La imagen muestra a un hombre de mediana edad, con cabello oscuro y barba, sentado en un banco de madera al aire libre. Lleva una camisa a rayas en tonos rosa claro y rojo oscuro, abierta hasta el pecho, y un short rojo corto, posiblemente de baño. En su mano sostiene un mate. El hombre parece relajado pero decidido, como si la fotografía hubiera sido tomada en medio de la frase que estaba diciendo. Al fondo, se ve un jardín lleno de vegetación rural y parte de una sombrilla roja y blanca que aparece por un costado. La paleta de colores complementa la atmósfera cálida, con tonos rojizos y amarillentos que inundan la escena.
“Estas palabras relatan la búsqueda de la tumba de mi padre”, escribe Mederos en la primera página del libro, antes de comenzar a narrar, en segunda persona, el inicio de una escritura personal y atrapante que, en gran parte de la obra, se mantiene en ese mismo tono. “A fines de 2002, en una comunicación telefónica, tu hermana Gisele te cuenta que una persona desde Bolivia la llamó, diciendo que tu padre se estaba muriendo” (...) “Vos no veías a tu padre ni tenías noticias suyas desde los nueve años, cuando, a los pocos meses de separarse de tu madre, se fue sin aviso a Bolivia y allí, al parecer, vivió hasta su muerte supuesta, su muerte puesta”.
Allanamientos, primer libro de Sebastián Mederos
Allanamientos, primer libro de Sebastián Mederos
Javier Calvelo / adhocFOTOS
Más que un relato autobiográfico, Allanamientos se apoya en mecanismos propios de la investigación periodística y, por qué no, policial, y en la resolución de un misterio, para explorar el duelo y reflexionar sobre la identidad. Su narrativa es fragmentada, con voces entrelazadas del propio Mederos, y recorre una vida dividida entre Mar del Plata, Montevideo y Buenos Aires, lugares donde el autor vivió. No es el único triángulo de la obra; también se entrelazan la familia, la criminalidad y la noche, e incluso la psicología, la creatividad y el amor.
Fue una de las cuatro obras seleccionadas en 2024 por el programa de incentivo Crónicas de acá del Instituto Nacional de Letras. Tras una serie de presentaciones, que incluyeron la 46ª Feria Internacional del Libro de Montevideo en octubre, la obra tendrá su presentación “en solitario” hoy, jueves 21, a las 19 horas, en el Bar Alabama (Av. Italia 2953). En ella participarán los escritores Roberto Appratto, José Arenas, Gonzalo Baz y los músicos Gonzalo Irigoyen y Andrés Antúnez. Mederos, por su parte, tocará el bandoneón, su instrumento de cabecera, por el cual estuvo obsesionado durante años. Ahora mantiene con él una relación más sana.
“Siempre digo que toco el bandoneón porque mi viejo tenía un bar, y allí iban bandoneonistas”, escribe el autor. “Pero la verdad es que jamás en la vida entró un bandoneonista al bar de mi viejo. Es una historia que me armé para no hurgar en las razones más profundas de esto. Y, seguramente, para no decir que ninguno de mis padres tenía que ver con la música en lo más mínimo, que ninguno de los dos había terminado la primaria y que al bar de mi viejo jamás entró un músico; solo iban borrachos y duros a jugar al pool y a las cartas”.
La noche argentina y su cultura son elementos clave en el libro, especialmente con relación al tango y también a la cocaína, presente en diversas facetas: como mercancía a mover o como sustancia de uso recreativo. Estos dos elementos marcaban el ambiente de los hipódromos y bares nocturnos que Mederos frecuentó, obligado o por motu proprio, en su juventud. De ella también detalla, con un manejo estupendo del suspenso, el robo con amigos de unas antenas de cable y los dos allanamientos policiales que sufrió en su vida.
La idea del libro, en tanto, nació durante una tormenta. Unos años atrás, mientras estaba varado en Colonia, esperando la salida del Buquebus hacia Buenos Aires, donde estudiaba bandoneón, Mederos paseaba por la zona del tren abandonado cerca de la rambla. En ese momento, recordó una idea que había tenido con una pareja: ir a Bolivia en busca de la tumba de su padre. A partir de ese recuerdo, comenzó a fantasear con la posibilidad de realizar esa búsqueda a través de la escritura.
“La historia con el padre es un problema que tenemos casi todos”, dice el autor en conversación con Búsqueda, aludiendo a las complejidades emocionales que los hombres enfrentan al intentar comprender su rol como padres en la actualidad. “¿Cómo ser padre?”, se pregunta, y también hace referencia a teorías psicoanalíticas que hablan de la “caída del nombre del padre” y la “evaporación del padre” en el siglo XXI, vinculando este fenómeno con la crisis de las grandes narrativas y la desaparición de figuras autoritarias y referentes de poder.
Mederos comenzó a escribir fragmentos de recuerdos de su padre, entrelazados con vivencias del momento. Inicialmente, no tenía la intención de publicar este material, pero a medida que avanzaba en la escritura, empezó a percibir una conexión entre los recuerdos y su propio proceso de psicoanálisis. Hoy describe su proceso de escritura inicial como una búsqueda personal que no se limita a la mera evocación del pasado y hasta admite introducir algo de ficción.
“Nunca fue una cuestión solo de memoria”, asegura. Y señala que el verdadero motor de su relato no es simplemente recordar lo sucedido, sino cómo el pasado se conecta y resuena en el presente con las experiencias cotidianas y los recuerdos que se entrelazan como piezas de un rompecabezas en constante construcción.
Ese proceso se enriqueció a través de su trabajo con un psicoanalista, con quien exploró las raíces de sus recuerdos. “Empecé a recordar anécdotas, a enlazarlas con lo que me pasaba, y de ahí empezó el mapa de la búsqueda. La anécdota es la carne que le tira el ladrón al perro para aprovechar y robar la casa”, dice, parafraseando a Henry James.
Sebastián Mederos
Sebastián Mederos, músico, psicólogo y escritor.
Javier Calvelo / adhocFOTOS
Con el psicoanálisis presente en su vida, como paciente y como profesional, Mederos empezó a escribir utilizando los “testimonios de pase” como influencia en la estructura de su libro. Los describe como un concepto del psicoanálisis lacaniano utilizado para evaluar si un analista en formación está listo para ejercer. Así como los testimonios de pase buscan revelar las estructuras inconscientes del analista en formación, Allanamientos busca explorar el inconsciente de Mederos a través de la reconstrucción de su padre y su propia experiencia.
A lo largo de la novela, el escritor intercala el uso de la primera y la segunda persona del singular, pero es esta última con la que decide inaugurar y cerrar su obra. Con ella se crea un efecto de cercanía con el lector y se representa también la presencia de un “otro” que interpela al narrador. Según cuenta, se vio inspirado por la lectura de Si las cosas fuesen como son, de la escritora Gabriela Escobar, y decidió llevar ese recurso “al máximo” en su propio libro.
Mederos considera que la segunda persona crea un efecto de mayor cercanía con el lector, ya que lo interpela directamente e involucra en la narración. Según sus propias palabras, la segunda persona “no te deja hacerte el boludo”. Representa la voz de un “otro” que dialoga con el narrador y lo cuestiona. Este “otro” puede interpretarse de diversas maneras: como el padre del narrador, un alter ego o, incluso, como la voz misma de la neurosis.
Hoy, nutrido de diversas influencias literarias, desde Philip K. Dick hasta Emmanuel Carrère, Mederos, quien divide su tiempo entre la música y la psicología, está listo para seguir explorando la literatura, al menos la que le resulta motivadora.
“Ese tipo de escrituras me gustan”, afirma, refiriéndose a aquellas que implican un compromiso físico y emocional con el entorno. No se considera un detective; sin embargo, reconoce en su trabajo una búsqueda constante, un proceso investigativo que recurre a la recolección de datos y a la búsqueda de respuestas ante grandes interrogantes.
Hoy se encuentra trabajando en un nuevo libro que explorará la historia de su madre, fallecida cuando él tenía 14 años, buscando comprender su vida a través de los testimonios de familiares y la exploración de tres lugares que conectan con ella: Las Piedras, Treinta y Tres y Punta Colorada. Otro triángulo.
Tanto la escritura de su futuro libro como de Allanamientos, así como la práctica del bandoneón, representan para Mederos una forma de conectar con su pasado y comprenderse a sí mismo y al mundo que habita. “Me gustó que fuera movilizante”, comenta sobre su debut, y vincula este concepto con su experiencia al estudiar el bandoneón. “Cuando estoy estudiando en casa el bandoneón y me eriza, algo está pasando”. Lo que antes le ocurría solo con la música, ahora también lo encuentra en la escritura; crea así un lazo entre el arte y su interior que lo sacude y lo transforma.