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Tres cuartos de uva y uno de manzana. Así se compone la bebida “Jugos del Uruguay” que se distribuyó para 80.000 niños en más de 250 escuelas públicas de Montevideo y Canelones. Sin adición de azúcar, no sustituía al agua, la leche o la fruta natural pero aportaba los carbohidratos, calorías, proteínas, minerales, vitaminas y antioxidantes propios de la manzana y la uva.
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Surgió como una iniciativa del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) a partir de un informe de la Organización Mundial de la Salud, que recomendaba generar hábitos de consumo de jugo natural en los niños de entre 5 a 12 años, introduciéndolo en su dieta con una frecuencia de consumo de dos a tres veces a la semana.
En 2012, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi) hizo un convenio con la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) por el cual se encargó de elaborar el jugo y distribuirlo en 200 escuelas metropolitanas que albergaban a 75.000 escolares. El año pasado, sin embargo, el convenio dejó de cumplirse, aunque los involucrados discrepan en cuáles fueron las causas de que se suspendiera.
“Según Inavi, la respuesta de los niños y niñas fue variada entre las escuelas, y en muchos casos positiva. Los problemas se visualizaban en la reticencia de maestras y directores. Sin embargo, desde ANEP se señala que el principal problema fue el rechazo de los niños al producto, lo que aumentaba el desperdicio”, asegura un informe oficial encargado por el Ministerio de Desarrollo Social y el Ministerio de Ganadería.
El informe, publicado en la web del Ministerio de Ganadería, fue financiado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y elaborado por la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República. Analiza la aplicación de políticas de compras públicas a productos alimenticios provenientes de la agricultura familiar. El estudio aborda el plan del gobierno para la entrega de jugos en las escuelas públicas en un capítulo dedicado a las experiencias de venta al Estado por parte de organizaciones de la producción agropecuaria familiar y la pesca artesanal en el período 2000-2015.
Paladar infantil.
Pese al supuesto rechazo de los alumnos al producto, el informe sostiene que en 2012, para terminar de definirlo, se analizaron los jugos comerciales y se buscó un gusto similar a los más vendidos del mercado. Con la intención de hacerlo más rico fue que se decidió mezclar la uva con un 25% de jugo de manzana. “Se logró un producto de muy buen nivel nutritivo y un sabor que era aprobado en paneles de degustación que realizaron en varias escuelas”, sostiene el documento.
El Ministerio de Ganadería también resaltó el buen gusto del producto en la presentación del convenio: destacó que “desde el punto de vista sensorial es un jugo de buena aceptación por el paladar infantil”, con un “color muy atractivo” y un “sabor agradable con buen equilibrio de azúcar y acidez”.
La descripción parece ser cierta, ya que al año siguiente de la experiencia piloto se amplió el convenio con el objetivo de abarcar todo el país y distribuir 600.000 litros del producto. Durante el relanzamiento, Tabaré Aguerre, ministro de Ganadería, comparó la entrega de jugos naturales con “la copa de leche que se empezó a servir en las escuelas” a comienzos del siglo XX. “La misma lógica la tiene este jugo, que es una forma de acercar fruta a la mesa diariamente en una forma diferente”, describió.
También hubo en esa instancia elogios de Wilson Netto, presidente del Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP. “Se trata, sin dudas, de un producto natural. Tengan en cuenta que también es educación y cultura saber lo que consumimos, porque eso es alimentación saludable”.
El convenio no solo cuadró en el bienestar de los alumnos sino además en la economía de la industria vitivinícola, ya que Inavi contrató el servicio de producción en varias bodegas familiares. De acuerdo con el informe, la cantidad de toneladas de uvas utilizadas para el jugo representa “un importante porcentaje de la cosecha de los productores familiares, lo que les permite mejorar sus condiciones de negociación con los bodegueros al momento de la cosecha y venta de la uva”. Por este motivo, “se trata de una muy buena forma de intervención en el sector”.
Tan es así que la experiencia se presentó en la Organización Internacional de Vitivinicultura (OIV): Argentina, Brasil y Bolivia consideraron que el modelo propuesto era muy interesante, y Venezuela solicitó las bases del proyecto para estudiarlo e implementarlo.
“Sin embargo, y a pesar de lo promisoria que parecía, la experiencia se truncó”, dice el informe. Señala que aparecieron problemas logísticos en las escuelas más grandes vinculados a la capacidad de almacenamiento de los envases pequeños, situación que obligó a usar envases de 5 litros “que dificultaban el servido del jugo, tarea generalmente realizada por las maestras”.
Como Inavi “no tenía suficiente presupuesto se fueron reduciendo las compras de ANEP y la experiencia se fue agotando”, finaliza el documento.
