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Espías rusos acusados de operar encubiertos como ciudadanos argentinos entraron en 12 ocasiones a Uruguay entre 2013 y 2018
Pasaporte argentino del espía ruso Ludwig Gisch. Foto: The Guardian
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Alexander Verner tiene 32 años, o al menos así se adivina en su pasaporte argentino, donde la fecha de nacimiento es el 3 de enero de 1991. Vive en la ciudad de Buenos Aires, supuestamente como traductor, porque tampoco está claro que efectivamente se dedique a eso. Ni siquiera se sabe si nació en Alemania, como él asegura. Más allá de su rostro, con barba de pocos días y el pelo claro, es difícil determinar qué cosas en su vida son ciertas y cuáles no.
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El viernes 7, un artículo del equipo de investigación deInfobae reveló que Verner, hasta entonces un extranjero como tantos otros que había conseguido identificación oficial argentina, es un ciudadano ruso que trabaja para el Departamento Central de Inteligencia (GRU), el servicio de inteligencia militar de las Fuerzas Armadas de ese país.
De acuerdo a la investigación, Verner mintió sobre su identidad y profesión para obtener el pasaporte y el DNI argentino, con los cuales logró moverse sin despertar sospechas tanto en Argentina como en otros puntos del mundo, entre ellos Brasil y Turquía. Sus actividades llegaron incluso a Uruguay: según registros de la Dirección Nacional de Migración de la Policía Nacional a los que accedió Búsqueda, con la cédula de identidad argentina Verner ingresó al país en repetidas ocasiones. En total viajó 11 veces entre 2013 y 2018, todas por barco a través del puerto de Colonia del Sacramento. Utilizó mayoritariamente su documento argentino, aunque también un pasaporte ruso.
No es el único espía del Kremlin que vino a Uruguay desde Buenos Aires. En febrero de 2017 estuvieron durante una semana Maria Mayer y Ludwig Gisch, una pareja que entró por en puente San Martín con sus respectivos DNI argentinos. En diciembre ambos fueron arrestados en Ljubljana, capital de Eslovenia, adonde se habían mudado, junto con sus dos hijos pequeños. Mantenían sus documentos argentinos y fueron acusados de operar para el GRU con la fachada de dirigir una galería de arte y una startup informática. “Los sospechosos son miembros de un servicio de inteligencia extranjero que estaban residiendo y hacían negocios en Eslovenia bajo identidades falsas, basados en documentos de identidad que obtuvieron ilegalmente. Estaban desarrollando actividades encubiertas de inteligencia en Eslovenia para beneficio de un servicio de inteligencia extranjero”, dijo a inicios de mes a La Nación la vocera de la Policía eslovena, Maja Ciperle Adlešic.
Parte del modus operandi de estos espías rusos tiene puntos en común con la trama de los pasaportes irregulares uruguayos cuyo protagonista es el exjefe de la custodia presidencial Alejandro Astesiano. El artículo de Infobae indica que Verner fraguó su documentación de origen para tramitar los papeles argentinos, al igual que otros rusos que para recibir ciudadanías de países extranjeros buscan obtener “documentos apócrifos, sobre todo partidas de nacimiento”. En Uruguay, la Fiscalía investiga a una red que desde 2013 entregó irregularmente al menos 195 pasaportes uruguayos a rusos. Los pasaportes eran originales y gestionados legalmente ante la Dirección Nacional de Identificación Civil, pero se falsificaban las partidas de nacimiento de los involucrados haciéndolos pasar ilícitamente por hijos de uruguayos.
Fiscal Sabrina Flores. Foto: Captura
Gabriela Fossati, quien originalmente lideró el caso como fiscal de Flagrancia de 12° turno, manejaba como principal presunción que los documentos se destinaban a rusos de alto poder adquisitivo que buscaban esquivar el servicio militar en su país y moverse con mayor facilidad por el mundo, debido a las menores restricciones que tiene un pasaporte uruguayo al viajar. La fiscal confirmó esa hipótesis con la Embajada de Estados Unidos en Montevideo, que le comunicó que varios ciudadanos rusos aplicaron a la visa estadounidense con documentación uruguaya. Pero la investigación también analiza si los pasaportes fueron diligenciados para tareas relacionadas con el crimen organizado, el terrorismo o los servicios de inteligencia. “No sabemos para qué son, tenemos que averiguar”, admitió en octubre el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, en el Parlamento. “Puede ser para la mafia, puede ser para espionaje. Son todos sospechosos”, añadió.
En octubre Búsqueda informó que la Dirección General de Lucha contra el Crimen Organizado e Interpol publicó una serie de alertas a escala internacional para obtener datos sobre algunos de los ciudadanos rusos que recibieron pasaportes uruguayos con partidas de nacimiento adulteradas. La acción se tomó a solicitud de Fossati. Se trata de notificaciones azules, una de las ocho categorías de alerta que tiene Interpol, cuyo objetivo es conseguir para una investigación penal información sobre la identidad de una persona, su paradero o posibles delitos que haya cometido. Las notificaciones azules están dos escalones por debajo de las rojas, la máxima categoría y la que en un principio de su investigación Fossati intentó activar, aunque no logró hacerlo porque precisaba de una orden judicial y la misma fue denegada por la jueza Patricia Rodríguez.
El caso está ahora en manos de la fiscal Sabrina Flores, que no respondió ante la consulta de si los tres espías rusos forman parte de la investigación sobre pasaportes. Autoridades policiales y del Ministerio del Interior afirmaron desconocer si Mayer, Gisch y Verner integran el listado de notificaciones azules que se remitió a Interpol, ya que el tema lo maneja Fiscalía. Sí señalaron que el arresto en Eslovenia de la pareja rusa y el descubrimiento en Buenos Aires del supuesto traductor no generaron a nivel de inteligencia policial ningún cambio respecto al monitoreo de ciudadanos rusos que viven en Uruguay.