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    Delgado cree que aumentó la “percepción de riesgo” sobre el coronavirus y será determinante para evaluar nuevas medidas

    El secretario de la Presidencia está desesperado “por tener la vacuna cuanto antes” y porque la gente valore lo que se logró hasta ahora; el 2021 será “un año de transición” del “poscoronavirus hacia la nueva normalidad”

    La última entrevista con Búsqueda había sido en marzo. Fue en la mañana del miércoles 18, solo cinco días después de la declaración de la emergencia sanitaria. Montevideo lucía vacía, casi apocalíptica, con sus calles desiertas y sus comercios desolados o directamente con persianas bajas. En ese momento los casos de coronavirus se contaban con los dedos de las manos, pero todo era incertidumbre. Había temor a un virus del que se sabía poco y la gente había encarnado el mensaje que el flamante gobierno repetía una y otra vez en conferencias de prensa diarias y televisadas en horario central. El secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, era uno de los principales portavoces de ese “quedate en casa” que duró hasta que se fueron aflojando las perillas y se empezó a transitar lentamente hacia una nueva normalidad que hoy está otra vez en cuestión. Ahora es diciembre. El escenario es muy distinto al de marzo. En todo sentido. Los comercios están abiertos, las calles están repletas, los tapabocas se han vuelto un apéndice de los rostros. Hay un promedio de 200 casos nuevos por día y han muerto 87 personas a causa de la enfermedad. Y Delgado parece haberse puesto otra vez al hombro la tarea de alentar a la población a que no baje los brazos ahora, cuando ya se ve a la vacuna en la orilla. Cree que después del acostumbramiento y de los aflojes, la gente volvió a tener la percepción de riesgo ante una enfermedad que empezó a mostrar los dientes. Y asegura que esta será una semana determinante para saber si las ultimas medidas del gobierno dieron resultado y se logra frenar un aumento exponencial de casos que puede llevar a medidas más extremas justo al inicio de una temporada de verano. Un verano que, adelanta de todas formas, será con fronteras cerradas. “Es el que podemos y no el que queremos”. Aunque prefiere no especular sobre posibles nuevas medidas y pese a los últimos datos, Delgado es optimista. Imagina un 2021 en transición desde un poscoronavirus hacia la nueva normalidad. Subraya lo de la nueva normalidad. “Nunca va a haber una normalidad absoluta en el día después. La verdad es que uno tiene la percepción de que hay cosas que vinieron para quedarse”.

    Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.

    —Hubo un relativo éxito en la gestión de la pandemia, hubo reconocimiento internacional, homenajes, pero en un momento la cuestión se empezó a complicar. ¿Dónde ubica el punto de inflexión?

    —Yo no le llamaría éxito. Es una palabra demasiado presuntuosa y estamos hablando de un virus tremendamente contagioso, muy soberbio y que además no respeta edades ni situaciones económicas ni sociales. Y que además ha condicionado al mundo. Ni éxito ni ejemplo. Uruguay ha tenido una situación favorable del tratamiento del virus en función de muchas cosas. La declaración de emergencia sanitaria y la serie de medidas muy duras que se tomaron al inicio, que algunos las criticaron en función de que solo había cuatro casos. Eso logró algo muy importante, que fue frenar la expansión inicial, no nos agarró con la guardia baja. Y después el gobierno, con el liderazgo del presidente, fue muy claro en ser muy transparente, en dar la cara, en decir la verdad. Lo bueno y lo malo. Tuvimos que dar noticias que no eran agradables. El tratamiento adecuado que Uruguay tuvo con el virus fue una buena interacción del gobierno y la sociedad. En general el Uruguay respondió. Y tanto es así que estamos hablando de una pandemia controlada con la economía abierta. Hay que verlo en términos comparativos. Miren lo que es España, lo que es Alemania. Uruguay tiene que valorar mucho que tenemos una pandemia controlada con menos pérdidas de puesto de trabajo, menos actividades cerradas. El seguro de desempleo que al principio trepó a casi 200.000 uruguayos hoy empezó paulatinamente a bajar. Inventamos el seguro parcial. Y la gran mayoría retomó el laburo. Se mantuvo en el mientras tanto el tejido social. Basta ver lo que pasa en otros países para valorar lo que tenemos. Y a veces a mí me desespera poner la comparación arriba de la mesa: valoremos lo que tenemos.

    —¿Pero cuándo es que todo eso que tenemos empieza a tambalear?

    —El cambio de fase fue hace 15 días para atrás. Ese es el punto de inflexión.

    —¿Y por qué, qué pasó?

    —¿Qué pasó? Pasamos a otra fase del virus, que es un crecimiento mayor, principalmente en la zona metropolitana. Cada vez que hubo un brote el gobierno iba al brote y trataba de ayudar, de poner medidas. Recordemos en Treinta y Tres, Rivera, Cerro Largo. Pero en comunidades más chicas es más fácil seguir los hilos y la contención. En Montevideo y en la zona metropolitana empezó hace unos 15 días, no estamos hablando de hace un mes. Ahí aumentaron los casos, las proyecciones ya no nos ponían en verde, sino en naranja, y se puede complicar más si no hacemos lo que tenemos que hacer y no tomamos las medidas que el presidente anunció, cuyos efectos se van a ver la semana que viene. Nosotros tenemos el objetivo de desafiar a las estadísticas. Las proyecciones dicen que cuando se entra en determinada fase después hay un crecimiento que termina siendo exponencial. ¿Cómo vamos a trabajar para desafiar la matemática? Aumentos de testeos, notorios. Somos el país que más testeamos en proporción con la cantidad de habitantes; aumento en la capacidad diagnóstica, estamos trabajando en disminuir el plazo entre que se hisopa y se diagnostica, porque ahí tenés un punto de riesgo importante de diseminación en caso de que sea positivo, entonces te permite avanzar sobre la tercera estrategia, que es un aumento en la capacidad de rastreo. Obviamente, cuántos más casos es menor la posibilidad de seguir todos los hilos epidemiológicos. Hoy hay un 20% de casos que no le podemos seguir el hilo. Pero vamos a aumentar los rastreadores, 300 en tres turnos. Y en paralelo anunciamos un sistema electrónico por el cual se le van a enviar mensajes a los celulares de los pacientes positivos y a sus contactos recientes con autorización para que se hisopen. Eso va a ser un apoyo a los rastreadores.

    —¿Cómo cree que vamos a llegar al 18 de diciembre con estas últimas medidas que se tomaron ?

    —Yo creo que la semana que viene va a ser determinante para ver si las medidas se están tomando y si cada uno acepta que estamos en una fase diferente y que tenemos que desafiar el incremento de la enfermedad. Y que además no solo son las medidas que toma el gobierno, que las tiene que hacer cumplir y fiscalizar, sino que cada uno debe bajar la movilidad y evitar factores de riesgo estos días. ¿Para qué? Porque si nosotros logramos frenar esta tendencia creciente el 18 de diciembre vamos a tener un estatus muy parecido al que teníamos hace 15 días atrás. Y eso nos va a permitir unas fiestas y un verano que no es el que queremos, pero es el que podemos. Lo que pase de aquí al 18, lo que hagamos todos para desacelerar este crecimiento, va a determinar qué fiestas y qué tipo de verano tenemos.

    —Eso es algo que usted ha dicho en estos días, ¿pero qué quiere decir en concreto, puede profundizar?

    —Es con respecto a la movilidad y a un montón de actividades. Mirá, hay algo que define la actitud que tuvo siempre el gobierno vinculado al coronavirus, y la definió el presidente cuando dijo: “Para adelante todo lo posible, para atrás todo lo necesario”. La salud es la perrilla más importante y es la que tenemos que preservar porque condiciona todo el resto. Y eso lo estamos aplicando todo el tiempo.

    —Necesariamente el gobierno tiene que tener planteado un escenario en el que el 18 de diciembre los casos siguen en aumento. ¿Qué implica en ese caso el “para atrás todo lo necesario”?

    —Eso se va a evaluar. Pero ¿sabés lo que pasa? Parte de esto es ir monitoreando permanentemente, más allá de escenarios para mañana o pasado mañana, plan A, B y C. Uno tiene que tener mucho cuidado porque juega con expectativas de la gente. Hemos tratado de ser muy serios, nos podemos haber equivocado, pero hemos sido muy serios y transparentes en la comunicación. Y no puedo hoy entrar a decir qué pasaría el 18, dónde terminamos. El 18 se va a evaluar, y en función de la evaluación vamos a priorizar siempre el status sanitario. Sobre todo teniendo en cuenta que venimos remando gran parte del río, capaz que nos queda un 30%, la vacuna está en la orilla y no podemos bajar los brazos. Por eso hay que mantener el estatus y llegar a la vacuna en la mejor situación posible.

    —Pero estamos en diciembre, la gente está agotada. ¿Usted piensa que va a haber una respuesta a estos pedidos del gobierno?

    —Hay un poco de fatiga vinculado a este tema, es verdad. Creo que en los últimos días, a raíz de que aumentaron los casos y que aumentaron los casos en el CTI y que aumentaron las muertes, la gente empieza a notar que está pasando algo. La verdad es que está pasando algo. Y mucha gente volvió a sentir el nivel de riesgo. Se había ido perdiendo la percepción de riesgo del coronavirus, quizás por un acostumbramiento, por fatiga, porque veíamos que podíamos manejar esto con actividades normales y lo demás nos era ajeno y lejano.

    —Y la enfermedad todavía no había mostrado los dientes.

    —Estaba muy controlada en los procesos. Y ahora vimos que hay una fase diferente, y a fase diferente, medidas diferentes.

    —Ahora, se insiste en “para atrás todo lo necesario”. ¿Alcanza con cerrar gimnasios y bares después de las 24 horas?

    —Bueno, apelamos a bajar gran parte de movilidad en sitios de mayor riesgo. Lo demás está aforado. Y todo aquello que se ha venido protocolizando y se puede fiscalizar, ha tenido menor riesgo.

    —Usted decía que la vacuna está ahí en la orilla. ¿Ya se tienen establecidos los criterios para vacunar y qué vacuna será la elegida?

    —El presidente ha dicho que la vacuna no va a ser obligatoria, pero vamos a instar a vacunar. Sobre el tipo de vacuna, hay como 11. Algunas manejan virus inactivados, otras atenuados, otras con secuencia de ARN, otras que necesitan cadena de frío, otras dos dosis, otras una. Y en realidad, validada recién hay una, que se empezó a dar en Reino Unido.

    —¿Y cuál va a comprar el gobierno?

    —Tenemos un grupo trabajando en Salud Pública, donde se va a asesorar el tipo de vacuna. Y después vamos a trabajar en la compra de la vacuna que tenga el aval de su eficacia y que entendemos que sea la que mejor se aplique en Uruguay. Ya estamos trabajando en la logística de distribución y ya nos suscribimos a un mecanismo de compra vía Organización Mundial de la Salud (OMS) que se llama Covax, donde Uruguay ya puso dos millones y medio de dólares para reservar a precio tope y elegir después entre las 11 vacunas. No necesariamente tenemos que hacer todo por ahí, podemos comprar a estados o laboratorios, pero vía OMS, por lo menos, aseguramos un millón y medio de dosis.

    —En marzo, cuando recién arrancaba la pandemia, usted dijo en una entrevista con Búsqueda que los perjuicios para la economía iban a ser “inimaginables”. ¿Qué lectura hace hoy en retrospectiva?

    —Bueno, ahí era inimaginable la proyección del virus. Pero condicionó cada una de las actividades. Todas las decisiones que tomamos estaban condicionadas por el coronavirus y uno tenía que tener la capacidad de pensar más allá del coronavirus, que hay un día después y que también hay un mientras tanto que nos obliga a tener la economía funcionando. Y es notorio que los ahorros que teníamos pensado hacer es el equivalente a lo que se va a gastar en el Fondo Coronavirus. Y es notorio también que la caída de la actividad va a ser más importante quizás de lo que uno hubiera soñado en función de que la economía estuvo abierta, pero estuvo condicionada por la enfermedad. También es verdad que hemos logrado mantener una actividad económica y un nivel de empleo mayor que otros países que la sufrieron mucho más. Me parece que eso es lo que tenemos que valorar, y por eso estamos pidiendo un esfuerzo. La conducta de cada uno condiciona la salud de todos y condiciona el estatus del Uruguay.

    —Hablaba de mantener el estatus, de pensar el mientras tanto y el día después...

    — …Y que va a haber una nueva normalidad. Nunca va a haber una normalidad absoluta en el día después. La verdad es que uno tiene la percepción de que hay cosas que vinieron para quedarse.

    —¿Y cómo afecta los planes de gobierno? Ya se aprobó una ley importante para el Poder Ejecutivo como la Ley de Urgencia y está en camino de aprobarse la de Presupuesto…

    …más una serie de decretos de promoción de inversiones, más una serie de medidas vinculadas a la captación de empleo. Yo creo que el tema del coronavirus fue como una V invertida, asimétrica, hay una caída muy estrepitosa y un crecimiento de a poquito que, a mi juicio, es en la etapa en la que estamos.

    —¿Y eso le permite al gobierno mirar el 2021 de otro modo? ¿Se imagina un segundo semestre con la variable sanitaria despejada, con esa perilla dejando de ser prioritaria?

    —Y ojalá que sea así. Nosotros estamos desesperados por tener la vacuna cuanto antes. Yo creo que el año que viene va a ser un año de transición —ojalá no me equivoque— del poscoronavirus hacia la nueva normalidad. Pero va a ser un año que va a estar cimentado por muchas de las cosas del mientras tanto, de cuando combatíamos la pandemia cuerpo a cuerpo. Creo que podemos transformar la situación de Uruguay en una oportunidad. Porque el manejo de la enfermedad, quieras o no, posicionó a Uruguay en el mundo. Un país chiquito volvió a estar en la agenda y eso es lo que yo no quiero perder. Todo lo que no hagamos ahora, no lo vamos a poder hacer después. Por eso vamos a insistir mucho en este proceso, yo creo que se empieza a percibir nuevamente el nivel de riesgo. Mucha gente está diciendo: “Vamos a bajar un cambio, vamos a cuidarnos un poco más”.

    —¿Cómo ha visto el rol de la oposición en el tratamiento de la pandemia?

    —Creo que todo el mundo coincide en que esto es una causa nacional. El gobierno no partidizó este tema, no lo quiso hacer ni lo va a hacer. Hay alguna gente más comprometida, más jugada, otros más apáticos. Pero esto es una causa nacional y hay gestos. Hemos recibido a dirigentes del Frente Amplio, recibimos a la intendenta Carolina Cosse para hacer sinergia. El gobierno transformó esto como causa nacional y espero que nadie quiera medrar con esto tampoco.

    —Tras la reunión con Cosse, ¿le parece que el gobierno encontró un interlocutor con la oposición?

    —A ver, pasó con varias organizaciones sociales también. Yo creo que todos tienen el objetivo de tener la pandemia controlada. ¿Que hubo estrategias diferentes? Sí, las hubo en su momento. Pero en realidad prevaleció siempre darle la derecha al gobierno y respetar sus medidas. Además me pareció un gran acierto del presidente el convocar a la Academia, a los científicos. Con respecto a la Intendencia de Montevideo —en la capital se concentra casi el 70% de los casos— hay que trabajar mucho. También se va a trabajar con el intendente Yamandú Orsi y las organizaciones civiles en Canelones. En Uruguay podemos tener disputas político-partidarias, pero acá no hay ideología, hay compromiso. Ese es el mensaje que tenemos que dar.

    —En las redes sociales se hicieron muchos comentarios sobre la conferencia posterior con Cosse, sobre la foto, que quizás presagiaba un posible escenario electoral para el 2024.

    —No, no, no. El objetivo de la conferencia de prensa fue dar un mensaje a la población. Estamos demasiado preocupados, ocupados, y absorbidos por el coronavirus. Sería una frivolidad que se interprete de manera diferente.

    —Dirigentes de la oposición han cuestionado la Ley de Urgente Consideración y el proyecto de Presupuesto. El senador Mario Bergara dijo que ese Presupuesto no es lo que votó la gente en campaña electoral.

    —¿Quién interpreta lo que vota la gente? La gente que vota. La gente va a evaluar si el gobierno hizo las cosas bien. La gente notoriamente decidió un cambio. Y todo lo que estamos haciendo es lo que decía un programa de gobierno primero partidario y después desde la coalición. Pueden interpretar otras cosas desde la oposición, pero es la gente la que va a juzgar.

    —El Partido Colorado hizo un planteo formal al presidente para crear un ámbito de coordinación de la coalición de gobierno. ¿Está resuelto si se va a instalar o no?

    –Sí, el presidente dijo que no tiene inconvenientes. Pero también te voy a decir la verdad, el presidente y su equipo tienen diálogo permanente con los referentes de los partidos de la coalición de gobierno, con la dirigencia sindical, con la dirigencia empresarial. Si algo ha caracterizado a este gobierno es el teléfono abierto.

    —Entonces no es necesaria esa mesa que piden los colorados.

    —El presidente dijo que no tenía inconvenientes. Si alguno la reclama, está bien. Pero no es que se necesite eso para el diálogo.