrió la zona céntrica de Montevideo, se llevó reclamos por la inseguridad y prometió que la ley de internación compulsiva será una solución

    Es una jugada arriesgada, admite a Búsqueda Valeria Ripoll mientras avanza por la avenida 18 de Julio, a unas cuadras nomás de la explanada municipal. La candidata a vicepresidenta del Partido Nacional va a la intemperie sin mucho colchón. A lo que salga. Camina por la vereda con un pequeño grupo de dirigentes y militantes dispuestos a acompañarla en esta idea suya de ir puerta a puerta por distintos barrios de la zona metropolitana para escuchar y tratar de convencer. Para conseguir el voto.

    Son algo más de la cuatro de la tarde en pleno Centro de Montevideo. Ripoll transita unos metros y decide ingresar a uno de los primeros locales que se le presenta a su lado, una tienda de zapatos. El dueño la recibe amable y bien dispuesto a la charla. Hace 30 años que está en el negocio. Dice que la seguridad mejoró con las cámaras de vigilancia, pero se queja de las personas en situación de calle que le ahuyentan clientela: “Es complicado sacarlos”, lamenta. Y enseguida arremete contra la falta de limpieza y la “inmundicia” y el “mamarracho” de la bicisenda en medio de la avenida.

    La alcaldesa del Municipio CH, Matilde Antía, que acompaña a Ripoll en su recorrida, mete un chiste: “Es que algo verde tenían que dejar, en breve vienen y te pintan la fachada”. Y dice que cuando ella sea intendenta, las cosas van a cambiar. El comerciante sigue obsesionado con la bicisenda: “Pero mirá que no estamos en Holanda. Yo a veces me siento a mirar y pasan tres bicicletas en una hora”. Ripoll agradece la conversación. El propietario de la zapatería advierte mientras se despide: “Reconozco que soy de los blancos que te resistió, me tenés que terminar de convencer”. Y Antía intercede otra vez: “A mí me llevó 24 horas, se puede”.

    Sigue Ripoll por la 18 de Julio. Las personas pasan a su lado sin advertir demasiado de quién se trata. Algunos, más bien pocos, miran curiosos. Y otros continúan su camino absolutamente ajenos. La candidata a vice de los blancos se adentra en una joyería. La dueña la reconoce: “Estás relinda”, le dice. Y agrega que lo que está “feo” es “el tema de los chorros” en la zona. Se sacan una foto. “Me compraría todas las piedras que hay acá”, dice Ripoll mientras mira la vidriera de joyas. Sigue Ripoll. Avanza por la avenida y entra a una librería. Un encargado la atiende. Y se despacha con sus quejas mientras la exdirigente sindical escucha: “Es totalmente inútil esta bicisenda”. “Antes tenías tránsito todo el tiempo, ahora está este pulmón ahí en el medio, no lo usa nadie”.

    “Está triste 18”, comenta la dirigente blanca.

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    Ripoll recorrió la zona céntrica de Montevideo.

    Ripoll recorrió la zona céntrica de Montevideo.

    Otra cuadra más. Ripoll ahora va por un local de venta de botas. Quiere entrar, pero la puerta está trancada. Le abren. Y una de las empleadas le explica que justamente tienen que encerrarse por los riesgos a los que se exponen con la gente en situación de calle. “Se meten para adentro, se tiran a dormir en la puerta. Es el comentario de todo el mundo acá”.

    Próxima parada, una rotisería. “Un desastre”, se apura a contestar la señora detrás del mostrador. “Acá hay uno que viene todos los días, nos roba, se nos mete”. Ripoll la tranquiliza. Le habla sobre la ley de internación compulsiva a adictos y con problemas de salud mental. La normativa entrará en vigencia el 25 de agosto. “Es una herramienta que a nosotros nos va a ayudar. El informe de la gente en calle que consume es casi del 90%. Y si es consumo problemático y está en riesgo su salud y la de terceros, se tiene que internar”, explica. “Ojalá se pueda hacer algo”, se despide la empleada.

    “Después de Wilson sos vos”, le dice, entusiasmado, un veterano que la cruza. “Ay, lo amé”, responde Ripoll. Se mete a una galería. Se para a conversar con una pareja, dueños de una tienda de ropa. El reclamo se repite: la gente en la calle, lo “poco tentador” del ambiente céntrico para los comercios. Y nuevas críticas a la bicisenda. “Sola se la banca mi hijo porque es zurdito”, tira el propietario del local. Risas. “Aguantá los palos que te dan, eh”, le aconseja. “Tenés que resistir los archivos”. “Ya estoy acostumbrada”, responde Ripoll.

    El campamento tras las chapas

    Un par de horas antes de la caminata por 18 de Julio, Valeria Ripoll recorre la feria ubicada en un predio de la Intendencia de Montevideo, frente al edificio del Banco de Previsión Social. Llega y enfrenta la protesta de los feriantes, que vieron el despliegue previo y ya estaban expectantes ante el arribo de “alguien de la política” que los escuche. Una semana atrás hubo un apuñalado en la zona. “Acá todos los días es una lucha, la inseguridad es muy grande”, dice a Búsqueda la propietaria de un local de ropa interior. “Hace siete años que estamos pidiendo respuestas y hace dos que la situación es insostenible”, se queja.

    A unas cuadras hay un centro diurno y nocturno para personas en situación de calle. Pero sobre la tarde-noche es “tierra de nadie” y unas 50 personas se instalan en ese predio, donde hay locales abiertos y cerrados, y lo usan como refugio. También hay una gran explanada cubierta de chapas azules, posiblemente destinada a un estacionamiento, que los vecinos quieren mostrarle a Ripoll. La candidata se sube a una especie de muro de portland y mira por encima de las chapas. Hay dos o tres campamentos improvisados. Y un par de personas sentadas en ese descampado, matando el tiempo, que miran irritados a esos ojos y celulares que los observan trepados a un muro. Ripoll se sorprende con lo que ve.

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    “Me encanta trabajar, amo trabajar. Pero yo no puedo ni salir porque tengo miedo”, le dice una feriante a la candidata a vice. “Son más ellos que ustedes”, le responde Ripoll.

    Se superponen las voces con reclamos. La exdirigente sindical, con músculo de asamblea, trata de ordenar la conversación. Insiste con la próxima ley de internación compulsiva y carga contra la Intendencia, “omisa” en cumplir la Ley de Faltas y actuar ante los recurrentes desbordes en la zona. “El objetivo nuestro es llevarnos los reclamos. Hay algunos que podemos responder, porque somos gobierno, y hay temas de seguridad que dependen del gobierno. Pero si el ministerio actúa y la intendencia no hace su parte y no levanta los campamentos de las personas... La intendencia tiene la obligación de levantar todo eso y no lo hace porque cuanto peor le vaya al gobierno, mejor para la intendencia. Acá no se está pensando en la gente”, lamenta.

    Un integrante de la comisión de feriantes escucha en silencio hasta que suelta: “Yo ya te dije, soy un descreído, pero tus compañeros saben que te voy a votar por linda”. “¡Pero vos tenés que votarme porque creés en mí!”, retruca Ripoll. “Ojo que este es comunista”, le avisa desde atrás una señora.