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    El gobierno de Obama intenta controlar la difusión de información sensible bajo el alegato de que “afecta la seguridad nacional”

    Para muchos periodistas Estados Unidos es el país de referencia por su excelencia en el ejercicio del periodismo y las libertades civiles para desarrollar la profesión. En ello inciden el rol inquisitivo que ha caracterizado la forma en que medios y periodistas conciben y ejercen su trabajo diario descubriendo casos de corrupción, abusos de poder y otras ilegalidades. Emblemática fue la cobertura del “caso Watergate”, realizada inicialmente por “The Washington Post” a la que se sumaron luego otros medios, que culminó con la renuncia del presidente Richard Nixon en agosto de 1973.

    Sin embargo, sobre todo a partir de los atentados del 11 de setiembre del 2001, atribuidos a la red de terrorismo islámico de Al Qaeda, los gobiernos estadounidenses apelaron a la “seguridad nacional” para intentar evitar que los medios difundieran información sensible a sus intereses.

    La cuestión es: ¿quién fija en los medios qué es “seguridad nacional” y qué no?, y si deben los medios acatar o no las demandas oficiales particularmente cuando se trata de situaciones que conforman una línea gris en la que muchas veces la posición que toman los editores es controversial.

    El más reciente caso que reavivó la polémica pública ocurrió la semana pasada cuando “The New York Times” reveló que una base estadounidense de aviones teledirigidos (drones) se ubicaba en Arabia Saudita tras haber acatado durante un año un pedido del gobierno de no revelar la locación de la base por razones de “seguridad nacional”.

    “The New York Times” junto a “The Washington Post” y “The Associated Press” acordaron con el gobierno más de un año atrás no revelar la ubicación de esta base, pero luego otros medios difundieron la ubicación. Los que mantuvieron el acuerdo hasta este mes fueron el “Post” y el “Times” que en sus notas aludían a “una base de la península arábica”.

    Martillos y clavos.

    Margaret Sullivan es la defensora del lector del “Times”. Una vez tomada la decisión de revelar la ubicación de la base publicó una columna el sábado 9 en la que criticaba la iniciativa del periódico de acordar no revelar ese dato así como la actitud del gobierno de utilizar la seguridad nacional como argumento para disuadir publicaciones.

    “Cuando uno tiene sólo un martillo, tiende a ver a todos los problemas como un clavo”, señaló Sullivan, haciendo referencia a la herramienta “de turno” de la administración Obama, que es la de utilizar la seguridad nacional para todo lo que no quiere que se publique.

    En su artículo Sullivan explica que el cambio de postura del “Times” obedeció a varias razones: “Una fue que tras monitorearlo por meses no se percibían amenazas a la seguridad de ningún tipo”, le dijo a la defensora del lector David Leonhardt, el jefe del bureau de Washington del “Times”.

    “Además, la locación de la base era el corazón de este último articulo”, dijo Dean Baquet uno de los editores jefes del “Times”.

    Sin embargo, Sullivan reconoce que la principal causa de revelar la ubicación fue que John Brennan, el arquitecto del proyecto de drones fue nominado a ocupar el cargo de director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por su sigla en inglés).

    Sullivan no está de acuerdo con la decisión porque a su entender, “el problema más grande y preocupante es si la información debería haber sido retenida en un principio”.

    “La razón esgrimida —que nombrar la locación podría alterar a los ciudadanos saudíes al punto de que la base debería ser cerrada— no lo ameritaba. Mantener los secretos de los gobiernos no es el rol de los medios, al menos que haya una razón clara, directa y de vida o muerte que lo justifique. Tal amenaza no existe ahora, y por lo que pude recabar, tampoco existió meses atrás”, agregó.

    “Esta administración, mientras alega transparencia y responsabilidad, se ha vuelto aún más secretísima y punitiva: estampando ‘clasificado’ en todo a su alcance, persiguiendo a los informantes como nunca antes y encarcelando periodistas por publicar información filtrada”, dijo Sullivan.

    Secretos.

    La decisión no pasó inadvertida en el resto del mundo. En una extensa columna publicada el jueves 7 en el diario británico “The Guardian”, el periodista Glenn Greenwald critica la decisión de los medios estadounidenses de “resguardar valiosos secretos gubernamentales” que tenían un “alto valor informativo”.

    “La auto-censura colectiva sobre la locación de una base de drones en Arabia es apenas el último acto del periodismo servil al gobierno”, comentó.

    Para Greenwald, los medios estadounidenses “repetidamente actuaron para resguardar secretos gubernamentales basados en el absurdo argumento que reportar esos hechos dañaría la seguridad nacional de su país”.

    “En cada uno de estos casos lo que estos medios consiguieron con su censura es permitir la actuación en muchos casos ilegal del gobierno”, añadió.

    El periodista hace un largo recuento de casos similares al de los drones. Entre ellos identifica como uno de “los más notorios” el del “Times” en 2004, cuando reveló que la administración Bush estaba espiando en las comunicaciones electrónicas de los ciudadanos sin las garantías legales requeridas.

    “Pero luego que George Bush convocara al despacho oval al dueño del diario Arthur Sulzberger y su entonces director Bill Keller y les ordenara no informar más sobre el tema, el ‘Times’ cumplió con la orden sentándose en la historia por un año y medio, hasta entrado diciembre del 2005, tiempo después de que Bush fuera reelecto”, sostuvo.

    “El argumento de seguridad nacional para este episodio era patentemente ridículo desde el principio (...) al mantener retenida la información tanto tiempo, ‘The New York Times’ ayudó a la administración Bush a espiar ilegalmente a los estadounidenses”, agregó.

    El periodista cita otro ejemplo, en este caso de “The Washington Post” que en 2005, en “un excelente acto de periodismo”, informó que la CIA mantenía una serie de sitios “negros” secretos donde los detenidos eran abusados e interrogados por fuera de lo establecido en los derechos humanos.

    “Pero el ‘Post’ restringió conscientemente los países que servían como anfitriones de esas prisiones secretas habilitando que este programa a todas luces ilegal continuara sin mayores problemas”, agregó.

    Periodismo
    2013-02-21T00:00:00