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    El niño y la garza es la nueva gran película de Hayao Miyazaki

    Lo último del animador japonés ganó el Globo de Oro y va por el Premio Oscar

    Existe una expresión popular entre quienes trabajan creando películas animadas. Es una proclama, una reivindicación. El director mexicano Guillermo del Toro la ha repetido una y otra vez. Una de las veces que la dijo con más emoción fue un año atrás, cuando aceptó el premio Oscar a Mejor animación por su película Pinocho. Agitado, emocionado, y aferrándose a una nueva estatuilla para su probable poblada vitrina, Del Toro dijo: “La animación es cine”.

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    Los animadores de la industria internacional de animación utilizan la arenga para reafirmar el peso de su arte, uno que requiere mucho tiempo y esfuerzo, pero que a menudo es ninguneado como un entretenimiento infantil. El cineasta lo subrayó en aquel discurso. “La animación no es un género”, dijo. “Está lista para el siguiente paso, todos estamos listos para ello. Ayudemos a mantener la animación en la conversación”.

    Ver en sala El niño y la garza, la última película del cineasta japonés Hayao Miyazaki, confirma que todo lo que dice Del Toro es cierto y desde hace tiempo. Con una imaginación desbordante, una narrativa cautivadora y una recreación del movimiento (¿qué sería del cine sin él?) exquisita, la película es una maravilla que atrapa al espectador de principio a fin con una historia que mantiene los ojos abiertos de par en par, el corazón en vilo y la cabeza tratando de descifrar lo que sucederá a continuación. Es una obra que, ante un público diverso como el que se pudo ver en una función de verano en Cinemateca, fue aplaudida sin reservas.

    Ganadora del último Globo de Oro de animación y, a todas luces, la gran candidata a ganar el premio a Mejor película animada en los próximos Oscar, El niño y la garza es la “última” película del director de El viaje de Chihiro y El castillo vagabundo. A esta altura, sin embargo, es difícil creerle a Miyazaki cuando se refiere a su retiro.

    El director se ha “retirado” en otras ocasiones en el pasado, solo para regresar al cine más tarde. Por ejemplo, anunció su retiro solo para regresar años después con Se levanta el viento.

    Unos años atrás, Miyazaki le presentó a Takeshi Honda, quien luego se convirtió en el supervisor de animación de la película, la idea de El niño y la garza, su “última película”. Miyazaki, quien hoy tiene 83 años, le habló de su intención de crear una película antes de que fuera demasiado tarde, ya que ningún hombre en su familia vivió tanto como lo ha hecho él. Honda, impresionado por la declaración de Miyazaki, aceptó el trabajo, a pesar de tener otros compromisos.

    Ese no solo fue parte del comienzo de lo que se convertiría en uno de los mejores estrenos de una temporada estival, que viene repleto de ellos, sino también el principio del final del retiro de Miyazaki.

    El ejecutivo de Studio Ghibli, Junichi Nishioka, dijo, a fines de 2023 en una entrevista, que Miyazaki no solo ya no tiene ganas de jubilarse, sino que está trabajando activamente para crear otra película más.

    “Otras personas dicen que El niño y la garza podría ser su última película, pero él no se siente así en absoluto. Actualmente está trabajando en ideas para una nueva película. Viene a su oficina todos los días y hace eso. Esta vez no va a anunciar su retirada en absoluto. Continúa trabajando como siempre lo ha hecho”.

    Tantas cosas buenas

    El niño y la garza es la primera película de Miyazaki en estrenarse en el circuito comercial uruguayo en varias salas desde El castillo vagabundo. Se estrenó con gran éxito en Estados Unidos, donde llegó a dominar la taquilla, y esa recepción, así como la crítica internacional positiva y los premios cosechados, han generado una revisión de la extensa y celebrada carrera del animador japonés.

    Miyazaki ha creado su obra mediante un trabajo meticuloso y extenuante, tanto en las oficinas de Studio Ghibli como en su casa. Con casi 60 años de carrera, el director reflexiona ahora sobre su juventud y su legado en una película en la que también hace conversar a su pasado con las incertidumbres ante la inevitable muerte.

    Son varias las referencias e ideas que hablan del diálogo que El niño y la garza tiene sobre la infancia de Miyazaki. La ambientación de la película es un Japón rural, en plena Segunda Guerra Mundial, y está repleto de paisajes naturales, casas tradicionales y personajes inspirados directamente en sus padres.

    Para la película, basada en una historia fantástica de 1937, escrita por Yoshino Genzaburo, Miyazaki también hizo algo sin precedentes en su filmografía: crear un protagonista que funciona como un análogo de sí mismo.

    Mahito, el protagonista, es un joven silencioso y serio de 12 años que vive en Tokio, y se ve obligado a mudarse a la ciudad con su padre tras la muerte de su madre en un incendio provocado por el bombardeo de los Aliados. Tras la traumática muerte, que es retratada en la impactante escena inicial de la película, Mahito se muda al campo con su padre y su tía Natsuko, la hermana menor de su difunta madre.

    La historia de Mahito, un niño que se enfrenta a la pérdida de su madre, está inspirada en la propia infancia de Miyazaki, quien sufrió una prolongada ausencia de su madre mientras padecía de tuberculosis. Aunque la premisa partirá de un hecho traumático anclado en el mundo real, es a través de la fantasía que el director explora las líneas entre la vida, la muerte, el tiempo y el valor que hay cuando se dedica, por completo, a crear arte.

    Según los detalles que Honda ha contado en su rol de supervisor de animación de la película, Miyazaki comenzó el proceso de la película con storyboards, dejando que la narrativa se desarrollara de forma orgánica a medida que dibujaba. Este enfoque buscó reflejar su creencia de que las películas son entidades vivas, que respiran; el propio director afirma que nunca termina de entenderlas del todo, incluso cuando están completas.

    Quienes hayan visto el cine que Miyazaki ha hecho en Studio Ghibli encontrarán algunos de sus elementos más familiares en El niño y la garza. Fuera de varios de los recursos estéticos que remiten a películas anteriores, también hay un viaje del héroe claro en la aventura de Mahito, quien deberá explorar un mundo fantástico en su jardín para alcanzar su madurez y concluir una etapa del duelo de su madre. La presencia de entrañables figuras femeninas mayores (aquí es una tropa de señoras empleadas en el hogar de Mahito, las que se llevan varias de las risas de la película), y el uso de aliados inesperados que se presentan como una amenaza, afirman que el mago de la animación ha encontrado nuevas formas de presentar viejos trucos.

    Con un ritmo algo atípico para el público occidental, en donde el llamado a la aventura es postergado en pos de centrarnos en el dolor y soledad inicial de Mahito, la película puede resultar más exigente para el público más pequeño. Sin embargo, las piezas del rompecabezas que Miyazaki ha construido con la misma entrega y creatividad de siempre van cayendo una a una de manera emocionante. Así, se vuelve inevitable sentirse extasiado ante la belleza reunida en cada plano, cada transición, cada escena y, en especial, en un inolvidable final. Si eso no es cine, ¿qué es?