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La Biblioteca Nacional llegó a Comisión de Diputados
Con 39 funcionarios, 30% con causal jubilatoria, sin archivólogos y con dificultades edilicias, la institución pelea por entrar al siglo XXI; el ministro José Carlos Mahía concurrió a la Comisión de Educación y Cultura con autoridades del MEC y de la Biblioteca Nacional y anunció que hacia octubre abrirá al público sin agenda
Gabriela Verde, subsecretaria del MEC, José Carlos Mahía, ministro de Educación y Cultura, y Rocío Schiappapietra, directora de la BNU, en la Comisión de Educación y Cultura de Diputados
En 1998, Búsqueda publicó un informe sobre la Biblioteca Nacional (BNU) que señalaba carencias de servicios, deterioro de archivos, libros robados o extraviados y falta de personal especializado. Cuando en 2005 el escritor Tomás de Mattos asumió como director, le dijo al semanario en una entrevista: “La situación es como la de un enfermo descompensado: si sigue como está, peligra su vida”. Cuando en 2010 De Mattos dejó la dirección estaba agotado: había enfrentado asambleas de funcionarios, robo de materiales y el colapso de las cañerías. El agua séptica de los baños inundó la sala de lectura y varios corredores. De Mattos concretó las reformas edilicias más acuciantes y comenzó la tan ansiada informatización. “Diría que llegamos a un 25% de lo que tendríamos que haber logrado”, dijo al irse.
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Su sucesor, el también escritor Carlos Liscano, enfrentó otras batallas más encarnizadas con el sindicato, se dedicó a limpiar la biblioteca, pero no tuvo suerte con su proclama pública para que dejaran de grafitear y de pegotinear la fachada. “Es una maravilla que tiene este país. Es la memoria escrita de la sociedad, que también está en el Archivo Histórico de la Nación. Pero estuvo abandonada durante muchos años”, le dijo a Búsqueda, y reseñó las carencias más urgentes, entre ellas, la de funcionarios técnicos y no técnicos. De 2010 a 2014 se esperaba que se jubilara el 25 % del personal. En ese momento, la BNU tenía 129 trabajadores.
Habría que hacer mucha memoria para recordar una buena noticia relacionada con la BNU. Tal vez la mejor fue la donación de La Galatea, imprenta que perteneció a los escritores Amanda Berenguer y José Pedro Díaz y fue donada por su hijo, Álvaro Díaz, junto con la biblioteca de la pareja, en la administración de Liscano. Con la dirección de Valentín Trujillo, La Galatease restauró y comenzó a imprimir poemas y relatos breves de autores nacionales. Esa también fue una buena noticia, igual que el acondicionamiento de una sala para que funcione el Centro de Música Lauro Ayestarán.
La bibliotecóloga Esther Pailos fue la antecesora de Trujillo y la primera mujer en ocupar ese cargo. Puso énfasis en la digitalización, pero también sufrió las carencias de la institución. A todos los directores los unió un concepto: el alcance nacional que debía tener la BNU y la necesidad de que se transformara, de que no fuera solo un centro para la preservación, la investigación y la lectura. Pero ningún gobierno le dio el presupuesto suficiente como para transformarse.
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Sala de lectura de la Biblioteca Nacional en 2022
Nicolas Celaya/adhocFOTOS
En comisión parlamentaria
Posiblemente sea la primera vez que la BNU es tema de interés en la Comisión de Educación y Cultura de Diputados. El miércoles 18, asistieron el ministro de Educación y Cultura, José Carlos Mahía, la subsecretaria del MEC Gabriela Verde y las autoridades de la BNU, la directora, Rocío Schiappapietra, y la secretaria ejecutiva, Julia Demasi.
La comparecencia en la comisión se debió a los anuncios que hicieron el 26 de mayo, Día Nacional del Libro, la directora y el ministro y que despertaron polémica. Entre ellos, el cierre parcial de la institución a la que solo se podría entrar por agenda previa. Este último aspecto no había quedado claro el día de los anuncios y la idea generalizada era que la BNU solo tendría agenda para investigadores y estaba cerrada al público. Para quienes conocen el itinerario de la BNU las crisis que se señalaron ese día no llamaron la atención.
Además de los problemas edilicios, la escasez de funcionarios es alarmante. Al día de hoy tiene 39 funcionarios, mientras que en 2005 tenía 140. “Hay áreas y funciones de la biblioteca sin funcionarios: Jurídica, Investigación y Archivo Literario”, informó Mahía a los integrantes de la comisión. Próximamente, no habrá quién se encargue de las áreas de encuadernación y digitalización. “Hay solo un funcionario propio para mantenimiento en un lugar que tiene 4.000 metros cuadrados de superficie, y además cuenta solo con dos personas para la atención al público y el cuidado del acervo”.
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Estatua de Sócrates en la entrada de la Biblioteca Nacional, 2022
Javier Calvelo/adhocFOTOS
El viernes 20, Búsqueda se agendó a través de la página de la BNU y pudo ingresar a pedir libros y a la sala de lectura, donde había dos personas. En la Sala Uruguay había un lector. Todo tiene el orden y la limpieza del no uso. El problema está en lo que el usuario no ve a simple vista, aunque las estatuas de Sócrates y de Cervantes a los costados de la escalinata de entrada, con sus grandes rajaduras en la base, le dan una señal.
Mahía anunció en la comisión algunas medidas que se harán en lo inmediato y con el presupuesto que tienen hasta el momento. “Se va a habilitar una sala de lectura acotada para las visitas guiadas. Yo leí por ahí que había miles de personas que venían a la Biblioteca Nacional y, en realidad, son las visitas guiadas de escolares”. También se abrirán las salas destinadas a niños, que se cerraron en 2020. En esta semana el ministro anunció que la BNU estará abierta sin agenda al público en el último trimestre del año.
El diputado Fermín Farinha Tacain, entre sus consideraciones, señaló: “Tengo la convicción de que, aunque ingrese una persona, ya justifica tener operativo el funcionamiento de algo que es un monumento; es un monumento en el sentido más cabal del término”.
A esta afirmación, Schiappapietra respondió: “A mí no me da lo mismo que entre una persona, que entren 20 o que entren 100 a la Biblioteca Nacional y cuáles son las experiencias que estas personas tienen cuando nos visitan; de ninguna manera. A mí no me da lo mismo que un grupo de 20 niños entren y recorran la biblioteca viendo más o menos, o que entren y se lleven una experiencia significativa de alfabetización real, la de un país al que le importa que aprendan a leer, que aprendan a entender lo que leen”.