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    Gene Hackman: la intensidad de un coloso del cine

    Fue un hombre de contrastes: imponente en la pantalla, sereno en la vida y un actor que convirtió la vulnerabilidad en arte

    La búsqueda de la imagen que acompaña este obituario llega a su destino. Entre las capturas tomadas durante la filmación de La conversación (1974), una fotografía destaca sobre las demás. En ella, Gene Hackman, el protagonista, aparece en una pose pensativa, iluminado con una suavidad que resalta sus rasgos. Sus lentes reflejan un destello, y la atención se centra en su mirada, que, bajo un ceño ligeramente fruncido, se vuelve penetrante.

    Gene Hackman fue un coloso del cine. Un actor propulsado por su magistral dominio de la fuerza y la vulnerabilidad. En la fotografía, viste el atuendo de Harry Caul, su personaje en la obra maestra de Francis Ford Coppola: un experto en vigilancia paranoico, envuelto en un caso de asesinato que lo lleva al aislamiento y casi a la locura. Con una camisa de cuello y corbata, bajo el contraste entre la luz y la sombra, los contornos de su rostro y su bigote no dejan lugar a dudas. Se está ante la presencia de un gigante.

    Al compartir el retrato en sus redes sociales, el fotógrafo Brian Hamill recordó su encuentro con Gene Hackman, cuya muerte se hizo pública el pasado 27 de febrero. “Tristemente, uno de los mejores actores con los que he trabajado ha muerto. Gene Hackman hacía que la actuación pareciera fácil. Dotaba a cada papel de un significado profundo, yendo más allá de lo evidente”, escribió.

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    Fotografía tomada el 7 de enero de 1985 en París que muestra a Gene Hackman durante el rodaje del thriller Target, dirigido por Arthur Penn.

    Fotografía tomada el 7 de enero de 1985 en París que muestra a Gene Hackman durante el rodaje del thriller Target, dirigido por Arthur Penn.

    El fotógrafo, quien compartió momentos con Hackman en varias ocasiones, tanto en sets de películas como en sesiones fotográficas para revistas, lo describió como un profesional completo, amable y tranquilo. Fuera de las cámaras, Hackman disfrutaba hablar de deportes y, entre tomas, solía leer revistas de aviación. “Era, sobre todo, un tipo sencillo y sereno”, añadió Hamill.

    Más allá de su carrera como actor, Hackman exploró diversas pasiones a lo largo de su vida. Se dedicó a la pintura, la escritura, el buceo, la aviación y las carreras de autos. Él mismo se describía como alguien que necesitaba diversidad y no podía quedarse en un solo lugar, al menos en el ámbito creativo.

    Físicamente, sin embargo, prefirió una vida privada y tranquila. Disfrutaba de su hogar en Santa Fe, Nuevo México, lejos de Hollywood, donde se instaló junto con su esposa, la pianista Betsy Arakawa, alrededor de 1990. Su casa, rodeada de árboles y ubicada en una cima con vista a las Montañas Rocosas de Colorado, ofrecía un paisaje que prefería ver incluso más que sus propias películas en la televisión.

    Aunque disfrutaba del proceso creativo de la actuación y reconocía su habilidad para interpretar roles distintos, Hackman mantenía una visión a menudo autocrítica de su carrera y legado. La fama y la autopromoción le resultaban incómodas y evitaba considerarse una estrella. En lugar de eso, prefería centrarse en el trabajo en sí mismo y en disfrutar de la interacción con sus colegas.

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    Gene Hackman junto a Dustin Hoffman y a director Gary Fleder, durante a filmación de El Jurado.

    Gene Hackman junto a Dustin Hoffman y a director Gary Fleder, durante a filmación de El Jurado.

    Le fascinaba, especialmente, explorar personajes moralmente ambiguos, ya fueran héroes o villanos, y se enorgullecía de su capacidad para abordar esa versatilidad.

    En una conversación con el periodista Larry King en 2004, el actor explicó por qué no disfrutaba de las entrevistas personales en profundidad ni de verse actuar. “No me gusta hablar tanto de mí mismo. Es igual que verme en una película: me hace sentir incómodo. Me encanta actuar, esa parte me cautiva por completo. Pero cuando me veo en la pantalla, es como si viera a mi abuelo allí o algo así. En mi mente, todavía me siento como si tuviera 21 años”, confesó.

    Nació el 30 de enero de 1930 con el nombre de Eugene Allen. Su madre, Lyda, trabajaba como moza, y su padre, también llamado Eugene, era prensista en un diario. Este abandonó a la familia cuando su hijo tenía solo 13 años. Criado en Danville, Illinois, a los 16 años mintió sobre su edad para alistarse en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, donde sirvió cuatro años y medio como operador de radio. Tras ser dado de baja, se mudó a Nueva York para perseguir su sueño de convertirse en actor.

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    Gene Hackman durante la filmacion de Bonnie y Clyde, su primera película.

    Gene Hackman durante la filmacion de Bonnie y Clyde, su primera película.

    Fue una conversación con su madre lo que lo impulsó a seguir una carrera como actor. Le expresó su deseo de verlo actuar algún día, y eso fue el empujón que necesitaba. Además, Hackman reconoció que una infancia perturbada también influyó en su decisión. Esa rabia la supo aprovechar en las películas, al igual que otros grandes actores como De Niro y Pacino, a quienes consideraba entre los mejores de la pantalla.

    Para él, estos actores parecían perturbados y contenían una especie de furia, algo que también reconocía en sí mismo. El público, decía, se daba cuenta de esa actitud que transmitía un mensaje claro: “No te metas conmigo”.

    Los inicios de la carrera de Hackman estuvieron marcados por su trabajo en teatro y televisión, tras estudiar actuación en Pasadena Playhouse. Aunque fue considerado “el menos probable de tener éxito” junto con su compañero Dustin Hoffman, persistió y obtuvo pequeños papeles en producciones fuera de Broadway y series de televisión como The Defenders y Naked City. Su debut cinematográfico se dio con un pequeño papel en Lilith (1964), donde llamó la atención de Warren Beatty. Años más tarde, cuando Beatty comenzó a trabajar en Bonnie y Clyde (1967), lo recordó y lo eligió para el papel del hermano extrovertido del ladrón de bancos Clyde Barrow, Buck.

    El papel fue fundamental para su ascenso. Transmitía una personalidad relajada que, gradualmente, se transformaba en el más absoluto pánico una vez que comenzaban los disparos. Además, le valió su primera nominación al Premio Oscar como Mejor actor de reparto. Pauline Kael, crítica de The New Yorker, calificó su actuación como la mejor de la película.

    Embed - Morgan Freeman dedica unas bonitas palabras a Gene Hackman: "Descansa en paz, amigo"

    Su trayectoria, que despegó a finales de los años 60 y se extendió por más de cuatro décadas, dejó varios personajes de carácter fuerte con una intensidad latente. Entre ellos destacan Jimmy Popeye Doyle en Contacto en Francia (1971), un detective de narcóticos sin escrúpulos que le valió el Oscar como Mejor actor; Harry Caul en La conversación (1974), película sobre la cual Francis Ford Coppola dijo que Hackman era un gran actor, inspirador y magnífico en su trabajo y complejidad.

    En 1988 lo dirigió Alan Parker en Mississippi en llamas, película ambientada en 1964, en un pueblo dominado por el Ku Klux Klan. Gene Hackman, junto con Willem Dafoe, interpreta a un agente del FBI que investiga los rastros de tres activistas por los derechos civiles desaparecidos. Pero en Los imperdonables (1992), fue Little Bill Daggett, un sheriff sádico, papel por el que ganó su segundo Oscar como Mejor actor de reparto.

    Inicialmente, tuvo sentimientos encontrados con varios de estos roles. Dudó de ser el indicado para interpretar a Popeye Doyle, pero agradeció al director, William Friedkin, por impulsarlo. También se resistió al papel de Little Bill Daggett en Los imperdonables, hasta que Clint Eastwood lo convenció. Sus colegas resaltaban su intuición, su capacidad para generar empatía incluso con personajes antipáticos, y el elemento de peligro que aportaba a sus interpretaciones.

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    Gene Hackman como Little Bill Daggett en Los imperdonables.

    Gene Hackman como Little Bill Daggett en Los imperdonables.

    Sin embargo, la comedia y la vulnerabilidad no le eran ajenas. Hackman demostró sus dotes cómicos en El joven Frankenstein (1974) y un lado más inspirador como Norman Dale, el entrenador de baloncesto en Ganadores (1986), un hombre en busca de redención. Su papel de Royal Tenenbaum en Los excéntricos Tenenbaums (2001), donde interpretó a un padre ausente que intenta reconstruir su familia antes de que sea demasiado tarde, es uno de los más memorables y emotivos de su carrera.

    Tony Scott, quien lo dirigió en Marea roja (1995) y Enemigo público (1998), destacó que había “una miríada de colores detrás de los ojos de Gene y su rostro” que se transmitían en la pantalla. “Sentís lo que está pasando dentro de su cabeza y detrás de sus ojos”, comentó.

    Hackman y su esposa, Betsy Arakawa, fueron encontrados sin vida en su hogar de Santa Fe, Nuevo México, junto con su perro. Inicialmente, las autoridades consideraron las muertes “lo suficientemente sospechosas” como para iniciar una investigación exhaustiva, aunque se descartó el envenenamiento por monóxido de carbono como causa. El análisis del marcapasos de Hackman reveló que su último “evento” registrado ocurrió el 17 de febrero, lo que sugiere que falleció nueve días antes del hallazgo. Los resultados completos de la autopsia podrían tardar varios meses en conocerse.

    Embed - The Royal Tenenbaums - The Royal Gene Hackman

    Al informar sobre su muerte, sus hijas, Elizabeth y Leslie, junto con su nieta Annie, emitieron un comunicado: “Fue amado y admirado por millones en todo el mundo por su brillante carrera como actor, pero para nosotras siempre fue simplemente papá y abuelo”.

    En la ceremonia de los Premios Oscar del pasado domingo, el actor Morgan Freeman rindió homenaje a Hackman. Lo describió como un gigante y un amigo querido y mencionó su experiencia al trabajar con él en dos películas: Los imperdonables y Bajo sospecha (2000). Recordó que Hackman había recibido dos premios Oscar y, aún más importante, se había ganado los corazones de los amantes del cine en todo el mundo.

    Para concluir su tributo, compartió las palabras del mismo Hackman, quien dijo que no pensaba en su legado, sino que esperaba ser recordado como alguien que se esforzó por hacer un buen trabajo. Freeman aseguró que Hackman sería recordado por eso y mucho más. Con una pausa emotiva, añadió: “Descansa en paz, amigo mío”.