Sin llegar a ser un fenómeno similar al que llevó a varios empresarios uruguayos a invertir en la compra de tierras en Paraguay, que en su mayoría se dedicaron a la ganadería en el Chaco de ese país, pero como una situación más cercana a lo que sucedió en los años recientes con algunos productores de arroz que se instalaron en el campo guaraní, ahora se están registrando casos de empresas de Uruguay que van a plantar soja en tierras paraguayas.
“Las ilusiones, la juventud y el empuje nos llevaron a evaluar nuevas alternativas de inversión en Bolivia, Argentina y Brasil y al final la decisión fue ir a producir soja en campos paraguayos”, contó a Búsqueda el productor Rafael Sosa, de la empresa Austrey S.A.
El esquema elegido por esos empresarios uruguayos para ingresar a la agricultura paraguaya es el arrendamiento de tierras, que es una forma de contrato habitual en Uruguay, pero que resultó novedosa para los paraguayos, según Sosa. Comentó que los productores guaraníes no tienen incorporado el sistema de rentas de tierras, más bien se manejan produciendo en campos propios. “Por lo que hemos visto y conversado, el productor paraguayo explota las chacras para obtener los resultados necesarios y en comparación con Uruguay los costos son mucho más bajos y la productividad que obtienen por año es mayor, ya que hacen dos zafras anuales”, señaló.
Esas son algunas de las principales diferencias con lo que ocurre en el campo uruguayo, que se resume en precios de los combustibles más bajos, una carga impositiva inferior y una mayor cantidad de kilos de granos por hectárea. El costo de las rentas de tierras es prácticamente similar al que se registra en los suelos agrícolas uruguayos o argentinos, que comprende el pago de unos 1.000 kilos de la oleaginosa por hectárea anual.
“Hay una diferencia abismal en los niveles de producción y en los costos, principalmente mano de obra y combustibles”, valoró Sosa. Comparó que “en insumos, como fertilizantes y semillas, hasta pueden costar un poco más” en Paraguay, respecto a Uruguay. Y “los fletes son más baratos pero las distancias son más grandes”, comentó.
Fueron dos años de evaluaciones y uno de los factores clave es el climático, que en Paraguay es muy favorable para la producción de granos, destacó. Ese país es uno de los principales exportadores mundiales de soja con seis millones de toneladas colocadas este año en los mercados.
Al evaluar la decisión de probar suerte en el agro paraguayo, Sosa recordó que la producción de soja en Uruguay tuvo un par de zafras con resultados negativos, luego en 2017 se logró el récord de rendimiento de unos 3.000 kilos por hectárea y este año se pasó al otro extremo con un bajón importante, que dejó un promedio de 1.200 kilos por hectárea. Esa evolución fue resultado del impacto del clima, de una zafra con registros de lluvias abundantes y chacras rebosantes de granos. La producción agrícola registró en 2018 una situación de déficit hídrico durante el desarrollo de los cultivos y en el momento de la cosecha las precipitaciones impidieron las labores y hubo una pérdida de volumen y calidad de la soja.
“Sumando las dos zafras anuales que se dan en Paraguay se pueden sacar unos 4.500 kilos por hectárea en la región Oriental, mientras que acá en un año récord cosechás 3.500 kilos”, resaltó.
Esos factores incidieron a la hora de tomar la decisión de buscar una manera de diversificar los riesgos, ya que la empresa sigue operativa en Uruguay, específicamente en los departamentos de Flores, Florida y Durazno. Austrey siembra unas 6.000 hectáreas en Uruguay, en campos arrendados. Este año plantó unas 1.000 hectáreas de trigo.
Por la experiencia de otros uruguayos que empezaron a producir en el campo paraguayo y en su mayoría terminaron instalándose, Sosa consideró que tarde o temprano esa decisión llega, aunque cuesta hacerlo, porque el productor siempre tiene la esperanza de que la situación mejore y no tenga que irse de su país.
Es por ese motivo que algunos tratan de mantener parte de su actividad productiva en Uruguay.
Sosa dijo que hay productores agrícolas que no se van a otro país porque tienen obligaciones que cumplir, principalmente con proveedores y bancos, entre otros. “Muchos siguen plantando acá porque no les queda otra alternativa para pagar cuentas y mantenerse, eso es lo que impide la salida de productores”, consideró. Dijo: “Si no se hubiese dado el año récord en 2017, la mitad de los productores hoy no estaría contando el cuento”.
En el sector agrícola local advierten de la pérdida de rentabilidad en ese negocio, que tuvo su pico en la década pasada cuando llegó a algo más de 1,5 millones de hectáreas sembradas entre 2013 y 2015, para decaer en los años siguientes y que quedará en poco más del millón de hectáreas en la próxima siembra.
La estimación de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias es que el área de soja a plantar entre octubre y noviembre caerá a 934.000 hectáreas.
“Después de plantar mucha soja en Uruguay te das cuenta de que es un país marginal para la agricultura, principalmente en la zona centro del territorio, salvo la excepción de lo que es el litoral oeste,” indicó Sosa. Advirtió que “la zafra del año pasado mostró que el techo de rendimiento de la soja no es tan alto, como el que podés sacar en otros países, y cuando un año el clima es negativo no hay piso productivo”.
En empresas graneleras que operan en el mercado uruguayo reconocieron a Búsqueda que registraron la pérdida de productores agrícolas y la reducción de la superficie de chacra, debido a la menor rentabilidad, los problemas climáticos y el endeudamiento acumulado.
Como en Paraguay están instaladas prácticamente las mismas firmas exportadoras y proveedoras de insumos, eso facilita el ingreso de los empresarios uruguayos en la agricultura.
Otros productores uruguayos se asocian a fondos de inversión extranjeros para dedicarse a la producción agropecuaria en el Chaco paraguayo.
Arroceros.
Uno de los casos de empresarios uruguayos que ya llevan algún tiempo instalados en el agro guaraní es el de Justino Fernández, que presta servicios de labores en chacras destinadas a la producción de arroz, soja y maíz. Ese contratista contó a Búsqueda que plantaba soja en el este de Uruguay, pero que el negocio no le daba para seguir en actividad por los altos costos internos, entre otros factores. “Tengo una familia con cuatro hijos y me parecía que las perspectivas allá no eran buenas y tuve la oportunidad de venir a Paraguay a prestar servicios”, dijo.
Una de las actividades en las que se desempeña es en un arrozal nuevo en la zona de Alberdi, a unos 140 kilómetros al sur de Asunción, capital de Paraguay. El agua para el riego de ese cultivo se extrae de un canal con capacidad para cubrir unas 15.000 hectáreas.
En esa zona unos arroceros uruguayos explotan unas 900 hectáreas, como es el caso de Carlos Scaglioni de Treinta Tres, que arrendó tierras paraguayas para cultivar arroz.
Además, realiza trabajos para la empresa Campos Orientales, de origen francés, que opera en varios países de la región.
Fernández también realiza tareas de siembra de soja y maíz en el suelo chaqueño y comentó que últimamente son frecuentes las consultas de productores uruguayos interesados en ir a trabajar en el agro guaraní.
Luego del fenómeno de los años noventa cuando hubo inversiones en la compra de tierras, principalmente en el Chaco, se registró entre 2003 y 2013 una nueva ola de adquisciones de campos en Paraguay, que llevaron a que unos dos millones de hectáreas en ese país estén en manos de uruguayos. En los años recientes productores agrícolas decidieron arrendar chacras en suelo paraguayo para plantar arroz y ahora se da algunos casos que sembrarán soja.
Otros empresarios que fueron de Uruguay a plantar arroz en tierras guaraníes son Andrés Feris, Nicolás Orihuela, Luciano Nadal, José de Souza y Oscar Braccini, debido a que en Paraguay producir una hectárea de arroz cuesta la mitad de lo que se precisa en el agro uruguayo (Búsqueda Nº 1.933).