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    Con turbulencias internas en el ministerio y escaso respaldo en la coalición, el presidente es el principal sostén de Bustillo

    A pesar de quedar “muy enojado” por el paso en falso en la OEA, Lacalle Pou respaldó expresamente al canciller, por quien “nadie quema las naves” entre los socios del oficialismo

    El ministro de Relaciones Exteriores, Francisco Bustillo, se fue satisfecho del Palacio Legislativo el viernes 25. A su criterio, el de la comitiva ministerial que lo acompañaba y el de varios legisladores de la coalición gobernante, había salido más que airoso del llamado a sala a la Comisión Permanente que le había realizado el diputado frenteamplista Daniel Caggiani, que incluyó 95 preguntas, por la marcha de las negociaciones de un TLC con China.

    Al decir de alguien que estuvo cerca suyo todo el rato, el canciller salió “inflado como un globo, orondo y contento” porque “sentía que había contestado todas las preguntas y porque hubo legisladores que lo felicitaron”. Incluso se fue conforme del cruce de palabras con Caggiani, quien lo tildó de “ministro sin cartera, que no manda, que de Torre Ejecutiva le dicen lo que hay que hacer”, luego de recibir las disculpas del representante del MPP.

    En el Parlamento, ambiente donde tirios y cada vez más troyanos lo miran de reojo, “fue su mejor intervención”, agregó alguien de su entorno.

    Pero en ese mismo momento, a unos 8.500 kilómetros, en Washington DC, la Organización de los Estados Americanos (OEA) aprobaba una declaración que expresaba una “condena enérgica” a Rusia por la “invasión ilegal, injustificada y no provocada” a Ucrania. Esa declaración no llevaba la firma de Uruguay por instrucciones de la propia Cancillería.

    Seis días después, luego de que Luis Lacalle Pou ordenara dar vuelta la decisión y que Uruguay apareciera copatrocinando esa misma declaración, el mandatario aparece como el principal sostén del ministro, al que, según sus propias palabras, debió enmendarle el error. Fuentes de Torre Ejecutiva dijeron a Búsqueda que en los últimos días el presidente transmitió explícitamente su respaldo a Bustillo, a pesar de no ocultar el enojo que le produjo el episodio.

    Por un lado pesa en ese respaldo el sincero afecto que la familia Lacalle tiene por el diplomático y la convicción por su idoneidad profesional, la misma que es cuestionada en estos días por la oposición, pero también por figuras del oficialismo y en la difícil interna de Cancillería. Pero distintas fuentes consultadas en el mundo diplomático, legislativo y en Torre Ejecutiva coincidieron en lo mismo: pocas veces se lo vio tan enojado al presidente.

    “Nadie quema las naves por Bustillo”, resumió la situación un senador blanco. Más allá del presidente, no hay un sector que lo respalde. “No tiene apoyo político, no genera empatía entre nosotros”, agregó.

    Este no es el primer episodio en el cual el presidente Lacalle Pou reacciona ante una acción de la Cancillería con Bustillo al frente: una votación contraria a Israel en el Consejo Económico y Social de la ONU, en setiembre de 2020, que provocó la reacción del gobierno de ese país y de la colectividad judía en Uruguay, le costó el cargo al director de Asuntos Políticos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Pablo Sader, un embajador de larga trayectoria que ahora fue designado en la Unión Europea (Búsqueda 2.092). En pasillos diplomáticos —donde no se le tiene mucho aprecio a Bustillo— apostaban estos días sobre “cuántos errores está dispuesto a bancarle” el presidente. En corrillos políticos, donde empieza a prevalecer un sentimiento similar, se repetía esa máxima que asegura que cuanto más acorralado parece estar un ministro, más atornillado al cargo está.

    Nadie espera un cercenamiento a corto plazo, más pensando en el referéndum del 27 de marzo, lo que podría traducirse como un signo de debilidad del Poder Ejecutivo y un trofeo de guerra para la oposición. Tampoco nadie ofrece certezas de lo que pueda pasar más adelante.

    Carolina Ache, Daniel Caggiani y Francisco Bustillo durante la Comision Permanente en la Camara de Senadores. Foto: Mauricio Zina / adhocFOTOS

    Tras bambalinas

    En la noche del miércoles 23, Bustillo —como parte de la delegación que acompañó al presidente Lacalle Pou a la Expo Dubái— volvió al país y comenzó a prepararse para su comparecencia en el Parlamento, para la que concentró a buena parte de su equipo. Ese mismo día, la Cancillería había comunicado su “gran preocupación” por el incremento de las tensiones entre Rusia y Ucrania, que horas después se traduciría en una invasión. Paralelamente, un borrador de declaración comenzó a escribirse en la OEA, impulsado por algunos países centroamericanos y con el visto bueno de Estados Unidos.

    El jueves 24, la Cancillería indicó en un comunicado que las acciones militares de Rusia son “claramente violatorias de los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas” y reiteró que “Rusia debe respetar la integridad territorial y la independencia de Ucrania”, además de abogar por el retorno a las negociaciones diplomáticas. En el mismo sentido se expresó, vía Twitter, el presidente Luis Lacalle Pou. Para entonces, a medida que se sucedían las acciones bélicas, la declaración en la OEA iba sumando adhesiones. El embajador de Uruguay en la OEA, Washington Abdala, afín a plegarse a esta, se contactó con el director de Asuntos Políticos de la Cancillería, Ricardo González, para informarle de la situación y esperar instrucciones.

    Según dijeron a Búsqueda fuentes de Cancillería, González —un diplomático de gran trayectoria y reconocida solidez— es de la idea de que es preferible que Uruguay se perfile con un posicionamiento individual, como el que ya había emitido, antes de suscribir una declaración grupal. Que la OEA no sea el lugar natural para un debate sobre Rusia y Ucrania, más la ida de Bustillo y su equipo a la Comisión Permanente del Parlamento pudieron haber alimentado lo que el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, calificó más tarde de “distorsión en alguna interpretación” en la comunicación entre la Cancillería y su representación en el organismo hemisférico.

    Ese viernes, poco antes de la comparecencia de Bustillo, el Ministerio había instruido a Abdala para que, de no haber un apoyo masivo que incluyera a Argentina y Brasil, Uruguay se expresara en la OEA en las palabras de su embajador pero que no suscribiera la declaración. Así ocurrió. En Washington resultó llamativo que Abdala tuviera un discurso en sintonía con la declaración que se barajaba al tiempo que no lo suscribía. Particularmente sorprendidos quedaron el secretario general del organismo, Luis Almagro, y su jefe de gabinete, Gonzalo Koncke, ambos uruguayos. En Montevideo Bustillo se iba muy satisfecho del Palacio Legislativo.

    Sin respaldo

    La satisfacción se le fue el sábado. Cerca de las nueve de la noche del viernes en Uruguay, la OEA tuiteaba su declaración con las “banderitas” (firmas) de 24 de sus Estados miembros. Solo Argentina, Brasil, Bolivia, Nicaragua y Uruguay eran ausencias notorias. Esto provocó un enorme enojo a Lacalle Pou. “Tenía una calentura que volaba”, dijo sin eufemismos un legislador cercano al mandatario.

    El presidente llamó a Abdala y a Bustillo. Las comunicaciones tuvieron momentos tensos y un mensaje claro: Uruguay tenía que estar en esa declaración a como diera lugar. En Washington, se le consultó a Koncke si era posible incluir a Uruguay luego de dada a conocer la publicación. Como no había ningún impedimento legal, el copatrocinio fue admitido. El domingo 27, la cuenta oficial de la OEA tuiteaba la incorporación del país, banderita incluida. En el ámbito internacional, la situación se había descomprimido.

    En el ámbito interno, en cambio, las aguas seguían turbulentas. Este ida y vuelta cayó como una piedra en la propia coalición de gobierno. “Lo que ocurrió estuvo en el marco de una dinámica que el presidente no está acostumbrado a tener. Fue muy removedor en la interna”, dijeron a Búsqueda desde el Parlamento. En el Partido Colorado, donde Bustillo no es bien visto por su mal relacionamiento con la viceministra, Carolina Ache, y con el embajador en Brasil, Guillermo Valles, el diputado Gustavo Zubía expresó que “no es la primera vez que hay errores de este tipo en la Cancillería.

    El único legislador del Partido Independiente, Iván Posada, había calificado el sábado de “lamentable” la ausencia de Uruguay en la declaración de la OEA. El senador Raúl Lozano, de Cabildo Abierto, pedirá un informe sobre lo ocurrido a Cancillería, según informó el martes El Observador. En la oposición, Daniel Caggiani dijo que al ministro le están haciendo bullying desde el gobierno; alguno fue más allá y expresó que “por dignidad” debería irse.

    Desde la bancada oficialista del Parlamento, al margen del respaldo que se vio el viernes, a Bustillo se le están sumando cuentas a pagar. “Más allá de lo que diga, lo cierto es que no le vemos avances. ¿Qué está pasando con el TLC con China? ¿Qué está pasando con el Mercosur?”, dijo a Búsqueda una importante fuente del gobierno.

    Desde el Legislativo, uno de los senadores con más peso en el gobierno cuestionó con dureza que su grupo de trabajo en relación a las negociaciones con China sea reducido y hermético; uno de ellos, su jefe de gabinete, Fernando López Fabregat, ha causado “bastante resistencia” en el seno del ministerio. “No son muchos los que participan en la elaboración de informes (sobre el TLC), y eso tiene preocupado al presidente”, indicó.

    Además de eso, el parlamentario afirmó que sorprendió de forma no grata que “alguien tan afable y agradable” como el ministro “haya tenido en la Cancillería actitudes que han generado bastante malestar”. En los últimos días, de hecho, ha circulado internamente en la Cancillería un texto anónimo en el cual se lo critica en términos muy duros.

    El martes 1º Lacalle Pou expresó públicamente su respaldo a Bustillo en una breve rueda de prensa durante su visita al carnaval de Artigas. Lo hizo mientras mencionaba nueve veces la palabra error al referirse a lo ocurrido en la OEA y al canciller, a quien hizo responsable de lo ocurrido. El dos veces presidente Julio María Sanguinetti, líder colorado, habló de “un error que se aclaró“ y dio el tema por concluido.

    Un día antes, Uruguay ya había manifestado nuevamente su “enérgica condena” a la invasión rusa a Ucrania, ahora en la Asamblea General de las Naciones Unidas, a través del embajador Carlos Amorín. Los nombres del senador blanco Gustavo Penadés, de Valles y del exlíder colorado Pedro Bordaberry como futuros cancilleres volvieron a tomar fuerza, aunque las diversas fuentes consultadas entienden que el futuro no es ahora, al menos por ahora.

    Información Nacional
    2022-03-02T22:06:00