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Hay corrientes políticas surgidas en torno a un líder cuya fuerza es tal que termina dándoles su nombre. Algunas cruzan fronteras sectoriales y partidarias: batllismo, wilsonismo, seregnismo e incluso artiguismo. Hace poco más de 50 años se podría decir que tres de cada 10 uruguayos adherían al pachequismo, tal era la fuerza que tenía quien fue presidente entre 1967 y 1972, Jorge Pacheco Areco.
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Pero al contrario de los otros -ismos, hoy más allá de casos puntuales no hay quien reivindique su legado. Solo hay un sector muy minoritario que lleva su nombre en el Partido Colorado, el mismo del que supo ser líder indiscutible. También hay una cuenta en tono totalmente paródico en X (@JorgePachecoAre), red social antes conocida como Twitter.
“Pacheco es un líder y un estadista que se extraña mucho. Ninguno de los dirigentes que hay hoy se acercan ni por asomo a él”, dice a Búsqueda Guillermo Facello. Quien fuera diputado colorado primero y del Partido de la Gente después es uno de los pocos que se dice “pachequista hasta la muerte”.
“Él fue un hombre que quiso gobernar bien, pensando en los más desvalidos, mientras enfrentaba la época más difícil que vivió el país durante el siglo pasado. Y aun así pudo entregar el gobierno en elecciones democráticas. Otro hubiera sido el cantar si el partido lo hubiera respaldado, apoyando a la Unión Nacional Reeleccionista”, agrega.
La Unión Nacional Reeleccionista fue un movimiento político que impulsó una reforma constitucional inédita y nunca repetida para que Pacheco fuera reelecto presidente en las elecciones de 1971. Esta movida no logró su cometido pero tuvo el respaldo del 29% del electorado. Tuvo más votos que quien finalmente fuera ganador, Juan María Bordaberry (un candidato vicario suyo), que aglutinó el 22% y fue electo presidente por la vigente Ley de Lemas. Se suele olvidar que la reelección tuvo más presencia en las urnas que quien fuera individualmente el candidato más votado: el nacionalista Wilson Ferreira Aldunate (25,5%).
El exdiputado colorado Daniel García Pintos es otro experimentado dirigente que aún lo tiene como faro guía: “Soy pachequista desde los 18 años. Fue un líder espectacular y como presidente hizo muchas cosas por la gente, especialmente la más humilde, en un momento difícil para el país, con una inflación galopante” y el accionar de la guerrilla del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), destaca quien se integró a Cabildo Abierto para las elecciones de 2019 y fue parte de la dirección del Plan Juntos.
Facello y García Pintos, muy vinculados a importantes dirigentes pachequistas ya fallecidos como Óscar Magurno y Pablo Millor, respectivamente, coinciden en resaltar los aspectos que sus seguidores siempre elogiaron del expresidente: su lucha contra la inflación a través del congelamiento de precios y salarios y el Plan Nacional de Viviendas. “Las amas de casa lo adoraban porque defendía la mesa de todos los días”, señala García Pintos. Lo otro es la mano dura.
Gestión
Nacido el 9 de abril de 1920, Pacheco había sido electo vicepresidente en las elecciones de 1966 que devolvieron al poder al Partido Colorado tras dos períodos y llevaron al triunfo a Óscar Gestido, líder de la Unión Colorada y Batllista (UCB). La muerte de este, el 6 de diciembre de 1967, lo elevó —siendo casi un desconocido— a la primera magistratura.
Con un pasado como profesor de Literatura, periodista de El Día, al que llegó a dirigir por sus vínculos familiares, y diputado sin mayor relieve por tan solo un período, casi desde el inicio su gestión se caracterizó por la apelación constante a las medidas prontas de seguridad, que le dieron a su presidencia un fuerte sesgo autoritario y personalista que lo enfrentó al Parlamento. También se registró un aumento de la represión, incluyendo censura a la prensa y la ilegalización de partidos de izquierda, retroalimentada con el recrudecimiento de la actividad de la guerrilla. Sobre el final de su período, la fuga de un centenar de tupamaros de la Cárcel de Punta Cartas, el 6 de setiembre de 1971, hizo que se convocara por decreto a las Fuerzas Armadas a asumir “la conducción de la lucha antisubversiva”.
“Perdón, ¿las medidas prontas de seguridad no están en la Constitución?”, retruca Facello. “Fue un período de gobierno tan convulsionado que podría haber tomado otras medidas más duras que lo hubieran hecho todavía más popular, tal era la situación de anarquía que había en el país. Muchos no lo quieren reconocer, pero si en ese momento se hacía una compulsa la mayoría de la gente estaba aburrida de los Tupamaros y de la inacción del Parlamento”, añade.
Este exlegislador apela a lo que el fundador del Frente Amplio, Liber Seregni, le dijo al periodista Samuel Blixen en Seregni: la mañana siguiente: “Dijo que Pacheco ‘aprendió rápido lo que es el poder’ pero que ‘nunca trasgredió la Constitución y la ley’. Y ni Seregni ni Blixen eran pachequistas”.
Periplo posterior
Durante la dictadura Pacheco fue embajador en Estados Unidos, Suiza y España. Su apoyo al Sí en la reforma constitucional de 1980 le hizo perder buena parte de sus apoyos, algo de lo que él fue consciente. “Es obvio que él fue el gran ganador de las elecciones del 71, pero cuando volvió ya no tenía la ambición de ser presidente de nuevo sino de cuidar un espacio que se fue apagando con su vida”, dice a Búsqueda el politólogo Daniel Chasquetti. “Su apogeo se vio mientras ejerció el poder”.
Eso comenzó a reflejarse en las elecciones de 1984, en las que su candidatura, en fórmula con Carlos Pirán, recibió solo el 9,5% de los votos, siendo minoría en el triunfante Partido Colorado. Para 1989, con victoria del Partido Nacional, el pachequismo vivió una suerte de resurrección, representando casi la mitad de los votos del lema y el 14% del total, en una fórmula con Pablo Millor. Su última postulación fue en 1994 con Eduardo Ache como candidato a vicepresidente: aportó solo el 2,45% de las adhesiones (poco más de 50.000 votos) a un nuevo triunfo colorado.
“Yo me tengo que postular porque si no lo hago dejo sin voz ni voto a 40.000 o 50.000 personas”, le dijo Pacheco a alguien que estuvo vinculado a su última intentona presidencial, que él ya sabía que sería magra en votos. Deportista, amante del boxeo y de la noche (principal insumo de la cuenta paródica), austero en su vida privada (“Jamás estuvo sospechado de corrupción”, indica Facello), quienes lo siguieron aseguran que no era un hombre de rencores. “Una vez llego a su casa y lo veo con dos políticos colorados que le habían dicho de todo. ‘¿Cómo los recibe?’, le pregunto. ‘Grábeselo a fuego: hay temas que son personales y otros que son institucionales. Yo los tengo que tratar como señores, aunque no merezcan mi saludo’, me contestó”, le cuenta a Búsqueda un dirigente muy cercano. Pacheco falleció el 29 de julio de 1998.
Con la muerte de su líder, el pachequismo se dividió en dos. En las elecciones de 1999 una parte recaló en la Lista 15 de Jorge Batlle, con García Pintos como principal abanderado y electo diputado. Otra parte, con Óscar Magurno a la cabeza, fue a parar al Foro Batllista de Julio María Sanguinetti y también obtuvo la banca. Nada sería lo mismo luego de eso. “El molde se rompió”, dice su cuarta esposa y viuda, Graciela Rompani, que sostiene que a partir de ahí se “diseminó todo”. Ahora, reconoce, se encuentra con “pachequistas por todos lados”, pero no cree que exista una corriente que pueda tener la fuerza electoral que otrora tuvo.
Varios han intentado dar la batalla de todos modos. Declarado abiertamente pachequista, Alberto Iglesias intentó competir, sin éxito, en las internas coloradas de 2004 contra Guillermo Stirling, en un partido absolutamente diezmado por los efectos de la crisis de 2002. Iglesias salió segundo pero apenas superó los 10.000 votos, mientras que Stirling —precandidato de acuerdo entre el Foro y la 15— se impuso con casi 145.000.
Cinco años después, Magurno encabezó la Lista 2000 en las elecciones nacionales en Montevideo, con la que fue electo diputado. Se trató de la segunda lista más votada del partido en la capital pero muy por detrás de la 10, la del sector Vamos Uruguay de Pedro Bordaberry. Magurno duró poco en su banca; renunció en 2011 por cuestiones de salud y falleció tres años después.
El alejamiento de Magurno allanó la carrera al diputado Facello, que heredó buena parte de la estructura del difunto referente pachequista. El dirigente dio la nota en el verano de 2015, cuando se encolumnó detrás del precandidato “independiente” dentro de la coalición opositora en Montevideo, Edgardo Novick; y luego abandonaría el Partido Colorado para formar junto con él y otros dirigentes el Partido de la Gente. Pero en marzo de 2019 Facello fue desvinculado por las propias autoridades provisionales del nuevo partido.
MPP y los Lacalle
Para el politólogo Antonio Cardarello, el surgimiento del líder cabildante Guido Manini Ríos, “por el discurso y la forma de hablar”, tiene reminiscencias con Pacheco Areco. Es, en definitiva, “una figura fuerte que reivindica ciertos valores y un sector del electorado que busca un líder que le diga un camino a seguir”. Según dice Cardarello, junto con José Mujica en el Frente Amplio y por momentos Sanguinetti, Manini logró representar ese discurso para albergar a quien no tiene una ideología indefinida pero con un cierto rol del “Estado que está presente” y de un liderazgo carismático. “Siempre se habló de que una parte del Movimiento de Participación Popular (MPP, de Mujica) logró captar ese electorado de la periferia que era pachequista”, resalta el politólogo, afirmando que Cabildo Abierto consiguió disputarlo en las últimas elecciones.
Se trata, asegura, de un discurso con un fuerte sentimiento “nacional y popular” que se refleja en temas como el combate a la delincuencia, con frases como “se acabó el recreo” de Manini Ríos, o también con el proyecto de plebiscito que promueve Cabildo Abierto para limitar la usura, todos “mensajes para ese electorado”. Según Cardarello, en ese contexto Manini Ríos tiene mucha más relación con el pachequismo tradicional que con las nuevas derechas e incluso ha heredado algunos cuadros intermedios como Ache o el propio García Pintos.
A diferencia de Cardarello, García Pintos no considera que Cabildo Abierto tenga algún tipo de patrón del expresidente: “No tiene nada que ver con el pachequismo”, determina.
Chasquetti apunta que “no hay una definición” de lo que fue el pachequismo, más allá de que “estudios muy buenos, como el de (Francisco) Panizza, lo engloban dentro del ‘populismo de derecha’”. En un discurso televisivo, el presidente Pacheco dijo: “Estoy solo con mi pueblo”. Esa, asegura, “es la fórmula típica del populista”, con arraigo en sectores populares poco politizados. Los mecanismos clientelares están presentes también en esta lógica. Y nuevamente encuentra dinámicas similares en el MPP o en Cabildo Abierto, “aunque reducirlos a reproductores de fórmulas pachequistas es injusto”.
Como todos sus viejos compañeros de ruta pachequista, Facello no ve hoy a nadie en el sistema político que calce los puntos de su líder de antaño. “Quizá algunas cosas de (Luis Alberto) Lacalle padre… (Luis) Lacalle Pou tiene algunas actitudes, en eso de hacer renunciar a algún ministro u otra autoridad cuando ve que hay algún desliz. Pero, sinceramente, no veo otro referente semejante”.
Reserva de lista
Luego de mucho tiempo fuera de las canchas, la Lista 123 (el emblemático sello de la UCB) podría volver a la acción en las próximas elecciones. Es que Marcelo Caporale, suplente del diputado Gustavo Zubía, activó la reserva del número en la Corte Electoral.
Ni él ni Zubía se definen como pachequistas, pero Caporale se encuentra armando una estructura nacional con algunas agrupaciones y, según dijo, una de ellas pidió tener acceso al número de lista. “A mí me cuesta, soy una persona más de centro, incluso más que Gustavo”, dijo Caporale a Búsqueda. Sin embargo, resalta que Zubía, al igual que lo hacía el pachequismo, votó muy bien en la periferia de Montevideo.
Zubía, por su parte, dice respetar la figura de Pacheco y admitir algunas “consonancias”, pero no se plantea “volver a estructuras históricas” ni embretarse con antiguas etiquetas. “No voy a reestructurar cosas del pasado”, asegura.
Por lo pronto, un grupo político se animó a poner la cara de Pacheco en las pasadas elecciones. Bajo el sublema “Pachequismo”, la Lista 1021 apenas cosechó 32 votos en las internas en Montevideo, apoyando la precandidatura de Sanguinetti. En Canelones consiguieron 23 votos más, además de otros 23 para la convención departamental canaria. La apuesta no alcanzó para sacar siquiera un convencional.
En las elecciones nacionales, el grupo se alineó con el bloque que apoyó al precandidato Edgardo Martínez Zimarioff, que cosechó 2.067 votos a nivel nacional. La dirigente Elizabeth Gómez, referente de la columna llamada Pachequismo Siglo XXI, se ubicó en el tercer lugar de la Lista 1021, que tuvo 354 votos en Montevideo.
“Nosotros somos la agrupación de avanzada del Partido Colorado”, dice sin vueltas Gómez a Búsqueda. Aunque todavía no tienen sede propia y sus escasos miembros sesionan en la casona del Partido Colorado, sueñan con tener representación en los 19 departamentos. “No dejamos de trabajar ni un solo día desde las elecciones pasadas y ahora estamos apoyando la juntada de firmas para reestructurar las deudas a la mitad de la población”, señala en referencia al plebiscito que impulsa Cabildo Abierto.
Más allá de que Cabildo Abierto resulte muy nombrado a la hora de hablar del pachequsimo hoy, Gómez dice que esta alianza es “circunstancial” y que su futuro está dentro de los colorados.
Gómez, una politóloga de 55 años muy activa en Instagram (elizabethgomez9999), con posteos que pueden resultar más cómicos que políticos, no llegó a trabajar con Pacheco. Le atrajo de él que “no se apartó de la ley ni de la Constitución”, que hizo “el mejor plan de vivienda en este país”, que se manejó “en el momento más conflictivo del país” y que “se fue a su casa sin un peso de más”, todos ellos “valores a los que hay que volver”. Si bien es pequeño, asegura que su movimiento representa “un corte trasversal de toda la sociedad” que está “muy presente” en las redes sociales. “Lo que tenemos son desafíos nuevos con los valores que aprendimos de él. Sabemos que no habrá ninguno como Pacheco, pero estamos nosotros”, concluye.