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Una sala del piso 25 del Hotel Sheraton, construido a mediados de los 80 en el predio en el que hasta entonces se levantaba la Cárcel de Punta Carretas, desde la cual los tupamaros protagonizaron dos fugas masivas en los años 70, fue escenario de la reaparición pública de Héctor Amodio Pérez, quien regresó a Uruguay para presentar el libro “Palabra de Amodio. La otra historia de los Tupamaros”, en el que rechaza una vez más la acusación de “traidor” que le endilgan sus ex camaradas del MLN.
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Media hora más tarde de lo anunciado, protegido por un severo dispositivo de seguridad que controlaba los movimientos en todo el piso, Amodio ingresó cargando varios libros y carpetas que emplearía durante una exposición que se extendió durante 50 minutos para luego responder durante casi una hora y media las preguntas que le fueron formuladas. Rapado a cero, vistiendo una camisa que le quedaba grande y que llevaba por fuera del pantalón, el ex guerrillero de 78 años lucía cansado tras el viaje desde Madrid —36 horas sin descansar, dijo—, algo nervioso e impreciso; por momentos le costaba ubicar en sus papeles las citas que quería refutar. Aun así exhibió una personalidad fuerte y una voluntad inquebrantable. Dijo no estar arrepentido de haber optado por la lucha armada, que consideró “el único procedimiento” adecuado para impulsar en aquel momento la revolución, y solo pareció emocionarse cuando se le inquirió si era consciente del dolor y el sufrimiento que el MLN había causado a propios y ajenos.
Apenas concluida su presentación fue notificado por personal policial que debía comparecer ante la justicia al día siguiente por haber ingresado al país con un pasaporte español con una identidad que no era la suya. El sábado 8 fue conducido por la policía en el inicio de una recorrida que siguió en días siguientes por varios juzgados penales en los que se requirió su testimonio en causas por violaciones de derechos humanos (ver nota en página 9).
En la conferencia explicó que entró en contacto con Jorge L. Marius, ex coordinador de la bancada del PDC, tras leer su libro “Tiranía de la miseria” en el que este recordó haber trabajado toda una noche a mediados del 72 para copiar un texto escrito en hojillas de tabaco atribuido a Amodio. Dicho material, agregó Marius, le fue suministrado por el ex senador del PDC Juan Pablo Terra, quien lo habría recibido del periodista argentino Federico Fasano.
Según Amodio, el manuscrito que le entregó a Fasano, con quien se reunió en el Batallón Florida donde estaba detenido, lo redactó en hojas de cuaderno y no en hojillas de tabaco y señaló que el texto difundido en 1972 no era su original.
Como lo hiciera en cartas que hace dos años envió a varios medios de prensa y en declaraciones que le formuló en Madrid al periodista Gabriel Pereyra, negó haber sido el causante de la derrota del MLN y haber colaborado con los militares a cambio de su salida del país y la de su compañera Alicia Rey Morales. Negó asimismo haber entregado la “Cárcel del Pueblo”, donde los tupamaros retenían secuestrados a Ulysses Pereira Reverbel y Carlos Frick Davies, y dijo que sus ex camaradas, que lo sentenciaron a muerte, lo acusaron de ello a sabiendas de que era falso.
Dijo que su colaboración con los militares fue mínima y no dio una respuesta satisfactoria a cómo los militares autorizaron su salida del país si su colaboración había sido poco importante.
Volvió a aludir a las negociaciones que Eleuterio Fernández Huidobro, Mauricio Rosencoff y otros dirigentes del movimiento presos en el Florida mantuvieron a mediados de 1972 con oficiales de esa unidad para acordar una rendición incondicional a cambio de atenuar las penas a militantes que no hubiesen participado en hechos de sangre. Esas negociaciones se frustraron por oposición de Sendic y tras el asesinato del coronel Artigas Álvarez “porque era una acción fácil de concretar”. Posteriormente relató cuando convencieron a varios oficiales de dicho cuartel a investigar ilícitos económicos, en lo que fue un intento de “tupamarizar al Ejército”. En conocimiento de estos hechos, el presidente Juan María Bordaberry creó una comisión especial para proseguir la investigación siguiendo los procedimientos legales e institucionales.
En el libro, Amodio aludió también a los contactos que destacados políticos mantuvieron con el MLN y refirió vagamente, y sin ningún aporte concreto, a un supuesto plan para dar un “golpe bueno”, detrás del cual estarían el ex director del Servicio de Información de Defensa (SID), coronel Ramón Trabal, asesinado en París a fines de 1974 adonde había sido destinado meses antes como agregado militar, un grupo de oficiales “peruanistas” del Ejército y el líder nacionalista Wilson Ferreira Aldunate.
Otras afirmaciones de Amodio en la conferencia con la prensa:
—“Sendic, Fernández Huidobro y Marenales son los responsables de la destrucción del MLN”.
—“Me acusan de militarismo, pero son ellos quienes antes de salir de Punta Carretas (setiembre del 71) ya estaban creando planes que aumentan el nivel de enfrentamiento, cuando ni siquiera el MLN tenía armas para ello”.
—“Fueron incapaces de prever la reacción de la ofensiva que desencadenaron el 14 de abril y el 18 de mayo”.
—“Para entonces el germen de la improvisación nos había calado hasta los huesos”.
—“Fernández Huidobro nunca tuvo capacidad organizativa”.
—“Ellos saben adónde fueron a parar las libras de Mailhos, porque ellos las recuperaron”.
—“El MLN fue la excusa de las Fuerzas Armadas para tomar por asalto el gobierno. Cuando dan el golpe, el MLN ya no existe”.
—“Mujica ha hecho (como presidente) lo mejor que podía. Es un hombre honrado, pero no honesto, está montado sobre una falsedad construida entre tres o cuatro que arreglaron la historia. Se ha creado un personaje y lo representa”.
—“Hubiera votado por Mujica si hubiera estado en el país en la última elección”.
—“Mi familia destruyó toda la documentación que yo saqué del Florida”.
—“Zabalza y Mujica nunca integraron el Ejecutivo del MLN y Manera, que estaba retirado, tampoco lo integraba cuando los militares los tuvieron de rehenes. Participé en España y Francia reclamando por la situación de los rehenes”.
—“Tampoco me tocaron en Jefatura de Policía, porque en Jefatura tampoco tocaron a nadie”.
—“El comisario (Alejandro) Otero era un charlatán y Pablo Fontana un mentiroso”.
—“Quisiera que esta fuera la última vez que tenga que referirme a estos hechos”.