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    El Mercosur y la UE pactan una vía para intentar ratificar el acuerdo bilateral, pero enfrentan el escepticismo de eurodiputados

    La Unión Europea y el Mercosur acordaron un camino para intentar que el acuerdo de asociación bilateral sea ratificado en la primera mitad del 2021. Esa idea, que implica firmar un documento complementario vinculado al tema medioambiental, quizás sea insuficiente para revertir las críticas que recibe el acuerdo en ambientes políticos y sociales europeos.

    Con el apoyo de la Comisión Europea, los gobiernos de Brasil y Uruguay defendieron el resultado de las negociaciones cerradas a mediados del 2019 por los dos bloques. Durante una reunión organizada el viernes 11 por la delegación del Mercosur del Parlamento Europeo, el embajador Carlos Pérez del Castillo reivindicó el acuerdo e intentó desarticular las críticas centrales que se plantean, en particular su posible efecto sobre el medioambiente y el proceso de deforestación de la Amazonia.

    Pérez del Castillo informó ese día que los países del Mercosur eran “muy conscientes” de “las preocupaciones de orden climático y medioambiental” que surgieron en varios países europeos vinculadas a la posible ratificación del acuerdo. Para aplacarlas, el bloque sudamericano acordó con el comisario de Comercio de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, la firma de un compromiso adicional sobre esos temas que sería presentado “al mismo tiempo” que el texto del acuerdo al Consejo Europeo, que debe ratificarlo por unanimidad.

    Pese a aprobar esa vía de solución, el embajador uruguayo aclaró que el Mercosur consideraba que el capítulo sobre desarrollo sostenible que contiene el acuerdo negociado “ya tiene compromisos muy importantes” vinculados al Acuerdo de París y a temas de forestación. “Creo que sería muy bueno que mucha gente que critica este acuerdo lo lea en su cabalidad para saber el contenido”, cuestionó.

    El Mercosur planteó a los europeos que el texto complementario vinculado al medioambiente debe fijar compromisos de las dos partes. “Las preocupaciones medioambientales y de preservación del clima son temas de carácter universal, preocupaciones que nos interesan a todos y no son solamente patrimonio de la Unión Europea”, dijo Pérez del Castillo. “En esa materia los países del Mercosur tienen muchos guarismos e indicadores en materia ambiental que son muy superiores a los de la Unión Europea”.

    El cronograma negociado implica que el comisario Dombrovskis presentará un documento al Mercosur a principios del 2021 para tenerlo pronto en el primer semestre. La intención es aprovechar que Portugal estará entonces en la presidencia de la UE y es favorable a la ratificación del acuerdo.

    El objetivo inicial del gobierno uruguayo era ratificar el acuerdo en la segunda mitad del 2020, mientras el país presidía el Mercosur. El presidente Luis Lacalle Pou declaró en la reciente Cumbre del Mercosur que, si bien no habían logrado los avances deseados, todas las negociaciones del bloque estaban encaminadas. De hecho, Uruguay consideró un gran logro del semestre que Argentina permitiera que las negociaciones con Corea del Sur puedan realizarse “a dos velocidades”.

    En la cumbre, Argentina, que presidirá el bloque por seis meses, reiteró su compromiso de avanzar en las negociaciones fuera del bloque, aunque insistió en que hay que analizar la conveniencia de algunas de ellas. El pedido uruguayo, reiterado esta semana por Lacalle Pou, de “flexibilizar“ el Mercosur no fue recogido en los discursos de los socios.

    El movimiento

    La edición europea de la revista Político publicó el jueves 10 un artículo, distribuido por la Cancillería uruguaya, sobre un empuje para ratificar el acuerdo. Ese movimiento está integrado por República Checa, Dinamarca, Estonia, España, Finlandia, Italia, Latvia, Portugal y Suecia, según esa nota, que sostiene que la mayor presión será ejercida sobre Francia, ya que perciben a la administración de Emmanuel Macron como el principal obstáculo.

    “No firmar y ratificar el acuerdo UE-Mercosur no solo afectará la credibilidad de la UE como un socio geopolítico y negociador, sino que también fortalecerá la posición de otros competidores en la región”, le escribieron los gobiernos de esos países a Dombrovskis.

    Ese argumento fue planteado también por la Comisión Europea, la encargada de negociar el acuerdo, en la instancia parlamentaria en la que participó Pérez del Castillo. El director adjunto del Servicio Europeo de Acción Exterior (EEAS, por sus siglas en inglés), Javier Niño Pérez, sostuvo que se trata de una “asociación estratégica” y “geopolítica” la que se busca entablar con el Mercosur. Y más adelante añadió que ese papel “geopolítico será ocupado por otras” potencias si el acuerdo no se ratifica. Recordó que China es el principal socio comercial de la región y acotó: “No creo que este país tenga las preocupaciones que tenemos nosotros por los fuegos en la Amazonia”.

    A su turno, el secretario general de Relaciones Exteriores de Brasil, Marcos Galvão, brindó unos datos sobre el proceso de deforestación en su país que demostrarían una mejora en la situación. Además, destacó que su gobierno está abierto al “diálogo y la cooperación” en ese tema.

    Cuidar “el pulmón”

    La mayoría de los eurodiputados que intervinieron en la discusión plantearon críticas al acuerdo, en particular por la posibilidad de que su puesta en práctica ocasione un aumento de la deforestación en Brasil con el fin de incrementar el área de producción ganadera. Varios cuestionaron, en especial, que el texto negociado no incluya sanciones para los países que incumplan sus compromisos ambientales.

    Si no se pueden aplicar sanciones o forzar su cumplimiento, es un acuerdo “débil”, sostuvo la eurodiputada alemana Anna Katrin Cavazzini. El español Urban Crespo, uno de los fundadores de Podemos, dijo que la ratificación del acuerdo “solo reforzará la deforestación tal y como está”. Dino Giarrusso, del movimiento italiano Cinco Estrellas, apuntó al daño que provocará el tratado a los productores europeos, en particular por la “producción intensiva brasileña”. Agregó que la presidencia de Jair Bolsonaro es “un problema” para el medioambiente. En una segunda intervención, Giarrusso se refirió a la Amazonia como un “pulmón del mundo” que debe cuidarse para no provocar un “desastre natural irremediable”. Afirmó además que la “población indígena vive en esa tierra desde un tiempo infinito y tiene derecho a vivir con su civilización y modo de afrontar la existencia”.

    No a las sanciones

    Frente a los cuestionamientos, Pérez del Castillo retomó la palabra para subrayar que el “texto adicional” vinculado al ambiente que se redactará busca despejar las dudas que tienen los europeos. Al igual que los delegados de la Comisión Europea que participaron en la sesión, el embajador uruguayo argumentó que ratificar el acuerdo permitirá a los europeos tener “mecanismos para trabajar” en los problemas de deforestación de la Amazonia. “Sin el acuerdo no tienen absolutamente nada para incidir en esos temas”, acotó.

    Añadió que una reciente publicación de la propia UE, el Climate Transparency Report, indica que en las actuales circunstancias los países de la UE están lejos de cumplir con las metas del Acuerdo de París.

    La Comisión Europea, por su parte, tampoco está de acuerdo con el planteo de los eurodiputados de fijar sanciones mediante cambios al texto ya negociado, porque no lo ve como la “aproximación correcta” al problema. Ni europeos ni mercosurianos están dispuestos a reabrir el acuerdo.