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Productora de títulos cinematográficos propios al margen de las series televisivas, Netflix también ha irrumpido en los festivales para comprar en lote películas producidas por otros. Esto ocurrió en enero del presente año en el festival Sundance, de cine independiente, en el que adquirió una docena de títulos, entre ellos el que fue agraciado con el premio del Gran Jurado, colgado recientemente en la grilla con el título Ya no me siento a gusto en este mundo (I Don’t Feel at Home in this World Anymore, EEUU, 2017).
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Filmada en los barrios de la periferia de Portland, centra su mirada en la capa baja de la sociedad norteamericana. Ruth (Melanie Lynskey) es una joven solitaria, ayudante de enfermería, desencantada del mundo que le toca vivir. Breves e inteligentes pinceladas del guion describen esa circunstancia: Ruth sola de noche en el jardín tomando una cerveza; en el hospital donde trabaja, mirando protestas y enfrentamientos callejeros en la pantalla del televisor; Ruth en el frustrado intento de cruzar la calle frente a un auto que no la respeta como peatona; soportando sin quejarse que una persona en el supermercado le robe su lugar en la cola y otra al pasar por la góndola tire varias cajas y no se moleste en levantarlas; Ruth al volante mientras el informativo en la radio del auto describe una masacre en algún lugar; Ruth escuchando las imprecaciones de la enferma terminal que ella asiste; Ruth retirando indignada la caca de perro que nadie se molestó en limpiar del frente de su casa. Ella observa, absorbe y sufre; no puede estar menos a gusto con el mundo que le toca vivir.
La gota que derramará este vaso de angustia será la violación de su intimidad hogareña con el robo de su computadora, la platería de su abuela y su stock de sedantes y antidepresivos. Eso la enfrenta a la dureza del trato policial y a la nula solidaridad de sus vecinos, hasta que encuentra un alma gemela en desolación y en bondad que es su Tony (Elijah Wood), un hombre de costumbres y reacciones extrañas, bueno como el pan y al mismo tiempo cultor de artes marciales, en definitiva un “desgra” como ella. Ellos hacen buenas migas: Tony se consustancia con la indefensión de Ruth ante los ladrones y la ayudará en su campaña de búsqueda y justicia por mano propia.
Lo que sigue es una mezcla de comedia y thriller con dosis equivalentes de violencia y humor negro, en cuyo tratamiento es notoria la influencia de los hermanos Coen, aunque el resultado final no escale a esas alturas. La neozelandesa Melanie Lynskey como Ruth da el punto exacto de equilibrio entre su angustia existencial, su desamparo y esa fuerza interior que la hace rebelarse y decir “basta”. Puede ser una cara poco conocida por estas latitudes, pero en realidad es una actriz de una muy nutrida carrera, con un explosivo debut junto a Kate Winslet en Criaturas celestiales (EEUU, 1994), de Peter Jackson. Entre otras cosas fue también integrante del elenco de la serie televisiva Two and a Half Men, donde encarnaba a la psicóloga Rose.
Detrás de unos lentes de sol, una barba y un bigote que hacen al principio difícil reconocerlo, Elijah Wood es el vecino raro, bueno y solidario que acompaña a Ruth en su loca aventura. Excelente composición de un personaje extraño que el actor transforma en creíble y querible.
La película marca el debut de Macon Blair como director y guionista. Blair era el excelente protagonista de la notable Blue Ruin (EEUU, 2013), premiada en Cannes. Ahora, además de estrenarse como realizador y guionista, tiene una breve y muy jugosa aparición en el mostrador de un bar.
El resultado general es estimable por la infinidad de detalles de observación y humor inteligente. Tampoco falta el encadenamiento de sucesos imprevisibles y la proliferación de tiros, sangre, vómitos y puñaladas, con media docena de muertos. No obstante, es una lástima que en los 10 o 15 minutos finales el guion se desborde en una innecesaria e inverosímil persecución por el bosque. Vaya a saber qué le ocurrió a Malcon Blair, tan afinado y sutil en todo lo que había escrito hasta ese momento, que de pronto la brocha gorda reemplaza a la pluma aguda. De todas formas, habrá que estar atento de ahora en adelante al nombre de Blair entre los realizadores.