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    Los cascos azules uruguayos llegan del Congo desgastados mentalmente tras una misión que apunta a extenderse

    Alrededor de 200 soldados retornan luego de casi un año y medio de un conflicto militar que registró acuerdos diplomáticos e informes positivos a Naciones Unidas

    El 26 de enero de 2024, los reportes meteorológicos anunciaban una jornada con cielo despejado, temperaturas de 30 °C y recomendaciones de permanecer a la sombra e hidratarse con frecuencia. En la Brigada de Infantería N° 1 del Ejército, en Punta de Rieles, la sensación térmica superaba las previsiones mientras el entonces ministro de Defensa Nacional, Javier García, despedía al contingente de soldados que viajaban al Congo.

    Un total de 752 efectivos iniciaban ese día una serie de cuatro vuelos con destino a África. Como toda misión de Naciones Unidas (ONU), el plan era que estuvieran desplegados un año y volvieran a Montevideo para ser reemplazados por otro grupo de militares. Pero ese retorno se demoró más de lo previsto: uno, dos, tres, cuatro y hasta cinco meses. Hoy jueves, aquellos 725 soldados que marcharon al Congo en un caluroso mediodía de verano volverán a Montevideo.

    El arribo está previsto para el viernes 4, en medio de una ola de frío polar y, especialmente, de una urgencia por parte del gobierno, del Ejército y de sus familiares para que estén en Uruguay. El contingente de cascos azules vivió un período complejo en el Congo, con una misión que sufrió ataques, fallecidos, heridos y un conflicto interno que recién la semana pasada dio señales concretas de disiparse.

    El retorno a Uruguay

    “Esta situación ha abierto un flanco de debilidades que tiene que ver, fundamentalmente, con la salud y con la salud mental de nuestro contingente”. El 10 de junio la ministra de Defensa, Sandra Lazo, acudió a la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Representantes, donde, entre otros temas, informó sobre la situación de los cascos azules en el Congo.

    Como ocurre en guerras y conflictos armados en todo el mundo, el plazo ideal para una misión establecido por autoridades militares suele ser de un año. Altos niveles de tensión, agotamiento físico y emocional, la distancia del hogar, el aislamiento y las condiciones climáticas adversas son factores para esa planificación. En el caso del Congo, se suman las barreras idiomáticas y enfermedades como la malaria. Más allá de lo que cada soldado pueda experimentar de manera personal, la lógica también responde a criterios militares: prolongar ese tiempo en el terreno puede llevar a una fatiga acumulada que aumente el riesgo de errores operativos.

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    El canciller, Mario Lubetkin, y la ministra de Defensa, Sandra Lazo, al anunciar en conferencia de prensa la vuelta de las tropas uruguayas del Congo

    El canciller, Mario Lubetkin, y la ministra de Defensa, Sandra Lazo, al anunciar en conferencia de prensa la vuelta de las tropas uruguayas del Congo

    Los soldados uruguayos tenían agendado su retorno para enero. Para esa época, sin embargo, el Congo experimentaba un notable aumento de la violencia, sobre todo en el este del país, donde actúan los efectivos uruguayos. El dominio en esa región del grupo rebelde M23 (Movimiento 23 de Marzo), que pelea contra el gobierno, obligó a la ONU a posponer el relevo de sus cascos azules. En mayo el escenario permanecía incambiado, al punto tal que el comandante de la División Ejército III, Jorge Fernández, dijo en rueda de prensa: “Aún no están dadas las condiciones para el relevo”.

    Para junio el problema se había agudizado y Lazo insistió sobre el delicado contexto físico, anímico y psicológico de los militares uruguayos. En el plano político, el canciller Mario Lubetkin había enviado varias notas al secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, para consultarlo sobre probables fechas de retorno para las tropas. Lubetkin viajó a la sede de la ONU en Nueva York y mantuvo el 18 de junio reuniones con la vicesecretaria general de Naciones Unidas, Amina Mohammed, con la secretaria general adjunta para África, Martha Ama Akyaa Pobee, y con la responsable de la Oficina de Asuntos Militares, Cheryl Pearce.

    Horas después, ya en Montevideo, el canciller anunció junto a Lazo que las gestiones habían dado resultados y que los efectivos uruguayos comenzarán a llegar al país a partir del 4 de julio. Este jueves despega desde Uganda un vuelo de Ethiopian Airlines rumbo a Montevideo con alrededor de 200 soldados a bordo, “aquellos que están más vulnerables”, según Lazo. La aeronave llevará a ese grupo y traerá de regreso a otros 200 como reemplazo, en un proceso que continuará con más vuelos en los días siguientes hasta completar la rotación de los casi 800 soldados uruguayos empleados en el Congo desde enero del año pasado.

    En el primer viaje —tanto de ida como de regreso— volará el jefe militar de la intervención de Naciones Unidas en el Congo, el general brasileño Ulisses de Mesquita Gomes. Su estadía en Montevideo será breve: apenas 24 horas, el tiempo entre la llegada del nuevo contingente y la partida del saliente. Fuentes oficiales señalaron a Búsqueda que su presencia representa tanto un gesto de reconocimiento de la ONU al trabajo de Uruguay en la misión como una señal de que la situación en el país africano atraviesa un momento favorable y relativamente estable.

    El conflicto en el Congo

    Los militares uruguayos —en su gran mayoría pertenecientes al Ejército, aunque también hay integrantes de la Armada y de la Fuerza Aérea— están presentes en la República Democrática del Congo desde hace 25 años. Forman parte del Batallón Uruguay IV, el más numeroso de todas las operaciones de cascos azules de las que participa Uruguay en el mundo. Se encuentran divididos en tres bases, ubicadas todas al este del país: una en la localidad de Rusayo, otra en la base logística RVA de la ONU y el resto en la base uruguaya Siempre Presente, en la ciudad de Goma. Son integrantes de la denominada Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (Monusco, por sus siglas en inglés), en la cual hay 15.000 soldados de distintos países.

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    Un miembro del grupo rebelde M23 controla el paso de soldados en la ciudad de Goma, en una imagen tomada en mayo

    Un miembro del grupo rebelde M23 controla el paso de soldados en la ciudad de Goma, en una imagen tomada en mayo

    A comienzos de año, el grupo rebelde M23 lanzó una ofensiva en el este, sobre las provincias de Kivu del Norte y Kivu del Sur, lo que le permitió capturar localidades estratégicas, incluida la ciudad de Goma, un punto clave en la región fronteriza con Ruanda. El M23 es una milicia armada integrada en gran parte por miembros de la etnia tutsi congoleña, que no está representada en el gobierno del Congo, cuyo presidente actual, Félix Tshisekedi, pertenece a la etnia luba.

    El grupo había sido desmovilizado en 2009 tras un acuerdo de paz, pero resurgió en 2021 apoyado por Ruanda. Su ofensiva sobre el este del país desembocó en la muerte de tres cascos azules, uno uruguayo y dos sudafricanos. El 25 de enero el Ejército confirmó el fallecimiento en combate del soldado Rodolfo Álvarez, perteneciente al Grupo de Escuadrones de Caballería Mecanizada Nº 1. También hubo cuatro efectivos heridos: el sargento Adrián Fernández, el soldado Franco Olivera y el soldado Elder Píriz, del Grupo de Artillería de Defensa Antiaérea Nº 1, y el cabo Roque Francia, del Grupo de Artillería Nº 5. Fernández debió ser sometido a una cirugía que incluyó intervenciones de otorrinolaringología, ortopedia y cirugía plástica. En abril volvió a Uruguay debido a la gravedad de su estado.

    El avance del M23 ya había sido advertido en diciembre por el Consejo de Seguridad de la ONU, que expresó en una resolución su “grave preocupación por la violación del alto el fuego y la presencia no autorizada de fuerzas externas de un Estado vecino en la parte oriental del país”, en referencia a militares de Ruanda. El Consejo de Seguridad decidió mantener las prioridades estratégicas clave de Monusco —proteger a la población civil, apoyar la estabilización y el fortalecimiento de las instituciones del Estado, así como respaldar reformas clave de gobernanza y seguridad— a la vez que prorrogó por un año la presencia de la misión en el Congo.

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    Soldados uruguayos durante una operación en el Congo

    Soldados uruguayos durante una operación en el Congo

    La salida de los cascos azules del Congo ha sido tema de debate recurrente, impulsado por reclamos tanto del gobierno congoleño como de sectores de la sociedad civil que consideran que la misión ya no cumple su propósito original y, por el contrario, ha contribuido a agravar los enfrentamientos internos. En diciembre, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución que llamó a implementar un retiro gradual, responsable y sostenible de la Monusco. La previsión era que a fin de 2025 la misión estuviera finalizada.

    En enero de 2024, durante la despedida del contingente uruguayo, el entonces ministro García se expresó en esa línea basado en conversaciones mantenidas con autoridades de Naciones Unidas. Incluso, el gobierno anterior había iniciado contactos con la ONU para explorar posibles nuevos destinos de despliegue para el personal militar uruguayo una vez concluida su participación en el Congo.

    Sin embargo, el recrudecimiento del conflicto a comienzos de año modificó el panorama. El subsecretario general de Operaciones de Paz de la ONU, Jean-Pierre Lacroix, negó que la misión vaya a abandonar el país para 2025. La semana pasada, en una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York, la representante especial del secretario general para la República Democrática del Congo, Bintou Keita, confirmó esa postura: “La crisis actual está complicando el repliegue y la transición de la misión, a la cual seguimos plenamente comprometidos cuando las condiciones lo permitan”.

    Las últimas novedades en Naciones Unidas

    Keita participó el 27 de junio de una sesión del Consejo de Seguridad con el objetivo de informar sobre el estado actual de la Monusco. Diplomática guineana, ocupa el cargo desde 2021, tiene la responsabilidad política de coordinar y supervisar todas las actividades de los cascos azules en el Congo.

    Keita estuvo en el país africano hace dos semanas para reunirse con personal civil y militar. “Mi visita fue después de un período muy difícil. El objetivo fue elevar su moral y reafirmar el compromiso de Monusco con las comunidades afectadas por el conflicto”, dijo, y comunicó oficialmente que “la tan esperada reanudación de las rotaciones” de tropas —tanto de Uruguay como de los otros países que intervienen en el Congo— estaba planeada para principios de julio. “Esto representará un gran alivio y un impulso moral para nuestros cascos azules. Confío en que estos avances positivos puedan conducir a una mayor libertad de movimiento para la misión, cruces fronterizos predecibles para el personal y un reabastecimiento fluido de nuestros efectivos y sus relevos”, concluyó.

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    Bintou Keita, representante especial del secretario general de la ONU en la República Democrática del Congo

    Bintou Keita, representante especial del secretario general de la ONU en la República Democrática del Congo

    Las razones por las cuales los contingentes de soldados no podían retornar a sus países incluían varias restricciones, tales como la prohibición del cruce fronterizo del personal, la retención de camiones de combustible y la falta de autorización para acceder a la terminal de las Naciones Unidas en el aeropuerto de Goma.

    El 27 de junio, mientras Keita asistía al Consejo de Seguridad en Nueva York, en Washington DC se firmaba un acuerdo de paz entre los gobiernos del Congo y Ruanda bajo los auspicios del Departamento de Estado de los Estados Unidos. El acuerdo contempla el cese de hostilidades entre ambos ejércitos nacionales y el compromiso de no brindar apoyo a grupos armados como el M23.

    Tshisekedi, presidente del Congo desde 2019 y reelegido el año pasado, destacó la participación directa de Donald Trump en el proceso de firma: “Se trata de una toma de conciencia por parte de la administración estadounidense sobre un conflicto que se extiende por casi 30 años y que ha causado millones de víctimas”.