Israel rompió el alto el fuego en Gaza el pasado martes 18 con bombardeos que causaron más de 400 muertos, entre ellos niños. Los ataques se produjeron en medio de negociaciones fallidas para extender la tregua que había permitido un breve respiro humanitario en la región. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, justificó la acción al citar el rechazo del grupo islamista Hamás a liberar rehenes israelíes, y advirtió que Israel responderá con “creciente fuerza militar”. “Hamás ya ha sentido nuestra fuerza, y quiero dejar claro que esto es solo el comienzo”, declaró.
Esas palabras resuenan con una familiaridad inquietante al ver No Other Land, el último documental ganador del Oscar y reciente estreno de Cinemateca. La película retrata la vida bajo la ocupación israelí en Cisjordania. Expone la violencia ejercida por el Ejército israelí, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) y los colonos sobre las comunidades palestinas que luchan contra la pérdida de sus tierras a raíz de los desplazamientos forzados.
Ver en 2025 este documental, filmado entre 2019 y octubre de 2023, acentúa la sensación de que este sufrimiento no es un capítulo aislado, sino parte de un ciclo que, lejos de terminar, se intensificará con el tiempo.
La idea de un porvenir aún más desolador y al acecho quedó plasmada en el discurso que los realizadores pronunciaron al recibir el Oscar. Fue uno de los momentos más destacados de una ceremonia que, en gran parte, se mantuvo apolítica.
Sobre el escenario del Teatro Dolby, Basel Adra, protagonista de No Other Land y uno de sus cuatro directores, habló sobre la crudeza de su presente como palestino y la angustia por lo que podría deparar el mañana: “Muchas gracias a la Academia por el premio. Es un gran honor para nosotros cuatro y para todos los que nos apoyaron en la realización de este documental. Hace unos dos meses, me convertí en padre. Y espero que mi hija no tenga que vivir la misma vida que yo estoy viviendo ahora, siempre con miedo, siempre temiendo los actos de violencia de los colonos, las demoliciones de viviendas y los desplazamientos forzados que mi comunidad, Masafer Yatta, enfrenta todos los días bajo la ocupación israelí. No Other Land refleja la dura realidad que hemos padecido durante décadas y a la que aún nos resistimos mientras pedimos al mundo que adopte medidas serias para detener la injusticia y detener la limpieza étnica del pueblo palestino”.
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Obstáculos
Cinemateca explicó a Búsqueda que la película estaba programada originalmente para estrenarse en la competencia de Derechos Humanos del próximo Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay, programado del 8 al 20 de abril de 2025, con planes de distribución posteriores. Sin embargo, tras ganar el Oscar, la demanda del público se incrementó rápidamente, lo que llevó a la decisión de no postergar su llegada a las pantallas uruguayas.
A pesar de haber ganado el reconocimiento de la Academia y de haber sido aclamada en festivales como la Berlinale, la película enfrentó un desafío tras otro para llegar a las salas. En Estados Unidos, específicamente, no logró conseguir un aliado comercial, lo que obligó a los cineastas a optar por la autodistribución, con un estreno limitado en cines independientes.
Más recientemente, la proyección del documental generó controversia en Miami. Tras su exhibición en el cine O Cinema, el alcalde republicano Steven Meiner propuso rescindir el contrato de alquiler del lugar con la ciudad y recortar parte de sus fondos públicos. Meiner calificó la película como “un ataque propagandístico falso y unilateral contra el pueblo judío”, argumentando que no se alineaba con los valores de la ciudad.
O Cinema defendió su derecho a la libertad de expresión y su misión de presentar películas “que inviten a la reflexión”, manteniendo las proyecciones programadas. Inicialmente, una de sus cofundadoras había considerado cancelarlas debido a la presión, pero la decisión se revirtió. El alcalde criticó duramente esta postura, acusando al cine de “normalizar el odio y difundir el antisemitismo”. Tras una semana de polémica y ante el apoyo de la comunidad cinematográfica internacional con O Cinema, Meiner retiró su propuesta de cancelar el contrato de alquiler y bloquear los fondos públicos del cine.
Yuval Abraham, periodista y codirector israelí del documental, rechazó las acusaciones de antisemitismo hechas por Meiner y señaló que eran un intento de silenciar las críticas a la ocupación. Abraham, quien habló después de Adra en la ceremonia de los Premios Oscar, declaró por ese entonces: “Hicimos esta película palestinos e israelíes porque juntos nuestras voces son más fuertes. Nos vemos unos a otros. Vemos que la atroz destrucción de Gaza y su pueblo debe terminar, y que los rehenes israelíes brutalmente capturados en los ataques del 7 de octubre de 2023 deben ser liberados. Cuando miro a Basel, veo a mi hermano. Pero no somos iguales. Yo vivo bajo un régimen en el que yo soy libre bajo la ley civil y Basel está bajo leyes militares que destruyen su vida y que él no puede controlar. Hay un camino diferente: una solución política, sin supremacía étnica, con derechos nacionales para ambos pueblos. Y tengo que decirlo aquí: la política exterior de este país (se refiere a Estados Unidos) está ayudando a bloquear ese camino. ¿No ven que estamos interconectados? ¿Que mi pueblo puede estar realmente seguro si el pueblo de Basel es realmente libre y está seguro? Hay otro camino. No es demasiado tarde para la vida, para quienes están vivos. No hay otro camino. Muchas gracias”.
Embed - El CONTUNDENTE MENSAJE de los realizadores de THE OTHER LAND en los PREMIOS OSCAR
De ambos lados
Abraham, junto con Adra, es la otra figura primordial en No Other Land. Su participación refleja la colaboración entre un israelí y un palestino en la resistencia contra la ocupación israelí en Cisjordania. Esta amistad y el trabajo que surge de ella simbolizan una alianza que persiste a pesar de la desigualdad que los separa.
Pero la voz que lidera la narración del documental es la de Adra, originario de Masafer Yatta. A los 15 años, comenzó a documentar la ocupación israelí de su aldea, publicando fotos y videos que más adelante compartió en redes sociales. En ellos capturaba a los soldados, los asaltos y la destrucción de edificios. Nunca imaginó que aquellos registros se convertirían, con el tiempo, en una película.
El proyecto tomaría su forma definitiva con la colaboración de tres compañeros: Yuval Abraham y los cineastas Hamdan Ballal y Rachel Szor, palestino e israelí respectivamente. El colectivo de cineastas comenzó a trabajar en el proyecto cinco años atrás, cuando Abraham y Szor llegaron a Masafer Yatta para cubrir los intentos de Israel de desalojar a los residentes del área.
Gran parte de No Other Land se compone de imágenes filmadas por Adra y su cámara de video o teléfono. En ellas, la cámara se acerca hasta los rostros de los soldados. Es un incesante ejercicio de aproximación, un acercamiento audaz que persiste hasta que el peligro se vuelve insostenible y lo obliga a retroceder.
Las escenas, crudas y de un registro sin pausas, capturan un dolor colectivo. Muestran demoliciones de hogares y escuelas, la intimidación militar y la violencia desatada por colonos israelíes. Adra no se limita a registrar; se sumerge en el caos y entrega un testimonio visual que encuentra en lo audiovisual su mayor plataforma de denuncia.
Es evidente que la película se creó en circunstancias terribles, con los equipos y la seguridad de los realizadores constantemente en riesgo y con cada escena capturada como un testimonio de la crudeza y el peligro enfrentado.
Amenazas, violencia física, balas perdidas e incluso disparos a quemarropa quedan registrados. Con una edición ágil pero considerada, la película pausa en ciertos momentos para mostrar algunos eventos casi en tiempo real. Así, la realidad de Masafer Yatta se percibe más cercana que en los montajes de los horrores recolectados.
Para profundizar en la historia del desplazamiento de los palestinos, Adra recurre también a imágenes de su pasado familiar, en particular a las múltiples detenciones que sufrió su padre como activista. Estos momentos, cargados de memoria y dolor, funcionan como un puente entre lo personal y lo colectivo. A pesar de la diferencia de décadas, las imágenes comparten algo que trasciende el tiempo: son desgarradoras. El documental no aborda ni menciona a la organización Hamás, centrándose únicamente en las experiencias de Adra y sus vecinos.
Aunque filmada y editada en gran parte antes del ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023 y la posterior guerra en Gaza, No Other Land se convierte en un preámbulo crucial que ayuda a contextualizar la ocupación israelí y su impacto en la vida de los palestinos en Cisjordania, mucho antes de los eventos más recientes.
La película está impregnada de un temor palpable que se refleja en la mirada de los niños ante la llegada de los convoyes militares, en la incertidumbre constante sobre qué aldea será el próximo objetivo de demolición y en la amenaza de una violencia siempre presente. Al momento de los créditos la sensación es, inevitablemente, de desesperanza. Sin embargo, entre las sombras, se filtra un atisbo de esperanza, como un aviso que incluso el horror conoce de pausas.