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    El rol de Uruguay en el tráfico internacional de cocaína, desde los clanes familiares de Perú hasta la mafia liderada por Rocco Morabito

    “No viajar al VRAEM”. La advertencia del Departamento de Estado de los Estados Unidos es contundente. El valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, abreviado bajo esa sigla y localizado al sur de Perú, dejó de ser hace tiempo una selva dedicada a la extracción de barbasco y el cultivo de café y cacao. Hoy se calcula que la mitad de los residentes de entre 14 y 18 años trabajan en actividades asociadas a la producción ilegal de coca, según un estudio sobre programas de asistencia del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social de Perú.

    Los cultivos de esa hoja, materia prima para elaborar la cocaína, superan en Perú las 50.000 hectáreas y crecen anualmente, de acuerdo a la versión 2018 del informe de monitoreo de estas plantaciones que realiza la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por su sigla en inglés). El informe coloca a Perú como el segundo productor mundial de cocaína, solo superado por Colombia, con el VRAEM como su punto estratégico con más del 60% de la producción.

    Aunque esté ubicado a 4.200 kilómetros, la influencia del valle se siente en Uruguay: las mega incautaciones de cocaína que se realizaron el año pasado eran de droga proveniente de Perú y Bolivia. Una compleja red de organizaciones criminales que incluye pequeños clanes familiares, mafias europeas, nexos uruguayos y empresarios locales necesitados.

    Uno de ellos es Luis Murialdo, propietario de La Camelia Sociedad Agraria de Responsabilidad Limitada. Murialdo creó en junio una página de Facebook para promocionar esa empresa y fue a través de esa red social que lo contactaron representantes de narcotraficantes extranjeros. El 11, 12 y 20 de diciembre Murialdo envió contenedores de soja a Lomé, capital de Togo, desde el puerto de Montevideo. El 26 de diciembre la Prefectura Nacional Naval y la Dirección Nacional de Aduanas encontraron 4.418 kilos de cocaína en otro cargamento con destino a Togo.

    “Nuestros servicios de inteligencia nos habían informado que esta empresa nueva estaba chequeando con varios despachantes cómo iban a ser los nuevos controles de exportación. Los estábamos esperando con los brazos abiertos”, festejó horas después Jaime Borgiani, director nacional de Aduanas.

    Borgiani asumió ese cargo en agosto en lugar de Enrique Canon, quien renunció luego de que a inicios de ese mes la aduana alemana detectara en el puerto de Hamburgo 4.500 kilos de cocaína en un contenedor con soja despachado en el puerto de Montevideo. Quien envió ese cargamento fue otro empresario uruguayo, Martín Mutio, imputado luego por el delito de asistencia al narcotráfico.

    Se arriesgan. Tristemente conocida como la ciudad más violenta de Paraguay, a Pedro Juan Caballero suelen ir microtraficantes uruguayos de marihuana y pasta base que quieren ampliar su acción. Sin embargo, las autoridades policiales consideran que, en los casos realmente importantes de narcotráfico que tiene el país, el modus operandi de relacionamiento es diferente.

    Fuentes policiales señalaron a Búsqueda que personas como Mutio y Murialdo son contactadas por allegados a organizaciones criminales internacionales, entre las que se encuentran mafias serbias, rusas y la Ndrangheta, la mafia calabresa liderada por Rocco Morabito. El delincuente italiano fue arrestado en 2017 en Punta del Este y la explicación policial para su residencia en Uruguay fue que era un sitio tranquilo desde donde dirigir sus operaciones y cercano a Brasil, donde la Ndrangheta trabaja con el poderoso grupo criminal Primer Comando Capital (PCC), en un vínculo probado en septiembre por la Policía Civil del Estado de San Pablo. Hoy, el Ministerio del Interior y la Justicia creen que, más allá de un interés prioritario en Brasil y otros países de la región, la Ndrangheta también actúa en Uruguay.

    El rol de los grupos del este de Europa sí está más atestiguado. A escala global la UNODC posiciona la ruta desde Afganistán hasta los Balcanes como la de mayor tráfico de heroína del mundo. En cuanto a la cocaína, en mayo una investigación a cargo de agencias de seguridad europeas, asiáticas y americanas detuvo a integrantes de una organización de los Balcanes vigilada por tráfico de cocaína a gran escala desde Sudamérica hasta Europa. Los criminales fueron detenidos en Basilea, Suiza, con 600 kilos de cocaína que habían partido en un avión privado desde el aeropuerto de Carrasco.

    En 2009 fue arrestado en Uruguay Anastazije Martinic, un narcotraficante croata miembro de la mafia montenegrina, luego de que la Dirección General de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas incautara 2.174 kilos de cocaína en un barco anclado en el Yacht Club Uruguayo de Santiago Vázquez. Tras 10 años en prisión, Martinic fue liberado en septiembre del Penal de Libertad.

    Para la fiscal especializada en estupefacientes, Mónica Ferrero, a cargo del caso Mutio, las prisiones son el espacio en donde las organizaciones internacionales inician su red de conexión local. “Es un lugar donde se vinculan frecuentemente”, dijo a Búsqueda. Sobre el contacto con empresarios y exportadores, afirmó que “por lo general son personas que se arriesgan porque necesitan obtener sumas grandes de dinero rápido” y son contratadas “a través de alguien cercano que ya colaboró en las actividades ilícitas de tráfico de estupefacientes y hace de nexo”. Agregó que incluso uruguayos en el extranjero son quienes colaboran con estos grupos criminales al “integrar a otros uruguayos a la actividad”.

    Murialdo, por ejemplo, iba a recibir un pago de US$ 3 millones por su participación en la operación para mover un cargamento valuado en más de US$ 200 millones.

    Carteles y clanes.

    En 2017 el 93% de las muestras de cocaína encontradas en Estados Unidos eran de origen colombiano. “Las organizaciones colombianas continúan dominando el suministro de cocaína a los Estados Unidos debido a su experiencia y sus relaciones laborales de larga data con los traficantes del Caribe, América Central y México”, indicó la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por su sigla en inglés) en un documento de 2018 denominado Evaluación Nacional de Droga.

    Con Estados Unidos dominado por colombianos y mexicanos, los productores de Perú y Bolivia se han decantado por otras rutas: el Informe Mundial sobre Drogas 2019 de la UNODC sostiene que el segundo mayor flujo de tráfico de cocaína en todo el mundo es el que procede de los países andinos con destino a Europa occidental; la cantidad de cocaína incautada en Europa occidental y central también ha aumentado en más del doble, de 65.000 kilos en 2013 a 141.000 kilos en 2017.

    En base a la cantidad de cocaína incautada, la UNODC califica la ruta de Sudamérica a Europa occidental y central como de “alto volumen de tráfico” y la ruta de Sudamérica a África occidental y central como de “medio volumen de tráfico”. Esa subregión, donde se ubica Togo, funciona como escala y acopio de los cargamentos de droga. En el mapa global, para las Naciones Unidas Uruguay no figura entre los principales países de tránsito de cocaína, a diferencia de Argentina —mencionado como país de tránsito— y de Brasil, mencionado tanto como país de tránsito como de destino.

    Una de las razones para que haya aumentado el comercio de cocaína a través del sur de Sudamérica es la necesidad de nuevos caminos para despachar las cantidades de producción récord que la droga genera actualmente, apalancada tras el 2012 por un aumento en el consumo que abarca a todos los continentes. “Hay una intensificación del narcotráfico por todas las vías, incluyendo la reactivación del puente aéreo entre el Perú, Brasil y Bolivia, países que se convirtieron en productores y exportadores de cocaína hacia África y Europa”, advirtió la Presidencia del Consejo de Ministros de Perú en un informe de 2016 sobre su estrategia nacional de lucha contra las drogas.

    Otra de las razones es que los productores peruanos y bolivianos tienen una estrategia diferente a la popularizada por colombianos y mexicanos con capos legendarios como Pablo Escobar y Joaquín Chapo Guzmán. Se trata de varios clanes familiares locales de las regiones de cultivo, como el VRAEM, que producen la droga y la transportan internamente en Perú y Bolivia. Luego son otros los que se encargan del acopio y transporte internacional, y otros, de la venta en el destino final. El documento del Consejo de Ministros de Perú habla de grupos de Rusia y Ucrania como parte de un “desplazamiento de brazos” del crimen organizado internacional.

    “Carteles no existen, no hay organizaciones que abarquen desde la producción hasta la distribución. Ahora los sistemas están más diseminados: hay pequeñas organizaciones que están produciendo, pequeñas organizaciones que están transportando y otras organizaciones que están distribuyendo”, señaló Carlos Noria, director general de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas, entrevistado por Así nos va de radio Carve el 30 de diciembre.

    Las fuentes policiales indicaron a Búsqueda que desde Perú y Bolivia la cocaína ingresa a Uruguay principalmente por Argentina, que mejoró su combate a las drogas con la gestión de la exministra de Seguridad Patricia Bullrich, pero “todavía tiene problemas para controlar el espacio aéreo y la hidrovía”. Tres días después del caso Murialdo, la Policía incautó 416 kilos de cocaína que estaban siendo trasladados en una carretera de Río Negro. La droga, camino a Montevideo, había sido arrojada desde una avioneta en una zona rural del litoral.

    A pesar de los arrestos de operadores uruguayos, las autoridades aún no logran identificar ni atrapar a los peces gordos. “Ninguno te dice cómo son contactados”, indicó Ferrero sobre los uruguayos que son detenidos por intentar exportar cocaína. Obviamente, tampoco dicen quiénes los contactan. El abogado de Murialdo, Enrique Moller, pidió medidas especiales de seguridad para su representado por el riesgo a represalias. Murialdo se encuentra hoy en el módulo 8 del penal de Santiago Vázquez junto a su hijo y dos de sus empleados. Ante la Justicia, su hijo declaró que al día siguiente a la incautación vio en los alrededores del establecimiento de La Camelia a una persona desconocida con rostro sanguinario. “La verdad, yo tengo miedo”, confesó.

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    2020-01-09T00:00:00