Mientras las relaciones con Israel no pasan por un buen momento debido a la posición de Uruguay frente a Irán, desde el 30 de enero pasado, el gobierno de José Mujica tiene una “papa caliente” entre sus manos.
Mientras las relaciones con Israel no pasan por un buen momento debido a la posición de Uruguay frente a Irán, desde el 30 de enero pasado, el gobierno de José Mujica tiene una “papa caliente” entre sus manos.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEse día, Yehuda Cohen, un ex agente del Shabak, la inteligencia interior israelí, hizo llegar a la Embajada uruguaya en Buenos Aires una solicitud —a cuya copia accedió Búsqueda— para que “interceda ante el Poder Ejecutivo de la República Argentina, a fin de que me conceda la expulsión a mi país por los motivos y fundamentos que seguidamente expongo”.
“Mi país” en este caso no es Israel sino Uruguay, porque Cohen nació el 23 de mayo de 1976 en el hospital Británico de Montevideo y residió aquí hasta los seis años de edad.
Hasta hace tres años Cohen era un pastor que se había instalado como colono con su mujer, tres niñas y 200 cabras en Bat Ayin, un pequeño pueblo de un millar de habitantes israelíes en territorio palestino.
Pero el vecino solitario pero solícito que se dedicaba a la producción de quesos y había construido una casa y un galpón con sus propias manos, tenía una actividad oculta incluso para su esposa.
En marzo de 2009, sorpresivamente y sin aviso, Cohen dejó su aldea en la zona ocupada, llegó a Montevideo, obtuvo la cédula 1.906.800-7, credencial y pasaporte uruguayos y luego se radicó en Buenos Aires, donde instaló un restaurante de comida israelí.
Gracias a sus lazos familiares con los sectores ortodoxos locales se contactó con un grupo de rabinos a quienes contó su historia y pidió ayuda.
Eso lo protegió en parte cuando apenas algunos meses después de su llegada, unos 50 agentes de Interpol llegaron hasta su casa para detenerlo.
El 30 de junio del año pasado, ya preso en espera de extradición a Israel en el Complejo Penitenciario II de Marcos Paz (a cien kilómetros de Buenos Aires) Cohen decidió contar su historia al periodista de Canal 10 Aureliano Folle, que había viajado con un equipo periodístico buscando casos de presos uruguayos.
El relato que escuchó Folle y que vio luego la audiencia del canal superó todas las expectativas y fue ampliado con material audiovisual suministrado por periodistas israelíes del programa 360 grados de Canal 2 de Israel, que hasta el momento no habían podido llegar hasta Cohen.
Ante la cámara, el entrevistado reconoció haber integrado un grupo táctico que actuó en Líbano, Gaza y Cisjordania luego de haber sido especialmente entrenado en uso de armas, artes marciales e infiltración en filas enemigas.
Antes de llegar a ese conflictivo escenario, este uruguayo pasó su infancia en el Río de la Plata.
Abraham Cohen, el padre de Yehuda, era un rabino argentino que se instaló en 1974 en Montevideo junto a su esposa marroquí Aliza.
Luego de unos años en Uruguay y Argentina, el matrimonio, como muchos judíos, pasó a residir en Israel en 1983. Al comienzo, el pequeño Yehuda siguió el camino de su padre y comenzó a realizar estudios del Talmud para convertirse en rabino.
Sin embargo, poco después, contradiciendo la tradición de los judíos ortodoxos, quienes sostienen que la forma de ayudar a su país es rezar y se niegan a ir a la guerra, el joven dejó los pergaminos y se alistó en el Ejército para cumplir los tres años obligatorios para todos los ciudadanos comunes.
En el escrito que Cohen presentó al presidente José Mujica a través de la Embajada uruguaya en Argentina, el ahora prófugo de la justicia israelí por violación de una menor, falsificación de documentos y otros delitos comunes, afirma que la acusación en realidad es un montaje de sus anteriores jefes. También contó que fue entrenado como comando antiterrorista y que como tal participó en enfrentamientos contra las organizaciones Hezbolá y Hamás y que luego fue reclutado por la agencia de inteligencia Shabak para infiltrarse en calidad de informante entre los grupos ortodoxos de derecha más radicales.
Cohen habría seguido esa vida durante nueve años en los cuales se casó, a instancias de sus jefes de inteligencia, con Yehudit Drivven, una de las hijas de un líder de la ultraderecha israelí de origen estadounidense con quien a su vez tuvo tres hijas.
Según Cohen, después de tantos años llevando una doble vida que evitó varios atentados contra inocentes que no quiso detallar, de haber sido herido varias veces en combate y luego de la muerte de uno de sus amigos a manos de palestinos, habría entrado en crisis existencial y debido a ello pedido la baja en la agencia.
Sin embargo, explicó en la carta al presidente Mujica, lejos de aceptar el pedido, el servicio contrató a un psiquiatra para evitar perder a un informante bien situado.
“Mi decisión fue inquebrantable, pese a que mis superiores me manifestaron que sabía demasiado y que me iban a tratar de retener a cualquier costo, incluso si era necesario ‘armaría una causa penal’ en mi contra” sostiene la carta escrita en el penal donde comparte pabellón con ex agentes de inteligencia de la dictadura argentina, entre ellos los responsables del centro de detención clandestino Automotores Orletti, Raúl Guglielminetti y Eduardo Ruffo.
En su castellano aprendido en prisión, Cohen explica su salida clandestina de Israel hacia Uruguay en base a cuatro razones: “1) mi negativa a reincorporarme al servicio de inteligencia; 2) las amenazas y luego concretadas manifestaciones de mis superiores de armarme una causa penal si no me reincorporaba al servicio; 3) mi conocimiento veraz de que, a quienes descartaban del servicio de inteligencia ya sea por haber sido descubiertos o porque se cansaban, si no continuaban trabajando se les armaba una causa penal (...) y 4) la confirmación por parte de mi ex esposa de que había sido descubierto y atentarían contra mi vida”.
“¿No son estos sobrados motivos como para abandonar un país?”, se preguntó.
Oficialmente, la Justicia argentina ya dio luz verde para su extradición a Israel a pesar de que el único país que tiene tratado de extradición vigente es Brasil. El envío a Israel no se ha concretado debido a que Cohen, asesorado por tres abogados de prestigio, Héctor Mazza, Miguel Ángel Inchausti y el ex canciller Rafael Bielsa, pidió refugio en Argentina.
Luego de más de dos años detenido, el ex espía resolvió apelar a su condición de uruguayo.
“El País” informó el lunes 16 que la Presidencia desestimó el pedido de repatriación. El secretario de la Presidencia, Alberto Breccia, dijo al diario que “no tomó ni tomará resolución sobre este asunto porque no está en su ámbito hacerlo y no hay una solicitud formal para que sea repatriado”.
Sin embargo, fuentes de la Cancillería uruguaya confirmaron a Búsqueda que el expediente existe y que está siendo analizado por el ministro Luis Almagro y que en las próximas horas habrá un dictamen sobre caso.
Los informantes indicaron que la respuesta seguramente será “prestar asistencia a la persona pero no acceder a recibir a Cohen en Uruguay en la medida que no existen suficientes fundamentos para ello”.
El ex agente dijo a Búsqueda que, salvo una visita de la cónsul en Buenos Aires, luego del programa en Canal 10, no recibió hasta ahora ningún tipo de asistencia de parte uruguaya.
Quienes sí han demostrado preocupación y respaldo a Cohen ha sido un grupo de rabinos de Buenos Aires, entre ellos Josef Chehbar, Gran Rabino de la Comunidad Judía; Tzvi Grunblatt, director general de Jabad Lubavitch Argentina y Faibi Sofer, de la Comunidad Israelita Ortodoxa.
El gran rabino de la Comunidad Israelita del Uruguay Isaac Fadda, aunque no firmó, hizo gestiones ante el gobierno uruguayo. “Hice dos o tres intentos pero Breccia ni siquiera contestó el teléfono”, explicó a Búsqueda el religioso, que junto a una decena de sus colegas argentinos decidió apoyar a Cohen.
En una carta fechada el 25 de octubre pasado, dirigida al canciller Héctor Timermann, un grupo de rabinos argentinos respaldó el pedido de refugio.
“Nos moviliza a realizar este pedido de piedad y clemencia el aspecto humanitario de la situación, tratándose de un hombre de familia, con padres mayores, de conducta correcta”, decía la nota.
Este fuerte y atípico respaldo de los rabinos, el silencio que ha guardado hasta ahora y que promete continuar hablando acerca los asuntos delicados de su trabajo pasado y una carta del ministro de Seguridad de Israel Ehud Barak, en la cual se afirma que su caso está bajo secreto de sumario por razones de la seguridad nacional, lo que de hecho cuestiona las acusaciones de delitos comunes, son algunas de las armas con que cuenta para buscar quedarse en Uruguay o Argentina.
“La suerte de este hombre depende en gran parte de lo que hagan las autoridades uruguayas”, dijo una fuente oficial que pidió reserva.
Las declaraciones de Cohen en Canal 10 fueron seguidas por un espeso silencio, tanto a nivel oficial como de la comunidad judía local. La única excepción fue el gran rabino Fadda, un argentino que ofrece sus servicios religiosos a la casi centenaria Comunidad Israelita del Uruguay (Kehilá).
Las gestiones de Fadda ante el gobierno uruguayo y declaraciones de respaldo publicadas en “El País” causaron una fuerte irritación en vastos sectores de la comunidad judía.
Eso se explica, entre otras cosas, porque se trata de un caso con aspectos confusos, pero sobre todo porque cuestiona al gobierno de Israel. Fuentes de la Comunidad Israelita explicaron que algunos directivos molestos con Fadda dejaron pasar el acto de ayer miércoles, recordatorio del Holocausto, para abordar el tema.
A su vez, entre algunos sectores de la izquierda israelí también existe desconfianza ante el caso. Una fuente universitaria consultada por Búsqueda en Jerusalén explicó que ello ocurre, entre otras cosas, “porque no queda claro si Cohen, al parecer como agente de los servicios o por propia voluntad, participó en actos de hostigamiento violentos contra palestinos en los territorios ocupados”.
“No hice daño a nadie, serví a mi país, que me traicionó”, se defendió el detenido durante la entrevista emitida por Canal 10.
Uno de los informantes de la comunidad judía en Uruguay resumió la actitud poco frecuente de los rabinos que apoyan al disidente: “Puestos a elegir entre el Estado de Israel y Dios optaron por este último”.