“15.214 es el número de muertes sin justificación registradas por el MSP entre 2021 y 2022”, asegura uno de los manifestantes.
Esta declaración tiene como base un reporte del MSP que recuenta un crecimiento del 40% en los fallecimientos en el primer trimestre de 2022 en comparación al promedio histórico prepandemia (2015-2019). Más del 50% de las muertes sin causa conocida en ese período correspondían a personas mayores de 79 años.
Lejos de atribuir estas muertes a las inoculaciones, las causas pueden ser variadas: muertes que dejó la ola de la variante ómicron, patologías que empeoraron por falta de atención médica durante la pandemia (como enfermedades cardiovasculares) o incluso por fallas en los registros de defunción. De hecho, entre el 50% y 60% de los cuerpos que llegan a las morgues en Uruguay lo hacen simplemente porque ningún médico firmó el parte de defunción. En esos casos, la causa queda sin especificar y muchas veces ni siquiera se realiza una autopsia.
¿Y el “+1” de los chalecos?
“El “+1” hace referencia al caso más mediático: Juan Izquierdo”, termina el manifestante.
A través del megáfono Silva también menciona al futbolista de Nacional que falleció en 2024 unos días después de desplomarse en la cancha durante un partido de la Copa Libertadores. El jugador habría sufrido una arritmia que derivó en un paro cardíaco con consecuencias neurológicas. También nombró a otro futbolista, el argentino Sergio Agüero. El Kun Agüero dejó las canchas en 2021 tras recomendaciones de sus médicos por complicaciones cardíacas. Sin embargo, para los miembros del grupo Nunca Más Dictadura Sanitaria, ambas situaciones se explican por los efectos adversos de la vacuna contra el Covid-19. En ninguna de los dos casos hay evidencia que sustente esa afirmación.
Manifestación Nunca más dictadura sanitaria
Nunca Más Dictadura Sanitaria es un colectivo que se define como “social, político y apartidario”. Su primera movilización fue el 13 de marzo, en el marco de los cinco años de la pandemia de Covid-19.
Desde ese momento, se juntan cada 15 días para organizar las próximas actividades en “La casa de enfrente”. Enfrente del mármol y los protocolos del Palacio Legislativo, existe un espacio desprolijo, tapizado con recortes de diarios y lleno de pancartas que reúne voces que suelen estar en los márgenes de la discusión política: colectivos por el agua, comedores anarquistas, banderas por Palestina y negacionistas de la pandemia de Covid-19.
Allí se organiza lo que para Danilo Silva tiene que ser el fuerte del movimiento: las acciones en la calle. No es un objetivo fácil. “Cuando salimos a la calle a volantear, es difícil que seamos más de 15”, dice. Sin embargo, asegura que hay un espacio en el que se siente con fervor lo que él llama “la resistencia”: las redes sociales.
La trinchera digital
La apreciación de Silva es parte de una tendencia que se da en todo el mundo.
Durante la pandemia de Covid-19, las redes fueron terreno fértil para la desinformación sobre las vacunas. Una investigación del medio especializado en fact-checking AOS Fatos recopiló 3.406 chequeos sobre temas vinculados con la pandemia producidos por medios de 14 países latinoamericanos entre enero de 2020 y febrero de 2022. La vacunación fue el tema más frecuente con 1.103 chequeos en la región, el 32% del total analizado.
Es cada vez más frecuente que las personas recurran a las redes sociales para obtener información acerca de las inoculaciones. En Uruguay, las búsquedas del término vacunas tanto en Google como en YouTube tuvieron un pico en febrero y marzo de 2021, con el aterrizaje de las primeras dosis contra el Covid-19 en el país. Sin embargo, los datos muestran que el interés no terminó con la pandemia: los picos de búsqueda persisten, especialmente en YouTube, donde se destaca a Rocha como el departamento con más búsquedas en los últimos cinco años, seguido por Cerro Largo y Tacuarembó.
Los grupos de Facebook son otro espacio en la web donde los usuarios expresan su escepticismo hacia las vacunas. Allí, utilizan números en lugar de letras, emojis en lugar de palabras y términos como farmafia o plandemia para huir de la moderación de contenido.
Pero no son el único lugar dentro de la plataforma. Parte del discurso antivacunas circula a simple vista. Búsqueda realizó —junto con el sociólogo y estudiante del doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Duke, Martín Opertti— un análisis de los comentarios bajo las publicaciones de la página de Facebook del Ministerio de Salud Pública.
Entre el 1º de abril y el 13 de mayo de este año, el MSP publicó 91 veces en su página de Facebook, una de las redes sociales más usada en Uruguay. De ese total, 36 publicaciones incluían el término vacuna o alguna de sus variantes. En promedio, las publicaciones sobre vacunación recibieron 867 comentarios más que aquellas sobre otros temas, pero apenas la mitad de las reacciones totales —incluidas todas las opciones de Facebook como “me gusta”, “me encanta”, “me enoja” o “me entristece”— y de los compartidos.
Una forma habitual de medir la repercusión de un contenido es comparar la cantidad de comentarios con la de otras interacciones como reacciones o compartidos. Cuando el número de comentarios es alto en relación con las reacciones y compartidos, suele interpretarse como una señal de controversia o polarización, como sucede en el caso de las vacunas.
Entre 2017 y 2020, la relación entre interacciones fue de seis comentarios cada 100 interacciones. Luego de la pandemia, entre 2022 y 2023 este número subió a 26 comentarios. Pero en 2025 esta cifra se disparó: 62 comentarios por cada 100 interacciones. La tendencia está al alza y la controversia en torno a la vacunación en estas publicaciones aumentó más del doble en el último año.
Esta controversia no se limita a usuarios aislados: muchos de los comentarios se enmarcan en hilos de discusión. Del total de 1.738 comentarios analizados, el 63% fueron mensajes directos a las publicaciones del MSP, mientras que el resto fueron respuestas a otros usuarios. Incluso, se detectaron más de 300 comentarios a comentarios de comentarios, un tercer nivel de interacción. Además, son muy frecuentes las menciones a otros usuarios.
Los comentarios no atacan a una única inoculación. De las 36 publicaciones del MSP sobre vacunación durante abril y mayo de 2025, 17 fueron sobre la vacuna antigripal, ocho sobre vacunación en general, seis sobre la vacuna contra el virus respiratorio sincicial (VRS), cinco sobre la del sarampión y una sobre la fiebre amarilla. Las publicaciones de la campaña antigripal fueron las que generaron mayor volumen de comentarios, con un promedio de 72 por publicación, seguidas por las referidas a la vacunación general (45) y las del VRS (38).
Más allá de la cantidad, también varía el tono. Un análisis del sentimiento de los comentarios en publicaciones sobre vacunas antigripal, VRS, sarampión y vacunación general muestra que los mensajes más negativos se concentran en torno a la vacuna contra el VRS: el 27% de los comentarios tuvo un tono negativo. Le siguen el sarampión (24%), la antigripal (20%) y las publicaciones generales (19%).
Aun así, el aumento del volumen del discurso antivacunas en redes sociales no parece, hasta el momento, afectar el desarrollo de la campaña de vacunación antigripal. Aunque dicha campaña va por la semana 12, los números muestran cifras similares a la situación prepandemia. A junio de 2025, se administraron 460.000 dosis, mientras que en 2019 el número al cerrar la campaña de invierno fue de 528.000. Este año, según el MSP, la campaña finalizará el 31 de agosto.
Ser o no ser, esa es la cuestión
No es fácil definir un único discurso antivacunas. Por un lado, porque las posturas son muy diversas: van desde reclamos de mayor transparencia al MSP hasta teorías conspirativas sobre supuestos planes internacionales de genocidio sanitario. Por otro, porque casi nadie quiere considerarse “antivacunas”.
En conversación con Búsqueda, Danilo Silva sostiene que Nunca Más Dictadura Sanitaria no es un grupo antivacunas: “Nosotros no cuestionamos la libertad individual de quien decida vacunarse con un producto que cumpla con el método científico”. Según él, la vacuna contra el Covid-19 “no cumple con esos requisitos” y estuvo acompañada de “mucho miedo, mucha presión institucional y un relato único”.
Silva también afirma que la vacuna contra el Covid-19 “generó alarma respecto a las demás”. Comenta que, a través de un pedido de información al MSP, supieron que el ministerio “no controla el contenido de los viales, no sabe lo que tiene y confía ciegamente en lo que dice la farmacéutica”.
“No es que nosotros seamos antivacunas. En realidad, planteamos cuestiones procedimentales que son lógicas y que el Estado debería garantizar”, concluye Silva.
En respuesta a este argumento, Fernanda Nozar, directora general de Salud del MSP, explica a Búsqueda que “todas las vacunas cuentan con estudios de seguridad y, antes de ser aplicadas en humanos, pasan por todas las fases de aprobación”. Además, destacó que el ministerio realiza un monitoreo constante a través de un sistema de farmacovigilancia, que incluye el reporte de eventos adversos.
Para Nozar, las vacunas son la “vedette” del sistema de salud y advierte: “¿Qué haríamos si dudáramos del contenido de todos los medicamentos que se incorporan al Formulario Terapéutico Nacional, cuando pasaron todos los estudios de investigación?”.
En el análisis realizado por Búsqueda, información es uno de los términos con mayor cantidad de menciones totales en los comentarios de las publicaciones del MSP. Estos comentarios retoman el argumento utilizado por Silva, quien pide que el MSP informe sobre los componentes y posibles efectos adversos de las vacunas.
Nunca Más Dictadura Sanitaria no es el único grupo que, a pesar de albergar escepticismo hacia las vacunas, no se considera parte del movimiento antivacunas. Libertad Sanitaria UY, un grupo público de Facebook creado en 2016 con 5.200 miembros, centra su lucha en contra del carné de salud y del certificado de esquema de vacunación. En el grupo, algunos comentarios dejan un mensaje claro: “Si amas a tus hijos, no los vacunes”.
Sin embargo, su fundadora asegura que no son “conspiracionistas ni antivacunas”, sino que defienden “los derechos individuales”. Para ella, Libertad Sanitaria se presenta más como un “grupo de consultas” que como un “movimiento ideológico”. En el grupo de Facebook, la mayoría de las consultas son sobre la obligatoriedad de las vacunas en niños, una preocupación que también se repite entre los comentarios analizados por Búsqueda en las publicaciones del MSP.
En esos comentarios, se alude a una supuesta intención de despoblar el planeta, a la creencia de que los niños ya cuentan con inmunidad natural y, con frecuencia —y notable repercusión—, al argumento de que las vacunas causan autismo.
Este mito se remonta a 1998, cuando la revista médica The Lancet publicó un estudio que sugería una supuesta relación entre la vacuna triple viral (sarampión, paperas y rubéola) y el autismo. Sin embargo, la investigación carecía de evidencia científica válida y fue rápidamente cuestionada por la comunidad médica. Su autor principal, Andrew Wakefield, perdió su licencia para ejercer la medicina en 2010 por conducta no ética, mientras que el resto de los autores del estudio retiraron su apoyo. The Lancet terminó retractando el artículo tras confirmarse que contenía datos falsificados. Desde entonces, múltiples estudios han descartado cualquier vínculo entre las vacunas y el autismo.
Sin embargo, este ha sido un argumento promovido por Robert F. Kennedy Jr., actual secretario de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos que lleva más de 20 años haciendo campaña contra la vacunación. En 2021, una investigación de la ONG británico-estadounidense Center for Countering Digital Hate reveló que solo 12 personas eran responsables del 65% de la desinformación sobre las vacunas que circulaban en plataformas como Facebook, Instagram y Twitter. Robert F. Kennedy Jr. fue identificado como uno de ellos. Además, se ha posicionado en contra de la vacuna del sarampión y la DTP (difteria-tétanos-tos ferina). En su audiencia de confirmación ante el Senado negó ser antivacunas, solo “pro-seguridad”; sin embargo, a comienzos de junio decidió echar a los 17 integrantes del consejo asesor en materia de vacunas. El nuevo comité, que incluye miembros que han cuestionado a las vacunas, anunció una revisión del esquema de inoculación en Estados Unidos, informó el martes 1° el Financial Times.
En mayo de este año, el estadounidense fue recibido por el ministro de Salud argentino, Mario Lugones. Tras el encuentro, el ministerio anunció que pondría el foco en “los procesos de fabricación, aprobación y supervisión de vacunas, con el objetivo de garantizar que las decisiones sanitarias estén basadas en evidencia pública, verificable y con controles efectivos”. En el comunicado, se cuestiona la vacunación contra el Covid-19 y señalan que fue “aplicada sin grupo de control y bajo condiciones de aprobación excepcionales”. Sin embargo, el ministerio aclaró que mantendrá las campañas de “vacunación seguras, como la del sarampión, con eficacia comprobada y consenso internacional”.
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Esta aclaración no fue casual: al mismo tiempo que se difundía el comunicado, las autoridades sanitarias enfrentaban un brote de sarampión con 30 casos confirmados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires. Los contagios —de esta enfermedad viral aguda que se previene con vacunas— se concentraron en personas de entre 9 meses y 38 años. Según las estadísticas oficiales, la cobertura para la primera dosis de la vacuna triple viral se ubica en un 78,5%, mientras que la segunda dosis presenta una caída alarmante: solo alcanza al 46,2% de la población. Once días después del comunicado, Lugones publicaba en su cuenta de X un mensaje contundente: “¡VACUNÁ A TU HIJO CONTRA EL SARAMPIÓN, YA!”.
Entre enero y mayo de 2025, se confirmaron 2.325 casos de sarampión en la región de las Américas, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Los principales focos se detectaron en Canadá, Estados Unidos, México, Argentina, Belice, Brasil y Bolivia. En el mismo período de 2024, se habían registrado solo 205 casos, un aumento de más de once veces.
Teorías conspirativas
“Lamentablemente la gente sigue dormida, no investigan, no leen, no buscan información y así estamos”.
“Wowww… tantas muertes y personas dañadas por ésos pinchazos venenosos y todavía la gente no aprende!”
“Como siempre todos corriendo contentos al matadero!”
Estos son algunos de los comentarios bajo un video publicado por una cuenta antivacunas uruguaya en el que se muestra un hombre indignado por una campaña de vacunación llevada a cabo en el Municipio G.
Estos comentarios reflejan una parte clave del discurso antivacunas: la idea de que ellos “están despiertos” ante una verdad que la mayoría ignora.
En el análisis realizado por Búsqueda, se identificó un grupo recurrente de términos asociados a narrativas negativas amplias, como veneno, genocidio, genocidas o muerte. Estas expresiones suelen alinearse con teorías conspirativas más estructuradas, dirigidas principalmente a la vacuna contra el Covid-19, y que con frecuencia incluyen denuncias contra la Agenda 2030 y la farmacéutica estadounidense, Pfizer.
A este panorama se suma una nueva preocupación: en los últimos meses, las redes sociales comenzaron a alejarse de las políticas de moderación de contenido que habían adoptado tras las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos.
En enero de 2025, Meta anunció que abandonaba el uso de verificadores profesionales en Estados Unidos en un video en el que Mark Zuckerberg señalaba que los verificadores se volvieron “demasiado sesgados políticamente” y era “hora de volver a las raíces de libertad de expresión”. En su lugar, apuntan a un sistema colaborativo como el de X, en el que son los propios usuarios quienes agregan notas de contexto en las publicaciones de Facebook e Instagram.
YouTube va por el mismo camino y, a pesar de no publicar un comunicado, desde diciembre instruye a sus verificadores a no eliminar contenido que pueda violar sus reglas si es de “interés público”, según un reporte del New York Times. El material de capacitación al que accedió el medio incluye ejemplos de videos que fueron aprobados a pesar de contener desinformación médica, como la afirmación de que las vacunas contra el Covid-19 alteran los genes de las personas.
A la vez, estas ideas antivacunas salen de los límites de la pantalla y se logran escabullir en la discusión política. Apenas 24 horas antes de las elecciones nacionales que llevaron a Identidad Soberana a obtener dos bancas en el Parlamento, la actual diputada Nicolle Salle atribuyó, sin ningún dato que lo fundamentara, el accidente del ómnibus 121 en la rambla de Pocitos a supuestos efectos adversos de la vacuna contra el Covid-19. Escribió en su cuenta de Facebook: “Esta es la triste nueva normalidad, sepan que quienes se inocularon son bombas de tiempo. Han destrozado la salud de billones de personas y ahora a lidiar con las consecuencias”.
Su padre y líder de Identidad Soberana, Gustavo Salle, es uno de los grandes representantes del movimiento antivacunas en Uruguay. Durante la pandemia lideró marchas contra el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), recomendó la ingesta de dióxido de cloro para prevenir la enfermedad y sostuvo que el gobierno usaba al pueblo uruguayo “como conejillos de Indias en una experimentación genética”.
Desde que ocuparon sus bancas, padre e hija trasladaron el megáfono, los carteles y las historias de muertes súbitas del asfalto a la Cámara Baja del Parlamento. En marzo, apenas un mes después de asumir, Nicolle Salle solicitó la formación de una comisión investigadora sobre la gestión de la pandemia de Covid-19 en Uruguay a través de un documento de 83 páginas. Además, en la comisión preinvestigadora, Gustavo Salle presentó más de 300 documentos.
A pesar de que la iniciativa solo contaba con los dos votos de Identidad Soberana, la discusión en la Cámara de Representantes fue extensa. La exposición de Gustavo Salle duró alrededor de una hora. Desde los balcones lo escuchó César Vega, el exdiputado del Partido Ecologista Radical Intransigente que en 2021 llevó a dos mujeres a la sala de prensa del Parlamento para demostrar que las vacunas contra el Covid-19 les habían causado cualidades magnéticas. Entonces, las mujeres se colocaron monedas, cubiertos e imanes de cocina en el rostro y el pecho, intentando mostrar que quedaban adheridos a sus cuerpos. Días después, ambas admitieron en el programa Santo y seña que en realidad no habían sido vacunadas, sino que se habían realizado hisopados.
Dos de los tres integrantes de la comisión preinvestigadora rechazaron la creación de la comisión investigadora. Aunque con argumentos distintos, los diputados Pablo Abdala (Partido Nacional) y Federico Preve (Frente Amplio) se manifestaron en contra, mientras que Gustavo Salle (Identidad Soberana) votó a favor.
Nicolle Salle no solo aprovecha su banca en el Parlamento para visibilizar su discurso antivacunas. También recurrió a un canal de Telegram a su nombre, donde ha difundido mensajes en contra de la vacuna contra el sarampión. En ese espacio, varios usuarios reenviaban contenidos de grupos internacionales que promueven teorías conspirativas sobre la pandemia de Covid-19. El canal fue eliminado recientemente. La plataforma de mensajería Telegram es otra red donde las posturas antivacunas encontraron un espacio para su distribución.
“El movimiento antivacunas tiene un impacto relevante en la salud pública porque genera desinformación y ruido”, advierte Nozar. Sin embargo, agrega: “Lo que más debería interpelarnos” no es solo la circulación de contenidos falsos, sino el nivel de “alfabetización en salud” de la población. “Nuestra estrategia es generar información desde el ministerio, sin excluir que surja desde otros actores, pero asumiendo la responsabilidad de la comunicación poblacional”, sostiene.
En una línea similar, el director de la OPS, Jarbas Barbosa da Silva Jr., dijo a Búsqueda que frente a la desinformación sobre vacunas “es importante tener estrategias de comunicación renovadas”. Ya no alcanza, advirtió, con que los gobiernos simplemente digan que hay que vacunarse: ahora, tanto instituciones como autoridades deben “buscar formas de comunicación más cercanas a la población”.
Agregó que otro aspecto importante es la “capacitación de los profesionales de salud”, ya que son “la principal fuente de confianza para las familias al momento de decidir sobre la vacunación”. “Muchos profesionales no cuentan con información suficiente sobre cómo se producen las vacunas y cómo se asegura la calidad”, señalo. En consecuencia, si el profesional no tiene información clara puede “aumentar la duda respecto a la vacunación en esa familia”.
Consultada sobre esta afirmación, Nozar sostiene que no existe una línea estratégica específica orientada a esa capacitación: “Durante la carrera, tanto de medicina como de otras áreas de la salud, se aborda el tema de las inmunizaciones y se habla sobre la composición de las vacunas. No consideramos necesaria una formación adicional específica”, precisó.
¿Cómo es el esquema de vacunación en Uruguay?