“En Uruguay se hacen cosas, y estas cosas hacen que el futuro sea promisorio”, dijo Ignacio de Paula, moderador de la conferencia organizada el jueves 15 por la Embajada Británica, denominada “El campo moderno tiene que ir de la mano con las TIC”.
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La frase de De Paula ilustra los cuatro casos exitosos del uso de la tecnología en el sector agropecuario que fueron presentados en la mesa redonda brindada en el marco de la 111ª Expo Prado.
El primero de ellos tuvo como expositor a Adrián Cal, investigador en meteorología y climatología del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA). Ese ingeniero agrónomo integra la unidad de agroclima y sistema de información de ese organismo, donde se trabaja en lo referente al clima y al estado del tiempo. También se analizan datos climáticos y todo lo que tiene que ver con el cambio climático enfocado al sector agropecuario o cómo las cuestiones del clima impactan sobre el agro. De esta manera, se generan varios productos que sirven tanto a técnicos como a productores agropecuarios y al Estado a través del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).
La unidad del INIA maneja y usa información climática “de satélites” y obtiene de allí un gran volumen de datos. Los productos son abiertos al público: cualquier persona puede acceder a ellos a través de la página de INIA. Últimamente se ha empezado a incursionar en lo que tiene que ver con las aplicaciones móviles. Por ejemplo, el año pasado se lanzó una app por la cual, mediante un GPS, se puede consultar qué pasó con respecto al clima.
Según Cal, el cambio climático es uno de los temas que más preocupan sobre todo por sus efectos sobre la producción del día a día, por la planificación de cultivos, de ganado y forestación. Frente a esta problemática, INIA —en conjunto con el Instituto Meteorológico del Uruguay— en los años 2010/11 publicó en su web una serie técnica en la que se hizo una caracterización del clima de 1980 a 2009. En este período de 30 años se vio cómo impactaron la lluvia, la temperatura, heladas, etc., y si se compara esta serie de años con la anterior (1960-1990) queda en evidencia que ha habido cambios. “El cambio climático no es un cuento, es real”, indicó ese agrónomo.
Sin embargo, para el INIA es más importante que el cambio climático la variabilidad climática. Por ejemplo, en Uruguay, se dice que anualmente hay un promedio de 1.200 a 1.400 mm de lluvia; un año puede llover 500 mm, otro 700mm, otro 1.500 mm. Esto es independiente de si existe o no el cambio climático. Otro de los emprendimientos con los que se está innovando y que fue expuesto en la charla es el caso Agronóstico, presentado por su cofundador Pablo Rodríguez, quien es doctor en Ingeniería en Computación, en Inteligencia Artificial y en Optimización.
El servicio que ofrece Agronóstico a los productores agrícolas se resume en: “Decinos lo que hiciste en zafras anteriores y lo que pensás hacer en la próxima zafra y nosotros te decimos cómo mejorar esa planificación para aumentar la rentabilidad”, dijo Rodríguez.
Para eso utilizan los datos de producción de los que consumen el producto y de los servicios públicos que hay, como por ejemplo, desde el INIA los datos climáticos. A partir de todo esto construyen modelos que aprenden solos (por eso la Inteligencia Artificial).
La experiencia del emprendimiento dejó en claro dos conclusiones importantes. La primera es que los datos de los productores que canalizaron, que cubrían toda la zona productiva de Uruguay, reflejaron que, en general, hacían las cosas bien o muy bien, aunque faltaba un poco para hacerlas de manera óptima en función de la información.
Según Rodríguez, por eso hacer recomendaciones de calidad es complicado. A pesar de esto, se identificó, por estudios en 12.000 hectáreas, que había una posibilidad de mejora que no solo apunta a mejorar el rendimiento, sino también a reducir el fertilizante. Esto se pondera en la rentabilidad, la cual logró un aumento de 30%.
Agronóstico apunta a trabajar lo más posible en Uruguay y en Argentina para la zafra de soja.En principio se contó con productores ávidos por adoptar la tecnología, por lo que no se vivió un proceso comercial de salir a venderlo. Destacó la altísima receptividad por parte de los productores de todos los tamaños, quienes piensan que en algún momento van a tener que incorporar la tecnología predictiva.
“El agro es comprador de tecnología. Lo que más requiere es una validación local”, indicó Rodríguez. Eso es una diferencia si se compara con otros mercados, como también lo es el ciclo productivo. “Se está muy atado a la zafra, que siempre viene con muchos imprevistos sobre los que hay que trabajar”, culminó.
“No es más una caja negra”
El tercero de los casos exitosos del uso de las TIC en el agro es el comandado por Leonardo Cristalli, gerente de Okaratech, una empresa dedicada a la construcción de la plataforma de aplicaciones para dispositivos móviles.
Okaratech permite registrar e integrar los datos de diferentes fuentes, como máquinas precisas, análisis de suelo, agrometeorología, la parte contable, la gestión y otros. Sobre esa integración se aplica un set de reglas para contextualizar e interpretar esos datos según la realidad de cada productor.
Los técnicos de esa empresa testean tecnologías sobre todo en lo referente a la agricultura de precisión. “Nos hemos dado contra la pared muchas veces porque si bien los mapas de colores nos saturan de datos, es poca la información que podemos captar de todo eso”, dijo Cristalli.
Esa firma tiene que ver con la integración de toda la fuente de datos, y algo más importante aún, es la traducción de esa información primaria generada, la cual resuelve la realidad de cada uno de los productores y de su campo.
El emprendimiento ha descubierto que hay un nicho muy grande entre lo que se crea en cuanto a tecnologías y lo que efectivamente le llega al productor, por lo que el desafío es cómo acercarle una propuesta concreta al empresario agropecuario y cómo ayudarlo a tomar decisiones de negocio. El objetivo primario de Okaratech es que el productor tome mejores decisiones de negocios. “Para eso aplicamos todo este tipo de tecnologías en dispositivos móviles. Estamos convencidos de que el celular es la herramienta más potente que tiene el productor agropecuario hoy por hoy”, expresó Cristalli.
El productor es el sensor más potente del sistema, por lo tanto, se le deben generar las herramientas para que pueda volcar todo ese conocimiento en una plataforma común. “El campo ya no es más una caja negra: estamos todo el tiempo descubriendo partículas nuevas. La idea es generar una plataforma sustentable y rentable al mismo tiempo. El desafío es muy grande”, dijo el gerente del emprendimiento.
Okaratech actualmente opera en la región, en Colombia y en Estados Unidos.
Otro de los emprendimientos presentados innova desde el ángulo de la gestión y los procesos de negocios. Se trata de cómo la tecnología puede ayudar a cualquier tipo de productor a poner su producción en el mercado de una manera más rápida y accediendo a mercados a los que antes no podía por una tema de difusión.
El responsable es Mateo Capdevielle, productor rural de Salto y analista en sistemas, que al unir ambas profesiones creó Rural.uy.
La aplicación se fundó a partir de la identificación de un problema que tenían los productores: la oportunidad en los negocios. Al ser de difusión muy local, se decidió crear una app para la venta de ganado que trabajase en conjunto con los escritorios rurales. Rural.uy señala a los productores las oportunidades que tienen cerca y les brinda información estadística para tomar una mejor decisión.
Para Capdevielle, “en el negocio ganadero, el productor que conoce sabe que la decisión la tiene que tomar en cinco minutos” y por eso es necesaria más información.
Un problema que se identificó también es el relacionado con el recambio generacional, por lo que se brinda a los más jóvenes una aplicación que reúne toda la información necesaria para hacer negocios y que la tengan “en su bolsillo”. Se trata también de democratizar la información para hacerla más masiva.