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    En medio de una guerra declarativa con la comunidad israelita, Roger Waters vuelve a actuar en Montevideo

    Mientras el músico británico denunció que varios hoteles montevideanos rechazaron hospedarlo, el presidente del Comité Israelita del Uruguay lo calificó de “misógino, xenófobo y antisemita”

    Esto no es un simulacro se llama la gira que trae a Roger Waters a Montevideo —por segunda vez— el viernes 17. Hace referencia a que es la última, la despedida definitiva de los escenarios del bajista y compositor de 80 años. “Esto es pura polémica”, se podría haber llamado perfectamente. Porque ha sido el común denominador, con variaciones, en todas las ciudades en donde se ha presentado el show. El enfrentamiento entre el músico y la comunidad israelita internacional es total. La condena pública de Waters a la política de Israel respecto a Palestina ha sido furibunda. La condena hacia el músico por parte de autoridades y diplomáticos israelíes, así como de líderes religiosos judíos y personas que profesan el judaísmo en todo Occidente, son masivas. El llamado al boicot es mutuo. Waters llama a no consumir nada de origen israelí. En las puertas de los estadios del hemisferio norte, personas con símbolos judíos como la kipá reparten propaganda anti-Waters. En un clima caldeado por la situación de guerra entre Israel y Hamás, con miles de muertos civiles de ambos lados, la escalada verbal es incontenible.

    Ya en mayo se agitaron fuerte las aguas. Tras el concierto en Hamburgo, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel expresó su condena y la Policía de Berlín abrió una investigación contra el británico por posible incitación al odio, motivada en una escena del concierto en el que Waters interpreta el personaje de Mr. Pink, presente en sus conciertos desde inicios de los años 80. El sobretodo al estilo de oficial nazi, la esvástica y su gesto simbolizan su intolerancia y talante totalitario. Desde que apareció por primera vez en la película Pink Floyd The Wall, de Alan Parker (1982, con guion de Waters), el inglés ha usado cientos de veces ese vestuario en vivo. De hecho, lo hizo en Montevideo en octubre de 2018.

    A comienzos de año, Polly Samson, la esposa del guitarrista David Gilmour, excompañero de banda de Waters, le había dedicado este tuit: “Lamentablemente, Roger Waters, sos antisemita hasta la médula. También un apologista de Putin y un mentiroso, ladrón, hipócrita, evasor de impuestos, misógino, enfermo de envidia, megalómano. Basta de este absurdo”. El último episodio de esta guerra declarativa ocurrió cuando Waters puso en duda la veracidad de la masacre perpetrada por Hamás el 7 de octubre en Israel, lo que le valió una amplia condena en Occidente.

    La polémica desembarcó en Uruguay primero con las palabras del presidente del Comité Israelita del Uruguay, Roby Schindler, quien escribió a los responsables de un hotel mencionado como posible alojamiento del músico: “Tal vez usted no sepa, y no lo culpo por eso, que Roger Waters es un misógino, xenófobo y antisemita, que aprovecha su fama como artista para mentir y vomitar su odio hacia Israel y todos los judíos”. En tanto, el diputado colorado Felipe Schipani solicitó por carta a la intendenta Carolina Cosse que le sea removida a Waters la declaración de visitante ilustre de Montevideo, otorgada en 2018. Y en las últimas horas trascendió que varios hoteles montevideanos rechazaron hospedar al músico, quien expresó su malestar en una entrevista publicada ayer miércoles por el diario argentino Página 12, en la que menciona que la situación de no conseguir alojamiento provocó la suspensión de una cena que mantendría el jueves 16 con José Mujica en su casa de Rincón del Cerro: “Me han cerrado la ciudad de Montevideo, no tengo ningún lugar donde parar”, dijo. “Me han cancelado. Los idiotas del lobby israelí consiguieron cooptar los hoteles de Buenos Aires y Montevideo y organizaron este boicot extraordinario basado en mentiras maliciosas”.

    Búsqueda pudo confirmar que la cena del jueves 16 en la casa de Mujica fue suspendida y que posiblemente haya un encuentro el domingo 19, aunque aún no está claro cómo será la logística de Waters, quien se encuentra haciendo base en San Pablo mientras su equipo intenta confirmar las reservas hoteleras en Montevideo y en Buenos Aires, donde actuará el lunes 20 y el martes 21 y donde también ha sido rechazado por varios hoteles. Búsqueda consultó en varias oportunidades sobre estos asuntos a la productora AM, responsable del concierto, que respondió: “la logistica de Waters la maneja el equipo del artistas, no la producción local”.

    El diseñador

    Tras la apertura a cargo de Braulio López (el británico solicitó que fuera “un representante típico de la música uruguaya”, informó la producción), Waters interpretará una veintena de temas de Pink Floyd y de su obra solista. Además de cantar y tocar el bajo, también interpretará piano y guitarra y estará acompañado por una banda de nueve músicos en la que el guitarrista Dave Kilminster replica a la perfección los solos de Gilmour. En los últimos días se pusieron en venta (en Acceso Ya) entradas más baratas. Símbolo de que la venta venía baja.

    Junto con la música, los efectos visuales y la puesta en escena de gran porte son los otros protagonistas habituales de sus conciertos. La parafernalia incluye impactantes efectos de iluminación e imágenes proyectadas en cuatro pantallas LED de altísima definición. La primera parte de esta gira, en Europa y Norteamérica, tuvo lugar en arenas. Para esta etapa latinoamericana se modificó sustancialmente el escenario, que fue adaptado a grandes estadios (tiene unos 70 metros de largo). “Fue bastante difícil crear algo que impactara”, explicó a Búsqueda desde Londres, vía Zoom, Jeremy Lloyd, el diseñador de la puesta en escena. “Al ser la última gira mundial, Roger quería un espectáculo sorprendente y que fuera recordado siempre. Es un show que nos llevó tiempo idear. Cuando fuimos a Montevideo en 2018 teníamos las grandes chimeneas, aparecía el cerdo gigante y efectos de luces y láser. Debíamos superar eso. Ahora las pantallas flotan sobre los músicos”, detalló Lloyd, quien también es responsable de los diseños de las últimas giras de los Rolling Stones, AC/DC, Ed Sheeran y U2.

    La carga política y el activismo de Waters impregnan toda la puesta en escena. Cada canción, explicó Lloyd, “es una narración visual que Roger cuenta al público; nuestro trabajo es crear una experiencia verdaderamente inmersiva”. Búsqueda presenció el concierto de Waters en el O2 Arena de Londres en junio y comprobó que se trata de un espectáculo en el que en todo momento hay algo que escuchar, observar o leer. Son tantos los recursos exhibidos al mismo tiempo, las canciones, las imágenes, las luces que recorren el estadio sobre el público, los mensajes políticos, que no hay lugar para la improvisación. Es imposible permanecer indiferente.

    La leyenda que abre el show es una síntesis del clima imperante: “Si te gusta la música de Pink Floyd, pero no soportás las opiniones políticas de Roger, harías bien en irte a la mierda”.

    Vida Cultural
    2023-11-15T23:41:00