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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSi algo no funcionó en la Argentina durante la última década fue la economía. Y sin embargo uno entra a un bar y escucha conversaciones de economía casi tanto como de fútbol. Todos opinan, todos hablan, todos critican. En Corrientes y Callao, el hombre de a pie, tajeado de tantas peleas y escéptico desafía al doctor de Harvard.
Antes del Mundial se decía que el equipo de Lio Messi llegaba a Catar sin competencia, que habían sido cuatro años previos de no enfrentar a los grandes de Europa como Holanda, España, Croacia o Francia y que había “ligado” en la final contra Brasil en la Copa América. Pero ahora el fútbol en la Argentina no es más un pendiente. Lo sigue siendo la economía.
El PBI por habitante a fin de año registrará un nivel más bajo al de 2007, según datos del Banco Mundial. Ningún país de la región tuvo semejante track record, excepto la remanida Venezuela como suele ocurrir en este tipo de comparaciones, y habría que ver qué país africano atravesado por una guerra registra algo similar.
Esta tragedia no solo repercute en que cualquiera desafía a cualquiera en la mesa de café. También encuentra su correlato en la oferta electoral para el calendario de la Argentina 2023. Entre los principales dirigentes políticos que se presentan a elecciones hay varios economistas:
— Horacio Rodríguez Larreta, jefe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y precandidato a presidente por Juntos por el Cambio, la coalición opositora que gobernó Argentina en 2015-2019 con Mauricio Macri.
— Javier Milei, candidato libertario por el espacio La Libertada Avanza que apoya medidas de derecha.
— Martín Lousteau, senador y candidato a jefe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por Juntos por el Cambio es además exministro de Economía de Cristina Kirchner.
— Axel Kicillof, otro exministro de Economía de Cristina Kirchner, actual gobernador por la provincia de Buenos Aires, va por su reelección.
En la Argentina a los presidentes les gusta hablar de economía.
Carlos Menem, presidente peronista de 1989 a 1999, dijo una vez: “Yo de economía entiendo y entiendo de filosofía económica”.
Néstor Kirchner, presidente desde 2003 hasta 2007, en su momento señaló: “En estos temas es muy importante hablar con capacidad taxativa porque me preguntaron cuál es el dólar que puede funcionar en base a las necesidades de competitividad y recaudación. Soy una persona con opinión, sigo la economía, me gustan los temas económicos y estudié mucho economía”.
Mauricio Macri, que gobernó entre 2015 y 2019, se jactaba de saber de economía e incluso más que sus predecesores porque decía que él había trabajado en empresas y había crecido rodeado de empresarios como su padre Franco Macri en vez de dedicarse a la política de comité.
El exministro de Economía Jorge Remes Lenicov escribió en su reciente libro 100 días que “la gran ventaja de Eduardo Duhalde (N. del R.: Duhalde fue presidente en 2002-2003) sobre otros presidentes recientes es que él reconocía que no sabía de economía porque cuando un presidente dice saber algo que realmente no sabe, porque no lo estudió, es terrible. A mí me pasó en 2009 cuando Cristina Fernández de Kirchner me llama para conversar en Olivos. Estábamos por empezar la charla y pasa Néstor, a quien yo conocía más que a ella, y me dice: ‘Jorge, no le des bola que no sabe nada de economía’. Al final, hablé apenas 10 minutos y ella habló 50. En cambio Duhalde siempre repetía ‘yo creo en vos y hago lo que me decís porque te conozco’. Trabajamos juntos muchos años”.
La Argentina debe ser el único país donde la economía anda tan mal y los presidentes se jactan de entender y hablar de economía. Incluso pese a los errores que cometen. Cuando le preguntaron días atrás a Patricia Bullrich cómo saldría del cepo dijo: “Vamos a blindar con dólares al Banco Central para salir del cepo”. Muchos enseguida la criticaron porque hizo recordar a aquel préstamo millonario del FMI que hizo el gobierno de Fernando de la Rúa en 2001, que se llamó “‘blindaje’ para salvar la convertibilidad” y sin embargo la experiencia terminó en una crisis económica y social al poco tiempo.
Resulta toda una rareza que a los candidatos a presidente en la Argentina se les pida definiciones del tipo “¿cuál va a ser su ministro de Economía?” o “¿cómo piensa bajar la inflación?” de manera tan detallada. Algo impensado en Estados Unidos. Ningún candidato presidencial responde con tanta precisión sobre economía como se les exige en la Argentina. Si no pasa ese test en las discusiones de café, enseguida será duramente acusado de no estar preparado.
Por último, más extraño es aún que en este país haya un ministro de Economía con una inflación que podría rondar el 140% en el año y pueda presentarse como candidato a presidente por el oficialismo. Es el caso de Sergio Massa, un dirigente peronista que irá a las elecciones primarias del 13 de agosto en Argentina como precandidato del kirchnerismo.
Hubo un caso en la región en el que un dirigente político, siendo ministro de Economía, se presentó como candidato a presidente y ganó: Fernando Henrique Cardoso en Brasil en 1994. Había una diferencia, Cardoso terminó con la inflación en la economía más grande de la región. Cuando el brasileño dejó su puesto de ministro y empezó a trabajar en la campaña electoral, la inflación no estaba ni cerca de ser un dígito. Solo en la primera quincena de febrero los alimentos subieron 50% y la inflación promedio mensual se estacionó en 40% durante el primer semestre. Así y todo, Cardoso se lanzó.
¿Por qué lo hizo si el candidato del Partido de los Trabajadores, Lula da Silva, iba primero en los sondeos? Porque confiaba en los números que sus economistas le habían pasado, de que los precios iban para arriba pero pronto empezarían a bajar porque tenía el respaldo del Congreso y del presidente de Brasil, Itamar Franco. Entonces ocurrió lo que habían calculado: la inflación promedio mensual pasó de 40% en el primer semestre a 3% en el segundo cuando se votó y a 1,7% en 1995.
La salida de Cardoso de su puesto de ministro de Economía no fue un tema menor para el equipo económico brasileño y las perspectivas del Plan Real que venía implementándose. Si Cardoso era candidato, el plan podía ser criticado por la oposición, polarizaría las tensiones y los resultados no serían tan claros. En cambio si continuaba en el cargo, los candidatos iban a tener dificultades en contrariar el programa porque era lo único que había y lo fortalecería. El Plan Real había bajado la inflación rápidamente.
Massa no es Henrique Cardoso por varios motivos. Pero sobre todo veamos dos. Primero, Cardoso es un sociólogo con aportes significativos a la teoría de la dependencia en la región junto con Enzo Faletto. Un ensayo profundo y con volumen intelectual heterodoxo de los años 60. Massa jamás pasó por ese ambiente y universo. Segundo, Cardoso bajó violentamente la inflación y sin necesidad de atar el tipo de cambio como había hecho unos años antes Domingo Cavallo en la Argentina. Lo hizo de manera más gradual y a lo largo de tres etapas que duraron casi un año. Massa no logra bajar la inflación y, luego de mantenerse en la zona del 6%-7% en los últimos meses, los analistas ya están anticipando un nuevo escalón como consecuencia de que aplicó un aumento del tipo de cambio selectivo para distintos tipos de bienes y servicios.
Massa, Milei, Rodríguez Larreta, Lousteau y Kicillof (el único no economista en este trencito es Massa pero como es ministro de Economía lo incluimos) se presentan en las elecciones y resultará interesante ver qué respaldo logran en las urnas para sus respectivas aspiraciones. Es posible que la Argentina tenga presidente, jefe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y gobernador economistas.
Muy difícilmente la agenda se corra del eje económico en este segundo semestre. La economía cae al 5,5% anual y el Banco Central está sin reservas. La única línea de trabajo que tiene abierta el Ministerio de Economía es con el Fondo Monetario Internacional y no se sabe por cuánto tiempo más. El peligro es que otro salto cambiario eleve un escalón la tasa de inflación y se acerque ya a la zona del 8% mensual.
Dice Michel Houellebecq en su libro Serotonina que “las conversaciones sobre economía son más o menos como hablar de ciclones o terremotos. Enseguida ya no sabes de qué se habla, tienes la sensación de invocar a una deidad oscura y te sirves otra copa de champagne”. Más que pensar en ciclones o terremotos en la Argentina hablar de economía es como hablar de la bomba atómica. Todos los candidatos pueden estar construyendo lo que hizo Robert Oppenheimer.
* El autor es editor jefe de Economía en el diario Clarín. Especial para Búsqueda.