El caso del profesor grado 5 involucrado en acoso sexual marcó “un hito” en la Udelar, sostienen en la comunidad universitaria

escribe Juan Pablo Mosteiro 
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“Histórico”. El concepto se repitió una y otra vez en ámbitos universitarios y en redes sociales a partir de que el Consejo de la Facultad de Ciencias pidiera el jueves 7 a las máximas autoridades de la Universidad de la República (Udelar) la expulsión del profesor grado 5 de Matemática Martín Sambarino, denunciado por una exalumna por acoso sexual.

El caso es considerado por autoridades y miembros de la comunidad universitaria como “un hito”, “sin precedentes” en la institución, tanto por la constatación de acoso sexual por parte de un referente académico a una alumna, tras una investigación administrativa instruída por la Dirección General de Jurídica de la Udelar, como por la resolución unánime (12 en 12) del servicio que pidió la destitución del docente.

“El problema que hace al fondo del asunto tiene que ver con el desconcierto que ha generado el caso en parte de la comunidad docente sobre qué significa acosar sexualmente y qué no; y sobre todo en cómo se ubica la academia ante estas situaciones, a partir de los actuales códigos culturales, sociales y legales que determinan un cambio de valoración sobre ciertas prácticas indebidas absolutamente arraigadas y naturalizadas”, dijo a Búsqueda la socióloga Valentina Perrotta, integrante de la Red Temática de Género de la Udelar.

La socióloga afirmó que “se llegó a este caso histórico porque el acoso sexual es intolerable. Pero también porque la universidad lo definió así y lo puso en la agenda. Porque Jurídica investigó con total imparcialidad y porque hay órdenes y consejeros (docentes, estudiantes y egresados) que entienden cómo son las cosas. Y también porque hay una nueva cultura universitaria, que es resultado de años de trabajo en la institución, que apunta a instalar estos temas que reflejan graves problemas sociales. Porque si esto mismo pasaba hace cincos años, la sanción hubiera sido una suspensión de seis meses, o ni eso”, dijo.

Otras fuentes universitarias consultadas por Búsqueda dijeron que si bien “este caso es un hito”, aún queda “mucho camino por andar”. En el ámbito universitario “se está viviendo como si fuera la primera vez que una denuncia por acoso sexual tiene un correlato acorde a la falta. Eso es lo que se vive”, dijo un informante.

Agregó que en la Facultad de Ingeniería “hay unos cuantos docentes que no están muy contentos con que se haya destituido (a Sambarino) y entonces quieren saber lo que es exactamente acoso sexual. No se tiene una completa visión de qué estamos hablando”. Señaló, por ejemplo, que el acoso sexual a nivel universitario aparece como “falta grave” y no como “falta muy grave”, por lo cual la sanción puede ser menor (de tres a seis meses de suspensión sin goce de sueldo), lo cual también habría que corregir”.

Una académica dijo que se trata de “un problema estructural, de un tipo de violencia machista que está muy extendida” en la sociedad y en la universidad. “Cuando te metés en política o en la academia, que es donde los varones ocupan lugares importantes de poder, testimoniar (un caso de acoso) no es tan sencillo”, dijo.

La fuente aseguró que la universidad “está llena de acoso”. “Es impresionante, casi todas lo hemos vivido”, agregó. Sin embargo, precisó que este caso, “además de ser histórico por su singularidad, es también el cliché: el grado 5 con la tutorada de doctorado, mujer, joven, que se va del país...”.

“Falta grave”

Sambarino fue denunciado en junio de 2019 por la matemática Adriana da Luz. Dos meses después Búsqueda publicó una investigación que recogía la denuncia de Da Luz, presentada ante la Comisión Central de Prevención y Actuación ante el Acoso y la Discriminación (CPAAD) de la Udelar. El semanario citó testimonios de varias académicas que describieron situaciones de acoso sexual y abuso de poder en la comunidad matemática de la universidad, especialmente hacia estudiantes jóvenes. También relataron fiestas y encuentros sociales en la casa de docentes, en bares y otros ámbitos, donde era habitual que se compartieran drogas y alcohol con los estudiantes. Las académicas denunciaron que en la comunidad docente “todos sabían” lo que pasaba y no era cuestionado ni rechazado, y coincidieron en que la naturalización de esas prácticas permitía que ocurran de forma “sistemática” situaciones de abuso.

Tras la publicación del artículo, la CPAAD contactó a Da Luz y comenzó a investigar la denuncia. Finalmente recomendó iniciar un sumario al docente.

A fines de setiembre, más de dos años después, jurídica de la Udelar concluyó que hay “credibilidad objetiva y verosimilitud” en la denuncia y que existió “falta grave” por acoso sexual. Las conclusiones del sumario pasaron a estudio del Consejo de la Facultad de Ciencias, que pidió al Consejo Directivo Central (CDC) de la Udelar la expulsión del docente. Para ratificar la medida de expulsión se requieren dos tercios del total de votos del CDC.

Normas vs. prácticas cotidianas

En diciembre de 2020 la Udelar aprobó una nueva ordenanza para denunciar e investigar casos de violencia, discriminación y acoso moral o sexual, que rige desde abril. Buscó un diseño institucional “más sólido, potente, garantista y expeditivo”, según el rector Rodrigo Arim. Para ello, se creó un equipo técnico, con cargos rentados, responsable de dar trámite e investigar las denuncias con plazos más expeditivos, complementando el trabajo de la CPAAD (ver recuadro).

La ordenanza define expresamente el acoso sexual como “todo comportamiento de naturaleza sexual que “no es deseado por la persona a la que va dirigido y cuyo rechazo le produzca o amenace con producirle un perjuicio en su situación laboral o en su relación docente, o que cree un ambiente de trabajo intimidatorio, hostil o humillante para quien lo recibe”. También indica que el acoso puede manifestarse por medio de requerimientos de favores sexuales que impliquen promesa, implícita o explícita, de un trato preferencial, o amenazas de perjuicios. La norma se inspira en la Ley 18.561, de 2009, que ya obligaba a las instituciones educativas, y precisa que “un único incidente grave puede constituir acoso sexual”.

En la Declaración de principios para la Universidad de la República, aprobada por el CDC en marzo de 2019, se establece que “no son admisibles actos de violencia física o psicológica, el trato denigrante, irrespetuoso o discriminatorio y todos aquellos comportamientos que por provocar humillación, ofensa injustificada, temor, daño físico o emocional puedan contribuir a crear un ambiente de trabajo o estudio intimidatorio, ofensivo u hostil, así como que tampoco tolera comportamientos de acoso sexual, laboral o en las relaciones de estudio”.

Pero este marco normativo “dista de varias prácticas cotidianas que continúan reproduciendo violencia de género, racismo y otros formatos de discriminación que afectan particularmente a las mujeres, poniendo en jaque el desarrollo de sus estudios y trayectorias profesionales”, según una declaración difundida el miércoles 6 por la Red Temática de Género.

Un día antes, el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias planteó que si bien no hay más denuncias formales, les “consta la existencia de otras faltas y vulneraciones de derechos entre los integrantes de nuestra comunidad académica gracias al trabajo de la Comisión de Género y Diversidad, la cual recabó diversos testimonios que describen una realidad hostil para mujeres y disidencias”.

En la comunidad matemática no es el único lugar donde se constataron problemas. A fines de 2017 Búsqueda informó que cuatro profesores de Bellas Artes habían sido sumariados por “acoso sexual” a las estudiantes, comentarios “machistas”, respuestas “agresivas”, “fuera de lugar” y “con doble sentido”, y consumo de alcohol en el centro de estudios. A mediados de 2019 el semanario también informó que un profesor grado 5 de Odontología fue recontratado por la facultad tras renunciar por una denuncia de acoso sexual a una pasante.

Anahir Viera, del gremio de funcionarios de la universidad (Affur) y exmiembro de la CPAAD, dijo a Búsqueda que es probable que la visibilidad del caso aliente a más estudiantes, docentes y funcionarios a denunciar situaciones similares. “Estaría bueno que se animaran más a denunciar, a poner las cosas en un papel. Porque las denuncias anónimas en redes sociales quedan en la nada. Eso no es lo que sirve para construir una comunidad más sana”, evaluó.

Viera señaló que no solo los estudiantes sufren situaciones de acoso sexual y abuso de poder, sino también funcionarios y docentes. Entre estos últimos las víctimas son en general de grados bajos, que no se atreven a denunciar porque, por ejemplo, dependen de la evaluación de sus superiores para que se renueve su contrato. “Ojalá todas esas situaciones se empiecen a visibilizar más”, dijo.

En algunos servicios de la universidad se imparten talleres sobre temas de género, acoso, discriminación y violencia que contribuyen a visibilizar estas prácticas. Fuentes universitarias señalaron que estas situaciones suelen ser delicadas especialmente en facultades como Veterinaria o Agronomía, donde hay salidas de campo con los estudiantes al interior.

“Conviven entre nosotros”

En setiembre de 2019, el rector de la Udelar consideró necesario dar una discusión “abierta y transparente” sobre el tema de los vínculos en la universidad, y sostuvo que la institución debe contar con un código de ética que oriente los vínculos entre estudiantes y docentes en ese sentido. “No tiene que ser un marco rígido sino una referencia clara entre lo que es aceptable y lo que no, que explicite qué comportamientos son esperables de parte de los diferentes actores”, explicó Arim a Búsqueda.

“Que hay pautas de conducta que eran ‘aceptables’ y hoy ya no lo son es muy claro, en este y en otros ámbitos. En particular en lo relacionado a temas de género. Y que hay actores a los que les cuesta incorporar esas pautas de conducta también es cierto”, afirmó.

Según fuentes universitarias, ese código de ética “sigue en agenda”, aunque con cierto retraso por la pandemia y también por su “complejidad”.

La falta de claridad en las conductas “aceptables” y las que no lo son “quedó evidenciada en los testimonios que expuso la defensa de Sambarino” en el escrito presentado días atrás con sus descargos, coincidieron fuentes de la comunidad universitaria consultadas por Búsqueda.

Allí profesores, decanas y otros altos cargos de la enseñanza de las ciencias restaron importancia o negaron diferencias en el trato que reciben las alumnas mujeres, y hasta consideraron “ofensivo” que esto se insinúe porque les quitaría mérito a aquellas académicas que llegaron a posiciones altas en la carrera.

María Simon, que como decana de Ingeniería integra el CDC de la Udelar, dijo desconocer los problemas denunciados por Da Luz y otras académicas. “No me parece plausible”, afirmó y se remitió a matemáticas de su entorno que también desmienten los hechos. “Tanto mujeres como hombres han hecho buenas carreras en Matemática y en algunos casos si no hacen carrera más rápido es por nuestro presupuesto insuficiente…”, dijo al ser interrogada en el marco de la investigación contra Sambarino.

Simon, al igual que la decana de Ciencias, Mónica Marín, dijo tener un muy buen concepto sobre Sambarino como matemático y persona.

También el exrector de la Udelar Roberto Markarian dijo tener una opinión “excelente” sobre su colega y negó la existencia de conductas de acoso de docentes hacia mujeres jóvenes en la comunidad matemática. “Por el contrario, creo que los principales responsables cultivamos una cultura de amplitud y reconocimiento a los valores éticos y de la disciplina”.

Preguntada sobre si vio alguna actitud que resultara inadecuada de Sambarino respecto a alguna docente o estudiante, la profesora Mariana Haim contestó: “No, todo lo contrario. Martín es impecable”. Y señaló que la denunciante “vestía de cierta manera” y “estaba muy pendiente de quedar bien con los varones del grupo”.

“No he visto actitudes (reprobables) hacia colegas mujeres en fiestas o conductas sexuales o eventos similares y no conozco ningún ejemplo de ese tipo”, afirmó a su vez el matemático Marcelo Cerminara en defensa de su colega.

El propio Sambarino afirmó que Da Luz exhibía “excesiva confianza y cercanía” hacia él, pero que él marcaba una “distancia adecuada” y de “respeto”.

“Todas las respuestas son de manual, de ataque a la víctima, como lo que ella permitió o dio a entender”, valoró la vocera de la Red Temática de Género de la Udelar.

Perrotta indicó que “claramente son valoraciones generacionales y culturales, que tienen que revisarse”. “Los abusadores conviven entre nosotros, se aprovechan de nuestra confianza y además son muy seductores y carismáticos”, dijo, y concluyó: “Imagino que a partir de ahora habrá muchos más docentes que se cuidarán de caer en estas conductas”.

  • Recuadro de la nota

Comisión de prevención contra el acoso quedó “atada de manos”, afirma el gremio de funcionarios

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2021-10-14T01:19:00