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Ni China ni Perú. Tampoco la Unión Europea. El 2017 se irá sin que Uruguay haya concretado la firma de un tratado de libre comercio (TLC). Ni siquiera logró que el Parlamento ratifique el que firmó en 2016 con Chile. Eso a pesar de la insistencia del Poder Ejecutivo de que es indispensable la apertura comercial del país a todos los mercados posibles, y de que los acuerdos son una herramienta para alcanzar el objetivo.
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Por responsabilidades propias, debido a las diferencias ideológicas internas en el Frente Amplio que impiden ratificar el tratado con Chile, y por decisiones de administraciones extranjeras, el gobierno deberá esperar a su cuarto año de gestión para intentar poner en marcha un TLC.
El hecho se confirmó en Buenos Aires, donde los miembros del Mercosur esperaban anunciar la firma de una parte del tratado con la Unión Europea, que luego de un largo tiempo trancado, recobró fuerza en 2016. El optimismo se mantuvo hasta el martes 12, cuando se reunieron a negociar los cancilleres del bloque sudamericano y los comisarios de Comercio y de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea, Cecilia Malmström y Phil Hogan, respectivamente.
“En las conversaciones previas habíamos tenido un avance sobre la mejora de ambas ofertas. El Mercosur hizo el ejercicio y llegó al 90% de los bienes para ofrecer. En contrapartida, nosotros estábamos esperando que ellos mejoraran su oferta en dos elementos importantes. Nos dijeron que estaban en condiciones, en un par de horas, de darnos el número. Lamentablemente, no lo hicieron”, explicó en rueda de prensa Rodolfo Nin Novoa, ministro de Relaciones Exteriores.
El aumento de la oferta del Mercosur implicó especialmente a Argentina, que accedió a agregar diversos productos alimenticios no incluidos originalmente. Pero del lado europeo se resistieron a cambiar la oferta respecto a dos productos considerados fundamentales por el Mercosur: el etanol y la carne vacuna. Brasil, uno de los mayores exportadores mundiales del combustible, considera insuficiente una cuota anual de 600.000 toneladas de etanol con preferencia arancelaria. A la vez, el bloque está en desacuerdo con una cuota anual de 70.000 toneladas de carne vacuna, el producto que más interesa a Uruguay.
“No tenemos la intención de aumentar nuestra oferta de carne vacuna”, había afirmado Hogan, el lunes 11, en declaraciones recogidas por el diario Irish Independent. Irlanda y Francia, respaldados por otros doce países, son quienes no solo se oponen a incrementar la cuota, sino que pujan para bajarla. Su objetivo es proteger las industrias cárnicas ante la amenaza del Brexit y una disminución en el consumo.
“Ahora estamos a la espera. En estos días estaremos trabajando a ver si podemos conseguir ese número que al Mercosur le interesa. Veremos si podemos recibir las ofertas que cumplan con las expectativas que hace 20 años tenemos”, protestó Nin Novoa.
Aunque en un principio se manejó seguir las negociaciones la semana próxima, durante la Cumbre del Mercosur en Brasilia, finalmente se decidió postergar las reuniones para 2018 en Europa. Según informó el diario argentino La Nación, hasta el miércoles 13 las dos partes no lograron ponerse de acuerdo en “lo que iba a ser una declaración conjunta entre los países del Mercosur y los negociadores de la Unión Europea para mostrar lo positivo de los avances, pero para explicar las dilaciones en el cierre”.
Con ello se perdió la esperanza de anunciar los detalles generales de un tratado antes del 2018, como había vaticinado el propio Nin Novoa, en marzo, a la Secretaría de Comunicación de Presidencia: “Creo que a fin de año vamos a tener una decisión tomada muy completa”.