Y comparó que la respuesta que dio el gobierno australiano fue la suspensión de las exportaciones de ganado en pie a ese país asiático hasta que no tenga un protocolo sobre bienestar animal para evitar ese tipo de situaciones.
Mientras, “Uruguay no está preparado” para tales eventos y por lo tanto “debe tratarlo para tener un plan” frente a esas situaciones, recomendó.
En esa misma posición se manifestó el gerente de operaciones de la firma Marfrig, Juan Pablo Franco, en alusión a que “no se ha manejado de la mejor forma” ante las denuncias.
Lema reconoció que “en términos generales Uruguay hizo los deberes” en cuanto a la incorporación de normas y protocolos en bienestar animal, ya que el país empezó en la década del noventa a trabajar en ese asunto y hubo inversión realizada en el sector cárnico, principalmente en el transporte del ganado y en los frigoríficos.
Falta un “manual de buenas prácticas” para el productor ganadero respecto al trato de los vacunos en los establecimientos rurales y corrales, comentó.
Enfatizó que para los exportadores de carne uruguaya “es ineludible pensar en bienestar animal”, porque “el que no lo hace no accede” y “no puede vender a mayores valores”.
En Uruguay todos los frigoríficos cuentan con sus protocolos sobre las normas europeas vigentes en esa temática y del Instituto Nacional de Carnes, dijo.
Entre otras novedades que surgieron en los últimos tiempos para tener en cuenta a la hora de vender carne en el mercado internacional, Lema contó que hace algunos meses recibió a una empresa de Estados Unidos interesada en comprar carne de animales alimentados a pasto, libre del uso de hormonas, entre otros requerimientos vinculados a la administración de analgésicos para hacer las castraciones de los terneros.
Actualmente eso ya implica una obligatoriedad que exigen algunos mercados como Estados Unidos y Australia.
El título de la conferencia fue El bienestar animal: ¿por qué importa? Una visión desde la comercialización y la producción, que intentó poner en foco ese asunto atendiendo a la creciente preocupación sobre el tema y los desafíos que implica para un país ganadero que tiene a la carne en el primer lugar de sus exportaciones.
Un factor que también se tuvo en cuenta para el marco de la actividad fue el reciente acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea, considerando la importancia que tiene el viejo continente como destino de la producción cárnica uruguaya y las exigencias en materia de bienestar animal del mercado europeo.
Aunque hoy sean los europeos y los estadounidenses los pioneros en la aplicación de normas en ese sentido, los empresarios del sector cárnico advierten que no demorarán en surgir exigencias en otros mercados relevantes, especialmente en China, que hoy es el destino del 60% de la carne exportada por Uruguay.
Franco, de Marfrig, destacó la importancia de avanzar en todos los eslabones de la cadena cárnica uruguaya, pero hizo hincapié en crear conciencia y capacitación en el personal rural que maneja el ganado. Entre el transporte y la industria frigorífica, el animal está unas 20 horas y la mayor parte de su vida está en el establecimiento productivo, comparó.
Consideró que “la limitante cultural es la principal en la que Uruguay tiene que trabajar” en el tema del bienestar animal y alentó a centrar la atención en las nuevas generaciones.
Entre el público que participó de la conferencia había un grupo de jóvenes estudiantes de la zona.
Premio y castigo
Otros panelistas que hablaron del asunto pero desde la mirada de la producción ovina y la industria de la lana fueron el director de Lanas Trinidad, Pedro Otegui, y el gerente general de Central Lanera Uruguaya, Diego Saavedra.
Ambos comentaron la importancia de evitar problemas en el trato de las ovejas durante la esquila, entre otros casos.
“Es más rentable, porque está demostrado que cuanto menos estrés tiene el animal el resultado del producto es mejor, y además es clave para la comercialización en ciertos mercados exigentes que pueden significar precios mayores por la carne y por la lana”, señaló Saavedra.
Planteó que “no es un costo más y una mochila que me vienen a poner, sino que es algo que termina generando una mejor rentabilidad”.
Justamente una de las preguntas del público aludió a si hay un “diferencial de precio” en cuanto a “premio y castigo” respecto al cumplimiento de normas de bienestar animal.
En el caso de la lana, “hay algunos nichos (de mercado) que piden certificaciones pero eso va creciendo”, dijo.
Opinó que para exigencias “por encima de los estándares” de bienestar animal “deberían existir sobreprecios”.
En el caso de la carne vacuna, Franco indicó que “es difícil poner premio o castigo en precio sobre un atributo tan complejo” como el bienestar animal.
El productor ganadero “ya está teniendo un castigo por machucamiento”, considerando que “hay una obligación de retirar la parte con machucones” y eso “implica menos kilos” antes de llegar al momento del cálculo para el pago del ganado, advirtió.
Ese ejecutivo de Marfrig planteó otro caso vinculado a la tradición en la ganadería uruguaya de marcar con fuego el cuero del ganado y a las exigencias de los mercados. Un cliente del Reino Unido decidió no comprar carne de Uruguay debido a que no estaba de acuerdo con la marca a fuego del animal, contó.
Lema coincidió con Franco en cuanto a la dificultad para castigar o premiar por ese asunto. “Nunca tuve un cliente que dijo estar dispuesto a pagar más” por el cumplimiento de las normas de bienestar animal, admitió.
Otegui, por su parte, habló de la vigencia y relevancia que tiene el tema en el mundo de hoy y planteó: “No nos podemos escapar de la realidad”. Eso dijo en alusión a los requerimientos de los mercados y la sensibilidad sobre el asunto.
En el caso de la lana hay un manual de buenas prácticas en bienestar animal, “pero es voluntario, no es obligatorio”, indicó.
Comentó que “el premio llega por el esquema de ciertos programas que certifican atendiendo a varios temas”.
Se revisa “desde el casco de la estancia hasta la cocina y la heladera para ver que no haya productos veterinarios junto con alimentos”, contó ese empresario al recordar los controles realizados en una certificación internacional.
Esa tarea abarcó la revisación de los galpones donde se puede contaminar la lana, ya que se guardan todo tipo de productos en un mismo sitio, incluidos camiones o tractores. “El basurero de la estancia es el primer punto que revisa el certificador”, señaló.
Otegui valoró la comparación sobre lo ocurrido en Uruguay y en Australia en casos denunciados de maltrato animal en exportación de ganado en pie.
“Imagínense que Uruguay diga que no le exporta más ganado a un país que empieza con la T (en alusión a Turquía), acá se arma un escándalo si eso sucede”, alertó. Y destacó lo que hizo Australia al determinar que “no se le vende más” a Indonesia.