En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
‘El síndrome de las ciudades hermosas’, literatura uruguaya rescatada 10 años después
Sobre cine, literatura y mundos misteriosos trata esta novela que en 2015 ganó el Premio Gutenberg y ahora regresa con el sello español Letra de Plata de la editorial Urano
Es una novela sobre ciudades reales, imaginadas o recreadas, y también sobre cine y literatura. Es una novela sobre personajes que se comunican en español, en francés, en ruso, en holandés. Es una historia breve e intensa con seres misteriosos que se mueven detrás de escenografías impensadas.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
La novela se llama El síndrome de las ciudades hermosas (Letras de Plata, 2024), un título que, en 2015, había sido noticia cuando ganó el Premio Gutenberg, que en ese entonces otorgaba la editorial Fin de Siglo y la Unión Europea. “La cuidada caracterización de los protagonistas, el buen manejo de los diálogos y el desarrollo de la narración, estructuran una ocurrente historia, cargada de imágenes potentes y escenografías quiméricas que terminan por imponerse”, fue parte del fallo del jurado.
Su autora, Carolina Cynovich (Montevideo, 1991), era en ese momento una estudiante de Comunicación Audiovisual de 24 años que en 2014 había ganado el Premio Sigmar-Mosca de literatura infantil-juvenil con El hombre que da cuerda al mundo. Ahora pasaron casi 10 años, y la novela se volvió a publicar en Letras de Plata, un sello de la editorial Urano.
Lo primero que llama la atención es la elaborada y colorida portada de la nueva edición, a cargo del diseñador español Luis Tinoco. “Estuve muy involucrada en el proceso junto con la editora, Virginia Morales, y con el diseñador. Todos los elementos que aparecen en la tapa están en la novela. Es una especie de collage con hojas superpuestas con distintas imágenes que reflejan las capas de realidad de la historia”, le dijo Cynovich a Búsqueda.
Carolina-Cynovich.jpg
Carolina Cynovich
El traductor y el cineasta holandés
Una de esas “capas” sigue al traductor Julián Molina, coleccionista de libros en todos los idiomas, profesor de francés y habitué del café-bar y librería Dionisio. Un día, el personaje recibe un llamado telefónico escueto y cortante. Un hombre lo convocaba al rodaje de una nueva película del director holandés Adam Claasen, quien necesita un traductor de francés. Y corta. Llevado por la curiosidad, Julián va al rodaje y allí comienza, sin más trámite, a ser el intérprete entre el director, los actores y el equipo.
Entonces aparecen las otras capas. Porque Claasen, un cineasta de culto excéntrico y estricto, tiene una historia personal tan enigmática como la película que está rodando, en la que obliga a los actores a usar máscaras. Y como todo artista de culto tiene sus seguidores que conforman la Claasenstad. Toda la construcción de este mundo en torno al cineasta es uno de los aspectos más logrados de la novela, que continúa con la aparición, por detrás de las calles y casas artificiales, de una mujer esquiva que carga con especial celo un maletín. Hay que prestar atención a este personaje, porque a partir de su aparición la novela adquiere una intriga casi policial.
“Claasen no está inspirado en ninguna persona real ni en ningún cineasta en particular. Lo que me divertía al armar el personaje era crear un artista obsesivo y meticuloso, con todo un mundo detrás, que termina siendo un misterio incluso para quienes trabajan con él y para sus espectadores, que nunca llegan a conocerlo del todo. Cuando escuchaba de la vida de directores o directoras o leía alguna historia del cine o del arte, aparecían como figuras lejanas y muchas veces se hablaba de sus personalidades atendiendo a sus misterios, obsesiones o rarezas. Me agarré de esa narrativa para crear a Claasen”, explicó la autora.
El otro aspecto atractivo es la escritura tersa de Cynovich, de vocabulario rico y cargado de imágenes. No parece haber sido escrita por una principiante. Para la autora, fue una nueva experiencia vincularse con la novela después de tantos años. “Me encantó la experiencia. Si bien yo sabía cómo terminaba la historia, había ciertos momentos del camino de los personajes o de algunas escenas que yo no recordaba tanto y reencontrarme con ellos me hizo disfrutarlo y sorprenderme. También renovar el cariño por la historia. En esa lectura, lo que hicimos con la editora fue una nueva corrección de estilo y nos permitimos cambiar detalles en algunos párrafos, pero el libro es el mismo, nada cambió en lo esencial”.
Y después están los idiomas que surcan la historia. “Tengo este poeta ruso que, leído en voz alta a usted le va a encantar”, le dice el dueño del Dionisio al traductor. Hay una especie de subtrama que se encierra en alguna frase en holandés, en la lectura de un poema en francés o en un libro misterioso cuyo idioma hay que descifrar. La autora puso mucho de su propio interés en los idiomas en la historia y en el personaje de Julián. “Me fascina cuando se comienza a aprender un nuevo idioma y cuando los textos se van revelando de a poco. Me pasaba cuando era chica y leía poemas en inglés, me gustaban y me guiaba por lo sonoro. Pero cuando fui aprendiendo más el idioma y a entender sus significados, el mismo poema iba como perdiendo su velo. A la hora de armar el mundo de este libro, incluí varios lenguajes que ni siquiera entiendo, al igual que menciono distintas artes”.
Entre esas artes está, por supuesto, el cine. La película que está filmando Claasen adquiere una dimensión propia, de tal forma que los límites entre la realidad que viven los personajes y las ciudades recreadas por la película que filman quedan difusos. Así se explica en la propia novela a través de un artículo de la revista Cine T que analiza la obra del cineasta. “Los filmes de Claasen interrogan lo urbano a través de lo invisible. Cuando sus seguidores experimentamos con ver sus películas de corrido, encontramos que explora lo icónico del romance de París, del intrincado Ámsterdam y de la ocupada Buenos Aires, hacemos que no perdamos la sensación de no habernos movido de lugar desde el primer minuto”.
Cynovich es docente y lleva adelante talleres terapéuticos y de escritura creativa. Para ella, hay puntos en común entre estas dos áreas. “Cuando uno ingresa en un proceso de investigación creativa, y, si lo hace en forma constante, va a tener un efecto de alguna manera terapéutico. La persona empieza a conectar con sus propios mundos y con su disfrute. Mira el mundo de otra manera y presta atención a cosas a las que antes ignoraba y tiene otra otra capacidad sensorial y de asociaciones. Eso, además de ser un placer por sí mismo, puede repercutir en otros ámbitos de la vida que necesitan de esas mismas habilidades o conexiones internas”, explica.
Su novela está llena de esas conexiones, sensoriales y creativas, en un envase y trama original, que evita los lugares comunes o la historia puramente local. Cuando se termina de leer, deja ganas de más, y eso es lo mejor que le puede pasar a una novela. Hay que esperar a que llegue la siguiente.