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    Hace 30 años que El Peyote Asesino está acá

    La banda celebra las tres décadas de su primer disco con un concierto en Sala del Museo este sábado 6, una nueva reedición del álbum en vinilo y un libro de la colección Discos que cuenta su historia

    Un sábado de 1994 al mediodía, un grupo de veinteañeros acaparó el estudio de Canal 10 como número central del programa Control remoto, que conducía Alfonso Carbone. Uno de los dos cantantes apareció en primer plano y lanzó los versos fundacionales de El Peyote Asesino: Cazo el micrófono y empiezo a gritar / Un montón de macacadas que te van a molestar / Te va a hacer sudar, te va a hacer moquear / El Peyote Asesino está acá. Un rato después, otro grupo de casi veinteañeros caminó por las calles de Parque Batlle para ir a jugar al fútbol en una cancha improvisada entre los árboles, cerca de la fuente. Habían sido sacudidos por la irrupción de ese grupo en la pantalla, por esa mezcla de punk, rap, funk y rock, una mezcla desconocida hasta entonces por aquí. El rock uruguayo nunca había sonado con esa calidad y contundencia. Era como poner en una licuadora a Rage Against the Machine, Cypress Hill, Los Ramones y Nirvana. ¡El Peyote Asesino está acá!, cantaban. Bueno, más bien gritaban.

    Un año después, tras tocar intensamente en sótanos, boliches y todo tipo de antros montevideanos, a mediados de 1995 grabaron su primer disco en el Estudio del Cordón, con Luis Restuccia en la consola, y en diciembre de ese año el sello Orfeo publicaba en CD y casete el debut —homónimo— de esta banda que en apenas cinco años se transformó en una de las protagonistas de la historia del rock uruguayo.

    Este sábado 6 El Peyote Asesino celebrará los 30 años de su disco debut con su mayor concierto en todo el año, en la Sala del Museo del Carnaval (rambla portuaria y Maciel, entradas en RedTickets a $ 1.200). Para la ocasión, la banda tocará por primera vez en su historia el disco entero, en forma completa, con sus 11 canciones en el mismo orden de la edición: El Peyote Asesino, Chupando la cuchara, Wanker, Todos muertos, Satisfaction, Lyrics, L. Mental, H. K., Tanta parla, Gavilán o paloma / El ojo blindado y La concha. La segunda parte del concierto girará en torno a los otros dos discos del grupo: el consagratorio Terraja, producido por Gustavo Santaolalla y publicado en 1998, y Serial, el trabajo de la madurez del grupo, publicado en 2021, y reflejo de su segunda época compositiva.

    Se trata de una oportunidad única, ya que salvo El Peyote Asesino, L Mental, Todos muertos, H.K. y El ojo blindado, rara vez se da la oportunidad de escuchar las otras canciones del disco visceral y explosivo. Será una muy buena ocasión para volver a apreciar en vivo la versión funk del himno de los Rollig Stones Satisfaction, una pieza instrumental y experimental como Lyrics, un funk-rock rapeado en inglés como Wanker o la camaleónica Tanta parla, que cambia de estilo y de atmósfera en cada estrofa, con su iconico leitmotiv “papa y buseca” y su coda con la locución sampleada de algún documental sobre la planta desértica que da nombre a la banda.

    El Peyote vinilo

    La formación inicial de El Peyote Asesino reunió a tres amigos nacidos en Uruguay, pero que se conocieron de adolescentes en México, donde crecieron en el exilio político que habían emprendido allí sus familias. Juan Campodónico, a cargo de las guitarras y los samplers, Carlos Casacuberta, en guitarras y voz, y Fernando Santullo, acreditado con su seudónimo rapero L. Mental en la otra voz del grupo. Nota: se trata de tres notables familias de artistas dedicados, además de a la música, a diversas disciplinas, como la fotografía, el cine y la literatura. A ellos se sumaron dos instrumentistas de excepción en la escena local de ese entonces: el bajista Daniel Benia y el baterista P. P. Canedo (desde hace más de 20 años baterista de La Vela Puerca). El disco fundacional fue producido por la propia banda y Gabriel Casacuberta, hermano de Carlos, que en ese entonces lideraba el dúo Plátano Macho, junto con un jovencísimo Luciano Supervielle, y que poco después comenzaba su camino con el proyecto binacional Bajofondo.

    El proverbial sonido y la calidad de las canciones del disco tomaron desprevenida a la escena local, y rápidamente captó la atención de público y crítica, que le prodigó abundantes elogios. El sólido y vibrante despliegue en vivo del grupo también colaboró con la rápida construcción de su prestigio. La onda expansiva no demoró en trascender fronteras, no en el plano de la popularidad, sino de la industria. Tanto que Gustavo Santaolalla, entonces el productor estrella del rock latinoamericano, el rey Midas que bendecía con su producción a bandas como Divididos, Café Tacuba, Molotov y, poco después, La Vela Puerca, los reclutó para su sello Surco, asociado a la major Universal Music, garantía de masividad.

    Peyote afiche

    Lo demás es otra historia: un año después de la publicación de Terraja la banda se separó, en 2009 se reunieron en un Pilsen Rock, y desde entonces convive con diversos proyectos de sus integrantes, con al menos uno o dos conciertos al año. En 2021 volvieron a publicar después de 23 años y demostraron estar en muy buena forma creativa.

    La formación actual, con la que saldrán al escenario el sábado 6, está compuesta por el cuarteto histórico Santullo-Campodónico-Casacuberta-Canedo, junto con Matías Rada (guitarra y coros), Bruno Tortorella (teclados y coros) e Ignacio Correa (bajo). La banda invitada será Catatumbo, nuevo grupo local dedicado al poshardcore, que transita en el under montevideano actual un camino similar al del Peyote en los 90.

    El recital aniversario, ya de por sí un gran acontecimiento, es acompañado por un doble lanzamiento: un libro que cuenta la historia del álbum, escrito por el periodista Pablo Izmirlián, y que integra la colección Discos de Estuario Editora, y una nueva edición del vinilo publicado por Bizarro en 2021, con remasterización a cargo del ingeniero de sonido Julio Berta, y ahora con un fotorreportaje de Matilde Campodónico sobre la grabación de 1995 y un texto de Andrés Torrón sobre el impacto del disco en el contexto de la música uruguaya de entonces.