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    Con la economía “normalizada”, el Banco Central se enfoca en la inflación: los combustibles solo pondrán un “poquito de volatilidad”

    ¿La recuperación económica es sólida o puede volver a resentirse si, por ejemplo, la variante delta acelera los contagios? ¿Ya es tiempo de prestarle atención al control de la inflación o es demasiado pronto? Esas preguntas centraron el debate que, el miércoles 11, mantuvieron primero jerarcas y técnicos en el Comité de Política Monetaria (Copom) del Banco Central (BCU) y luego zanjó el Directorio, dividido. Con los votos de los economistas blancos Diego Labat (presidente) y Washington Ribeiro (vice), la decisión fue subir 50 puntos básicos —medio punto porcentual— la tasa de referencia, de 4,5% a 5%. Como el director frenteamplista Ignacio Berti, algunos analistas privados creen que lo acertado era seguir priorizando la actividad económica y el empleo propiciando, a través de la política monetaria, crédito más barato.

    Para Labat, había que “empezar a actuar”, de modo de infiltrar en los agentes económicos la idea de que la inflación irá bajando a mediano plazo, acercándola a niveles más saludables para la economía. “Con la actividad normalizada, la principal variable es llevar las expectativas al centro del rango. Ese es el objetivo y hacia ahí vamos a ir empujando, de manera gradual, pero empujando todas las veces que sea necesario hasta que las expectativas converjan”, explicó en una conversación con Búsqueda.

    En la encuesta de agosto difundida por el BCU el martes 17, los analistas de bancos, AFAP, consultoras y del ámbito académico subieron de 7,10% a 7,20% su pronóstico de inflación para este año —en mediana—, si bien siguen visualizando niveles de 6,70% al cierre de 2022 y de en torno a 6% en 2023. Varios contestaron antes de la reunión del Copom.

    Labat admite que el nuevo esquema de ajuste mensual de las tarifas de los combustibles —que llevan tres alzas consecutivas, aunque se espera una baja para setiembre— “podrá poner un poquito de volatilidad, pero es lo que corresponde”. Cuando “esté asentado” el cambio, sostiene, los “ruidos” pasarán.

    —¿Qué espera que ocurra a partir de la suba de la tasa de referencia?

    —Este fue el primer paso para la salida de esta fase monetaria más expansiva. Pero seguimos siendo expansivos.

    En el mercado hay mucha liquidez, y eso se refleja en los instrumentos de sintonía fina, que usamos a tres, cuatro, cinco, siete días. Las condiciones de liquidez van a seguir por un buen tiempo. Por eso, más que algún pronóstico de que estamos volviéndonos contractivos, yo digo que estamos saliendo de la fase expansiva. Todavía falta bastante. Estamos viendo muy buenos indicadores sobre la situación sanitaria y de actividad en particular; lo sanitario nos deja bastante firme que no habrá una reversión del proceso. Con eso, es momento de empezar a andar este camino, de manera gradual. A algún analista (un aumento de) 50 puntos básicos le pareció mucho y a otros les pareció poco; yo digo: gradual y seguir esta tendencia, saliendo de la fase expansiva en la medida que los indicadores sigan acompañando.

    —¿Qué horizonte estima para llegar a un nivel de tasa más neutro o normal?

    —No manejamos un plazo. Será un proceso.

    La emergencia sanitaria nos hizo decir: “Bueno, tenemos que sostener la actividad”. Pero esa etapa terminó, salvo que mañana aparezca…

    —Que estalle una ola de contagios con la variante de delta, por ejemplo.

    —… que estalle la delta. Ahora nosotros decimos que nuestro objetivo es la inflación, con lo cual vamos a acompañar gradualmente e ir (ajustando la tasa) lo que sea necesario. Con la actividad normalizada, la principal variable es llevar las expectativas al centro del rango. Ese es el objetivo y hacia ahí vamos a ir empujando, de manera gradual, pero empujando todas las veces que sea necesario hasta que las expectativas converjan.

    —Si no es por el lado del crédito, dada la liquidez existente, ¿de qué forma operará la suba de la tasa de referencia?

    —La política monetaria influye por varios canales, y uno es el del crédito. Otro, que seguramente sea el más relevante hoy, es el de las expectativas. Solo con un movimiento —y aunque no pasara nada con la cantidad de dinero—, damos una señal. No todos los actores tenían claro que íbamos a empezar a actuar y con esta decisión, la señal apunta a transmitir que el mensaje del Banco Central es en serio, que empezó a actuar, por ahora de forma gradual, pero empezó a actuar.

    Vemos que vienen cayendo tanto las expectativas de los empresarios como las de los analistas, aunque lento, y todavía no hasta donde nos gustaría. Pero, al mirar a los 24 que contestan, todos los meses hay dos o tres analistas que bajan un poquito (sus proyecciones de inflación). Yo no sé qué responde cada analista, pero vemos las expectativas cayendo, poquito. Pero tenemos la percepción de que estamos llegando a un piso, y la idea es romper ese piso, que esto siga cayendo. Y la señal de la suba de tasas apunta a esto.

    Algunas presiones de corto plazo podríamos tener, como en estos últimos dos meses, que estuvimos un poquito desviados. Pero, mirando los 24 meses, apuntamos al centro del rango.

    —Una presión reciente provino de los aumentos de las tarifas de los combustibles tras el cambio de esquema de ajuste. ¿Cómo espera que influyan sobre la inflación y las expectativas tanto ese factor como la ronda de Consejos de Salarios?

    —La pauta salarial está alineada con las proyecciones de inflación que hemos manejado. Y las tarifas públicas, salvo la de los combustibles, han tenido aumentos mirando para adelante. La intención ha sido que las tarifas y los salarios aumenten pensando con la inflación para adelante: ambas cosas están absolutamente alineadas.

    El tema de los combustibles es un proceso más estructural, de ir de un modelo hacia otro bastante más transparente. Todavía tiene algunos ruidos, pero al final del camino, cuando esté asentado, debería hacernos bien. Ahora se le agregaron estos $ 3 y ¡andá a explicar qué son! (El precio al público) Subirá y bajará cuando corresponda. Podrá poner un poquito de volatilidad, pero es lo que corresponde.

    —Sectores del agro definieron movilizarse en rechazo al nuevo sistema de ajuste de los combustibles. ¿El gobierno seguirá para adelante con esto?

    —No depende de mí, pero creo que es un mecanismo transparente.

    Hoy, lo que definieron el Parlamento y las negociaciones es que los combustibles están a precio de paridad de importación. Desde nuestro punto de vista, este es un sistema bien transparente y al final nos va a aportar. No tengo mucha duda al respecto.

    —¿Puede que la volatilidad en los precios de los combustibles haga más difícil alinear las expectativas de los empresarios hacia el objetivo de inflación?

    —Las expectativas de los empresarios son bastante rígidas y en esto venimos trabajando bastante. Sacamos una newsletter que se la estamos mandando a través de sus cámaras, siguiendo un paper del Banco de Inglaterra, que aconseja llegarle a cada público por su canal. El comunicado del Copom llega a muy pocos, es muy técnico, y armamos esa newsletter con la información en un lenguaje mucho más llano.

    Le doy un ejemplo: alguno dice que en 2021 la inflación será de 12%. Son uno o dos entre 300 de los que contestan la encuesta de expectativas… Cuando llegamos a noviembre y la tasa anual esté en 6,8% o 7,2%… ¿qué creen?, ¿que en diciembre va a haber un salto? Se contesta con inercia… Ahí hay un trabajo para hacer, para que el empresario vea que hoy la inflación está en 7,3% y que nosotros prevemos tal cosa, no para que nos crea ciegamente y conteste la encuesta mejor, sino para que lo incorpore cuando fija sus precios.

    • Recuadro de la entrevista

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