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    Empresarios alemanes valoran estabilidad de Uruguay, donde algunos inversionistas hicieron plantaciones forestales “fuertes”

    “La carne uruguaya se posiciona cada vez más en un segmento de alta calidad” en el mercado germano, dijo a Búsqueda el gerente general de la Asociación Empresarial para América Latina de Alemania, Orlando Baquero

    Redactor Agro de Búsqueda

    El próximo cambio de gobierno en Uruguay genera “expectativa” entre los empresarios alemanes y hasta ahora “las señales son positivas”, señaló a Búsqueda el gerente general de la Asociación Empresarial para América Latina de Alemania, Orlando Baquero.

    Valoró que “el abrirse a que vayan inversionistas a Uruguay es una buena señal”.

    Si bien el tamaño pequeño de su economía y el ser un país caro pueden jugar en contra del interés por captar inversiones, Uruguay es “estable, seguro y con reglas claras” para hacer negocios, dijo ese ejecutivo.

    Y reconoció que eso implica una “ventaja competitiva” en comparación con otros países de la región, especialmente para la inversión a largo plazo, como en la forestación.

    Sobre el posicionamiento de la carne uruguaya en el mercado teutón, Baquero consideró que “todavía no es tan conocido que la carne viene de Uruguay, pero el que la consume la acepta muy bien”.

    “La gente aún tiene en la cabeza la imagen de los gauchos argentinos y las churrasquerías, pero la carne uruguaya se posiciona cada vez más en un segmento de calidad”, comentó.

    Respecto al acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), el gerente de esa asociación advirtió que “lo único a lo que se llegó es a un acuerdo sobre el contenido, no hay ningún acuerdo firmado, no está ni siquiera traducido”.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista de Baquero con Búsqueda.

    —¿Cuál es la visión del empresariado alemán respecto a las oportunidades de inversión y de negocios en Uruguay?

    —La producción agropecuaria alemana está organizada pero con una mirada muy dentro de Alemania y al resto de Europa. Los grandes empresarios agrícolas alemanes han mirado algo a Europa oriental y han intentado invertir en Ucrania, Rusia, pero no han invertido fuertemente como empresa en América Latina.

    Hay excepciones. Algunos socios han invertido en la industria forestal de Uruguay y otros países donde encontraron opciones, pero no hay una dedicación del sector agro alemán de moverse al exterior.

    En los últimos tiempos, debido a los cambios exigidos por los consumidores, de tener un desarrollo sostenible con un mayor cuidado, lo que empezó a haber es apoyo técnico de empresas alemanas que buscan enseñar y entrenar a sus proveedores en técnicas agrícolas sostenibles. Y esto ha conllevado a encontrar oportunidades de inversión. Esto lo hemos notado en África, debido al apoyo fuerte político para el desarrollo africano de parte de Alemania y la Unión Europea.

    Entonces, pensar que en un corto plazo vaya a haber inversiones fuertes del sector agrícola allá en Sudamérica no es fácil.

    —¿Hay casos de empresas alemanas que fueron contratadas para realizar determinados trabajos de servicios y otros vinculadas a inversiones de compañías forestales en Uruguay, como la instalación de plantas de fabricación de pasta de celulosa?

    —En la parte de celulosa, Alemania tiene la ventaja de que la industria forestal está en pocas manos y, si bien hace muchos años acabó la etapa feudal, todavía los bosques les pertenecen a algunas familias o a grandes propietarios. Es importante notar que el 90% de los bosques en Alemania tienen un destino comercial, no son naturales. Y ellos sí miran al exterior, y hay una serie de industrias de la maquinaria forestal que no se compara con la finlandesa, pero sí hay una buena industria de ese sector que ha visto oportunidades de negocios.

    Cuando uno invierte en el sector forestal está mirando a largo plazo, porque los árboles precisan varios años para alcanzar su desarrollo. Y en eso Uruguay ha tenido una ventaja competitiva contra otros países de la región: es la estabilidad que ha mostrado hace unos cuantos años ya, de ser un país estable, seguro y con reglas claras, que eso contribuye a que se pueda pensar en hacer ese tipo de inversiones a largo plazo.

    Hay un clima favorable para la inversión. Alemania va con sus maquinarias y algunos inversionistas han logrado poner plantaciones forestales fuertes.

    No es Finlandia o Canadá, que tienen un sector forestal fuerte, pero es un objetivo que existe para el inversor.

    —Hay fondos de inversión europeos, y entre ellos alguno alemán, que compraron tierras en Uruguay, con un perfil distinto. ¿Qué información maneja sobre esas inversiones?

    —Tenemos un socio que se dedica a eso.

    Cuando comenzaron a haber los bonos de carbono como un mecanismo para reducir las emisiones de dióxido de carbono, los empresarios empezaron a ver un negocio ahí. Eso ayuda un poco a estas empresas a financiarse.

    Una buena práctica agrícola es producir leguminosas para generar nitrógeno al suelo, como una forma de utilización paralela de la tierra. Hay varios de esos fondos que en sus estatutos tienen definido que solo quieren hacer proyectos sostenibles y que involucren a las comunidades.

    En algunos países esos fondos siembran cacao entre sus bosques de madera, son opciones diferentes.

    Forest Finance Service es una empresa familiar de tradición que es propietaria de bosques en Alemania y vio la oportunidad de invertir en Uruguay. Los titulares de esa firma van con cierta frecuencia a dar seguimiento a esa inversión en tierras uruguayas.

    —¿Qué opina del posicionamiento de la carne uruguaya en el mercado alemán y europeo, considerando que el Instituto Nacional de Carnes estableció acuerdos con una cadena de restaurantes de Alemania para la promoción de ese producto?

    —Hay una tendencia a la reducción del consumo de carne, debido al impacto que tiene la producción en el medio ambiente.

    Hay personas que decidieron dejar de comer carne, pero también hubo un cambio en los consumidores que reducen el consumo pero que mantienen el presupuesto que tenían para comprar carne, entonces buscan carne de mejor calidad. Y ahí Uruguay se ha posicionado muy bien, como el caso de la alianza con la cadena Block House, que permitió mostrar que la carne es de muy alto nivel.

    Otra ventaja es que Uruguay no aparece en los medios de comunicación como un país que destruye el medio ambiente ni tiene la mala imagen de otros países de la región, como pasó con Brasil y los incendios en el Amazonas.

    Eso fortaleció el posicionamiento de la carne uruguaya, que ya lo tenía con la carne de cordero pero ahora lo tiene con la de vaca también.

    Todavía no es tan conocido que la carne viene de Uruguay, pero el que la consume la acepta muy bien. La gente aún tiene en la cabeza la imagen de los gauchos argentinos y las churrasquerías, pero la carne uruguaya se posiciona cada vez más en un segmento de calidad, donde no se ve que hay un mercado que esté cayendo.

    —¿Qué posibilidades hay de incrementar la presencia de productos agropecuarios uruguayos en el mercado alemán, como puede ser en los supermercados, donde hubo ofertas de carne uruguaya?

    —Mi opinión es que se hace bien en tratar de posicionar en un segmento más premium, porque el que va a una de estas cadenas de supermercados alemanes populares busca mucho el precio. Y puede ser que vea una carne uruguaya que cueste algo más que la carne alemana y la elija porque siente que está dándose un lujo. Pero como la carne está entrando en una etapa de mala fama en lo ambiental, no sé si sea una de las mejores estrategias posicionarse en un segmento barato. Porque a la gente, si le venden carne a un precio bajo, empieza a calcular si hubo un intermediario, un distribuidor, un transporte marítimo, entonces el costo no puede tener un manejo ambiental adecuado.

    —¿Qué expectativas tiene sobre el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur?

    —En este momento lo único a lo que se llegó es a un acuerdo sobre el contenido, no hay ningún acuerdo firmado, no está ni siquiera traducido. Después de 20 años de negociaciones se llegó a un acuerdo, ahora hay que ponerlo en un contrato que se está redactando en este momento. Una vez que esté terminado ese contrato debe ser traducido a más de 20 idiomas europeos. La Unión Europea tiene potestad de aprobar parte del acuerdo, pero gran parte es potestad de cada país.

    No hay nada asegurado para ninguna de las dos partes.

    Los mensajes que uno recibe es que Brasil, Uruguay y Paraguay siguen estando de acuerdo con lo negociado, en Argentina hubo un cambio de gobierno fuerte y dijeron que quieren revisarlo, pero tampoco han dicho que no. En Europa también algunos países han mostrado reticencias.

    Algunos productos fitosanitarios que se utilizan en el Mercosur no se aplican en Alemania porque no tiene razón de ser emplear productos químicos tropicales en Europa. Así como hay productos que se usan acá y que no se precisan en Latinoamérica.

    Hay miedos que deben ser desmontados respecto al acuerdo.

    Si tras 20 años de negociaciones no se concreta el acuerdo porque no se ratifica, entonces surgirán varias interrogantes, como saber si la Unión Europea realmente quiere el multilateralismo, quiere abrir los mercados, o si sus frases en contra del proteccionismo y de crítica hacia países que evitan el multilateralismo son simples palabras.

    Y para el Mercosur es un acuerdo realmente grande, si se logra, y uno se pregunta si vale la pena mantener la cláusula de que los países no pueden negociar individualmente. Nos enfrentamos a interrogantes fuertes, de que si esto no funciona el daño puede ser muy grande tanto para el multilateralismo como para el comercio internacional y la esencia principal de un acuerdo latinoamericano.

    —Considerando el interés de Alemania de concretar el acuerdo con el Mercosur y que este país asumirá este año la presidencia de la Unión Europea, ¿eso puede darle un impulso hacia la ratificación?

    –Sí, está en la agenda.

    Para Alemania es importante por varias razones; hay un beneficio comercial y le conviene el acuerdo. Si bien la industria azucarera alemana puede que sufra, por la competencia del azúcar brasileña, en la carne no se ve que haya un impacto porque se empieza con cuotas pequeñas.

    Alemania vive de su industria automotriz y metalmecánica, y la reducción de aranceles aduaneros para acceder al Mercosur va a ser muy importante.

    También hay un componente político, Alemania se ha puesto, ante las guerras comerciales entre Estados Unidos y China y el impulso del bilateralismo, de seguir luchando por el multilateralismo.

    —¿Cuál es la sensación entre los empresarios alemanes respecto al cambio de gobierno en Uruguay?

    —Estamos a la expectativa con el cambio de gobierno; las primeras señales que recibimos son positivas. El abrirse a que vayan inversionistas a Uruguay es una buena señal.

    Uruguay siempre ha tenido un clima favorable a la inversión.

    Es una economía pequeña en volumen, lo que hace que sea más difícil para la industria, pero su estabilidad lo hace muy bueno para poner centrales, oficinas y servicios. Su diversificación de portafolio es interesante, no es un país que dependa exclusivamente de la exportación, está bien dividido en lo que es industria, servicios y agro.

    Es un país caro al comparar con otros de la región, pero se compensa por otros lados. Por eso, el proceso de apertura de su economía es muy bueno.

    Otro sector a destacar es el de las nuevas tecnologías, el ambiente de startups de Uruguay es interesante.

    Estamos intentando hacer algunos eventos este año para presentar startups uruguayos en Alemania. Hay nuevos caminos a explorar como alternativa de exportar lanas durante 100 años.