Por estos días se habla mucho de los costos políticos que puede pagar el gobierno si decide embarcarse en una reforma clave como la de la seguridad social. Y entonces se hace inevitable atarlo a esa cuestión que asoma inquieta y que pocos dirigentes se animan a mencionarla en público: las próximas elecciones. El senador blanco Jorge Gandini es uno de los legisladores que está decidido a levantar la mano para hincarle el diente en el Parlamento a un proyecto de reforma que el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, ya asumió como legado posible de su gestión. Gandini opinó que si “está bien planteada”, el costo político lo va a terminar pagando quien revele una “actitud oportunista y no se sume a hacer los cambios” que considera imperiosos. “Debería ser una política de Estado. Lo que no puede pasar es que nosotros ponemos el camino de la responsabilidad pensando en las próximas generaciones y haya quienes nos estén haciendo daño pensando en las próximas elecciones”, afirmó. El legislador, uno más de los abocados a la reconstrucción del ala wilsonista del Partido Nacional, es de la idea de que no hay que precipitarse en temas de candidaturas, aunque admite que se tiene que trabajar en la búsqueda de nuevos liderazgos. Ese camino, que dice es “más árido y más necesario” que arrimarse al calor del fogón de las mayorías, lo puede encontrar al frente de la alternativa al oficialismo partidario.
—El presidente trazó una hoja de ruta, que es que durante el mes de agosto todos los partidos del oficialismo y la oposición analizarán la propuesta. Vencido agosto, el presidente espera recibir las devoluciones. De lo que sea, de cambio, de cuestionamientos. Y con todo eso se elaborará un proyecto que se enviará al Parlamento, aparentemente con ingreso por el Senado, en setiembre o en octubre. La idea es que haya una comisión especial donde puedan participar todas las organizaciones involucradas. No va a ser un debate corto.
—No, pero el martes que viene vamos a estar en un ciclo llamado Diálogo Por la Patria donde uno de los redactores del anteproyecto, Rodolfo Saldain, va a exponer y ahí vamos a volver sobre el asunto y vamos a ir trabajando. En términos generales tengo una opinión favorable, hay dudas que todavía tengo, pero la situación amerita una reforma. La pirámide poblacional del país proyectada en los años que vienen es terrible. La población activa cada vez se achica más y hay que encontrarle caminos de salida. La solución planteada no le resuelve nada financieramente a este gobierno y poco al que viene. Es una reforma de aplicación gradual cuyos resultados en las finanzas públicas se van a ver más adelante.
—Se ha hablado mucho de los costos políticos que supone esta reforma…
—Pero si lo planteamos bien, el costo político lo va a tener quien revele una actitud oportunista y no se sume a hacer los cambios. Ese va a ser el gran costo político que alguien va a pagar.
—¿Los costos los va a pagar el Frente Amplio entonces?
—O los sectores. Todos sabemos que el que quiera gobernar este país sabe que este es un tema que se tiene que arreglar. Si cada vez vive más la población y hay menos personas trabajando, y por lo tanto hay que asistir al sistema con más recursos que salen del bolsillo de los trabajadores… son variables que en un momento se cruzan y se hacen imposibles. El asunto es si somos capaces de discutir este tema con madurez política. ¿Vamos a abordar este tema en serio? Bueno, ahí hay una chance. Si el asunto es colocarse en la vereda del frente y tirarle piedras al rancho, ese puede ser un costo político.
Rodolfo Saldain, Fernando Pereira y Luis Lacalle Pou, en la Huella de Seregni. Foto: Pablo Vignali / adhocFOTOS
—¿Y usted advierte que el Frente Amplio está en esa postura, que esas son las señales que ha dado?
—No, creo que las ha dado el PIT-CNT, lamentablemente. Que ya está pensando en juntar firmas y todavía no leyó el proyecto. Salió a ponerse en frente del proyecto desde bastante antes de conocerlo, desde el 1º de mayo, cuando una de sus consignas era resistir la reforma de seguridad social. Es una actitud biológica contra el gobierno, que intenta incidir a través de sectores radicales. Pero el Frente Amplio ha tenido una actitud más moderada, más responsable. Y algunos sectores ya han dado algunas señales con propuestas razonables para empezar a trabajar.
—Usted lo ha escuchado al presidente hablar sobre esta reforma en distintas reuniones, ¿lo ve decidido a ir a fondo sin fijarse en los costos o en los amplios consensos políticos?
—Me da la impresión de que va a ir a fondo en lo que es su responsabilidad, que es enviar el proyecto lo mejor posible.
—¿Es uno de esos legisladores dispuestos a embanderarse con este proyecto para que salga?
—Estoy dispuesto a levantar la mano cuando se tenga que formar una comisión especial para tratar este tema. Si queremos mirar el futuro, qué es lo que tiene que pasar, miremos el presente y lo que está pasando hoy en las cajas profesionales.
—¿Y esta reforma puede salir sin que haya consenso político?
—Debería ser una política de Estado. Lo que no puede pasar es que nosotros ponemos el camino de la responsabilidad pensando en las próximas generaciones y haya quienes nos estén haciendo daño pensando en las próximas elecciones.
—Y justamente pensando en las próximas elecciones, ¿cómo se están llevando los blancos con ese discurso de que ahora no es el momento de hablar de esos temas mientras hacen reuniones para hablar de esos temas? Álvaro Delgado ya comunicó a su entorno que va a ser candidato…
—Sigo creyendo de verdad que es el momento de gestión. Que no hay quien largue una campaña exitosa si al gobierno no le va bien, y para que le vaya bien le tiene que ir bien a la gente y para que le vaya bien a la gente tenemos desafíos enormes.
—¿Pero no se pueden hacer las dos cosas a la vez: hablar de las próximas elecciones y gobernar?
—Bueno, a ver, el día tiene 24 horas y la cabeza puede concentrarse en no muchas cosas al mismo tiempo. Creo que nosotros siempre pensamos en la próxima elección, el asunto es dónde ponemos la energía. Los que estamos vinculados al gobierno tenemos que estar enfocados en los desafíos que tenemos hoy y en las certezas que tenemos que dominar. El bolsillo de la gente es muy importante para ganar la próxima elección y ahí tenemos desafíos no solo en los sectores más vulnerables sino en la clase media, que es la que aún no hemos podido terminar de atender. Ahora, después hay una interna, que naturalmente el partido la tiene porque está en una transición muy importante. La mayoría partidaria tiene consolidado un liderazgo más allá de Lacalle Pou. Lacalle llega siendo el líder de la mayoría del partido, pero hoy es el líder indiscutido de todo el partido. Porque es el presidente y porque además se ganó la confianza de todos. Pero cuando más líder es, más afirmado está, más problemas genera. Generalmente el líder es el candidato y aquí si hay algo seguro es que el candidato no va a ser el líder. Esto afecta a la mayoría partidaria, que está en un proceso de transición y búsqueda de la renovación de ese liderazgo. Pero también las otras expresiones partidarias llegaron desdibujadas a la pasada elección, hubo tres candidatos, y ninguno —con la obvia ausencia de Jorge Larrañaga— parece ser candidato en esta. Hay una necesidad que tiene el partido de conformar una segunda corriente que compita y permita abrir las opciones a los electores. Pero también ahí hay que construir y hay que renovar liderazgos, y también hay que probarlos. O sea que estamos en una etapa que no es diferente a la del Frente Amplio, que también está renovando sus liderazgos. Eso genera movimientos, y conversaciones, y dudas. Esa ansiedad es de la vida.
—Usted aparece en las encuestas.
—Sí, sorprendentemente. No soy candidato a nada y aparece mi nombre. Está bien. A ver, creo que de este lado tenemos la necesidad de encontrar ese liderazgo, porque no hay acuerdo político posible entre grupos y dirigentes si antes no se resuelve el candidato, y el candidato tiene que ser el líder y el líder lo pone la gente. Hoy hay muchos movimientos adentro del partido, pero son movimientos de dirigentes, la gente no sé si se mueve, o cómo se mueve. Falta mucho para saberlo.
—¿Y qué está haciendo usted para renovar el ala wilsonista?
—Dos cosas: consolidando el sector Por la Patria en todo el país, pero en un escenario mayor que no debería ser Por la Patria. Creo que tiene que ser algo nuevo, que todavía no existe, al que aspiramos formar parte. Lo que debe generarse para competir en el partido todavía no existe.
Jorge Gandini junto a Juan Sartori en el Parlamento. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
—¿Puede estar incluido Juan Sartori en este nuevo espacio que se busca crear?
—Si coincide con el camino en el que vamos, bienvenido sea. Pero tampoco es sumar todo, ni cualquier cosa, ni a cualquier precio. Es generar esa otra ala partidaria que tiene que ser wilsonista y algo más. El wilsonismo tiene que incluir.
—¿Se daña la unidad partidaria si alguien ya golpea la mesa y dice que quiere ser candidato?
—No, el partido no se daña. Capaz que se daña a sí mismo. Hay que manejar los tiempos y eso es un arte. Vivimos en un tiempo donde todo nace rápido y se muere pronto. Son los tiempos de redes sociales. Te pongo una foto y al otro día no está más, se borró sola, una noticia se lleva la otra. A los liderazgos les pasa lo mismo. Algunas décadas atrás, el liderazgo era la construcción de piedra sobre piedra año tras año y consolidaba en algún momento una expresión madura para ser líder. El manejo de los tiempos es algo que hoy hay que analizar muy bien.
—¿No descarta una candidatura suya?
—Tengo una decisión tomada. Y es ir por el camino de la recomposición del ala de raíces wilsonistas y de fuertes raíces populares. Ese camino lo voy a recorrer del modo que sea. Y si me toca encabezar, lo encabezaré.